martes, 17 de enero de 2017

Comentario domingo 3A

El escenario está preparado para que el reino irrumpa en la historia
DOMINGO TERCERO - "A"

Eduardo de la Serna

 


Lectura del libro del profeta Isaías     8, 23b-9, 3

Resumen: en claro contraste con los momentos de opresión que han vivido los judíos por parte de los asirios, el profeta destaca la alegría plena que tendrá su origen en el fin de la opresión, el fin de la guerra y el nacimiento (o coronación) de un rey que establecerá la siempre esperada justicia y el derecho.

Un gran canto comienza en Isaías. Es un canto de acción de gracias al comienzo (8,23b-9,4) para pasar luego a cantar el nacimiento del príncipe que traerá la paz y la justicia. Yahvé aparece como el que ha conducido los momentos de sufrimiento a los que el rey asirio ha sometido a su pueblo, pero ahora avanza –siempre conducido por Yahvé- un cambio de situación. No es evidente si por “camino del mar”, “del otro lado del Jordán” y “región de los Gentiles” se refiere a la misma región o a tres zonas diferentes, pero lo cierto es que desde el norte de Israel viene la novedad. El contraste está presentado entre un andar “a oscuras” (cf. 22.23) y ver una “gran luz”. El verso siguiente, explicitando esta “luz” irrumpe con la imagen de la alegría (¡5 veces en el párrafo!), la comparación visible es la alegría del campesino por la cosecha, o la del botín al haber vencido una guerra.

La razón de la alegría son tres motivos comenzado cada uno por (= porque): el fin de la opresión (v.3), el fin de la guerra (v.4) y el nacimiento de un rey de paz (v.5). El motivo de la alegría tiene que ver precisamente con la desaparición del yugo asirio (Jue 7,15-25), pero también alude a los opresores internos que oprimen a los pobres del pueblo. La imagen es la de la bota opresora y el manto lleno de sangre los cuales serán quemados (cf. Jos 7,21-23). Acabada la opresión y acabada la guerra, la radón de la alegría es obvia. Pero falta un paso (omitido en la liturgia) que es el nacimiento de alguien que se ocupará de que se instauren el “derecho y la justicia” (mispat, tsedaqa, v.6), los mismos oprimidos cantan y celebran su nacimiento (“nos ha nacido”). En el contexto de Isaías es probable que se refiera al nacimiento del rey Ezequías (cf. Is 7,14, el Emmanuel, o quizás, un siglo más tarde, al rey Josías). De todos modos, esta parte está omitida por la liturgia. Sin embargo es importante notar que el centro de esta alegría y de toda la escena no está puesto en el niño, sino en Dios.



Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Corinto     1, 10-14. 16-17

Resumen: Pablo se ha enterado por información oral que en la comunidad de Corinto se han dividido en “partidos” a causa del entusiasmo que algunos predicadores causan en los miembros de la comunidad. Pablo los remite a las causas mismas de la unidad: la cruz y el bautismo invitándolos a tomar en serio estos elementos.


Pablo empieza –cosa extraña en las cartas- con una exhortación (v.10). Y lo hace “en el nombre de nuestro señor Jesús Cristo” para que: (1) tengan todos un (mismo) hablar, que (2) no haya entre ustedes rupturas, divisiones (sjísmata), y que (3) sean juntos una (misma) mente e intención. Evidentemente esto es indicio de la preocupación que la división que se ha provocado en la comunidad de Corinto causa a Pablo. A continuación menciona la fuente oral de la información –nuevo indicio de su preocupación-: “los de Cloe”. Esta mujer debe ser importante para la comunidad. “Los de” pueden ser familiares o trabajadores dependientes de ella, y le han contado que hay “discordias” (éris). La discordia viene dada porque “cada uno de ustedes” anda diciendo por su parte “yo soy de…” La comunidad se ha quebrado en “partidos”. Y se mencionan expresamente cuatro partidos: de Pablo, de Apolo, de Cefas y de Cristo. De Apolo sabemos algo por Hechos de los Apóstoles. Pablo sólo lo menciona una vez más fuera de este contexto en 16,12. Sabemos que era un “judío elocuente, versado en las Escrituras” (Hch 18,24). Fue instruido para completar su conocimiento por Priscila y Aquila y viajó a corinto desde Éfeso (Hch 18,24-28). Es muy probable que los sectores más “cultos” de la comunidad hayan quedado encandilados con su predicación. Cefas es el nombre arameo de Pedro. A éste ya lo conocemos (Pablo siempre lo llama Cefas salvo en Ga 2,7-8 que puede ser una cita), era el responsable de la predicación a los judíos (sea a las personas judías o a los territorios mayoritariamente judíos; Ga 2,9) es posible que su grupo fuera el grupo de origen semita de la comunidad. El grupo de Cristo nos es desconocido. Algunos pretenden negar su existencia, lo que no parece sensato. Quizás se trate de aquellos que niegan “las mediaciones”, en este caso niegan la intermediación de los apóstoles para el anuncio del Evangelio (en otras partes de la carta se ve que hay quienes rechazan otras mediaciones). Lo cierto es que se han formado cuatro grupos y eso para Pablo es intolerable.

