Fuera de los pobres no hay salvación
DOMINGO VIGESIMOQUINTO - "C"
Eduardo de la Serna
Lectura de la profecía de Amós 8, 4-7
Resumen: El profeta critica duramente a los comerciantes sólo dedicados en ganar dinero desentendiéndose de Dios, de la justicia y de los pobres.
Con sensatez se ha llamado a Amós el “profeta de la justicia”.
La situación política y económica del reino de Israel en tiempos de
Jeroboam II es particularmente grave, pocos ricos cada vez más ricos y
muchos pobres cada vez más pobres.
El
texto comienza con una invitación a escuchar (v.4) y finaliza con una
referencia al castigo que espera a los que se desentiendan de los
hermanos (v.8; este último versículo omitido en la liturgia).
El verbo “escuchen” (shemá) es sumamente importante y frecuente en la Biblia hebrea (10 veces en Amós; usado en imperativo
en un sentido semejante en 3,1.13; 4,1 y 5,1. Es la voz de Dios que el
profeta transmite a sus oyentes. En este caso se trata de dos acciones
simultáneas, por un lado la injusticia (v.4.5.6) y la hipocresía
religiosa por el otro (v.5).
El
oráculo está dirigido a los comerciantes que pretenden servir al dinero
simulando servir a Dios; pero el corazón de estos comerciantes está
puesto en el provecho económico, no en Dios. Las fiestas religiosas les
molestan porque les impiden ganar dinero, que es lo único que les
importa. El sábado –que es día de descanso, pero “descanso religioso”-
les impide trabajar y vender. Isaías 1,13 también señala lo religioso
del sábado y la luna nueva. A estos comerciantes no les interesa dar
culto a Dios sino llenarse de dinero, Dios les molesta. El sentido del
sábado es a su vez social (descanso del esclavo y la esclava, Dt 5,15),
pero la preocupación por el hermano es la característica de la fidelidad
a Yahvé.
Por
el contrario, estos comerciantes quieren exprimir al pobre, arruinar al
indigente, aumentar los precios, vender con balanzas tramposas, comprar
a los pobres. Amós ironiza que en lugar de “cesar” el trabajo quieren
hacer “cesar” la existencia de los pobres (“cesar” en hebreo es sabat, de donde proviene el término “sabat”,
sábado; ver semejante juego de palabras en Gen 2,2). Lo que pretenden
estos comerciantes es obligarlos a venderse como esclavos por deudas
menores. Que pisotean al pobre y lo venden por un par de sandalias es
algo que ya en 2,6 se presentaba como condena a todo Israel por
hacerlo.
En
realidad, a estos comerciantes sólo les interesa el dinero; no les
preocupa Dios, como se ve por su desinterés por el tiempo sagrado, ni
les interesan los hermanos, como se ve en su actitud hacia los pobres (’ebyon, ‘aniw y dal) o en la estafa en el comercio. Lo que hacen en este sentido son tres cosas:
Disminuir
la medida. Siendo medidas de capacidad (unos 40 litros), es posible que
usaran o un doble fondo, o algo que disimulara. Lo que se suele
traducir por “aumentar el precio” debe entenderse en qué sentido se
afirma, ya que el precio era fijado por las autoridades, por lo que se
trata de respetar el control de precio pero estafar en los pesos. En
esta época no existían las monedas, así que el pago era por canje con
productos o metales preciosos que eran pesados en básculas. Para eso
bastaba con usar balanzas con pesas falsas para lograr el objetivo de
enriquecerse más. Es semejante a lo tercero que se afirma, “falsear la
balanza”, algo muy habitual en los comerciantes, y muy criticado en el
AT (Dt 25,13-15; Lv 19,35-36; Prov 11,1; 16,11; 20,10.23), falsean el
peso para comprar y para vender. El tema era frecuente también en el
antiguo Oriente:
En Egipto el muerto afirma ante los dioses que lo juzgan: “No he aumentado ni disminuido la medida de grano. No he añadido nada al peso de la balanza. No he falseado el fiel de las básculas” (Libro de los muertos)
En Mesopotamia: “Quien falsea la balanza, comete fraude, cambia las pesas… no saldrá ganando, arruinará su capital” (Himno a Šamaš).
