viernes, 18 de diciembre de 2020

Bocetos para vislumbrar algo de la Iglesia argentina

 Bocetos para vislumbrar algo de la Iglesia argentina


Eduardo de la Serna





Hace muchos años, Lucio Gera, el teólogo más eminente que dio la Argentina, escribió, con la colaboración de un diácono, luego arrepentido, un artículo: “Apuntes para una interpretación de la Iglesia argentina” (1970); recientemente reeditado en el tomo I de una selección de artículos teológicos pastorales del autor. Al señalar los “rostros” más patentes de nuestra Iglesia, destaca sus caracteres de “eclecticismo, incoherencia, moderación, indecisión, contradicción y desintegración” bosquejando “tres líneas ideológicas que configuran otros tantos grupos” [Escritos teológico-pastorales de Lucio Gera 1, Buenos Aires 2006, 501]. Ciertamente muchas cosas cambiaron en la Iglesia universal, latinoamericana y argentina desde ese tiempo a nuestros días. Sólo señalo que los problemas que el artículo (y otros) le provocaron a Gera fueron notables hasta el punto de tener vedado el ejercicio del ministerio en una gran cantidad de diócesis argentinas. Cuando en 1981 Lucio nos predicó el (excelente) retiro previo a nuestra ordenación presbiteral, con ironía se preguntó y respondió: “¿Volvería a hacer las cosas que hice? Sí, volvería a hacerlas… lo pensaría un poco más, pero volvería a hacerlas”.

Ciertamente no pretendo en estas líneas, ni siquiera remotamente, continuar sus huellas. Pero no estaría mal que alguien arriesgue, quizás su futuro, o su fama, intentando una nota profética que permita el desafío casi inasible de comprender la iglesia argentina.

De 1970 a 2020 pasaron muchas cosas. Entramos, en todo el mundo, en un profundo invierno eclesial del que muchos creemos que aún no hemos salido a pesar de insinuaciones. La Iglesia en América Latina pasó por sus peores momentos desde 1972, de los que tampoco parece haber salido. Los nombramientos episcopales modificaron notablemente el rostro de la Iglesia universal, latinoamericana y argentina. La emergencia, en aquellos tiempos, de quienes José Comblin llamó “Santos Padres de la Iglesia latinoamericana”, fue dando paso biológico a otra iglesia más monocolor y la ausencia de obispos profetas se hace sentir en nuestros días. La reciente muerte de Pedro Casaldáliga y la renuncia a su diócesis de Raúl Vera parecen marcar el fin de una era. Es cierto que muchos de estos profetas lo fueron a partir de acontecimientos y no se los eligió precisamente por serlo (“a mí me convirtieron los paramilitares” repite Raúl Vera, seleccionado, precisamente, para eclipsar la luz de Samuel Ruiz y “sancionado” cuando no lo hizo), pero eso depende del Espíritu Santo (y de que sea escuchado). La línea ideológica latinoamericana, virtualmente coordinada por Alfonso López Trujillo, tuvo en Argentina su continuidad con su compañero en la devastación del CELAM: Antonio Quarraccino, y el acompañamiento de un episcopado más habituado a levantar monumentos a los profetas que a escucharlos. Ciertamente la Iglesia no son los obispos, pero estos marcan cómo y quiénes serán los nuevos curas, que a su vez van acompañando en la formación del laicado… Por ejemplo, fue notable la intervención sobre la Vida Religiosa que culminó en la intervención de la CLAR (1989, para lo que fue necesario desplazar a Eduardo Pironio de la congregación romana). Y notable, también, el sistemático reemplazo del rol carismático de los y las religiosos por los “nuevos” (sic) movimientos eclesiales. Estos fueron generando “super-laicos” (de)formados a imagen y semejanza de sus fundadores (muchos de ellos hoy expulsados del ministerio por graves temas de abusos, ayer silenciados o simulados (los casos de Marcial Maciel, Fernando Karadima, Carlos Buela, Antonio Figari, por mencionar algunos, no son sino la muestra de un botón). Curiosamente, en la mayoría de los casos, sólo se sancionó al fundador mientras se sigue aplaudiendo la fundación que, para la institución, parece “políticamente correcta”.

La Iglesia jerárquica argentina, con frecuencia, ha competido con sus hermanas de México y Colombia por ser las más tradicionalistas de América Latina. Y no ha hecho esfuerzos por despegarse de esa máscara, aunque deba señalarse que los esfuerzos del Papa Juan Pablo II por hacer de toda América Latina una Iglesia conservadora han dado sus frutos.

En Argentina el laicado empezó a “hacerse fuerte” a partir de 1934 con el Congreso Eucarístico Internacional (la Acción Católica); muchos hemos entendido que, a partir del Concilio Vaticano II, esta, tal cual se la entendía (al servicio de la jerarquía), había perdido su razón de ser, pero no fue así que lo entendió el Episcopado Argentino, (con vaivenes) incluso hasta el día de hoy. Seguramente por esta concepción de la vida seglar, salvando escasas diócesis, otras expresiones del laicado, como las Comunidades Eclesiales de Base, fueron ignoradas, rechazadas o negadas (a menos que estuvieran sumisamente al servicio de la jerarquía, lo que constituiría, en este caso, una negación en los términos).

El pueblo argentino se fue dando sus expresiones religiosas sin “pedir permiso”, y la religiosidad popular fue un notable ejemplo de esto. Con el acompañamiento (no dirección) de algunos teólogos y pastoralistas esta pudo desarrollarse y pensarse teológicamente (el caso de Lucio Gera sin duda es uno de ellos), en lo que más tarde se llamó “teología del pueblo”, habiendo nacido en sus orígenes como una expresión local de la teología de la liberación. Ciertamente esta “fe del pueblo” hubo de ser acompañada “pastoralmente”. En ocasiones acompañando y caminando con el pueblo, y en otras aprovechando (por ejemplo, económicamente) las expresiones multitudinarias en santuarios y expresiones de fe más en provecho de los dizque pastores que del pueblo.

La jerarquía eclesiástica argentina hubo de pasar por una “noche oscura” a consecuencia de su papel en la Dictadura cívico-militar, a la que muchos dolorosamente añadimos “y eclesiástico”). El rol de buena parte del episcopado, con honrosas excepciones, de los capellanes militares, y cierto laicado (como por ejemplo la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa y mucho periodismo cómplice, como los diarios La Nación y Clarín) fue de clara complicidad con las más terribles violaciones de los derechos humanos que conociera nuestra historia. “Por muchos, muchos años vamos a padecer las consecuencias de esta actitud cómplice” nos dijo Lucio Gera a un grupo de curas que lo visitamos tiempo después.

Ciertamente en el episcopado argentino hay voces y pensamientos diferentes, lo cual es razonable. Incluso en sus miradas pastorales, y sociales y de la realidad nacional. La elección de un Papa argentino no parece haber provocado demasiados cambios en este sentido. Los que eran sus adversarios en el episcopado lo siguen siendo (aunque menos explícitamente… y no son pocos), y aunque hayan abundado los nombramientos episcopales, y se haya modificado la dirigencia de la Conferencia episcopal, no parece que la jerarquía argentina elija salir del pantano en el que desde Medellín eligió introducirse. Obispos profetas en Argentina, ciertamente, no hay. Y visiblemente “la Iglesia” aparece siempre “pegada” a las causas más retrógradas de la sociedad; incluso se escuchan voces de su seno sosteniendo aberraciones teológicas sin que nadie diga: “tanto no te piden”. Recientemente, por ejemplo, con motivo del debate por una ley de interrupción del embarazo, uno de los curas más conocidos públicamente dijo que si hay ley de aborto “no habrá Navidad, porque Jesús no habría nacido” y que el Gobierno “se pone en el lugar de Dios que da la vida o la quita”. Frente al tema hay muchas miradas diferentes, y es razonable que quien las tenga las exprese, pero ¿puede alguien insinuar que la Virgen María hubiera abortado si hubiera sido legal hacerlo? (además que se confunde “poder” abortar con el “deber” hacerlo), y – además - ¿Dios quita la vida? ¿De dónde sale semejante planteo teológico? Y valga este ejemplo, no para expresar una opinión sino para destacar que pareciera que si alguien tiene una postura acorde a la de la mayoría del episcopado puede decir cualquier tontería y nadie le dirá “tanto no te piden”.

