martes, 17 de octubre de 2023

Comentario a las lecturas del domingo 29º "A"

Dios no es indiferente a nuestra historia

DOMINGO VIGESIMONOVENO - "A"



Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías     45, 1. 4-6

Resumen: la elite de Israel se encuentra cautiva en Babilonia, y Dios suscitará a un rey extranjero, Ciro, el persa, para que será su instrumento en favor de la liberación de sus “elegidos”.


No es evidente el motivo de la elección de esta perícopa para la liturgia del día, siendo que la primera lectura suele estar relacionada con el Evangelio. Pero veamos el texto:


El texto está relacionado con el versículo anterior (44,28) donde le dice a “Ciro…tú eres mi pastor”; en forma invertida se dirige a “mi ungido… Ciro” (45,1). El texto se asemeja a muchos textos orientales (e incluso bíblicos) donde la divinidad reviste como rey a alguien (ver Sal 2,7-9; 89,4-5.20-22; 110). Sin embargo, es de notar que el texto no se dirige a Ciro sino a los judíos, que son quienes lo escucharán. Y por tanto les sirve de palabra de salvación.


Ungido” más tarde se cargará de sentido entendido como “Mesías” [“mesías” quiere decir propiamente “ungido”, pero con el tiempo, tardíamente, se fue cargando de sentido en cuanto a expectativas futuras de Israel, sea en la esperanza de un “Mesías” político, sacerdotal, profético… Pero en los inicios, se alude simplemente a alguien que es “ungido”, es decir marcado con el rito celebrativo de elección. Se “unge” a todos los reyes, al sumo sacerdote (Lev 4,3), algunos profetas (1 Re 19,16; Is 61,1) y hasta – retrospectivamente – a los patriarcas (Sal 105,15). Precisamente porque estos son ungidos, la esperanza futura estará puesta en algún ungido/mesías]; en este sentido, “ungido” no es diferente de “pastor”.


Después del reconocimiento del personaje, se destaca que Yahvé (no Ahura Mazda, la divinidad principal entre los persas) es quien ha puesto los reyes desarmados (“des-ceñir los cintos” implica desarmarlos) y sometidas las naciones. A continuación (omitido por el texto litúrgico) se alude a la victoria de Ciro en sus campañas militares; el lenguaje es estereotipado (asedio, destrucción de ciudades, toma de botines de guerra…), no habla de casos concretos. Yahvé es quien conduce la mano de Ciro, por lo que lo toma de instrumento en favor de su proyecto liberador de Israel (en v.3 recalca que es “el Dios de Israel”). El objetivo de la intervención divina es “a causa de mi siervo Jacob” (v.4), “mi siervo”, “mi elegido”. Pero a todos nos queda claro que Ciro “no conoce” a Yahvé. El texto, para Israel, es ciertamente un mensaje de esperanza, y el acento está puesto en que “yo mismo” (= Yahvé) es quien lo hace: vv.2.3.5.6.7 (y sigue más adelante…). El esquema conclusivo de los vv.5-6 reafirma la centralidad de Yahvé:


A.- Yo soy Yahvé, no hay otro

B.- fuera de mí no hay Dios,

C.- Te ciño aunque no me conociste,

B’.- no hay nadie fuera de mí

A’.- yo soy Yahvé y no hay otro


Yahvé es quien arma (“ciñe”) a Ciro (contrapuesto a “desceñir”, desarmar a los reyes), y todo esto “para que se sepa desde el sol levante hasta el poniente” (v.6). El reconocimiento universal de Yahvé es el objetivo de su obrar en favor de su “elegido / siervo” Israel.



Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica     1, 1-5b

Resumen: siguiendo el esquema que luego será característico de los comienzos de sus cartas, en la primera carta que escribe, Pablo saluda a la comunidad e introduce los temas que luego presentará.


La carta a los Tesalonicenses es el primer escrito de todo el nuevo Testamento. Pablo les dirige una carta que sigue el esquema habitual en todas las epístolas. Luego de presentar el remitente (en este caso, junto con Pablo se encuentran Silvano – compañero de la primera etapa de la predicación europea y Timoteo, que será compañero en todo momento del ministerio paulino) señala los destinatarios: “la Iglesia de los Tesalonicenses”. Pablo escribirá “en Dios Padre y en el Señor Jesús Cristo” (v.1). Es interesante que Pablo no alude a ningún adjetivo que lo identifique, como hará en otras cartas (“siervo y apóstol”, Rom 1,1; “llamado a ser apóstol”, 1 Cor 1,1; “apóstol”, 2 Cor 1,1; Gal 1,1; “siervo de Cristo”, Fil 1,1; “prisionero de Cristo”, Flm 1). 

Como también hace en todas las cartas, Pablo les entrega “gracia y paz” (jaris kaì eirênê). 


