martes, 16 de abril de 2024

Milei, Bullrich, Israel y “shalom”

Milei, Bullrich, Israel y “shalom”

Eduardo de la Serna



Cuando le preguntaron a Javier Milei sobre su actitud de involucrarse en el conflicto en la región de Israel y Palestina, él respondió: "nosotros ya estamos en el mapa (del terrorismo). La diferencia es si somos cobardes o nos plantamos del lado del bien". La ministra Patricia Bullrich afirmó que “el llamamiento a la paz no es la posición argentina”. Esto – me parece – nos debería invitar a un planteamiento sobre la paz, en hebreo šālōm.

Pocos términos más polisémicos que la raíz verbal y sustantiva del hebreo: indica bienestar, salud, culminación, plenitud, paz, amabilidad, fortuna, pago, totalidad, armonía, y hasta, en una ocasión, un sacrificio. La popularidad del uso se vislumbra en nombres como, probablemente, Jerusalem y Salomón, por ejemplo. Para comprender la dificultad de la traducción hay un texto notable: en el segundo libro de Samuel se narra una escena patética: David, el rey, ha tenido relaciones sexuales con Betsabé, que estaba casada con un militar de su ejército que se encontraba en plena batalla. Como ella quedó embarazada, lo manda llamar para intentar tapar el hecho, cosa que no logra. Pero para disimular el llamado le pregunta por el estado de la guerra. Difícil de traducir del hebreo al castellano notemos (2 Sam 11,7):

  •        Cuando llegó Urías, David le preguntó por Joab, el ejército y la guerra (Biblia de nuestro pueblo).
  •    Cuando Urías llegó ante él, David le preguntó por la salud de Joab, por la salud del pueblo y por la marcha de la guerra (Reina Valera).
  •         Llegó Urías donde él y David le preguntó por Joab, y por el ejército y por la marcha de la guerra. (Biblia de Jerusalén)
  •     Cuando llegó Urías, David le preguntó cómo estaba Joab y el ejército y cómo iba la guerra. (Biblia latinoamericana)
  •        y cuando Urías se presentó ante el rey, David le preguntó cómo estaban Joab y la tropa y cómo iba la guerra. (Libro del pueblo de Dios)
Veamos otras traducciones:

  •         comment allait Joab, et le peuple, et la guerre. (Traduction Oecumenique de la Bible)
  •         wie es um Joab, um die Truppen und um den Krieg stehe. (Die Bibel Herder)
  •         gli domandò notizie sullo stato di Ioab, del popolo e della guerra. (Bibbia San Paolo)
  •         como ficava Joabe, e como ficava o povo, e como ia a guerra. (Almeida Revista e Corrigida)
  •         David asked how Joab and the people fared, and how the war was going. (New Revised Standard Version)

Incluso la traducción latina de San Jerónimo (Vulgata) así traduce:

  •       et venit Urias ad David quaesivitque David quam recte ageret Ioab et populus et quomodo administraretur bellum

En cambio, la Biblia griega traduce:

  •         Y llegó Urías y fue a él y David le preguntó por la paz (eirēnē) de Joab, la paz del pueblo (eirēnē toû laoû) y la paz de la guerra (eirēnē toû polémou; Septuaginta).

Vayamos, entonces, al texto hebreo:

  •        Y vino Urías y le preguntó David por el šālōm de Joab, el šālōm del pueblo (‘am) y el šālōm de la guerra.

Valga toda esta distinción para notar la dificultad en las lenguas modernas para expresar el término šālōm, habitualmente traducido por “paz” y, en este caso, aplicado a la guerra. Incluso la Reina Valera, que traduce por “salud”, la aplica a Joab y al pueblo, pero no a la guerra. Ya señalamos que “paz” no es la única traducción posible del término.

En el segundo testamento, el griego eirēnē se utiliza, con frecuencia en un sentido semejante al uso hebreo. Es muy frecuente como saludo (por ejemplo, del resucitado a sus discípulos atemorizados), o en los saludos iniciales de las cartas (en las cartas paulinas, acompañado de “gracia”, que es más culturalmente griego).

Es interesante que Pablo con alguna frecuencia utiliza la fórmula “el Dios de la paz” [1 Tes 5,23; Fil 4,9; 2 Cor 13,11; Rom 15,33; 16,20; cf. Heb 13,20 (algunas traducciones también lo aplican en Rom 15,13, pero no dice ho dè theòs tēs eirēnēs sino tēs elpídos, Dios de la esperanza)]. Así lo explica R. Jewett:

En contraste con lo dicho en el Testamento de Dan en el que el conflicto se ha de resolver siguiendo la ley más cuidadosamente, Pablo entiende la paz como una actividad de Dios a través del Evangelio, que transforma los antagonistas y hace posible la cooperación [Romans, Hermeneia 2007, 939]]

En esa misma linea, para no malentender a Pablo, se ha de recordar que el Evangelio no es la “buena noticia” de los éxitos del imperio romano (militares o de gobierno) sino – contraculturalmente – de algo que Dios ha obrado en la historia (por su hijo – que no es el César – Jesús); la frase “el evangelio de Dios” (que también puede traducirse como “el evangelio que es Dios”) se encuentra en 1 Tes 2,8.9; 2 Cor 11,7; Rom 1,1; 15,16...