En la década del 70, como en otras regiones de América Latina, en Argentina existió un colectivo sacerdotal que pretendió comprometerse activamente por su pueblo y la liberación: el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM, del que Lucio Gera fue un importante miembro activo). Desde 1968 hasta 1973 el Movimiento fue un actor importante, y profético, de la Iglesia argentina hasta su disolución y varios de los religiosos mártires durante la Dictadura pertenecieron a él, o fueron acusados de serlo. A partir del regreso de la democracia (1983) varios grupos ex MSTM se fueron reuniendo hasta que en 1986 se organizó un primer encuentro, luego continuado anualmente en el grupo que luego se llamó Grupo de Curas en la Opción por los Pobres (OPP), que continúa hasta el día de hoy. Por su parte, muchos de los antiguos MSTM tenían sus reuniones en grupos más pequeños. Tal fue el caso de los curas de “Villas Miseria” (= favelas) que solían reunirse, con otros curas amigos, en una villa de Buenos Aires. El nombramiento de Jorge Bergoglio como arzobispo de Buenos Aires motivó, por su parte, la creación de una vicaría para las villas (luego llamados “curas villeros”). Brevemente hay que señalar que los “curas villeros” pasaron por tres etapas muy precisas: en los tiempos pre-dictatoriales había un grupo de curas en villas. Este grupo tuvo un primer “conflicto” cuando la Dictadura erradicó muchas de las villas derivándolas al Gran Buenos Aires (en algunos casos no pudo hacerlo por la presión de los curas); en este caso, varios curas acompañaron a la gente y dejaron la arquidiócesis (sin ningún reparo del arzobispo, debemos reconocerlo). En una segunda etapa, post-dictatorial, muchos curas jóvenes, inspirados por el ejemplo de los precursores pidieron (y consiguieron) ser destinados a las villas. Fue un grupo bastante numeroso de curas jóvenes. Cuando en cardenal Bergoglio empezó el arzobispado, motivó a otros muchos curas a dirigirse a las Villas, pero los criterios pastorales y eclesiales fueron muy distintos. Esto motivó que muchos de los curas de la “segunda etapa” dejaran el ministerio o dejaran la arquidiócesis. El grupo actual se trata de un grupo bastante importante de curas (acompañados recientemente por otros de diócesis vecinas) indiscutiblemente entregados al servicio de los pobres y – en su gran mayoría, al menos – viviendo como ellos. Es frecuente que los medios de comunicación, no suficientemente informados, confundan ambos grupos que, en algunas cosas son muy diferentes mientras que en otras son muy parecidos. Por su mayor “oficialidad” es evidente que los “curas villeros” gozan de mayor visibilidad y aplauso eclesial (y oficial) mientras los “curas opp” son (somos) marginales y marginalizados.

Una característica habitual del clero argentino (a diferencia en muchas ocasiones de otros de América Latina) es que es un clero pobre, aunque no faltan excepciones, por cierto. La imagen, en muchas partes, de que el clero es “una clase social” no es habitual en Argentina. De hecho, por ejemplo, lo frecuente es que los curas no “cobran” por los sacramentos y no faltan los casos de curas que tienen algún trabajo (habitualmente docente) para lograr su subsistencia.

Y, si bien en toda la Argentina no hay sino dos facultades de teología (católicas), y se ha pretendido en ocasiones que los y las laicas no accedan (o no muchos) a los títulos académicos, no puede ignorarse que hay numerosísimos centros de estudios, profesorados, escuelas de formación en los que laicas y laicos pueden obtener buena formación para profundizar su fe. En muchas diócesis, el diaconado permanente es una institución ya afianzada, y hasta en alguna diócesis hay más diáconos que presbíteros.

Ciertamente, en bastantes casos, todos estos grupos presbiterales, laicales, diaconales no gozan de buena recepción episcopal que, pareciera, ven así relativizado su poder o su autoridad. Pero los/as laicos/as, religiosos/as y curas han aprendido que no es necesario pedir permiso para ser miembros de la Iglesia.

Quizás la Iglesia argentina hoy sea una buena expresión de la Iglesia soñada por Juan Pablo II; una Iglesia en invierno, rodeada de miedos y búsqueda de seguridades, con algunos (obispos, curas, laicos, religiosos) que buscan salir “de la media” pero sabiendo que serán sospechados, mal mirados y cuestionados. Pero a lo mejor toque “pensarlo mejor, pero seguir haciendo lo mismo”.

 

Foto tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Peregrinaci%C3%B3n_Juvenil_a_Pie_a_Luj%C3%A1n_%28Argentina,_2009%29.jpg

martes, 15 de diciembre de 2020

Video con comentario al Evangelio del 4to domingo de Adviento "B"

 Video con comentario al Evangelio del 4to domingo de Adviento "B"


             O también enlace del vídeo

Eduardo

Domingo 4 de adviento B

 Dios sigue comprometido con su pueblo, 

y lo manifiesta en una niña

DOMINGO CUARTO DE ADVIENTO – «B»

Eduardo de la Serna



Lectura del segundo libro de Samuel     7, 1-5. 8b-12. 14a. 16

Resumen: La llamada “profecía de Natán” destaca la intervención de Dios, por intermedio del profeta, en la familia de David asegurando que uno de su “casa” siempre estará en el trono y que Dios lo adoptará como una suerte de “hijo” adoptivo.


El texto litúrgico de hoy presenta – con ligeras omisiones – la llamada “profecía de Natán” a David, rey. 

El texto tiene muchos elementos a tener en cuenta, pero nos detendremos en los fundamentales para la comprensión del relato (y la razón de su incorporación en la liturgia del día).

El texto presenta a David como un rey ideal que, luego de haberse establecido en su “casa” en la ciudad, ve como injusto que Dios no tenga una casa firme como la que él tiene (de cedro), y se propone  hacerle una “casa” (= templo) a Dios. Siendo el rey ideal, el profeta de la corte, Natán, le dice que “Yahvé está contigo”, que haga “todo lo que le dicta el corazón”. Pero en sueños Natán recibe de parte de Dios una “contraorden” que es el corazón del relato: “¿Me vas a edificar tú una casa?" (v.5) “Yahvé te anuncia que Yahvé te edificará una casa” (= familia). El triple sentido del término casa marca el ritmo del relato: casa-palacio, casa-templo y casa-descendencia. Pero, por otro lado, el contraste marca la voluntad de Dios (para el historiador pro-davídico que transmite el relato). Voluntad de Dios - voluntad del rey permiten notar un nuevo elemento. La religiosidad no concibe que Dios no tenga un templo, pero lo que Dios quiere es el espacio histórico de la realización de su voluntad, cosa que un gran rey como David ha concretado, de allí que Dios eliminara sus enemigos (vv.9-10). Una breve reseña de la historia de Israel destaca que a David Dios lo sacó detrás de los pastos del ganado para conducir “a mi pueblo Israel” (v.8). El lugar en el que Dios habita es la tierra de Israel (v.10), se ocupa de la paz (v.11) e incluso cuando David muera, la “casa de David” seguirá allí para estar firme. 

El autor sabe que la descendencia de David no ha sido fiel a Dios con mucha frecuencia, pero eso no impide que Dios sea fiel a ellos. “No apartaré de él (= tu hijo) mi amor” (v.15). Otros autores bíblicos y profetas – como Isaías o Jeremías – no serán tan benévolos con la dinastía de David. 

La “conveniente profecía” en tiempos convulsionados en los que más de una vez David ve amenazado su trono da una “garantía divina” a la “casa de David”. De hecho, políticamente, durante toda la existencia de la monarquía de Judá siempre será un descendiente de David el que ocupe el trono, cosa que no ocurrirá en el reino de Israel en el que por conspiraciones y asesinatos las dinastías permanecían muy poco tiempo.

Pero esto también trajo al pueblo un nuevo elemento: cuando – a partir de la destrucción de la ciudad – en el año 587 a.C. dejaron de haber reyes en Judá, la expectativa en que “alguna vez tendremos un rey” se proyectará a futuro (de donde, más tarde, nacerán expectativas mesiánicas).

Un nuevo elemento, político y a la vez teológico será importante. En Oriente era frecuente que los reyes fueran vistos como “hijos del dios” (el caso del faraón es el más elocuente). El monoteísmo bíblico impedía semejante afirmación, pero no impedía que viera que el rey era “adoptado” por Dios como una suerte de hijo (v.14). Esta fórmula de adopción, con el tiempo, al llegar el N.T. permitirá destacar el título a Jesús.


Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma     16, 25-27

Resumen: en una oración conclusiva, la carta se dirige a Dios como el que asegura la fidelidad al Evangelio y la predicación que Pablo realizó en favor de los gentiles.


