jueves, 16 de febrero de 2023

¿Cuántos son los libros de la Biblia?

¿Cuántos son los libros de la Biblia?

Eduardo de la Serna



Es sabido que en la Biblia hay muchos libros (de hecho, en griego, “biblia” quiere decir, precisamente, “libros”, en plural; de ahí viene “biblioteca”). Sabemos que hay “muchos” libros en lo que llamamos el Antiguo Testamento, y también bastantes, aunque no tantos, en el Nuevo Testamento.

Podemos señalar que, en las biblias cristianas, no hay diferencias en la cantidad en lo que llamamos el Nuevo Testamento. Lutero y algún Papa tuvieron la tentación de sacar algún libro, pero finalmente no lo hicieron. Así tenemos los 4 Evangelios, los Hechos de los apóstoles, 13 cartas paulinas, Hebreos, 7 cartas no paulinas y el Apocalipsis, es decir, un total de 27 libros.

En el Antiguo Testamento, en cambio, la cosa no es unánime. Para empezar, en la Biblia de los judíos había dos listas de libros. Sintetizando podemos decir que había una lista “hebrea” y una lista “griega”; es decir para los judíos de habla "griega" o de habla "hebrea". Como el cristianismo se empezó a difundir en griego, la mayoría de los cristianos empezaron a aceptar la lista griega (se llama “canon”, que significa regla), aunque siempre hubo algunos que sólo aceptaban la lista hebrea. Los griegos tenían unos cuantos libros más y también fragmentos de otros libros. Cuando, para que pudieran leerla todos (en el imperio romano, obviamente), la Biblia se tradujo al latín (“Vulgata”) el traductor, san Jerónimo (fines del s. IV), sólo siguió inicialmente la lista hebrea, aunque más tarde añadió la traducción de los libros griegos. No porque los considerara “inspirados” (= palabra de Dios) sino porque eran muy valiosos y para que no se perdieran y pudieran leerlo en las comunidades. Sin embargo, en muchas de esas comunidades se fueron leyendo también al mismo nivel de los otros. Se los incorporó en un segundo momento en el “canon”. De hecho, con el tiempo, toda esa larga lista, incluyendo los libros “griegos”, fue tenida con el tiempo como parte del “Antiguo Testamento”.

Pero cuando Lutero traduce la Biblia al alemán (s.XVI) se guía – en el Antiguo Testamento – por el “canon hebreo” (hebraica veritas) y, por tanto, no incluye en su reforma, los libros “griegos” del A.T. Esto causó tensiones y, por eso, el Concilio de Trento (1546) definió claramente la lista y se guió por la versión latina (Vulgata) incluyendo los libros “griegos”, cosa que, además, también se tuvo en cuenta, por ejemplo, como edición fundamental para la liturgia católica.

En este sentido, podemos decir, a modo esquemático, que hoy, las Biblias de ediciones protestantes no incluyen los libros “griegos” mientras que las biblias de ediciones católicas si los incluyen. Para reconocer unas u otras señalamos a continuación los libros “griegos” (ponemos “griegos” entre comillas porque algunos de estos libros son originalmente hebreos, no griegos, pero no están incluidos en el canon “hebreo” y si lo están – sus traducciones – en el canon griego); estos son: 1 Macabeos, 2 Macabeos, Tobías, Judit, Baruc, Sabiduría, Sirácida (a veces llamado Eclesiástico) y, también algunos capítulos añadidos a los libros “hebreos” de Ester y de Daniel. De todos modos, gracias a un fecundo diálogo ecuménico, hay ediciones de ambos grupos que incluyen los “griegos” (llamados “deuterocanónicos”, es decir, incorporados en un segundo momento en el canon) reconociendo, cada confesión, un diferente valor a estos libros.

Con el tiempo, algunas ediciones han dividido algún libro en dos; por ejemplo, la llamada “Biblia argentina”, el Libro del Pueblo de Dios, separa un capítulo del libro de Baruc, según la Vulgata y, siguiendo la Biblia griega, lo pone como libro aparte: “Carta de Jeremías”, lo que, obviamente, no afecta el contenido, solo "parece" hacer un libro más.

Otro elemento a tener en cuenta es el orden de los libros del A.T. ya que, si bien no hay cambios en los primeros libros (los del Pentateuco, o “la Ley”) y los habitualmente llamados “históricos”, sí hay cambios en el orden de los restantes. Algunas ediciones ponen al final los libros “griegos”, mientras otras, como la Biblia latinoamericana, dejan para el final los Salmos. El orden sigue criterios pastorales, habitualmente. Y, para ubicar los libros en nuestras biblias deberemos habituarnos a la que tenemos (y antes de eso, recurrir a los índices hasta que nos acostumbremos).

Queda un elemento a tener en cuenta. ¿Cuál es el criterio que fue siguiendo la Iglesia católica romana para reconocer y aceptar determinados libros y excluir otros? (los libros excluidos del canon son los que se suelen llamar “apócrifos”; muchos de ellos muy interesantes para conocer aspectos o elementos de su tiempo, pero que no son tenidos como “palabra de Dios” por las comunidades). La Iglesia sabe – cree – que quien la conduce es el Espíritu Santo y, por lo tanto, aquello que las comunidades (no una comunidad aislada, por supuesto) de todas partes van aceptando y reconociendo (la universalidad es la clave, y “universalidad” en griego se dice “katholikê) es “normativo”, es “regla” (= kanon). Por eso los libros que las comunidades (insistimos, no una en particular) fueron recibiendo, aceptando y reconociendo fueron recibidos por todas las comunidades. Y se aceptaba serenamente. Recién cuando hubo un momento de conflicto, como en el caso de la Reforma, se vio necesario hacer explícito lo que ya todas y todos asumían como normalmente propio. En este caso concreto, cuáles son los libros que forman normalmente nuestras biblias.

 

Foto tomada de https://www.tyndale.com/sites/ntv/biblias.html

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