Pero
más allá del dinero a costa del comercio, también el profeta enfrenta
el comercio de personas. Si en 2,6 Amós denunciaba a los que venden como
esclavos a los pobres, aquí denuncia a los que los compran habiendo
provocado –falseando- sus deudas. La esclavitud en Israel era algo
rechazado, ya que el que –por deudas- debía entregarse como esclavo,
debía ser tratado por su “amo” como un verdadero hermano (Ex 21,1-11).
En este caso el ambiente es el de la compra – venta (se lo ha llamado
“capitalismo de rentas”) y parece que el negociante falsea el comercio a
fin de servirse en su provecho de los pobres, incluso comprándolos por
nada. Todo vale con tal de enriquecerse, para estos comerciantes. Y el
profeta no duda en denunciarlo claramente.
Resumen: Un discípulo de Pablo –en su nombre- presenta la universalidad de la comunidad y de la voluntad salvífica de Dios. La comunidad debe orar por todos, y particularmente por las autoridades a fin de vivir en paz. Esa oración debe llevarse a la práctica en todas partes.
El autor de estas cartas Pastorales (Tito y 1 Timoteo) escribe en nombre de Pablo, y pretende “estructurar” y “organizar” las comunidades. En este caso nos encontramos con una exhortación en referencia a la “oración” (deêsis, proseujê, énteuxis y eujaristía) y a la vida de “piedad” (eusébeia; cf. Tit 1,1) en el “conocimiento de la verdad” (epignôsis aletheias,Tit 1,1). Todos estos términos han adquirido nuevos sentidos con el paso del tiempo, teniendo en cuenta que nos encontramos en la tercera generación cristiana.
Hay una relación entre la oración por “todos los hombres” (anthropos)
y que Dios quiere que “todos los hombres” se salven (cf. 4,10; Tit
2,11). El contraste entre todos (vv. 1.2.4.6.8) y “uno solo” (v.5) es
importante en el relato. La salvación de todos es deseo de Dios, y
“Pablo” se sabe mediador en esto (v.7).
La
oración por las autoridades en muy importante en varios escritos
cristianos (cf. Rom 13,1; 1 Pe 2,13). Siendo que ellos no participan en
el culto al Emperador –como tampoco los judíos- deben mostrar con sus
actitudes que esto no se debe a una actitud subversiva que pongan en
peligro la “pax romana”; en el Templo de Jerusalén (ya destruido cuando
se escribe esta carta) se ofrecen sacrificios diarios por el Emperador.
Ciertamente esto no indica que las autoridades gozan de beneplácito
incuestionable, ya que lo que se pretende es “poder vivir una vida
tranquila y apacible” (v.2). De hecho, cuando esta autoridad exige –tal
es el caso del Apocalipsis- acciones que la conciencia les veda a los
cristianos, éstos se opondrán y serán perseguidos. De hecho, Cristo
mismo dio su “testimonio” (martyríon, v.6) dando la vida (2 Tim 1,8) en “rescate” (antílytron)
[es interesante que el discípulo de Pablo, que intenta tener buenas
relaciones con las autoridades omite la idea escandalosa de la cruz,
idea omitida en todas las cartas Pastorales]. Y “Pablo” mismo sabe que tiene un rol en este “rescate” por “todos” (cf. 2 Tim 1,11; Tit 1,3), para que “todos los hombres se salven” y “todos lleguen al conocimiento de la verdad. Ese rol tiene que ver con la predicación (kêryx), el apostolado y ser maestro (v.7). La frase taxativa: “digo la verdad, y no miento”
(cf. Rom 9,1; Gal 1,20) son solemnes para atestiguar la veracidad del
dicho. Aunque en muchos elementos se imita el estilo de Pablo, el acento
está no en el anuncio del evangelio sino en un conjunto doctrinal ya
fijado (lo que permite señalar ortodoxias y reconocer a los falsos
maestros).
“En
todo lugar” alude a la legislación cultual, (cf. Mal 1,11); si la
voluntad salvífica de Dios es universal, en todas partes se debe elevar
la oración. La ira y las discusiones son las que fomentan los falsos
maestros en el ambiente de las cartas pastorales (1 Tim 6,4; 2 Tim
2,14.23).
+ Evangelio según san Lucas 16, 1-13
Resumen:
Con una parábola donde se destaca la astucia de un estafador para
seguir adelante, Jesús remarca cuánta más astucia deberán tener los
discípulos haciéndose amigos de los pobres compartiendo sus bienes.
Cuando el amor al dinero sustituye el proyecto de Dios manifestado en
Jesús, éste se ha transformado en un ídolo.