El capítulo final de la carta a los romanos (c.16) ha dado lugar a muchas interpretaciones. Es todo un capítulo de saludos, a diferentes miembros de la comunidad por parte de Pablo (vv.3-16) y – luego de un paréntesis exhortativo (vv.17-20) una serie de saludos de compañeros de Pablo a los destinatarios (vv.21-23 [el versículo 24 sólo se encuentra en muy pocos textos, como la vulgata Sixto Clementina, y debe omitirse, como lo hacen la mayoría de las traducciones y comentarios]). A continuación irrumpe el texto una oración conclusiva, una doxología (vv.25-27) con apariencia de haber sido añadida. Las doxologías suelen ser breves (y nunca como conclusión), y esta, en cambio, es extensa y con elementos semejantes a Ef 3,20-21; 1 Tim 6,15-16; Jds 24-25 como también elementos de vocabulario, poco o nada paulinos (como es el caso del término “misterio”, sin referencias a Israel; cf. Rom 11,25). Incluso, el término “obediencia de la fe” en 1,5 apuntaba a la obediencia / desobediencia de los judíos, mientras nada de eso se encuentra aquí. Otros términos también parecen no paulinos: poder (dynaménô), eterno (aiôniou), único sabio (monô sofô), comando (epitagê) y profético (profetikós). Del mismo modo, es extraño que en la conclusión no aparezca ninguno de los temas centrales de la carta. La carta, además, ya tuvo su conclusión. El texto tiene toda la apariencia de un final litúrgico añadido tardíamente a la carta [ciertamente esto no significa que el texto no sea incorporado al canon bíblico y debidamente valorado].

El texto se dirige a Dios en tercera persona en su relación con los romanos. Es el único garante (“fuerza”) que puede garantizar en los destinatarios el evangelio de Cristo que es lo predicado (kêrygma) por Pablo. De este modo genérico, todo el contenido de la carta queda sintetizado.

Este “evangelio” es presentado como “misterio”-“revelado”. Es propio de la literatura apocalíptica la presentación de aquellas circunstancias del plan de Dios en la historia que resultan incomprensibles (como por ejemplo, ¿por qué son asesinados los fieles y justos por parte del imperio?). Este misterio tiene siempre como característico que en algún momento será "revelado". Los dos términos se encuentran juntos en esta unidad. Pero a diferencia de 11,25 donde la integración de los gentiles a Israel es presentado como misterio, aquí alude solamente a los paganos. Por otra parte, es calificado de “silenciado”, algo que es totalmente novedoso (en las deuteropaulinas – Colosenses y Efesios – se lo califica de “escondido”, cf. Col 1,26-27; Ef 3,5.6.9). En una frase literariamente contradictoria (oxímoron) se afirma que esto fue mantenido en silencio por “tiempos eternos” (jronois aioniois).

Esto es “ahora” (nyn) manifestado (fanerôthentos) en las escrituras proféticas (grafôn profêtikôn) según el “orden del eterno Dios” (kat’epitagen tou aiôniou theou) dado a conocer a todos los gentiles. Manifestado y dado a conocer enmarcan el versículo. El primero es sinónimo de “revelación” (y antitético de “silenciado”) mientras el segundo la especifica en la línea del evangelio y la predicación. No es evidente a qué se refiere, en cambio, al hablar de “escrituras proféticas” (¿a los profetas?, ¿a todo el AT?, ¿también a escritos cristianos?). Tampoco es común el “orden del eterno Dios” (cf. Tit 1,3). Sólo por iniciativa de Dios es posible comprender lo incomprensible de las Escrituras y lo silenciado en ellas. La obediencia de la fe se dice, en este caso, como se ha dicho, solamente de los gentiles, sin incluir a Israel. Todo este contexto tiene la apariencia clara de ser muy tardío. 

La doxología propiamente dicha se dirige al “sólo sabio Dios” (monô sofô theô), quizás en contraste con la sabiduría humana (cf. 1 Cor 1,18-25). Cristo, en este caso, se presenta como el intermediario de la gloria (dia Iêsou Jristou, por intermedio de Jesús Cristo). A ese Dios se da “la gloria” por los siglos. El semítico “amén” confirma la adhesión a lo dicho, es afirmación (no es “así sea”) y es la confirmación de lo dicho por parte de toda la asamblea (cf. Neh 5,13; 8,6).



Evangelio según san Lucas     1, 26-38

Resumen: el anuncio de la intervención definitiva de Dios en la historia se concreta en la invitación a una niña a aceptar el paso de Dios en su vida para que en ella se geste “el hijo de Dios” que ha de venir a su pueblo.


El texto del Evangelio del día es el mismo de la liturgia de la Inmaculada Concepción. Lo hemos comentado recientemente. Sin embargo, allí no nos hemos detenido en algunos elementos vista la particularidad de la fiesta litúrgica.
Repetimos aquí lo allí dicho, pero a continuación añadimos algunos elementos al texto sin omitir que la intención de la liturgia también es “mariana”.

Lucas pone en paralelo – como es habitual en él – dos anuncios angélicos en los que resaltará la misión que Dios ha previsto a los hijos que ambos engendrarán. El esquema es semejante a los “encargos de misión difícil”, como el que recibirá Jeremías, por ejemplo (Jer 1,4-10). Sin embargo, lo que ocurrirá entre ambos es notablemente diferente: Zacarías e Isabel se asemejan a los grandes personajes del A.T. en los que a pesar de ser justos, la mujer ya anciana no ha tenido hijos, a la espera de una intervención decisiva de Dios. Lo que ocurrirá en María es abismalmente diferente, no solamente porque se trata de una joven, y en una situación totalmente novedosa, sino que ambos hijos también lo serán. Isabel llamará a María “la madre de mi Señor” luego que el niño que lleva en su seno se llene de alegría brincando (1,41-44). 

Sin duda, de todos modos, la lectura alude a la inesperada maternidad virginal de María y la misión de su hijo como hijo de Dios, no a lo que podemos llamar la infancia de María o su misma gestación, algo de lo que escribirán algunos evangelios apócrifos. Sin dudas, el “sí de María” es la razón por la que Dios la ha escogido desde siempre, y es este “sí” el que hoy propone la liturgia. Para este sí es que la madre de Jesús es llamada “llena de gracia” (kéjaritômenê, el término se encuentra también en el himno de Efesios que acabamos de comentar, v.6: «para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració [ejarítôsen] en el Amado» [Ef 1,6]).

Siguiendo el esquema habitual: intervención divina – saludo – “no temas” – encargo de misión difícil – duda – signo hay algunos elementos que son propios de este texto y se deberán comentar en otra ocasión. El acento principal en este texto elegido para esta celebración está dado en la aceptación de María a la maternidad que se le anuncia.

Añadido a lo dicho:

Esto nos invita a no olvidar que la intención del texto es “cristológica”.

Como hemos señalado, el esquema del relato es coherente con otros textos tanto del NT como del AT sobre anuncios de nacimientos y encargos difíciles. En este caso, el acento está puesto en la misión del hijo que se le anuncia a María que engendrará. En este mismo sentido, el “¿cómo será esto?” no puede entenderse como una referencia – tal como algunos Padres de la Iglesia entendieron – sobre un supuesto “voto de virginidad” que María habría hecho (la lectura en ese caso diría: ¿cómo es posible si no conozco ni conoceré varón?). El uso del “cómo” sin duda es propio del esquema de los relatos y en ese sentido ha de comprenderse, además de que es inconcebible que una niña (de unos 13 años) pudiera – en aquel tiempo – decidir sobre su propia vida y su modo de vivir el matrimonio. Los casos que se presentan (discutidos muchos de ellos) de “celibato” (no de virginidad) no sólo son casos masculinos (Jeremías, Qumrán, Jesús, Pablo), sino que son además – como se dice – dudosos en varios casos (Pablo, Qumrán). El supuesto “voto” parece una lectura “mariológica” a la luz de la teología posterior. El uso del “cómo” requiere, en el esquema antedicho, de un signo, el cual será la gestación de Isabel.

Lo que se dice de Jesús es que “se lo llamará “hijo del Altísimo… se lo llamará hijo de Dios” (vv.32.35), algo habitual a la cristología del NT. El texto es particularmente cercano también en terminología a Rom 1,3-4.


“Será denominado hijo de Dios, y le llamarán hijo del Altísimo. Como las centellas de una visión, así será el reino de ellos (…) hasta que se alce el pueblo de Dios y todo descanse de la espada. Su reino será un reino eterno, y todos sus caminos de verdad y derecho. La tierra estará en la verdad y todos harán la paz…” (4Q 246 – Hijo de Dios II,1-6)


Lo que Lucas repite en boca del ángel es lo que la Iglesia confiesa sobre Cristo a partir de la resurrección. Lo que la Iglesia primitiva confiesa de Jesús como hijo a partir de la Pascua, y Marcos afirma desde el Bautismo por parte de Juan, Mateo y Lucas lo afirman desde la gestación: Jesús es “Hijo de Dios” [no se trata de afirmar o negar un hecho histórico de un anuncio sino de notar el sentido teológico del anuncio en clave post-pascual].