La “gracia” (jaris) es una palabra del lenguaje habitual que Pablo ha teologizado. Una persona que ha “hallado gracia” ante otra significa que le ha agradado; “causar gracia” es ser grato. Es un término emparentado con la alegría (y en griego son términos semejantes: járis y jáirê). Comunicar la alegría es el modo habitual de saludo en el mundo griego (cf. Mt 26,49; 27,29; Lc 1,28; Jn 19,3; Sgo 1,1). La “paz” (eirênê) constituye el habitual saludo judío (shalom). La paz es un estado general de plenitud que se origina en Dios mismo (de hecho, en otras cartas se señala “gracia y paz de parte de Dios”, cf. Rom 1,7; 1 Cor 1,3, 2 Cor 1,2; Gal 1,3; Fil 1,2; Flm 3). Es interesante que de un modo ecuménico Pablo incorpora en todas sus cartas un saludo de origen griego con un saludo de origen judío.


En todas las cartas de Pablo, con excepción de Gálatas, con quienes él está sumamente enojado, a continuación del doble saludo encontramos una “acción de gracias” (eujaristoumen) por diferentes situaciones que se dan en el seno de la comunidad y que introducen los temas que se desarrollarán en la carta. En este caso, la acción de gracias es extensa (vv.2-10) y los temas son variados: alude a la fe, el amor y la esperanza; al paso evangelizador de Pablo por Tesalónica; a las tribulaciones que tanto él como ellos han padecido y padecen y, finalmente – como será tema característico de la carta, a la “venida” de Jesús. 


El texto litúrgico presenta, luego del saludo, la primera parte de esta acción de gracias que continuará la semana próxima. En este comienza señalando que los recuerda en las “oraciones” (proseujê) como hace habitualmente (ver Rom 1,10; Fil 4,6; Flm 4). Luego alude a la “fe” y el “amor” que, si en un primer momento fueron una preocupación para Pablo, ya no lo son al tener buenas noticias de que los tesalonicenses han sabido mantenerlas (1 Tes 3,2-3.6). Pablo había debido dejar abruptamente la ciudad y no había podido profundizar su evangelización por lo que estaba preocupado por el estado de las mismas. Las noticias recibidas lo llenan de alegría y puede dar gracias a Dios por ellas. La esperanza, en cambio puede ser un problema si no comprenden (“como los que no tienen esperanza”, 4,14) el sentido que tiene la venida de Jesús y nuestro encuentro con él.


La elección de los destinatarios viene manifestada en la predicación del Evangelio y su aceptación y en su asimilación en la vida (la importancia que dará la carta a las tribulaciones de Pablo y de los tesalonicenses será importante en la carta: 1,6; 2,2; 3,4). 

Esta aceptación del Evangelio Pablo la atribuye al poder del Espíritu Santo. Los mismos destinatarios de la carta son don del Espíritu santo (4,8). De eso tratará el resto de la epístola.



 
 
Evangelio según san Mateo     22, 15-21

Resumen: dos grupos muy distintos – uno religioso y otro político – intentan ponerle una trampa a Jesús con una pregunta sobre el impuesto. Jesús confronta con la idolatría del Emperador que está en las antípodas del reinado de Dios que Jesús predica.

El texto del Evangelio se encuentra también en Marcos, de donde Mateo lo toma conservándolo con muy pequeñas modificaciones. 

En primer lugar se acentúa el intento de los fariseos (como es propio de Mateo) de atrapar a Jesús en algo que dijera (v.15) para lo cual envían “discípulos”. Estos son “enviados” con herodianos para que la trampa sea eficaz. Los fariseos eran el grupo más religioso de Israel, celosos cumplidores de la ley, sin dudas no veían con buenos ojos la presencia romana en la tierra santa de Israel. Los herodianos, en cambio, gente cercana (o cliente) de Herodes (Antipas) obviamente deben su poder a Roma y nada harán que perjudique este favor. Por tanto, un grupo religioso, crítico de Roma, y un grupo político amigo de Roma se conjugan en la pregunta tramposa que le formulan a Jesús sobre el impuesto al Emperador. 

La primera parte, donde Jesús parece alabado por los “enviados” (apostéllousin) no se trata sino de un intento de conquistar la atención favorablemente (captatio benevolentiae) antes de descargar la pregunta que importa. Ciertamente, si Jesús respondiera afirmando la licitud de dar (didômi) el impuesto, los fariseos podrían mostrar al “maestro Jesús” como contrario al pueblo y favorable al Imperio, consiguiendo su descrédito. Si respondiera negativamente, los herodianos podrían presentar el tema al procurador mostrando en él a uno que subvierte el orden romano. Respondiera lo que respondiere, la trampa estaba tendida.