La obra de Cristo en nosotros no da cabida a estas divisiones: la cruz de Cristo nos reconcilia a “todos” con Dios, y “todos” estamos con-crucificados juntamente con él (Ga 2,19); el “bautismo” nos incorpora en Cristo a “todos”. El bautismo (que es generador de unidad por “sumergirnos” en Cristo) nos hace tener un nombre nuevo, “invocar” ese nombre (1,2), nombre bajo el cual nos “exhorta” (1,10). La comunidad se reúne “en el nombre” de Jesús (5,4) que nos “justifica” (6,11). La fe, fruto de la predicación dice referencia a este “nombre” (Rom 1,5), el nombre muestra a Dios mismo (Rom 2,24; 9,17) y el que “invoque el nombre del Señor se salvará” (Rom 10,13).

Pablo –de hecho- bautiza muy poco. Y así nadie puede invocar su nombre en referencia al bautismo (vv.14.16) porque él reconoce que su ministerio es el de la evangelización” (v.17). él está llamado a anunciar “buenas noticias” en las comunidades.

Una nota sobre los partidos: es posible que la causa originante de la división haya sido provocada por los fascinados por la predicación de Apolo, y el contraste con la de Pablo que parece no haber sobresalido por su predicación (cf. 2 Cor 10,10; ver 1 Cor 2,1.4). Esto motivó que otros destacaran las cualidades o preferencias por otros. De todos modos hay que señalar que Pablo no critica este o aquel partido ni defiende al suyo; Pablo cuestiona que en la comunidad haya partidos, eso le resulta intolerante.

Una nota sobre el Evangelio: el término “evangelio”, comunicar “buenas noticias” es un término que tiene una cierta presencia en la Biblia griega (cf. Is 52,7) pero también es un término muy frecuente en el ambiente imperial romano y se utiliza para celebrar el nacimiento o la coronación del emperador, o sus triunfos militares. Pablo lo utiliza sin dudas en ambos sentidos, y en este último es fuertemente contracultural, más aún ligado a la “cruz”, otro aspecto claramente romano. Pablo les anuncia a los suyos que la buena noticia no viene dada por un triunfo militar o es celebrada en el culto imperial sino que un crucificado (por los romanos) es el origen de esta buena noticia que predica.

Pablo finalmente destaca que no predica con “palabras sabias” para no “aniquilar” (transformar en nada, kenôthê) la cruz de Cristo. La característica de la cruz es la paradoja de la nada más absoluta de una persona en la cual se comunica a la humanidad la plenitud del poder divino de vida. La elocuencia, las apariencias de sabiduría corren el riesgo de entusiasmarse con el predicador y hacer “desaparecer” la fuerza infinita de la nada de la cruz.


+ Evangelio según san Mateo    4, 12-23

Resumen: Mateo presenta el ministerio de Jesús ubicándolo geográficamente, llamando junto a sí a los primeros discípulos y en un breve sumario mostrando su predicación del reino de los cielos. Sigue a Marcos con interesantes añadidos. El terreno para empezar su ministerio está preparado.