Una breve nota sobre posibles malentendidos: Lucas no piensa en un “matrimonio sagrado” en el que el Espíritu sustituye la figura masculina, sino en un auténtico acto creador. Lucas no piensa en una teología de la “encarnación” que sería más propia de Juan. La preexistencia, que se encuentra en otros textos del NT no es tema de Lucas. Lucas tampoco piensa en una suerte de “adopción” de Jesús por parte de Dios. Literariamente hablando la frase “no conozco varón” no implica que la muchacha virgen no lo conociera en un futuro. Es decir, Lucas no desarrolla expresamente la virginidad de María, ni siquiera en el nacimiento de Jesús (“concebirás”). Sin embargo, es la lectura más razonable a lo largo del Evangelio en su totalidad (“se creía que era hijo de José”, 3,23).

La frase final de María, “hágase en mí según tu palabra” (cf. 1 Sam 1,18) la presenta como “la primera discípula de Jesús” (cf. 8,19-21, 11,27-28).

Una nota al saludo del ángel. La frase “salve, llena de gracia” se presta a diferentes lecturas. El texto griego dice “jaire, kejaritomene”. “Jaire” suele traducirse literalmente como “alégrate” ya que es el saludo clásico del ambiente griego en el que se comunica a los destinatarios la alegría como don de plenitud (ver Mt 26,49; Mc 15,18; Jn 19,3). Kejaritômenê encierra el término jaris, gracia; de allí el “llena de gracia”. El texto, sin embargo es un pasivo lo que supone “agraciada por Dios”, Dios halló gracia en ella (v.30) por lo que la escogió para concebir al Mesías (vv.31-33) y dar a luz a su Hijo (v.35). La generación del Hijo, en todo caso, es anticipo de la buena Noticia cristológica. El texto, una vez más, ha de leerse cristológicamente. Como la “turbación” de María ante el saludo. No se trata de “¿por qué a mí?”, ni de “¿de qué se trata esto?” sino del contenido, es decir, la misión del hijo.

“He aquí”, la referencia a la “servidora del Señor” ubica a la persona de María en la historia de un pueblo en la realización de la voluntad de Dios. La debilidad del instrumento (“virgen”, una niña de unos 13 años) contrasta con lo importante del resultado: “será grande y se lo llamará hijo del Altísimo”. 


Dibujo tomado de www.adolfoperezesquivel.org

viernes, 11 de diciembre de 2020

La pobreza de una etiqueta

La pobreza de una etiqueta


Eduardo de la Serna



Los estudiosos de ventas y márquetin hacen muchos esfuerzos cuando de elegir una etiqueta del producto que pretenden vender se trata. En un pequeño espacio deben decir algo sobre el mismo, y buscar ser atractivos para el posible o los posibles compradores. Si no dicen lo fundamental nadie compraría lo que no sabe qué es; si no es atractiva, nadie compraría lo que le causa rechazo. Es un desafío para los creativos, ciertamente.

Digamos brevemente que en el otro extremo del mercado (como es habitual) está Dios, que no tiene límites, y por tanto no tiene etiquetas. Tanto que es habitual decir que “de Dios es más lo que podemos decir que no es que lo que podemos decir que es” (por eso decimos que es in-visible, in-mortal, etc.).

Ahora bien, con alguna frecuencia nos encontramos con “etiquetas” puestas a las personas; en ocasiones etiquetas que uno mismo se ha dado o acepta (por ejemplo, en referencia a la profesión u oficio), pero, en otras ocasiones, etiquetas que revelan cómo se ve a la persona o – ¡lo que es peligroso! – cómo desearíamos que se lo vea. En tiempos de la dictadura cívico-eclesiástico-militar, por ejemplo, tener (o que le atribuyan a alguien) la etiqueta de “zurdo” era una simple condena de muerte, o de urgencia de exilio.

Poner etiquetas a los demás, entonces, suele ser imagen visible de la limitación mental, de la incapacidad de escucha, o de una actitud de condena desde una pretendida superioridad y distinción (y estoy “etiquetando”)

La excelente declaración del equipo de pastoral Social de la diócesis de Quilmes sobre la etiqueta de “verde” al obispo es un buen ejemplo de eso. Algunos creemos que, para cierta gente, que milita en contra de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, la “vida” solo vale 9 meses, porque después piden pena de muerte (o la avalaron), se desentienden totalmente de la vida digna y piden ¡cárcel ya!, baja de edad de imputabilidad, y no se escandalizan ni escandalizaron de la guerra, la tortura o las desapariciones; son indiferentes a las redes de trata de personas o de órganos, el aumento de la pobreza, de comedores comunitarios, y demás “cosas de la vida”, y desvalorizan hasta el extremo, como los tuits descerebrados lo manifestaron, las personas, la entidad o la vida de los “negros”, “paraguayos-bolivianos”, judíos, gays y demás seres “espantosos” (y pregunto, irónicamente: ¿es vida o es un “kit de limpieza”?). Pero eso no escandaliza, a lo sumo se los comprende (“eran jóvenes”, como los que ahora se pretende encarcelar, si es que son pobres, bajando la edad de imputabilidad). Si a la “vida” la vamos a etiquetar, con vida “de primera”, de “segunda” y hasta “de cuarta”, avisen… Avisen y etiqueten; total, ¿qué le hace una mancha más al tigre?

 

Declaración del equipo de Pastoral Social de la Diócesis de Quilmes


Quilmes, 11 de diciembre de 2020

“¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes son como sepulcros bien pintados, que se ven maravillosos, pero que por dentro están llenos de huesos y de toda clase de podredumbre.” (Mateo 23,27)

 

Cuando el Padre obispo Jorge Novak hablaba de los torturados, los desaparecidos y recibía a las Madres de Plaza de Mayo, decían que en Quilmes teníamos un obispo rojo. Ahora, que nuestro padre obispo dice que como nos DUELE el aborto, también nos debe doler y debemos reclamar, con la misma fuerza por los pibes que nacen en la pobreza, crecen con hambre, viven hacinados en una casilla y crecen excluidos de oportunidades, dicen que en Quilmes tenemos un obispo verde.

No podemos dejar de pensar que cuando desde la “fe” en el Dios de la vida, algunos hermanas y hermanos tienen la costumbre de pintar y nos pintan a los obispos, están más cerca de la ideología que del Evangelio de Jesús. 


Foto tomada de https://fentlideratge.cat/es/etiquetado-las-personas/

martes, 8 de diciembre de 2020

Video con comentario al Evangelio del 3er domingo de Adviento "B"

 Video con comentario al Evangelio del 3er domingo de Adviento "B"


también puede verse en

https://youtu.be/p3vR0SySDcw

             

eduardo

Domingo 3 de adviento B

 La clara responsabilidad del testigo

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO – "B"



Eduardo de la Serna




Lectura del libro de Isaías     61, 1-2a. 10-11

Resumen: el profeta está impregnado del anuncio que debe proclamar de buenas noticias a los oprimidos y a las víctimas de la opresión. Esa buena noticia llegará a todas las regiones donde estén oprimidos los hijos de Israel.



La unidad literaria abarca todo el capítulo 61 de Isaías que aquí presenta en la liturgia de hoy, solamente el inicio y el final. En c.60 y c.62 el tema será “Sión”, por lo que es evidente que estamos ante un tema “nuevo”. 


Los destinatarios son variados (“yo”, “ustedes”, “ellos”) haciendo del relato un texto complejo. Su uso posterior (por ejemplo en Lucas 4) no debería distraernos del texto de Isaías y, en todo caso, ver – cuando corresponda – el sentido que Lucas da a la unidad.


El que habla es un “yo” que declara haber sido “ungido” para comunicar buenas noticias de liberación a los que se presenta como oprimidos. Lo que debe hacer es “proclamar”, algo característico del profeta, que es el “yo”. El espíritu denota una fuerza divina invisible, una energía en favor de lo humano que puede dirigirse a un rey, a un profeta (como es este caso) o incluso al mismo pueblo. La novedad viene dada por la “unción”, algo no habitual en los profetas (excepto 1 Re 19,16; se ungen reyes, o sacerdotes, cf. 1 Sam 15,1.17; 16,13; cf. Ex 28,41; 29,7… o también objetos de culto: Ex 30,26). Siendo que penetran en el cuerpo denotan una consagración permanente. Y acá alude metafóricamente al espíritu. Como este espíritu ya está “sobre” el profeta, esto se vislumbra en la unción. El acento está puesto en el “para qué” de la unción, una función: comunicar una “buena noticia” (cf. 40,9; 41,27; 52,7; ver 60,6). Estas “buenas noticias” se dirigen a los que suelen tener “malas” noticias: los oprimidos (‘anû). El término ‘anû puede designar a los pobres pero también a los oprimidos, y los términos que siguen: corazones rotos, cautivos, encadenados invitan a pensar en una situación de opresión antes de que pobreza. Las metáforas de “vendar” y “corazones quebrados” fortalecen la lectura. El sufrimiento, que se anuncia finalizado (buena noticia), ciertamente no está espiritualizado sino que es desgarrador. Y el envío a proclamar es a “todos” los oprimidos, no a un grupo particular. Obviamente, el sujeto liberador es Yahvé. El verbo “libertad” (derôr) alude a la liberación de los esclavos (Lev 25,10; Jer 34,8.15.17; Ez 46,17) aunque aquí se aplica a los cautivos.