Por eso Jesús los llamará “hipócritas”, término predilecto de Mateo (13x, mientras 1x en Mc y 3x en Lucas [y una vez – en este texto paralelo – el verbo “actuar de modo hipócrita”: Lc 20,20] y solo aquí en el NT). El término alude a disimular, representar. Es posible que provenga del ambiente del teatro, y hasta se ha propuesto que Jesús lo conoce de allí. Pero lo cierto es que en Mateo alude a la actitud exterior que manifiestan los fariseos, que – como se dijo con frecuencia – es tema propio de Mateo y su comunidad en Antioquía de fines de s.I.

Mateo refuerza que Jesús les pide que le muestren “la moneda del impuesto”, resaltando así que ellos lo pagan y la trampa es evidente. 

La contra-pregunta de Jesús es la clave para entender el sentido de su respuesta. ¿De quién es la “imagen” (eikôn) y la inscripción (epígrafe)?

 



Una imagen es algo terminantemente prohibido en Israel (Dt 4,16) ya que es expresión visible de la idolatría (2 Re 11,18; 2 Cr 33,7; Os 13,2; Is 40,19-20; Ez 7,20; 16,17 y particularmente importante en Dn 3 y en Apocalipsis). Pero esta referencia a la idolatría se ve reforzada por la “inscripción” ya que allí se reafirma [ver la inscripción en la foto del denario] que el Emperador es “pontífice máximo” y es “divino”. La hipocresía queda reforzada: en el templo de Jerusalén hay una imagen, el Emperador ha sido divinizado, cosa que queda confirmada por la inscripción. La contra-pregunta de Jesús llevó a los adversarios a un nuevo terreno. La imagen y la inscripción pertenecen “al César”.

Ante esto, Jesús da un paso más en la respuesta: “devuelvan (apodídômial César lo del César y a Dios lo de Dios”. Ya no se trata de “dar” el impuesto, sino de “devolver”. Si algo pertenece al César, le ha de ser devuelto; pero si algo pertenece a Dios también le ha de ser devuelto. Y el César, al divinizarse, al reconocerse como pontífice y divino, al tener una “imagen”, le está quitando a Dios lo que es de Dios. Y le ha de ser devuelto.

La predicación del Reino por parte de Jesús se manifiesta nuevamente en este texto, y de un modo evidente. Dios quiere reinar en medio de su pueblo, pero la autoridad del emperador, (¡y vaya si estaba divinizada en tiempos de Jesús y del cristianismo primitivo!) le robaba a Dios lo que es de Dios. Y le debe ser devuelto.

La trampa no dio resultado; la respuesta de Jesús fue absolutamente coherente con su predicación del Reino, aunque es muy probable que los herodianos no se hayan ido contentos por la respuesta. Sin embargo, Mateo concluye afirmando que “se admiraron” y se fueron. Esta admiración (thaumasía) es frecuente en Mateo ante Jesús y es frecuente ante los signos del reino que Jesús da en medio de los suyos (8,27; 9,33; 15,31; cf. 21,20; 27,14).


El video con comentario al Evangelio en

https://youtu.be/sj12xfRpyaw

o también en

https://blogeduopp1.blogspot.com/2023/10/video-con-comentario-al-evangelio-del_16.html



Foto tomada de www.ocesaronada.net

domingo, 15 de octubre de 2023

La confianza es dinámica con los latidos del amor

 

La confianza es dinámica con los latidos del amor

(a partir de la exhortación del papa Francisco sobre Teresa de Lisieux, 15 de octubre 2023)

Eduardo de la Serna



Hace ya varias semanas, el Papa Francisco había anunciado un escrito sobre Teresa de Lisieux (popularmente, Santa Teresita). El motivo era triple: Se conmemoran 150 años de su nacimiento (2 de enero 1873), 100 años de su beatificación (29 de abril de 1923) y el reconocimiento de Teresa por la UNESCO a conmemorarla el bienio 2022-2023.

La exhortación apostólica, hecha pública hoy, día de Santa Teresa de Ávila lleva por título (en francés) “C’est la confiance” frase medular del camino seguido y propuesto por Teresa.

El texto es breve, por lo que no tiene sentido resumirla ni siquiera comentarla. Sólo una sencilla presentación:

1.    Jesús para los demás

2.    El caminito de Confianza y amor

3.    Seré el amor

4.    En el corazón del Evangelio

Estos son los apartados que señala. En el #52 (anteúltimo) destaca aspectos de la actualidad de Teresa. Sin duda podrían señalarse otros más (por ejemplo, y puesto que en el texto comenta la falta de mérito de Teresa y su insistencia en ello [17. 18-22] podría haber cuestionado los planteos de “meritocracia” como lo hizo recientemente en Laudate Deum 32). Pero me permito simplemente señalar:

Interesante el planteo (que creo cierto) de que como ocurre con Francisco de Asís, Teresa (= Teresita) es amada incluso por no cristianos y no creyentes (#4).