El evangelio comienza con una parábola (vv.1-7), y concluye con su aplicación práctica dirigida a los oyentes (vv.9-12): “yo les digo”, todas propias de Lucas. Finalmente el texto destaca –a modo de síntesis- un dicho de Jesús proveniente del documento Q sobre los dos “señores” (v.13).
Hay algunos elementos de no fácil comprensión, como veremos, pero el sentido fundamental es simple; se trata de un qal wahomer, ese modo característico de comentar “de menor a mayor”. Veamos:
El
“hombre rico” de la parábola tiene un ecónomo; en este caso –a pesar
que Lucas es crítico de los ricos- no parece que deba entenderse en un
sentido negativo; el administrador y los contratos de la narración lo
requieren. En el NT el término (oikonómos) se encuentra solamente
en los textos de cierta influencia paulina: 1x en 1 Pe, 1x en Tit, 4x
en Pablo y 4x en Lc (fuera de este texto, en 12,42. El término
semejante, “economía” 2x en Lc, 1x en Pablo, 5x en las deuteropaulinas o
pastorales). Es interesante e ilustrativo un texto paulino sobre esto: “lo que se exige de los administradores es que sean fieles” (1 Cor 4,2). Lo cierto es que en este caso, este administrador no lo es.
La
situación está planteada: el verbo “hacer” es el punto de partida: ¿qué
haré? (v.3), “esto haré? (v.4); y lo que el ecónomo hará será lo que
desencadenará la conclusión de Jesús. La respuesta tiene dos planteos
extremos (trabajar y mendigar) que se responden ambos negativamente, no
lo hará. Lo que el ecónomo pretende es que “haya quienes lo acojan en sus casas”
(v.4) y aquí está la clave. Lo que el administrador hará (vv.5-7) es en
orden a conseguir eso. La parábola concluye con un reconocimiento del
“señor” (v.8) a lo "hecho". A continuación encontramos la referencia al
auditorio de Jesús (“yo les digo…”). Notemos algunos elementos:
v.1: el verbo dilapidar lo acabamos de encontrar en la parábola del padre y los dos hijos, cf. 15,13; los bienes son un tema habitual en Lucas (8,3; 11,21; 12,15.33.44; 14,33;19,8; Hch 4,32);
vv.1.2.3.4.8: “administrador”, “administración”, “administrar” son frecuentes en el texto, y los lectores de Lc ya han oído acerca de un administrador (Lc 12.42-46);
v.3: “se dijo a sí mismo”, los monólogos interiores son frecuentes en las parábolas de Lucas (cf. 12,17; 15,17; 18,4);
“fuerzas” – “vergüenza” son un cierto juego de palabras en griego (isjyô – aisjynomai). La vergüenza es un tema importante en la cultura mediterránea que tanta importancia da al honor, es lo contrario (cf. 14,9-10). Los mendigos son lo más bajo en la escala social, en cierto sentido, más aún que los esclavos.
“fuerzas” – “vergüenza” son un cierto juego de palabras en griego (isjyô – aisjynomai). La vergüenza es un tema importante en la cultura mediterránea que tanta importancia da al honor, es lo contrario (cf. 14,9-10). Los mendigos son lo más bajo en la escala social, en cierto sentido, más aún que los esclavos.
v. 6, “rápido” es indicio de que todo debe finalizar antes que la noticia se sepa en el pueblo.
Dos
elementos, sin embargo se prestan al debate. Los números de la deuda
son muy elevados (unos 450 litros de aceite, el fruto de cerca de 140
olivos; la medida de trigo –en cambio- no es fácil de calcular, pero
parece ser diez veces mayor, y el producto de 42 hectáreas de campo.
Muchos autores piensan que lo que hace el administrador en los
“contratos” (vv.5-7) es renunciar a su comisión, con lo cual no estaría
obrando mal en este caso. Sin embargo, la insistencia en la injusticia y
el apuro, parecen invitar a mantener la lectura en la que el
administrador vuelve a estafar a su señor.