La referencia a “año de gracia” y “día de desquite” se encuentran en paralelo, y no parece aludir al jubileo, sino al tiempo en que Dios se manifiesta favorable. Se refiere al momento en que Dios se manifiesta favorable a los oprimidos.


Aquí se interrumpe el texto dejando de lado la explicitación del anuncio del profeta (vv.2b-3): consolar, poner, dar… A continuación también se omite las promesas de reconstrucción y de vida para concluir (vv.10-11) con un himno de gozo (“con gozo me gozaré… alabanza”):


La salvación se expresa, en el canto, con la metáfora del vestido (cf. 59,17), de los esposos (también aludiendo a sus vestimentas). El esplendor, no es ajeno al tema litúrgico, por otra parte (el término kôhên, sacerdote resuena en varias instancias hebreas: el esposo “se pone” (kahên) un turbante, v.10). 


Una nueva metáfora final alude a la vida. La imagen de la tierra y la huerta que producen fruto de vida se comparan con el obrar liberador (“justicia”, tsedâqâ) de Yahvé. Pero esta alegría y alabanza se manifiesta en la liberación que Yahvé hace germinar “en todas las naciones” (quizás en donde los judíos están dispersados y a quienes se hace llegar el anuncio de buenas noticias).



Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica     5, 16-24

Resumen: Con una serie de verbos en imperativo el autor exhorta a una vida coherente con el llamado que Dios nos ha hecho. Y ese Dios se hace presente en la vida común de la “ekklesía”.



La primera carta de Pablo está concluyendo, y Pablo señala una serie de elementos un poco “sueltos” en una exhortación (parakaléô, v.14) a los “hermanos” (v.12). Como suele ser frecuente en estas unidades, los verbos principales se encuentran en imperativo: “vivan en paz”, amonesten, consuelen, sostengan, sean pacientes… La unidad seleccionada presenta los últimos imperativos (vv.16-22) culminando con una oración (vv.23-24). Estos son:


-       Alégrense

-       Recen

-       Den gracias

-       No extingan

-       No desprecien

-       Examinen – quédense

-       Eviten


Podríamos detenernos en cada una de estas unidades o temas (muchos de los cuales los encontramos en la unidad inaugural de la carta), que lo merecerían. Veamos brevemente: luego de invitar al bien de la comunidad insiste en la calidad de la oración común que finaliza con la bendición.


Sin dudas “alegría”, “oración” y “acción de gracias” constituyen “la voluntad de Dios”. 


El siguiente grupo alude a la presencia del espíritu en la comunidad: Las dos primeras comienzan por “no” mientras las tres siguientes comienzan por “en cambio” como se ve, por otra parte en el paralelo entre los dos primeros (espíritu / profecías) y la semejanza entre los tres últimos (examinar / quedarse / abstenerse). El término “extinguir” (sbénnute) refiere a apagar un fuego (v.19). Al referir al “espíritu” en singular, sin duda parece aludir a su manifestación y presencia en la comunidad. Parece que debe entenderse en paralelo a “no despreciar las profecías” (v.20).


El doble negativo “no extinguir / no despreciar” contrasta con “examinar” (dokimazô) término muy usado en el ambiente griego (y bíblico) en el sentido de examinar, poner a prueba, valorar… Así se encuentra en Qumrán:


“Cuando alguno entra en el pacto para actuar en conformidad con todos estos estatutos y para unirse a la asamblea santa, examinarán su espíritu en la comunidad” (Regla de la comunidad, 1QS 5,20)

“… Será examinado por aquel que preside en mérito a su inteligencia y a sus acciones” (1QS 6,14)

Sin duda, el objeto primero del discernimiento es el conocimiento de la voluntad de Dios (Rom 12,2). Eso llevará obviamente a quedarse con lo bueno (v.21) y evitar lo malo (v.22).
Se ha afirmado que la oración conclusiva de v.23-24 sintetiza todo el contenido de la carta:
Dios de la paz (cf. Rom 15,33; Fil 4,9; 2 Cor 13,11)

Santificación (cf. 1 Cor 1,2; Rom 15,16; ver 1 Cor 6,11)
Todo el ser
Sin mancha
Venida de Jesús (v.23)

Y se resalta la confianza en la credibilidad de Dios, que llama y que hará esto que ha dicho (v.24).

La realización de la voluntad de Dios llegará a su cumplimiento por la santidad de los creyentes. La paz (Shalom) es la plenitud de los bienes mesiánicos que Dios da a los suyos; la santificación es la realización plena de la voluntad divina y participación de su vida. Todo lo que son indica “totalidad”. La referencia a cuerpo – alma – espíritu se ha pensado como modo de entender a la persona humana por parte de Pablo (a diferencia, por ejemplo, del dualismo helénico: cuerpo y alma) pero no parece que deba entenderse en este sentido esta unidad (por más que es cierto que Pablo no asume el dualismo antropológico del helenismo). La venida de Jesús – lo hemos comentado en otras ocasiones – es un tema importante en la carta. El término parousía refiere a la venida de alguna persona importante (delegado del Emperador, gobernante, autoridad) que se espera en la ciudad. Contraculturalmente Pablo la utiliza en sus primeras cartas (1 Tes y 1 Cor) para aludir a la venida de Jesús que se espera. Estar “sin mancha” en ese momento alude al lenguaje apocalíptico de “hijos del día” (cf. 5,5-6), es decir, vivir íntegramente como seres humanos cuando llegue el que ha de venir. En ese sentido (en paralelo a santificación) ha de entenderse el estar “irreprensible”.

De Dios, creíble y confiable (pistós) se afirma que ha “llamado” (kalón, de donde encontramos ekklesía (cf. 2,12; 4,7). Dios nos ha llamado a una vida eclesial para vivir la santificación en la búsqueda del cumplimiento de su voluntad. “Y Dios lo hará”.


Evangelio según san Juan     1, 6-8. 19-28

Resumen: Juan presenta al bautista desde una perspectiva novedosa resaltando en él quién es verdaderamente Jesús. Juan empieza su ministerio destacando quién no es el Bautista para preparar el testimonio sobre Jesús que viene.


El texto litúrgico está puesto para resaltar la figura de Juan, el Bautista. Su rol en el Evangelio de juan es particularmente diferente al de los Sinópticos. Leyendo atentamente se ve que Juan es resaltado más bien por lo que “no es” que por lo que “es”. Pero además, en un himno a “la palabra” de Dios que muestra sus intervenciones en la historia (creación, profetas, envío del hijo) se introducen dos pequeñas referencias a Juan (vv.6-8.15; con lo que el himno a la palabra pasa a aludir al hijo ya desde “antes de la creación” ahondando la cristología del cuarto Evangelio). La primera de estas incorporaciones es asumida en la liturgia, donde hay varios elementos que destacan precisamente esto:

 “la palabra” es; Juan, en cambio, “hubo” (v.6); vino “para dar testimonio” (v.7) de la luz ya que “no era la luz” (v.8) [y a continuación retoma el himno hablando de la palabra como “luz”, v.9]. 

En general se piensa que Juan tomo un himno primitivo que cantaba la intervención de la palabra de Dios en la creación (vv.3-5.9-10), en los profetas (vv.11-13) y finalmente encarnada (v.14). Pero Juan lo retoca (e incorpora las referencias al bautista) con lo que el canto pasa a hablar de la palabra-Jesús ya desde antes de la creación. 

Pero esta breve referencia a Juan Bautista prepara lo que dirá después en lo que se ha llamado “prólogo histórico”. Este está estructurado como una suerte de “semana inaugural” (cf. 19.29.35.43; 2,1) en la que Juan se encuentra en los primeros dos días testimoniando a Jesús en el comienzo del tercer día para dar lugar a éste. El texto litúrgico está formado solamente por este primer día en la semana inaugural.

Comienza diciendo que “este es el testimonio” sin decirnos cuál. No se menciona hasta el próximo día. )Hubo una alteración redaccional? De todas maneras, todo el testimonio es a favor de Cristo; el verbo en presente sugiere su valor permanente. La fe en el cuarto Evangelio joánica pretende "testigos" (cfr. 5,31-47) y Juan lo será. A pesar del marco jurídico, causado por la delegación oficial, del Sanedrín, esto es eminentemente religioso (5,31-33; 8,14.17-18).