Importante distinguir su doctorado como uno “de síntesis” a diferencia de otros teólogos, como Tomás de Aquino (#47.49).

Siempre es bueno recordar que el paradigma de “el” teólogo en la Iglesia no debieran ser Tomás, Agustín o Anselmo (¡grandes, por cierto!) sino “Jesús de Nazaret”, que no teologizó desde un escritorio sino desde los caminos, que no aprendió leyendo libros sino mirando “las aves del cielo y los lirios del campo” y de un encuentro con Dios de “corazón a corazón” que provocaron la sorpresa “¿de dónde le viene esta sabiduría?”

En tiempos de ateísmo, nos enseña a mirar la realidad como una mística “de ojos abiertos” y se muestra sentada “en la mesa de los pecadores”.

Y quizás, en estos tiempos eclesiásticos, de tanta “moralidad”, tantos “dedos acusadores”, tantas “dubia-que-no-son-dubia” Teresa nos enseña a ir nada menos que a lo fundamental, al “corazón”, a mirar a Jesús, a confiar. A amar.

– o – o – o – o – o – o – o – o –

Algunas notas críticas, muy menores, al texto de Francisco sobre Teresa

Señalo, para empezar, dos cosas muy marginales:

Habla de la “reforma del Carmelo” (#4); ya he señalado en otras ocasiones que creo que es una lectura falsa hablar de “reforma”. Teresa fue fundadora, no “reformadora”. Sería más preciso hablar sencillamente de “fruto maduro del Carmelo Teresiano (o descalzo)”.

Habla de “novia” y “novio” del Cantar de los Cantares (# 11) cosa que ninguna lectura crítica contemporánea del Cantar haría. Es más preciso hablar de “amada” y “amado”, o términos semejantes.

En # 35 afirma que “Al final de la Historia de un alma, Teresita nos regaló su Ofrenda como víctima de holocausto al amor misericordioso de Dios”. No es exacto. Por un lado, porque, es sabido, Teresa no “compone” “Historia de un Alma” sino que fue recopilada después de muerta, pero, además, el Acto de Ofrenda es del 9 de junio de 1895, y los manuscritos “B” y “C”, que forman parte de Historia de un Alma, son claramente posteriores (1896 y 1897).

Cuando hace referencia a la crisis de fe, a la “noche oscura” de Teresa (# 25-27) pareciera que podría sacar mucho más provecho. Teresa alude a los no creyentes de su tiempo y – a partir de esa, su crisis – se siente, con ellos, sentada en “esta mesa repleta de amargura, donde comen los pobres pecadores” (MsC 6rº). Pero ese ateísmo incipiente (aunque Francisco hable de fines del s. XIX como la “edad de oro” del ateísmo moderno, #25) ciertamente hoy tiene una presencia mucho mayor y universal, y – especialmente por la intención manifiesta de mostrar aportes de Teresa para nuestro tiempo – quizás hubiera sido conveniente.

Una nota… el texto parece hecho en base a la edición castellana de las “Obras Completas” de Monte Carmelo 2006. Ahora bien, es evidente que Teresa escribe en francés. La traducción usada por el Papa dice: «La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor» (es cita de la carta de Teresa a María del Sagrado Corazón del 17 de septiembre de 1896, carta 197), pero – y el texto en francés está expresamente citado al comienzo de la Exhortación – dice «C’est la confiance et rien que la confiance qui doit nous conduire à l'Amour». Doit no es “puede” sino “debe” (la edición de Monte Carmelo de 1980, con diferente numeración [carta 176], dice “debe”; ya la edición de 1996 dice “puede”). No es lo mismo que la confianza nos “puede conducir al Amor” (con mayúscula) que afirmar que la confianza nos “debe conducir al Amor”. Señalo que, en otras cartas de la misma época, la traducción donde dice “doit” traduce “debe” o semejante (por ejemplo, en carta 200, donde dice “Son arme doit être «La Charité»” la traducción dice “su arma debe ser «la caridad»”. Es posible que en el texto citado la diferencia no sea importante: decir que la confianza “debe” conducirnos al amor no se refiere al “deber” sino al camino que conduce a, y, en este caso, el único camino, y, en ese sentido es que “puede” porque no hay otro camino posible. Solo una precisión, seguramente menor [en la página web del Vaticano, las diferentes traducciones dicen: Alemán: “soll”; Inglés: “must lead”; Italiano: “che debe”; Portugués: “tem”].

jueves, 12 de octubre de 2023

La ciudad entre los discípulos de Pablo

La ciudad entre los discípulos de Pablo

Eduardo de la Serna



Hemos visto que Jesús es un predicador campesino, y que prácticamente no visita ciudades, salvo las peregrinaciones a la ciudad santa de Jerusalén. Luego, cuando el movimiento de Jesús se empieza a expandir, después de la Pascua de Cristo, este se empieza a instalar en las ciudades. Pablo aparece, entonces, como el gran referente de aquellos a quienes se ha llamado “los primeros cristianos urbanos”. Pero, con el paso del tiempo, ya lo hemos visto, también, el cristianismo se va organizando, estructurando (hablamos de los epískopos, presbýteros y diákonos).


