miércoles, 4 de mayo de 2022

El nombre de Dios

El nombre de Dios

Eduardo de la Serna



Aunque pareciera un tema fácil, preguntarnos por el nombre de Dios, no lo es. Habitualmente, simplemente lo llamamos “dios” (que tiene resonancias griegas remitiendo a Zeus). Se suele usar con minúscula cuando nos referimos a una o unas divinidades, sea/n cual/es fuera/n, y con mayúscula al referirnos al dios de la Biblia (con mayúscula por ser nombre propio, por cierto). Esto no es difícil de entender puesto que, como creemos que se trata de un solo dios no hay posibilidad de confusión. Sin duda, los pueblos que afirman la existencia de numerosos dioses y diosas, deben llamar a cada uno por su nombre (Isis, Júpiter, Viracocha, etc.) si quieren evitar toda confusión.

Es interesante que, entre los judíos, puesto que buscan por todos los medios “no tomar el nombre de Dios en vano”, para evitar nombrarlo, suelen escribir D*s, o directamente lo llaman le Shem, que significa “el Nombre”.

Antes de dar un paso más es importante tener en cuenta que en el mundo antiguo un nombre era algo muy distinto que en nuestro tiempo. Hoy, padres y madres eligen los nombres de sus hijos e hijas por muy diversos motivos: por razones familiares, modas, tendencias… Antiguamente, un nombre decía un sentido, una función (como se ve claramente en el caso del anuncio del ángel a José: “le pondrás por nombre Jesús [que significa “Dios salva”] porque él salvará a su pueblo…”, Mt 1,21). Esa es, a su vez, la razón de los cambios de nombre, con la finalidad de marcar un nuevo sentido a sus vidas (así en Gen 17,5; 32,29) o – en ocasiones – señalando autoridad sobre las personas (por ejemplo 2 Re 23,34; 24,17).

Por tanto, que Dios tenga un nombre significa un “contenido”. En diferentes ocasiones, se dice que el nombre de Dios es YHWH (es importante recordar que la lengua hebrea se escribe sin vocales; de allí que en una mezcla con otros términos se haya hablado de YeHoWaH, es decir Jehová). El nombre de Dios, a su vez, se utiliza (precisamente indicando un sentido en la vida) en muchos nombres: Isaias (Yesa’ Yah, YHWH es ayuda), Zacarías (Zakhar Yah, YHWH se volvió a acordar), Malaquías (Malak-i Yah, YHWH es mi mensajero), etc. (como se ve, muchos nombres que finalizan con ---ías, en hebreo, refieren a las primeras dos letras de YHWH. ¿Pero qué significa YHWH, que habitualmente vocalizamos Yahweh, es decir Yahvé? En su raíz está el verbo ser / estar, por eso se ha pensado en “yo soy el que soy” o “yo soy el que estoy”. En ese caso sería, o bien reforzar con la duplicación (soy – soy) que “es nuestro Dios”, en contraste con los ídolos, o también el Dios que está con su pueblo en la liberación (de Egipto, en el primer momento, y en la historia después).

Este Dios es el que acompaña (¡el que está!) con su pueblo, o que se aleja de él cuando éste lo olvida. En la liturgia, por ejemplo, el pueblo está invitado a “alabar a YHWH” (halell-u Yah, halell es alabar, es decir, aleluya).

Pero, como dijimos, en Israel empieza a proliferar la conciencia que a pesar de repetir que “somos el pueblo de YHWH, en muchísimas ocasiones Dios se manifiesta “lejos”, distante a consecuencia de “nuestro pecado”. El tema es complejo, pero – especialmente en los tiempos finales del A.T. – la conciencia es que Dios está lejos (en el “séptimo cielo”) y no volverá a “desgarrar el cielo” hasta el momento oportuno (o – en otros ambientes – lo hace por medio del culto). Es por eso que se empieza a evitar “nombrar a Dios”. En este tiempo, por ejemplo, cuando se traduce la Biblia al griego, allí donde se encuentran con el nombre YHWH se lo traduce por “Señor” (cosa que se mantiene en nuestra liturgia católico-romana).

¿Y Jesús? Fiel a su tiempo, en el NT jamás se encuentra el término YHWH. Habitualmente - como cuando se cita el Antiguo Testamento - se utiliza “señor” (que, por supuesto, también se usa para una persona) pero, que, además, también es habitual para referirse a Jesús resucitado. Por eso no siempre es fácil saber si el término "señor" se refiere a Dios o a Cristo (“el que se gloría, que se gloríe en el Señor” [1 Cor 1,31; 2 Cor 10,17], ¿se refiere a gloriarse / jactarse en el obrar de Dios o de Jesús en nosotros?).

Pero, como también se sabe, frecuentemente Jesús se dirige a Dios como “padre”, y lo hace utilizando el término arameo abbá [ver Mc 14,36], que es afectuoso, respetuoso, familiar (suele traducirse con nuestro “papá”). La relación filial no está ausente en las metáforas divinas del A.T., pero no se encuentra como dirigida a Dios, por ejemplo, en una oración. Y este uso de Jesús se repite también en los cristianos (curiosamente, la carta a los Hebreos nunca llama a Dios, Padre, y Hechos sí lo presenta como padre de Jesús, pero no como “padre nuestro”; en algunos textos se establece una distinción entre el modo de ser hijo de Jesús y el de los cristianos, ver Jn 20,17); el uso de “Dios nuestro padre” es particularmente habitual en Pablo y sus discípulos. La novedad introducida por Jesús no fue fácil de asumir: él, siempre (salvo una vez, en la cruz, que cita el Salmo 22, cuando se dirige a Dios o habla sobre Dios, lo hace llamándolo "Padre" (papá).

Pero es importante tener presente que Jesús no ignora que el grupo que afirma ser pueblo de Dios, con sus conductas (es decir, al no ser “luz de las naciones”, Is 60,3; ver 42,6-8) ha provocado que Dios sea menospreciado o rechazado por los demás pueblos (Is 52,5; Jer 12,16; Ez 36,20; Sal 74,18; etc.). Se espera todo lo contrario: que el pueblo de Dios sea fiel, lo que conseguirá que todos “los pueblos” invoquen su nombre y lo sirvan (Sof 3,9; Sal 45,18…). Se trata de ser fieles a Dios, causarle placer, mostrar a todos los pueblos la luz de su gloria, y eso hará que Dios sea conocido, escuchado… amado. Ese es el desafío al que nos invita Jesús al decirnos que, si hacemos su “voluntad en la tierra como en el cielo”, si viene su reino, entonces será “santificado su nombre” porque se manifestará como “Padre nuestro”.

 

Foto tomada de https://www.ecured.cu/Yahw%C3%A9#/media/File:Tetragramat%C3%B3n.jpg

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