Algunos temas que aparecen en lugares específicos de los Sinópticos, se los encuentra todo a lo largo del Evangelio de Juan. En este caso, la idea del juicio. Constantemente buscarán testimonios en contra para desautorizar la Palabra; así aparecerán términos del vocabulario jurídico: testimonio, confesión, interrogatorio... En 5,31-40 encontramos una serie importante de testigos en favor de la veracidad de la Palabra: Juan (v.35), las Escrituras (v.39), el Padre (v.37; 8,18); las obras de Jesús (v.36; 10,25); el Espíritu Santo y los discípulos (15,26s; 19,35); Moisés (v.46). Ya antes que aparezca Jesús Juan Bautista es sometido a un interrogatorio; la delegación oficial, la referencia a lugares como lugar del testimonio, le dan un tono jurídico (cfr. 9,13-34).

Sabemos que Juan Bautista atrajo multitudes:


"Algunos judíos creyeron que el ejército de Herodes había perecido por la ira de Dios, sufriendo el condigno castigo por haber muerto a Juan, llamado el Bautista. Herodes lo hizo matar, a pesar de ser un hombre justo que predicaba la práctica de la virtud, incitando a vivir con justicia mutua y con piedad hacia Dios, para así poder recibir el bautismo. Era con esta condición que Dios consideraba agradable el bautismo; se servían de él no para hacerse perdonar ciertas faltas, sino para purificar el cuerpo, con tal que previamente el alma hubiera sido purificada por la rectitud. Hombres de todos lados se habían reunido con él, pues se entusiasmaban al oírlo hablar. Sin embargo, Herodes, temeroso de que su gran autoridad indujera a los súbditos a rebelarse, pues el pueblo parecía estar dispuesto a seguir sus consejos, consideró más seguro, antes que surgiera alguna novedad, quitarlo de en medio, de lo contrario quizás tendría que arrepentirse más tarde, si se produjera alguna conjuración. Es así como por estas sospechas de Herodes fue encarcelado y enviado a la fortaleza de Maquero, de la que hemos hablado antes, y allí fue muerto. Los judíos creían que en venganza de su muerte, fue derrotado el ejército de Herodes, queriendo Dios castigarlo". (Flavio Josefo, Antigüedades Judías 18,5,2).


Provenía del desierto de Judá, de las montañas del Mar Muerto; proclamaba el día del juicio con celo apocalíptico. Bautizaba con agua... Pero ni la predicación de Juan Bautista ni su bautismo son importantes en el Evangelio de Juan, es el primer testigo en el juicio a la Palabra.

Los enviados: el que envía (pempein), salvo en dos ocasiones siempre es Dios (1,22; 13,16) y, también salvo dos ocasiones el enviado es siempre Jesús (1,33; 13,16). El término subyacente es el Šeli'aj, el enviado con la misma autoridad que tiene el que lo envía. Los discípulos recién son enviados cuando el Espíritu es entregado después de la Pascua (20,21). El único "apóstol" en Jn es Jesús.

Los judíos: Designa, en Jn a las autoridades hostiles a Jesús. Jn se distancia de ellos: habla de fiestas "de los judíos" (2,13; 5,1; 6,4; 7,2; 11,55). En boca de no judíos designa un pueblo (4,9; 18,33.35.39; 19,3; cfr. 19,19.21); un sentido histórico (3,25; 4,22; 11,19.31.33.36; 18,20; 19,20), a veces distanciado (2,6.13; 3,1; 5,1; 6,4; 7,2; 11,55; 19,21.40.42) o con significado de incredulidad (6,4.51; 7,11.15.35; 8,22.31; 10,19; 11,45.54; 12,9.11; 13,33) o particularmente las autoridades incrédulas (5,10.15.16.18; 7,1.13; 8,48.52.57; 9,18.22; 10,24.31.33; 11,8; 18,12.14.31.36.38; 19,7.12.14.31.38; 20,19). Ya en el cap. 2 se los va descubriendo como enemigos de Jesús. La experiencia de Jn le indica que no llegaron a la fe, que sus autoridades fueron responsables de la muerte de Jesús y la persecución contemporánea de la comunidad de Jn (cfr. Ap 2,9; 3,9). Así son los representantes por antonomasia de la hostilidad (15,18-16,4; 16,8-11; 19,11b).

Sacerdotes y levitas: Son los diversos grupos sacerdotales; expertos en cuestiones religiosas como la purificación (Lv 14,1-32). Los levitas aparecen poco en el NT (Lc 10,32; Hch 4,36). La pregunta, )quién eres?, es la que le harán a Jesús (8,25; 21,12). Queda insinuada la pregunta por el verdadero culto, ya que son los expertos; el tema es frecuente en Jn.

Primer interrogatorio: Respuesta en base a negativas cada vez más tajantes. Se presenta sólo como heraldo; la atención está en el que ha de venir.

Las expectativas mesiánicas eran variadas; muchos esperaban un Mesías, pero otros esperan una intervención divina sin referir a ningún personaje; otros esperan un Hijo del hombre (Henoc). Parece que en Qumrán se esperaban tres personajes mesiánicos: un profeta y dos mesías (real y sacerdotal); cfr. Jn 1,21; Mc 6,15; Mt 16,14. Al bautizar, Juan Bautista estaba realizando una acción con sentido escatológico. Sin dudas esto causó dudas en las autoridades religiosas (cfr. Mt 3,7-10; Mc 11,30-32; Mt 11,18; 21,32; Lc 7,29-30), de allí la pregunta.

Y confesó, y no negó, y confesó: Es probable la intencionalidad polémica (cfr. v.8). Confesar y negar se refieren a confesar y negar a Cristo en Jn (9,22; 12,42; 13,38; 18,25.27). Puede entenderse como una confesión de Cristo "por la negativa".

Yo no soy: Sólo en 3,28 se hace referencia a la preparación al Mesías. Juan Bautista no es presentado así en Jn sino en Lc 3,15-16. Si bien su predicación es religiosa, no es extraño que su denuncia, su personalidad y su predicación en el desierto llevaran al pueblo a preguntarse por el mesianismo (cf. Lc 3,15); de hecho es la pregunta de los judíos acerca de Jesús (7,26s.31.41s; 10,24; 12,34). El "yo no soy" responde al "yo soy" como autoidentificación del Cristo.

Cristo (Mesías): Seguramente el título con más matices nacionalistas; Jesús no lo reivindica para sí; cfr. Dn 9,25. Así, por ejemplo en Qumrán:


"9 (la comunidad) separándose de la iniquidad y marchando en camino perfecto. No se apartarán de ningún consejo de la ley para marchar 10 en toda obstinación de su corazón, sino que serán gobernados por las ordenanzas primeras en las que los hombres de la comunidad comenzaron a ser instruidos 11 hasta que venga el profeta y los mesías de Aarón e Israel..." (1QS 9,11);
"...14 después entrará el Mesías de Israel y se sentarán ante él los jefes 15 de los clanes de Israel... 17 y cuando se reúnan a la mesa de la comunidad a beber  el mosto, y esté preparada la mesa de 18 la comunidad y mezclado el mosto para beber, que nadie extienda su mano a la primicia del 19 pan y del mosto antes del sacerdote, pues él es el que bendice la primicia del pan 20 y del mosto y extiende su mano hacia el pan antes de ellos. Después el Mesías de Israel extenderá su mano 21 hacia el pan". (1QSa 2,14-20);
"(no serán contados en la asamblea del pueblo y no serán inscritos en sus listas desde el día de la reunión del que enseña) 1 del Maestro único hasta que surja el Mesías de Aarón e Israel." (CD 20,1);
"Mientras que Israel tenga el dominio, 2 no faltará quien se siente sobre el trono de David. Pues la vara es la alianza de la realeza, 3 los millares de Israel son los pies, hasta que venga el Mesías de justicia, el retoño 4 de David. Pues a él y a su descendencia les ha sido dada la alianza de la realeza sobre su pueblo..." (4QBendiciones Patriarcales (4Q252) 2-4);
"11 Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Esto se refiere al retoño de David que se alzará con el intérprete de la Ley que 12 surgirá en Sión en los últimos días, como está escrito: Haré alzarse la cabaña de David que está caída. Esto se refiere a la cabaña de 13 David que está caída que se alzará para salvar a Israel" (4QFlor 1,11-13).


Sin embargo, las primeras comunidades lo vieron como el título por excelencia, hasta el punto que pronto se transformó en nombre. )Se está intentando salir al paso de pretensiones de partidarios de Juan Bautista en tiempos del Evangelio de Juan (cfr. Lc 3,15)? Es muy probable (y eso explicaría los frecuentes “no yo” atribuidos al Bautista).