Como también hemos dicho, en el mundo antiguo, la ciudad era vista como una gran casa y la casa como una ciudad en miniatura. Un gran escritor judío de este tiempo lo dice así:


Correspondía, en efecto, que el que habría de ser hombre de estado se ejercitase y adquiriese experiencia en el gobierno de la casa, ya que una casa es una ciudad de dimensiones limitadas, y su administración bien podría calificarse de gobierno de un estado en pequeño, de la misma manera que el estado es, en cierto modo, una gran casa, y el gobierno una administración de la cosa pública. (Filón de Alejandría).

En esta “casa” se supone que el “amo de casa” debe saber “someter” (es el término que se usa) a todos los que son “inferiores” a él, es decir, a la mujer, a los hijos y a los esclavos. Un buen amo de casa logra, así, que en ella haya una casa visiblemente adecuada social y culturalmente, y entonces él – y sólo él – puede aspirar, eventualmente, a gobernar la ciudad.

Así lo afirma Aristóteles:


Una vez que hemos puesto de manifiesto de qué partes consta la ciudad, tenemos que hablar, en primer lugar, de la administración doméstica, ya que toda ciudad se compone de casas. Las partes de la administración doméstica corresponden a aquellas de que consta a su vez la casa, y la casa perfecta consta de esclavos y libres. Ahora bien, como todo se debe examinar por lo pronto en sus menores elementos, y las partes primeras y mínimas de la casa son el esclavo y el amo, el marido y la mujer, el padre y los hijos, habrá que considerar respecto de estas tres relaciones qué es y cómo debe ser cada una…

Siendo que los cristianos se incorporan a la ciudad, deben adecuarse a este modelo (para no ser mal mirados y, por lo tanto, rechazados por la ciudad, tanto ellos como su mensaje, el cual sería visto como subversivo). Por eso, el cristianismo empieza, más tardíamente, como vemos, a presentarse como una “casa”. Un discípulo de Pablo destacará – más tarde, y ya muerto el Apóstol – que mujeres y maridos, padres e hijos, amos y esclavos deben mostrarse adecuadamente (Col 3,14-4,1; Ef 5,21-6,10) para no ser mal vistos por los demás, y los inferiores: mujeres - hijos - esclavos, deben mostrarse “sometidos” al superior: marido – padre – amo.

Más tarde todavía, cuando se indica que “la Iglesia es la casa de Dios” (1 Tim 3,15) nuevamente encontramos el modelo de la casa, hasta el punto que se dirá que el candidato a epískopo debe mostrar eso en su propia “casa”, «pues si alguno no es capaz de gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios?» (1 Tim. 3,5).

Cuando, con el tiempo, el cristianismo se asentó en las ciudades romanas, debió adaptarse el modelo social, que era el de la “casa”. Así, algunos temas que habían sido importantes, en los orígenes, como el lugar de igualdad entre mujeres y varones en la comunidad primitiva, quedó relegado, mientras otros fueron reforzándose, como una mayor (y más estructurada) forma de organización "eclesial". La ciudad romana, entonces, fue siendo el modelo con el que la Iglesia de las nuevas generaciones se fue conformando.

 

Imagen de casa romana tomada de https://iesalagon.educarex.es/web/departamentos/latin/recursos/casrom_puer/las_insulae.htm

miércoles, 11 de octubre de 2023

Mensaje a las comunidades con motivo de las próximas elecciones nacionales

Mensaje a las comunidades con motivo de las próximas

 elecciones nacionales

 


Como viene ocurriendo desde hace ya 40 años, nos aproximamos a un nuevo acto eleccionario. Todos los y las argentinos elegiremos un nuevo presidente, además de otra serie de cargos ejecutivos y legislativos. Sin embargo, nunca hemos vivido el ambiente preelectoral en clima de violencia, odios y mentiras tan preocupante.

Todos sabemos que la realidad siempre es diferente de los idealismos que nos guían y nos movilizan. Nunca las cosas son como quisiéramos o como soñamos, y, con frecuencia debemos mirar lo mejor posible, o hasta “lo menos malo”. Pero eso, siempre es de esperar, debiera hacerse en un clima de respeto y serenidad.