Otro tema en debate es quién es el “señor” que “alaba”
al ecónomo: el patrón del administrador (vv.3.5) o Jesús (cf. 5,8.12;
6,46; 7,6.13.19; 9,54.59.61; 10,1.17.39.40.41; 11,1.39; 18,6…). En ambos
casos, es chocante la alabanza, pero si bien no tiene sentido que el
patrón estafado alabe al estafador por reiterar el hecho, en el caso de
Jesús tiene sentido si sacamos el tema del “terreno moral”. Jesús no
alaba la estafa sino la astucia y –precisamente por el kal wahomer- la comparación entre los hijos de este mundo y los hijos de la luz, la alabanza destaca que si tanta astucia ponen “los hijos de este mundo”, como el ecónomo, para ser recibidos, cuánta más deben poner los “hijos de la luz” como sus discípulos. Y la astucia es precisamente “hacerse amigos” con el dinero injusto. De los pobres es el reino, y son ellos precisamente los que nos recibirán o no en las “moradas eternas”.
El
contraste es evidente: uno, estafando, consigue quienes lo acojan en
sus casas; otros –los oyentes de Jesús- están invitados a compartir su
propio dinero para que los pobres los acojan en las “moradas eternas”
(v.9). Ese contraste viene especificado entre lo pequeño y lo mucho
(v.10) lo que manifiesta explícitamente que se trata de un kal wahomer, como hemos dicho planteado en clave (in)fidelidad (vv.10-12).
El
dicho Q (v.13) concluye el texto; en v.14 encontramos –aunque dentro de
la misma temática del dinero- unos nuevos personajes que dan inicio a
una nueva unidad. Es sabido que –a diferencia de las comunidades que se
pueden vislumbrar en los otros evangelios- en la comunidad de Lucas
parece haber algunos de buen pasar económico. A ellos Lucas les insiste
con frecuencia en la importancia de compartir los bienes, de dar
limosna, de “hacerse amigos”; pero, si –por el contrario- el dinero se
transformara en un ídolo, no tienen cabida en el proyecto fraternal y
sororal de Jesús.
El
texto Q es interesante: es exacto en Mt y Lc palabra por palabra, sólo
que Lucas añade –por el contexto- que ningún “doméstico” (oikétês), es decir, el empleado de la casa sirve a los dos señores. Como en un evangelio de la semana pasada (14,25), el verbo “odiar” debe entenderse en el sentido de ‘amar menos’, expresado en un paralelismo antitético de modo quiástico:
A. A uno odiará
B. A otro amará
B’. A uno se entregará
A’. A otro depreciará
Estos dos señores (kyriois) que tienen esclavo (douleuein) se presentan tan antagónicos como el amor y el odio: Dios y “mamôna”, es decir, el “dinero injusto” (16,9.11). En realidad, “mamona” no es propiamente dinero, que se encuentra otras veces en el Nuevo Testamento (argiríon [plata], cf. Mt 25,18.27; 28,12.15; Mc 14,11; Lc 19,15.23; 22,5: Hch 8,20; filárgiros [amigos de la plata], cf. Lc 16,14; 1 Tim 6,10 (cf 3,3); kérma [moneda] cf. Jn 2,15; jrêma [dinero], cf. Hch 4,37; 8,18.20; 24,26); mamona es
un término semítico que no se encuentra en la Biblia hebrea, pero sí es
común en tiempos del NT: se encuentra en Qumrán [1Q CD 14,20, pero el
texto está muy corrompido y no puede entenderse claramente el sentido; y
en la Regla de la Comunidad: señalando que “el pequeño obedecerá al grande en el trabajo y el dinero” (welemamôn), 1QS 6,2]; en Sir 31,8: “feliz el rico que fue hallado intachable, que no fue tras el oro” (jrusíon en griego; mamón en hebreo) y es también frecuente en la Misna. Sin embargo, el sentido de “riquezas” (dinero abundante) unido al término “injusta”
de los vv.9 y 11, adquiere connotaciones mitológicas en v.13. Se trata
de algo que es posible amar a la altura de Dios, se trata de un ídolo.
De hecho, el término arameo “mamona” viene del verbo hebreo “amán”, de donde viene “amén”;
es poner la confianza, pero cuando ese algo en lo que se confía no es
Dios mismo, entramos en la idolatría. Y sin duda el dinero es un
habitual sustituto de Dios. Especialmente porque impide mirar a los
demás como hermanas y hermanos, por eso está ligado frecuentemente a la
injusticia y por eso no tiene cabida en el reino. Es interesante que el
término no tiene artículo, como debiera esperarse; así no debería
leerse "a Dios o «al» dinero" sino "a Dios o «a» dinero", conm lo que
es personificado. Se trata, claramente, de un ídolo, de un adversario de
Dios.
El video con comentario al Evangelio en
o también en
foto tomada de padrejosemedina.blogspot. com
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