jueves, 4 de septiembre de 2025

Gedeón, un “juez”

Gedeón, un “juez”

Eduardo de la Serna



En la Biblia hay un libro, llamado “Jueces”, que nos presenta una serie de personajes muy importantes en los primeros tiempos de la historia de Israel. Estos no son necesariamente “jueces” en el sentido que nosotros lo entendemos, sino que muestran a varones y mujeres que se ocuparon de la “justicia” (es decir, la fidelidad al proyecto de Dios). Algunos de ellos son conocidos, otros solo son llamados por su nombre. La intención del texto es mostrar que, recién llegados a la tierra, provenientes de Egipto, el pueblo se fue asentando, y pasó por momentos de infidelidad y de fidelidad lo cual trajo sus consecuencias. Por eso todo el libro sigue siempre un mismo esquema: el pueblo se separó del proyecto de Dios y, en consecuencia, fue dominado por uno de los pueblos de los alrededores por un tiempo más o menos extenso. Ante esta situación de opresión, el pueblo “clama” a Dios (el clamor, en la Biblia, es el grito del dolor) y entonces, Dios envía un liberador que trae la paz al pueblo (un juez) por otro largo tiempo. En el libro encontramos algunos jueces cuya lucha por la liberación y el tiempo de paz son narrados extensamente, y otros que apenas si se los menciona. Veamos esquemáticamente esto:


1.      “los israelitas hicieron lo que desagradaba a Yahvé” (3,7.12; 4,1; 6,1; 8,33; 10,6; 13,1).
2.      Dios los dejó a merced de los edomitas (3,8), moabitas (3,12), cananeos (4,2), madianitas (6,1), filisteos (10,7; 13,1).
3.      “los israelitas clamaron” (3,9.15; 4,3; 6,6; 10,10).
4.      Dios envía a Otniel (3,9), Ehud (3,15), Débora (4,6), Gedeón (6,8), Abimélek (9,1), Jefté (11,1), Sansón (13,5).

En el libro se menciona, además, otros jueces, que – como dijimos – a los que solamente se los alude: Samgar (3,31), Tolá (10,1), Yair (10,3), Ibsán (12,8), Elón (12,11), Abdón (12,13). Y, si queremos ser precisos, de ellos se dicen cosas diferentes, que son jueces, pero también profetas, o reyes… Lo que importa es que ante el pueblo oprimido por naciones extranjeras (a consecuencia de su abandono de Dios, como dijimos) que clama a Dios por ayuda ante el dolor, Dios envía a alguien para que su pueblo tenga paz.

En estas páginas hemos elegido un juez, Gedeón, porque ayuda a entender el sentido que tiene todo el libro y el rol que estos personajes ocupan en la obra. Ante la opresión por parte de los madianitas (7 años) que saqueaban los campos de Israel (tanto los ganados como los productos de la tierra eran robados) redujeron a Israel a “una gran miseria” (6,6), y ante el clamor del pueblo, Dios les recuerda todo lo que hizo por Israel (comenzando por la liberación de Egipto, 6,8-10) pero que no fue tenido en cuenta por ellos. Cuando Dios le dice a Gedeón que él “salvará a Israel de la mano de Madián” (6,14) Gedeón pone una objeción lógica: su clan es el más pequeño de la tribu y su familia la última del clan, es decir “no es lógico” lo que Dios dice. ¿No debería elegir a un grupo más poderoso? Acá empieza el texto a mostrar lo que el autor quiere decir: la liberación no depende de la fuerza humana sino de la acción de Dios. Gedeón pide una señal a Dios, como ocurre otras veces en la Biblia (6,17) algo a lo que Dios accede (6,21). Entonces, lo primero que hace Gedeón es derribar los altares a los otros dioses que había en su casa (6,25). Después de una serie de conflictos, los madianitas deciden enfrentarlo y Gedeón convoca a todas las tribus vecinas (Gedeón vuelve a pedir otro signo, a lo que nuevamente Dios accede, 6,36-40). En el capítulo 7 empieza la gran novedad: el ejército de Gedeón, dice Dios, “es demasiado numeroso” (7,2) y entonces, se corre el riesgo de que Israel crea que él mismo, y no Dios, es el artífice de la liberación (se va a enorgullecer) y entonces Dios mismo empieza a reducir la tropa: que se vayan los que tiene miedo (abandonaron 22.000 quedando solo 10.000, 7,3), “hay todavía demasiada gente”, entonces vuelve a reducirlo: al llegar al agua distingue a los que se arrodillaron para beber de los que bebieron con la lengua, como los perros. Estos últimos solamente eran 300. “Con estos 300 los salvaré” (7,7). El ejército de Madián y sus aliados era “numeroso como la langosta” (7,12, 120.000 guerreros, 8,11). Gedeón entonces ataca por sorpresa dividido en 3 grupos que atacan haciendo sonar los cuernos y rompiendo cántaros, sin moverse. Esto sembró el desconcierto entre los madianitas que terminaron matándose entre ellos (7,22). Finalmente ejecutan a los jefes (7,25) … La historia de Gedeón continúa, incluso quieren hacerlo rey (8,22). Pero, como ocurre a lo largo de todo el libro, Israel vuelve a desobedecer a Dios y todo vuelve a empezar.

La historia de Gedeón quiere mostrarnos que es Dios, y no las armas, el que consigue la paz para su pueblo. Y para eso Él elige al grupo más pequeño del clan más pequeño, y incluso solo a un pequeño grupo militar para que Israel sepa que sólo cuando se mantiene fiel a Dios es que vivirá feliz y habrá justicia.


Imagen tomada de https://www.album-online.com/detail/es/MzlmMjZlMA/biblia-alba-1420-jueces-victoria-gedeon-madianitas-alb6130463

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