Pero, quizás desde el nunca investigado atentado contra la vicepresidenta, el clima de violencia debiera ser alarmante. Los insultos al que piensa diferente, los agravios a otras personas (entre quienes se incluye al mismo Papa Francisco, algo nunca corregido y siempre actual), las negaciones de lo evidente, nos deberían invitar a la sensatez. A la verdad y la justicia. El diálogo y la paz.

+ Negar el cambio climático sólo pone en riesgo, quizás irreversible, nuestro presente y nuestro planeta.

+ Negar la discriminación laboral y salarial de las mujeres, en nombre de un falso empirismo, pone los cimientos de un crecimiento aún mayor del patriarcado y de la injusticia.

+ Negar el Terrorismo de Estado, afirmar que hubo una guerra y negar los 30.000 sumerge a la Patria en un Alzheimer, mentira e injusticia que debería ser motivo de escándalo.

+ Proponer mano dura y armas libres, como dos candidatos lo afirman, lleva a una ley del más fuerte donde los pobres, ¡siempre los pobres!, seguirán siendo las víctimas del gatillo fácil, de los mejor armados o de los poderosos de siempre.

+ Negar la importancia de tener nuestra propia moneda (ni “dolarización” ni “bimonetarismo”) – o atacarla con una corrida cambiaria – para mantener nuestra propia independencia económica.

+ Negar la importancia de los BRICS a los que Argentina puede incorporarse el próximo año nos retrotrae a los tiempos de las “relaciones carnales” y sometidos a la geopolítica de los EEUU y del Estado de Israel.

Podríamos seguir. Son demasiados temas demasiado serios y graves. Pero los que queremos “echar la suerte con los pobres de la tierra” sabemos que la vida y la muerte, la esclavitud o la libertad verdadera dependen de un estado presente. Presente con justicia social, con salud y educación pública, libre y gratuita. El individualismo, que es absolutamente opuesto al Evangelio de Jesús, no debería tener cabida en nuestra historia y en nuestro presente. Los que buscan que todo estalle para imponer por resignación o sometimiento sus planes de ajuste y muerte deberían ser desenmascarados. Los que siguen negando los derechos de las comunidades indígenas, de Jujuy a la Patagonia, los derechos de tener sindicatos y justicia laboral, los que aplauden a los que matan por la espalda o con motosierras no deberían figurar en nuestros horizontes. Queremos una democracia con justicia social, con más y mejor empleo digno, con una patria independiente, con un poder judicial sencillamente justo, con más y mejor educación y salud para todas y todos. De vida se trata. De ser fieles a Jesús se trata.

 

Grupo de Curas en opción por los y las pobres

11 de octubre 2023

martes, 10 de octubre de 2023

Comentario a las lecturas del domingo 28 "A"

 

Jesús nos invita a participar de la fiesta de la vida

DOMINGO VIGESIMOCTAVO - "A"


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías     25, 6-10a

Resumen: en un texto que parece de tiempos del exilio, el profeta canta el triunfo de Dios sobre sus enemigos, y la consiguiente invitación a todos (los judíos que están en) los pueblos a participar en un banquete que el Dios rey da a los suyos en el monte Sión.

El texto parece continuar lo anunciado en 24,21-23 donde se anuncia el triunfo y castigo de Dios que reinará en Sión. “Todos los pueblos” (o quizás, los judíos que están dispersos en todos los pueblos) serán congregados en el monte (término que se repite en 6 y 10a formando inclusión). En esta fiesta, Dios quitará el “velo” (v.7) del luto, es decir “enjugará las lágrimas” (v.8b). En el centro se destaca que desaparecerá “la muerte” (v.8a) es decir, el pueblo “vivirá”. Probablemente en el exilio, sin tierra, sin ley, se siente morir pero Dios le garantiza que “consumirá definitivamente la muerte”.

Esta vida queda manifestada en el banquete al que se convoca a “su pueblo” (v.8), invitado por “nuestro Dios” (v.9) [el tema del banquete, fiesta que un rey da a sus súbditos cuando es coronado y mostrar así su magnificencia, parece el motivo por el que es introducido el texto en la liturgia a la luz del Evangelio del día]. Siendo banquete en Sión, ciertamente el pueblo desterrado se siente convocado a una nueva vida. La frecuencia de términos como esperar/esperanza y salvar/salvación nos remiten al “Tercer Isaías”.


Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Filipos     4, 12-14. 19-20

Resumen: Pablo se está despidiendo de los filipenses, pero quiere agradecerles su solidaridad para con él en la prisión. Pero ese gesto de generosidad es, en realidad, un gesto para con Dios que los recompensará. 


