jueves, 28 de noviembre de 2024

Pedro, un amigo de Jesús (1)

Pedro, un amigo de Jesús (1)

Eduardo de la Serna



Uno de los personajes bíblicos más conocidos es Pedro, un amigo de Jesús. De hecho, se lo menciona muchísimas veces e incluso hay escritos que se le atribuyen a él. Tratemos de ver algo de este personaje, aunque debamos dedicar próximamente otra nota ya que es muy importante y extenso.

Como se sabe, “Pedro” no es su nombre sino el sobrenombre que recibió. En el Nuevo Testamento se utiliza incluso este mismo sobrenombre en arameo, “Cefas”, luego traducido a “Pedro” (= piedra). Se habla de él en los 4 evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, en Pablo (en las cartas a los Gálatas y en 1 Corintios), y – como dijimos – hay dos cartas que afirman ser escritas por él (las 1 y 2 de “Pedro”).

Salvo en una ocasión, Pablo siempre se refiere a él como “Cefas”; nombre que también encontramos en Juan (1,42). En Hechos 15,14, Santiago lo llama “Simeón”, nombre que también “se da” Pedro en 2 Pe 1,1 (“Simeón Pedro”). Con frecuencia en los Evangelios y en Hechos se aclara “Simón Pedro” (Mt 16,16; Mc 14,37; Lc 5,8; Jn 1,40; Hch 10,18 entre otros), y otras veces simplemente “Pedro” (Mt 8,14; Mc 5,37; Lc 8,45; Jn 1,44; Hch 1,13 entre otros) o Simón (Mt 16,17; 17,25; Mc 1,16.29.30; Lc 4,38; 5,3; 24,34; Jn 1,41; 21,15-17. Los textos afirman que “Pedro” es el sobrenombre que le dio Jesús (Mt 16,18; Mc 3,16; Lc 6,14; y Jn 1,42 llamándolo – como dijimos – “Cefas”); sólo Mateo da una razón a ese sobrenombre (“piedra de la Iglesia”).

El evangelio más antiguo, el de Marcos, muestra con mucha frecuencia la cercanía de Jesús con Pedro y los hermanos Santiago y Juan (a los que también da un sobrenombre, “hijos del trueno”, 3,17). El libro de los Hechos muestra desde el comienzo (1,15) el lugar principal que ocupa en la comunidad hasta que desaparece en el libro (15,7) dejando su lugar a Pablo.

Como se dijo, en el Nuevo Testamento hay dos cartas que se le atribuyen, aunque es posible que las hayan escrito discípulos suyos como era muy frecuente en esos tiempos. Pero esto nos permite formular una pregunta oportuna en esta nota. ¿Por qué tanta importancia a un discípulo en especial? Pablo, aunque no tiene dudas en confrontarlo si es el caso (Gal 2,11-14), sabe que su voz es autorizada (Gal 1,18) y preponderante. De hecho, Pedro es al primero al que se le aparece el resucitado según lo que él ha escuchado (1 Cor 15,3-5); concretamente – para Pablo – es el referente máximo de la predicación a los judíos (Gal 2,7-8, la única vez que él lo llama “Pedro” y no “Cefas”) así como él lo es para la predicación a los no-judíos.

Este lugar “principal” de Pedro es un tema muy importante en el Nuevo Testamento y luego en la tradición cristiana. La pregunta principal - en este caso - es esta: en los escritos bíblicos, ¿hay un “ministerio” de Pedro o se trata sólo de un caso excepcional? Es decir, nadie discute que Pedro ocupa un lugar muy importante en las primeras comunidades (la cantidad de libros del NT que lo mencionan lo demuestra), pero la pregunta es si, muerto Pedro, está previsto que otro ocupe su lugar. Es evidente que la gran mayoría de los libros del NT están escritos cuando ya Pedro había muerto, lo cual es indicio de que no se quiso olvidar su memoria, y – además – que discípulos suyos escribieran cartas en su nombre muestra que su importancia no había desparecido con su muerte. Incluso hay que notar que se dirigen a comunidades por las que Pedro no había pasado, que nosotros sepamos (ver 1 Pe 1,1), lo cual muestra que su nombre y su tradición tienen un prestigio que no se quiere borrar y que trasciende los límites geográficos por los que él estuvo. Incluso, terminado el tiempo del NT, esa tradición continuó, especialmente relacionada con comunidad de Roma. Ese ministerio de Pedro es el que los católico-romanos llamamos el “papado”. Por cierto, que el Papa no es el jefe de la Iglesia (el cual es Jesús, evidentemente... "mi iglesia") sino que es el sucesor de Pedro; uno que, como Pedro, puede acertar o equivocarse (muchísimas veces Pedro se equivoca en dichos o hechos [Mt 16,22-23; Mc 14,71; Lc 9,33; Jn 13,8; Hch 10,13-14; Gal 2,14], lo que no impide que siga siendo “Piedra”), pero que su nombre muestra un ámbito de unidad, un espacio “eclesial”. Pedro – el Papa, en este caso – se muestra como un “lugar”, más que como una “persona” en la que los católico-romanos podemos vivir y manifestar nuestra fe.

Icono sobre Pedro tomado de https://es.wikipedia.org/wiki/Simón_Pedro#/media/Archivo:Petersinai.jpg

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