Ahora bien. Ya hemos reflexionado sobre el sentido variable en los tiempos del término “guerra” [https://blogeduopp1.blogspot.com/2024/03/una-extrana-guerra.html] y sin duda algo semejante deberíamos decir sobre la “paz”. Entender la paz como ausencia de guerra o conflicto es, ciertamente, muy limitado y pobre aunque se trate de algo inicialmente deseable. A modo meramente de ejemplo, en la encíclica de Francisco sobre la fraternidad y sororidad universal, Fratelli Tutti (2020), el término paz se encuentra cerca de 100 veces:

  •          nuestro mundo avanza en una dicotomía sin sentido con la pretensión de «garantizar la estabilidad y la paz en base a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza (# 26)
  •          Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos. Este es el verdadero camino de la paz, y no la estrategia carente de sentido y corta de miras de sembrar temor y desconfianza ante amenazas externas. Porque la paz real y duradera sólo es posible «desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana» (# 127)
  •          Lo que vale es generar procesos de encuentro, procesos que construyan un pueblo que sabe recoger las diferencias. ¡Armemos a nuestros hijos con las armas del diálogo! ¡Enseñémosles la buena batalla del encuentro! (# 217)
  •          Hay una “arquitectura” de la paz, donde intervienen las diversas instituciones de la sociedad, cada una desde su competencia, pero hay también una “artesanía” de la paz que nos involucra a todos. A partir de diversos procesos de paz que se desarrollaron en distintos lugares del mundo «hemos aprendido que estos caminos de pacificación, de primacía de la razón sobre la venganza, de delicada armonía entre la política y el derecho, no pueden obviar los procesos de la gente. (…) siempre es rico incorporar en nuestros procesos de paz la experiencia de sectores que, en muchas ocasiones, han sido invisibilizados, para que sean precisamente las comunidades quienes coloreen los procesos de memoria colectiva» (# 231)
  •          La paz «no sólo es ausencia de guerra sino el compromiso incansable —especialmente de aquellos que ocupamos un cargo de más amplia responsabilidad— de reconocer, garantizar y reconstruir concretamente la dignidad tantas veces olvidada o ignorada de hermanos nuestros, para que puedan sentirse los principales protagonistas del destino de su nación» (# 233)

Ciertamente eso no implica ignorar los conflictos frente a los cuales “el cristiano no pocas veces debe pronunciarse con coherencia y decisión” (Juan Pablo II)

  •          La clave está en no hacerlo para alimentar una ira que enferma el alma personal y el alma de nuestro pueblo, o por una necesidad enfermiza de destruir al otro que desata una carrera de venganza. Nadie alcanza la paz interior ni se reconcilia con la vida de esa manera. La verdad es que «ninguna familia, ningún grupo de vecinos o una etnia, menos un país, tiene futuro si el motor que los une, convoca y tapa las diferencias es la venganza y el odio. No podemos ponernos de acuerdo y unirnos para vengarnos, para hacerle al que fue violento lo mismo que él nos hizo, para planificar ocasiones de desquite bajo formatos aparentemente legales». Así no se gana nada y a la larga se pierde todo. (# 242)

«Resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado» (Juan XXIII).

  •          La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal (…) Prestemos atención a la verdad de esas víctimas de la violencia, miremos la realidad desde sus ojos y escuchemos sus relatos con el corazón abierto. Así podremos reconocer el abismo del mal en el corazón de la guerra y no nos perturbará que nos traten de ingenuos por elegir la paz (# 261).
  •          A veces la violencia fundamentalista, en algunos grupos de cualquier religión, es desatada por la imprudencia de sus líderes. (# 284)

Mirando los textos del gobierno citados más arriba (y los conflictos que se despliegan por todo el mapa, los que tienen prensa y – sobre todo – los invisibilizados, porque, por ejemplo, ¿a quién le importan los más de 5.000.000 de “negros” muertos en la república del Congo por la “maldición” de tener coltán? Mirando esto, y la hegemonía que nos “obliga a pensar” que se trata de “terrorismo” cuando es algo contrario a lo que piensa y cuyos intereses defiende “el poder” mientras que si es “nuestro” se trata de “posicionarnos del lado del bien”, algo debería ponernos en estado de alerta.

Que me perdonen la ministra y el presidente... creo que son absolutamente incapaces de entender el valor de la paz y de reconocer “el lado del bien”. El mismo para el que “los argentinos de bien” son sus amigos, y no lo son (¿porque son casta?) los pobres, los migrantes, los trabajadores, los desocupados, los ancianos, los enfermos, los estudiantes... No creo que tenga ninguna capacidad de entender qué es “el bien”. Si no entiende el valor urgente de la paz, evidentemente su incapacidad ¡es absoluta!


Imagen tomada de https://twitter.com/MafaldaQuotes/status/489930072325775360

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