Jesús está comenzando lo que llamamos su “vida pública”, su ministerio y Mateo señala tres elementos: el traslado de Jesús a Galilea, un sumario de su predicación y el llamado de los dos primeros pares de hermanos. Los tres elementos están tomados de Marcos, aunque –especialmente en el primero- Mateo añade elementos propios.

Jesús se encontraba en la región del Jordán, pero ante la captura de Juan por parte de Herodes Antipas, Jesús se muda hacia el norte (vv.12-16). A una región muy cercana a la frontera. Se trata de una huida a la región fronteriza para escapar si el peligro acecha. Se muda a Cafarnaúm, una muy pequeña ciudad del lago de Galilea (para darnos una idea, mientras Nazaret parece haber tenido unos 400 habitantes, ahora Jesús se traslada a una “ciudad” que tenía entre 600 y 1500 habitantes por lo que la arqueología nos muestra).

Como es habitual en Mateo, este movimiento de Jesús es justificado con un “cumplimiento” de lo dicho por el profeta. Con algunas diferencias que son interesantes de ver:

Isaías 8,23-9,1
Mateo 4,15-17
Como el tiempo primero ultrajó a la
tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí,
así el postrero honró el
camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los Gentiles.

¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí,

camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles!
El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras de muerte, una luz brilló sobre ellos.
El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido.


El texto tomado por Mateo del A.T. sigue la Biblia griega (la Biblia hebrea dice “región de los gentiles” mientras LXX afirma “Galilea de los gentiles”) y acota que las sombras son “de muerte”. La salvación que en Isaías empezaba desde el norte (ver comentario a la primera lectura) es comenzada ahora que se “cumple” el oráculo del profeta, por la presencia de Jesús en la región. Omitiendo el marco político de Isaías Mateo señala que quién llena de luz las regiones del norte es la actividad de Jesús.

Una nota sobre el “cumplimiento” del Antiguo Testamento: Particularmente en Mateo los escritores del N.T. insisten en el “cumplimiento de las Escrituras / los oráculos” de los profetas. Sería falso entender que Dios ha pensado y planeado la historia dejando “tiempos vacíos” esperando que se llenen en el futuro. Eso significaría que la historia está “digitada” por Dios, “planeada”. Y sería sumamente difícil, entonces, explicar el mal en el mundo y la historia. Los profetas hablaron a su tiempo, y esperaban que sus palabras se concretaran en su presente o en un futuro cercano. Sin embargo, pasado el tiempo, muchos cristianos vieron o interpretaron que esos dichos volvieron a realizarse de una o de otra manera. Como si se “llenaran” de nuevo contenido (“llenar” y “cumplir” es el mismo verbo). De ese modo, el cumplimiento de las escrituras ha de entenderse como una “re-lectura” y no como una “predestinación” de futuro.

El mensaje de Jesús (v.17) es el mismo que en 3,2 había pronunciado Juan, el Bautista. La diferencia vendrá dada por qué entiende cada uno que es este “Reino de los cielos” que se avecina. Todo el Evangelio se dedicará a mostrarlo. Ciertamente el reino predicado por Juan es un reino de castigo y fuego muy distinto del predicado por Jesús. De allí que Juan se pregunte si Jesús es “el que ha de venir”. De paso es importante notar que debido a sus destinatarios provenientes del judaísmo, Mateo prefiere señalar que el reino es “de los cielos” y no “de Dios”. Lo usa como sinónimo (ver 21,25 donde es evidente que “cielos” alude a Dios) y no debe entenderse que Jesús se refiere al “cielo” como lo entendemos contemporáneamente, la morada de Dios.

El llamado de los dos pares de hermanos (vv.18-22) está tomado de Marcos y salvo pequeños detalles es idéntico. Son relatos construidos de un modo semejante: El primero mencionado es Simón, de quien se aclara que es el llamado “Pedro”, cambio de nombre que se realizará en 16,18, pero se lo menciona desde el comienzo por la importancia que ocupa en la comunidad y en este Evangelio. La primera comunidad empieza a gestarse.

Recorrer, enseñar, predicar y sanar pasan a ser en el sumario conclusivo una suerte de síntesis del ministerio de Jesús (v.23).


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