Entonces: partícula predilecta de Jn (195x). Los otros grupos, distinguidos del Mesías son, entonces, o precursores, o responden a otras expectativas mesiánicas. Claramente ven en Juan Bautista un rol mesiánico.

Elías: 2 Re 2,11 refiere a Elías elevado al cielo en un carro; por lo tanto no habría muerto y se esperaba su venida; incluso una carta escrita por él después de ser arrebatado (2 Cro 21,12) había aparecido. Post-exílicamente se esperaba su regreso antes del día del Señor. En Mal 3,1 se alude a un ángel que preparará el camino del Señor; luego se agrega a este texto una identificación de este mensajero con Elías (3,22-24). Hen 90,31; 89,52 aparentemente describe el retorno de Elías antes del juicio y el cordero.

En Si 48,10 se vuelve a hace referencia al profeta... Como puede verse estaba extendida la idea que debía venir (Mc 8,28; 9,11) aunque su función no era homogénea. Incluso en el s.II los rabinos afirmaban que Elías estaba destinado a ungir al Mesías. La indumentaria de Juan Bautista era semejante a la de Elías (Mc 1,6; 2 Re 1,8; aunque puede ser común a los profetas, Zac 13,4). Todos los Evangelios relacionan a Juan Bautista con Is 40,3 y tardíamente se había combinado con Mal 3,23 haciendo referencia a Elías (en Mc 1,2 la cita de Is se combina con Mal). )También tiene intención polémica con los seguidores de Juan Bautista en la comunidad joánica? Si bien no hay pruebas de que los partidarios de Juan Bautista lo identificaran con Elías, en las pseudoclementinas se dice que Juan Bautista permanece oculto en secreto; lo que parece aludir a Elías. Mt y Mc afirman que él es Elías (Mc 1,2; 9,13; Mt 11,14; 17,12). Lc, aparte de lo dicho en los relatos de la infancia ()procede de los partidarios de Juan Bautista?), nunca identifica a Juan Bautista con Elías; de hecho omite pasajes de Mc en ese sentido. Elías – en Lucas – es semejante a Jesús (4,24-26; 7,11-17 y 1 Re 17,18-24; "subida" (9,51) y 2 Re 2,11; 12,49 y 1 Re 18,38. La identificación la habría hecho la primitiva comunidad para interpretar la relación Juan Bautista-Jesús.

El Profeta: Es un eco de Dt 18,15.18 (notar el artículo "el"). En realidad es una legislación que se ocupa de los funcionarios: jueces (16,18) rey (17,14), sacerdotes (18,1) y profetas. En 1 Mac 4,41-50; 14,41 (cf. 4 Esd 2,18) se espera un profeta capaz de interpretar cuestiones legales (como Moisés) cfr. 9,27 y Sal 74,9. En Qumrán se aferraban a la Torah hasta que llegara un profeta (cfr. 1QS 9,10s; CD 6,10s; 20,1; 4QTest 5-8). En Hch 3,22 se identifica a Jesús con el profeta semejante a Moisés; En Jn 6,14; 7,40.52 se hace referencia a Moisés. Son los mismos que aparecen en la escena de la Transfiguración (Mc 9,4). Ambos aparecen en relación al monte Horeb/Sinaí y al desierto; esto explicaría por qué la imagen popular. Según Josefo, los seductores mesiánicos se autoproclamaban "profetas":


"Siendo Fado procurador de Judea, un cierto mago de nombre Teudas persuadió a un gran número de personas que, llevando consigo sus bienes, lo siguieran hasta el río Jordán. Afirmaba que era profeta, y que a su mando se abrirían las aguas del río y el tránsito les resultaría fácil..." (AntJ 20, 5,1);
"Las doce tribus se reunirán allí (en el nuevo Templo, que excede en gloria al primero) y todas las naciones hasta el tiempo en que el Altísimo envíe delante su salvación por el ministerio de su único profeta" (Testamento de Benjamín 9,2)


También es posible – y hasta probable – que trasluzca la expectativa samaritana. Los círculos ebionitas afirman que lo que aporta es el cumplimiento de la profecía )Nuevamente se enfrentan intenciones apologéticas contra los partidarios de Juan Bautista? Juan Bautista era considerado profeta (Mc 11,52; Mt 11,9) pero no hay pruebas que se lo identificara con "el" profeta. De hecho, presentar a Jesús como el profeta como Moisés es importante en el mensaje a la comunidad joánica, especialmente a partir de la expectativa samaritana.

Las tres referencias (Mesías, Elías, Profeta) pueden relacionarse con los tres esperados en Qumrán (cfr. Más arriba 1QS 9,11). Hay quienes relacionan a Juan Bautista con Qumrán.

El v.22: simplemente es un versículo de transición para preparar el v.23. Se cita Is 40,3 según LXX. En Texto hebreo (como señalamos la semana pasada) "en el desierto" forma parte de lo que se dice, mientras que en LXX "desierto" enlaza con "la voz". Dado que Juan Bautista está en el desierto, la lectura de LXX pareció preferible.

La voz de Isaías: Los ángeles prepararían allanando y nivelando el camino en el desierto por el que el Pueblo retornaría de Babilonia. Juan Bautista no prepararía ese tipo de camino, sino el de la venida de Dios a su Pueblo. A diferencia de los Sinópticos, Juan Bautista se la aplica a sí mismo. Los esenios lo usaban para justificar su ida al desierto: meditando la ley preparaban el camino del Señor:


"Y cuando estos existan como comunidad en Israel 13 según estas disposiciones se separarán de en medio de la residencia de los hombres de iniquidad para marchar al desierto para abrir allí el camino de Aquel. 14 Como está escrito: 'En el desierto preparen el camino..., enderecen en la estepa un camino para nuestro Dios'. 15 Este es el estudio de la Ley, que ordenó por mano de moisés, para obrar de acuerdo con todo lo revelado de edad en edad..." (1QS 8,12b-16; cfr. 1QIsa).


La versión de Jn es ligeramente resumida de la que presentan los Sinópticos; es toda la profecía de Isaías condensada en este versículo. Un judío, familiarizado con la Escritura reconocería el texto:

Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice Dios.   Sacerdotes, hablen al corazón de Jerusalén, consuélenla! Su abajamiento esta cumplido, su pecado remitido, ella ha recibido por la mano del Señor el doble por sus faltas... Voz de aquel que grita en el desierto: preparen el camino del Señor, hagan derechos los senderos de Nuestro Dios!... La gloria del Señor será vista y toda carne verá la salvación de Dios... 10 He aquí que el Señor viene con fuerza y con su brazo con poder; he aquí su salario con él y su obra ante él. (Is 40,1-10 LXX)


Podemos reconocer la venida del Señor (vv.27.29.30); la remisión de los pecados (v.29); la universalidad (toda carne = mundo v.29); la referencia a ver (en Is 35,2; 40,5; 62,2; 66,18s; en Jn 1,29.32.33.34.36.39.42.46.47.50.51); la iniciativa de Dios (sujeto de vv.29-34; ver el pasivo divino de v.31); al quitar los pecados hay presencia de la salvación (cfr. Is 43,18s).

La voz: Juan Bautista es una voz efímera (5,33) mientras Jesús es la Palabra (así dice san Agustín); de hecho fonê contrasta con logos. Así se sitúa en la línea de la esperanza de Israel. No usa "yo soy", eso está reservado a Jesús en Juan. No es el predicador apocalíptico, ni el profeta mártir, ni es el bautizador, ni el precursor; es simplemente "la voz"; voz que actualiza la promesa y lanza una llamada. El, que no es la luz, tampoco es la Palabra. Es, así, figura del AT, la Escritura de Israel que reconoce, atestigua que Jesús es el Mesías. Esto dicho al empezar el Evangelio es capital. )Vale lo mismo para la Escritura? Atestigua que la salvación está cerca; indica el camino al Mesías; no habla más que de él (5,39.46); no es el Cristo que da el Espíritu sin medida (3,34). "La Ley fue dada por Moisés, la gracia por Jesucristo" (1,17s). El contenido de las Escrituras, va más allá de la Ley; se abre a un porvenir ilimitado...

En el desierto: es el lugar no el contenido. El desierto es importante en las ideas mesiánicas de Israel. Juan Bautista tiene un encargo en el desierto; los esenios se segregan de la mentira, aunque con matiz escatológico:

"... Los hijos de Leví, los hijos de Judá y los hijos de Benjamín, los exiliados del desierto, guerrearán contra ellos. 3 ... contra todas sus tropas, cuando los hijos de la luz exiliados en el desierto de los pueblos retornen para acampar en el desierto de Jerusalén..." (1QM 1,2s; cfr. CD 1,15).