El texto litúrgico de Pablo es un fragmento de un folleto agradecido que Pablo envió a los filipenses cuando recibe apoyo y visita de parte de estos, enviando a Epafrodito, que durante un tiempo estará con él; este folleto se encuentra actualmente en Fil 4,10-20. La introducción (vv.10-11) está omitida, del mismo modo que la referencia del Apóstol a la relación siempre generosa que los filipenses le manifestaron (y la referencia a Epafrodito; vv.15-18). 

Breve nota sobre “la” o “las” carta/s a los filipenses: no hay consenso entre los estudiosos si la actual carta a los filipenses es una carta única o si en su seno hay más de una carta reunidas en un mismo texto (suele pensarse en dos cartas y un fragmento o folleto). Hay autores y motivaciones serias en ambas corrientes. Los que piensan en una unidad, creen que las rupturas perceptibles en la carta se deben a motivaciones retóricas. Los que piensan en más de una carta creen que la estrecha relación entre los filipenses y Pablo motivaron varios escritos que finalmente fueron reunidos en un solo texto (quizás a principios del s.II, se dice). Estas serían, un folleto agradecido por el envío de ayuda a la prisión (4,10-20), una carta llena de alegría motivada por el re-envío de Epafrodito a Filipos [1,1-3,1a + 4,4-9 + 4,21-23], y – finalmente – una carta a causa de la intromisión en la comunidad de aquellos que predican la circuncisión (3,1b-4,3); es de notar que Policarpo de Esmirna en su carta a los filipenses les dice que Pablo “les escribió cartas” (Polic Fil 3:2). Como se notará, preferimos esta segunda opción. Sin embargo, el texto litúrgico conforma una unidad y – en este aspecto – no influye para la lectura. De hecho 4,9 tiene apariencia de conclusión (“el Dios de la paz…”) y los vv.19-20 también tiene apariencia conclusiva. La ruptura entre 4,9 y 4,10 es evidente; e incluso la referencia a Epafrodito en 2,25-30 no condice con esta. Allí Pablo les informa de la salud – estuvo a punto de morir – mientras aquí les agradece el envío, no parece coherente que estuvieran en un mismo texto. Los argumentos, como se dijo, no son conclusivos y muchos autores piensan que las rupturas, que son evidentes, tienen motivaciones retóricas.

La unidad vv-10-20 concentra una serie de elementos que han hecho ver en la carta un importante destaque de la “amistad” (“carta de amistad”, se la ha llamado). El mundo greco-romano destacaba la amistad como un modo de relación entre “iguales” (o familia) [aunque con diferentes matices según quiénes lo decían, sean griegos o romanos], mientras que las relaciones desiguales eran vistas como relaciones de “patrón”-“cliente”. Estas relaciones supone ciertamente una “cadena de obligaciones”, de reciprocidad (y no hacerlo pone en serio riesgo la amistad). 

La unidad comienza con un tema que será frecuente en la carta, la “alegría” (v.10). Pablo comenta su actitud, pero no con intención de que pareciera “pedir”. Con un término frecuente en la filosofía estoica, “bastarse a sí mismo” (autarkês; única vez en el NT), afirma que sabe vivir en la pobreza y la riqueza. Pero no es una “autarquía” lograda a costa de un “dominio de sí”, sino “en aquel que me conforta” (v.13; cf. 2 Cor 12,9-10). De hecho ya sabemos por otras cartas paulinas que él trabaja para “auto-mantenerse” y no ser una carga para las comunidades (1 Tes 2,5-9; 1 Cor 9,4-18; 2 Cor 11,7-10; 12,13-18). Luego de haber manifestado esa capacidad “autárquica” (v.12) manifiesta su agradecimiento a los filipenses por su solidaridad (sygkoinôneô; con-solidarios), algo que ya hicieron con él en otras ocasiones (vv.15-16), y que repercute en los mismos filipenses en los dones espirituales que Pablo comunica. Con mucha seriedad Pablo afirma haber “recibido” los dones, pero inmediatamente los relee en clave “ofrenda”: un “aroma perfumado”, una ofrenda aceptable, agradable a Dios (obviamente, Dios no recibe aquellos sacrificios que no le son gratos: Prov 15,8; Jer 6,20; Mal 2,13); lo que los filipenses hacen a Pablo, en realidad es a Dios a quien lo hacen, ¡y él lo recibe gustosamente! La imagen del “aroma perfumado” se utiliza en el lenguaje de los mitos para señalar que “calman” a Dios en su ira, y lo “suavizan” (ver Gen 8,21; es una imagen tomada del mito babilónico del diluvio donde los dioses, como moscas acuden al olor de la ofrenda de Atrajasis o de Utnapistim): 

Entonces hice salir (todo) a los cuatro vientos y ofrecí un sacrificio. Vertí una libación en la montaña ziqqurrat. Siete y siete vasijas dispuse, sobre sus trípodes amontoné caña, cedro y mirto. Los dioses olieron el sabor; los dioses olieron el dulce sabor, los dioses se apiñaron como moscas en torno al sacrificante” (Poema de Guilgames, tableta VI:155-161).