Segundo interrogatorio: Ya tienen la respuesta sobre su identidad; ahora le piden que justifique su actitud. La segunda pregunta es más teórica (farisea): si no ejerce una función escatológica, )por qué realiza una acción escatológica? Juan Bautista advierte que sólo bautiza con agua, hay otro bautismo; curioso en la mentalidad hebrea que une agua y espíritu (Ez 36,25-26; Zac 13,1-3).


El pensamiento cristiano separó ambos (en Hch 19,1-6 vemos a quienes recibieron bautismo y no espíritu). Las semejanzas y diferencias con Sinópticos y Hechos (Mc 1,7-8; Mt 3,11; Lc 3,16; Hch 13,25) sugiere que el texto se conservó en la tradición oral y fue variando.

Enviados de los fariseos: )refiere a los enviados antes mencionados o a un nuevo grupo? Jn nunca entra en detalles de los diferentes grupos de Palestina (cfr. 7,32.45.48; 11,47.57; 18,3 donde se los une a "doctores de la ley" (miembros del Sanedrín); seguramente por la conformación más unilateral de los tiempos de composición del Evangelio, tiempo que queda reflejado en esta oposición; aquí son los de la "oposición sistemática" (4,1; 7,32a.47s; 11,46; 12,19.42). Sin artículo puede leerse: "había enviados de los fariseos" en este caso, )miembros del Sanedrín? El "de" puede entenderse: del grupo fariseo, o enviados por... Parece referir a los que están allí presentes. Son, en Jn, los expertos en cuestiones religiosas (3,1s.10; 7,47-49; 8,13; 9,16.28s.40s).

)Por qué bautizas? A pesar de los usos comunes del tiempo: agua purificadora; "bautismo" de prosélitos; esenios (con un valor análogo a los sacrificios en el Templo; un nuevo elemento de semejanza con Juan Bautista):


"20 Entonces purificará Dios con su verdad todas las obras del hombre, y refinará para sí la estructura del hombre, arrancando todo espíritu de injusticia del interior 21 de su carne, y purificándolo con el espíritu de santidad de toda acción impía. Rociará sobre él el espíritu de verdad como aguas lustrales para purificarlo de todas las abominaciones de falsedad y de la contaminación 22 del espíritu impuro. Así los rectos entenderán el conocimiento del Altísimo, y la sabiduría de los hijos del cielo instruirá a los de conducta perfecta. Pues a ellos los ha escogido Dios para una alianza eterna, 23 y a ellos pertenecerá toda la gloria de Adán. No habrá más injusticia, y todas las obras de engaño serán una vergüenza..."(1QS 4,20-21)


Sin dudas, descubren algo escatológico (es la primera referencia a un bautismo; se había hablado de su testimonio. Se asume que los lectores ya lo saben): era irrepetible, celebrado por alguien, exclusivamente en el Jordán; exigía a todos someterse a él. Además, relacionado a la penitencia (Mt 3,7-10p), aquí omitido; sintéticamente podemos decir que estaba asociado a la conversión y al arrepentimiento, prevé el juicio inminente, tiene conexión con el perdón de los pecados, era realizado por Juan personalmente, lo hacía en el Jordán, y – todo parece indicarlo – era único y singular. De hecho, Juan Bautista no necesita ninguna autorización para bautizar.

Yo bautizo: deja la sentencia pendiente hasta v.33. El centro está en aquel que Juan Bautista quiere testimoniar. Su bautismo aparece como un simple rito sin significado especial, lo que interesa es la diferencia cualitativa entre los dos. Pierde su carácter simbólico, queda como encargo para testimoniar.

No lo conocen: No es reproche ya que Juan Bautista mismo afirma que él no lo conocía hasta no intervenir Dios (v.33); pero como el hecho ya está ocurrido y no hay revelación para ellos tiene un color trágico. La manifestación del Mesías no se descubre por especulaciones humanas sino sólo por iniciativa divina; es del orden de la revelación (cfr. Lc 17,20s; Mt 24,26s) )Se supone al Revelador gnóstico? No refiere a uno que viene del mundo de la luz a las tinieblas sino de un grupo cerrado a la luz (3,19-21) Seguirá desconocido por propia culpa (cfr. 7,28s; 8,54s) Quizá esté supuesta la tradición popular del Mesías oculto (cfr. 8,14.19); ya en la tierra, pero oculto a la espera de presentarse repentinamente (cfr. 7,27). Se ve en el judío que dialoga con Trifón


"... En cuanto al Cristo o Mesías, si es que ha nacido y está en alguna parte, es desconocido y ni él se conoce a sí mismo ni tiene poder alguno, hasta que venga Elías a ungirle y le manifieste a todo el mundo..." (Justino, Diálogo con Trifón 8,4; cfr. 110,1)


El Mesías escondido está esperando la llegada de Elías. Es semejante al mesianismo de Henoc en el Hijo del hombre oculto


"Tuvieron gran alegría, bendijeron, alabaron y exaltaron a Dios pues les había sido revelado el nombre de ese Hijo de hombre" (Henoc (etíope) 69,26);
"Y ocurrirá que cuando todo esto que debe ocurrir se cumpla en todas sus partes, el Ungido comenzará a ser revelado" (Apocalipsis de Baruc (siríaco) 29,3);
"Cuando estas cosas ocurran y estos signos que les he mostrado acontezcan, entonces mi hijo será revelado, a quien verán como un hombre viniendo sobre el mar" (4Esdras 7,28; 13,32).

A Juan Bautista participando de esta esperanza sólo lo encontramos en Jn: )es una crítica a los seguidores del Bautista? En las seudoclementinas se afirma que Juan Bautista está oculto y volverá.



El que viene)Esperaba la venida de Elías? Mal 3,1 (texto asociado a Elías) dice "Vean, él viene"; Mt 11,14 habla de "Elías que ha de venir". Puede, por tanto, ser una referencia a Elías.


Mostrarlo como no digno es leído cristológicamente en vv.15.30.


Desatar la correa de las sandalias: es algo propio de un esclavo. Un rabino sostiene que un discípulo debe honrar a su maestro en todo como un esclavo excepto en desatar la correa de las sandalias. )Refiere al Mesías Esposo? cfr. Dt 25,5-10; Rt 4,7-9; no es Juan Bautista sino Jesús el que devendrá marido. Todo dice el tiempo antiguo, hace falta saber reconocer el tiempo oportuno, identificar al que viene (algo que ocurrirá el segundo día).


Betania: No refiere a la Betania cercana a Jerusalén (11,18) sino un lugar desconocido de Transjordania (relacionado a Juan Bautista 3,26; 10,40 [y 11,1 como distinto]). Este desconocimiento hizo que Orígenes prefiriera "Betabara" (= casa del cruce, del paso; Jue 7,24. Algunos lo ven como lugar a su vez real y simbólico: Juan Bautista no cruza el Jordán, lo hace Jesús). Si esto es así, quizá se esté llamando la atención en el paralelo con Josué (como el paso del Mar Rojo, el paso de las aguas del Jordán dio nacimiento al pueblo [Jos 4,23]; más que aguas purificadoras, son aguas que dan vida. Es muerte a la antigua existencia y vida del reino que viene [cfr. Is 43,16-21; 51,10s; 11,15s; 63,11-13; Mi 7,15; Za 10,10s; cfr. Bar 5,7-9]: también Jesús tiene que cruzar hacia la tierra prometida para un nuevo pueblo. Algunos suponen que Betania deriva de bet-aniyyah, "casa de respuesta/testimonio" o de bet-any' = casa de la barca o – preferentemente – bet-aní, “casa de los pobres”; lo que quitaría historicidad al lugar, siendo este meramente simbólico. De todos modos, los simbolismos en Jn parten de lecturas de la realidad no de hechos meramente imaginarios. No sería la primera vez que lugares joánicos (cfr. Betesda, 5,2) creídos imaginarios resultan históricamente reales. )Qué relación tiene esto con Aenon, cerca de Salim, que según 3,23 es el lugar del bautismo? Es cercano a Samaría (cfr. 4,5; Gn 48,22; Jos 24,32); cfr. en 3,25 el escándalo de los judíos: es inconcebible que un movimiento religioso tenga origen en Samaría.

           
Con frecuencia Jn cierra un relato con referencias geográficas (6,59; 8,20; 11,54). Este lugar se refiere nuevamente ()inclusión antes de la redacción final?) en 10,40. Tenemos otras referencias geográficas relativas a Juan Bautista en 3,23 que favorecen la teoría de que Jn conserva una tradición independiente sobre Juan Bautista.


Juan parece estar amplificando lo que se propuso presentar en las interpolaciones joánicas del Prólogo (6-8): no es la luz; su misión es dar testimonio; por él podrán creer. )Hay una referencia al sacramento del Bautismo? No parece; de hecho el contraste aquí es entre Juan Bautista y el desconocido que vendrá.



Foto tomada de www.heliosapentia.org