La acción de gracias por los dones de los filipenses, incluye un pedido a Dios de retribución en bendiciones por los dones recibidos. 



Evangelio según san Mateo     22, 1-14

Resumen: Mateo toma una parábola que se encontraba en el texto Q y la alegoriza notablemente aludiendo al rechazo de Jesús, “hijo del rey”. Ante el rechazo de la invitación (por parte de los judíos) se realiza una nueva invitación (fuera de la ciudad), pero eso no autoriza a participar de la fiesta sin estar debidamente preparados.


Mateo presenta una nueva parábola en el contexto donde Marcos había señalado solamente una (los viñadores homicidas); son tres parábolas donde se destaca el rechazo a una invitación (21,28-32; 21,33-46; 22,1-14); en este caso nos encontramos con una que parece tomada del evangelio Q, común entre Mateo y Lucas. Sin embargo, es de notar que cada uno de los dos evangelios (Mateo y Lucas) incorpora en el texto elementos que son muy propios de su teología. Señalemos estos simplemente a modo esquemático (con la intención de descubrir lo propio de Mateo):


Mateo 22
Lucas 14
Banquete de bodas del hijo del rey (v.2)
Un hombre hace una gran cena (v.16)
Llama a los invitados que no quieren ir (v.3)
Llama a los invitados que ponen excusas absurdas para no ir (vv.18-20)
Nueva invitación a los invitados que incluso reaccionan violentamente con los sirvientes  (vv.5-6)

Reacción del rey enviando tropas (v.7)

(vv.8-10) Invitación a invitados inesperados en los cruces de caminos (v.21)

Nueva invitación en los caminos (vv.22-23)
Añadido sobre el invitado sin “vestido de boda” (vv.11-14)
“ninguno de los invitados probará mi cena” (v.24)


Mientras el tema en Lucas, como es habitual, refiere a los pobres, en Mateo – como también es teológicamente frecuente en él – señala el rechazo violento de Israel a Jesús. El acento alegorizado en el “hijo del rey”, en la violencia, y la “destrucción de la ciudad” (= Jerusalén, v.7) marca la insistencia propia de Mateo en la heredera de Israel, la Iglesia. Los invitados en un último momento, fuera de la ciudad, aluden a los no judíos que aceptan la invitación a la “fiesta” de bodas. 

Pero – y quizás Mateo añada esto (el invitado sin traje de bodas) para evitar ser mal entendido dada la alegorización de la parábola – eso no implica que los invitados tardíos estén exentos de dar frutos de justicia. Las bodas aluden al encuentro final con el “hijo del rey”, no basta (como el dicho conclusivo sobre los “llamados” y “elegidos” lo demuestra) con ser invitados (sea en el turno que fuere), es necesaria la respuesta acorde a la invitación. Algunos judíos han dado respuesta (la comunidad judeo-cristiana de Mateo), y algunos paganos también… pero no todos; y tanto los que se han negado a participar del banquete como los que no están debidamente preparados quedarán sin participar de la fiesta del Reino. El acento, como es evidente, está en señalar a los que se auto-excluyeron de la fiesta de bodas y la participación en ella de nuevos sujetos inesperados.

Ciertamente hay elementos extraños a la lógica habitual en el texto: la invitación de un rey que es rechazada como “de común acuerdo”; la sustitución de invitados de “honor” por otros de “bajo honor” (o ninguno)... El acento está puesto en el Reino de Dios que invierte todos los valores habituales y frecuentes, algo que es frecuente en los evangelios, y que Mateo ha mantenido y acentuado. 

La nota de “violencia”, tanto de los invitados hacia los servidores, como del rey destruyendo la “ciudad” refuerza la nota alegórica del texto aludiendo a la muerte de los enviados de Dios y de Jesús, siervo de Dios, y a la posterior destrucción de la ciudad de Jerusalén por parte de los romanos. La alegoría es evidente.

El añadido del invitado sin traje de bodas (al que – como vimos al aludir al que reprocha al dueño de la viña el pago que considera injusto, 20,13; cf. 26,50 – el protagonista llama “amigo”, etaire; pero no alude a la amistad, filía; establece cierta distancia), que como dijimos, no se encuentra en Lucas y – probablemente – no estuviera en Q, invita a descubrir que se trata de un añadido de Mateo con la finalidad de evitar que los que se creyeran invitados en un segundo momento, se creyeran a su vez sin responsabilidades con el reino. Sin dudas los miembros de la comunidad que no son capaces de reconocer su pecado (cf. 18,15-18) también han de ser rechazados de la fiesta.