martes, 6 de agosto de 2024

Paz, Pan, Trabajo y Libertad (OPP)

Paz, Pan, Trabajo y Libertad



La siempre popular fiesta de San Cayetano convoca a multitudes de todo el país que piden, por intercesión del santo, “Pan y Trabajo”. Desde los tiempos de la dictadura cívico-militar con bendición eclesiástica es frecuente que se añada, también, el pedido de Paz. Quizás en nuestro tiempo, también, sea oportuno añadir el pedido de “Libertad”, ya que, sabemos que nadie es libre si todos no somos libres. Ciertamente no se trata de la libertad de morir de hambre, sino de vivir en plenitud. Se trata del pan con trabajo, que es dignidad, y del trabajo con pan, que es justicia.

En nuestras comunidades y barrios abundan raquíticos comedores donde algunos pueden acceder a un poco de pan, que sin trabajo es humillación, y un modelo económico de injusticia e insolidaridad donde somos testigos de trabajo sin pan, que es explotación. Y cuando esto existe – y lo decimos desde ya hace muchos años – prolifera y abunda la represión, que ahoga la paz, tan necesaria en nuestras sociedades.

Somos conscientes que es bueno pedir a Dios por la intercesión de San Cayetano, pero no ignoramos que no se trata de magia. Debe cambiar el sistema económico, social, político, porque es evidente que por este camino hay cada vez menos pan, menos trabajo, menos paz y menos libertad, por más que se las vocifere y publicite.

  •          Aunque se diga que baja la inflación no es menos evidente que si los salarios no alcanzan cada vez se puede comprar menos. No es cosa de inflación sino de poder adquisitivo.
  •          Se destruyen PYMES, se cierran empresas o reducen empleos, proliferan los retiros “voluntarios” o, directamente la desocupación forzada que hacen que el trabajo escasee.
  •          Los medios de comunicación entretienen con globos de ensayo y aturden con casos y nuevos casos que distraen e impiden análisis serios que permitan ir al nudo de los problemas y sus causas. Una sociedad desinformada es una sociedad adormecida.
  •          Somos espectadores de grupos de “periodistas” que no hacen sino responsabilizar de todo a otros, y entrevistan funcionarios en los que cualquier pregunta sensata está totalmente ausente.
  •          La “cosa pública” es presentada como algo que debe ser definitivamente eliminada, sea la escuela, la universidad, la salud. Los casos de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo y del Hospital Posadas son una muestra evidente de la gravedad de esto.
  •          La visita de legisladores a genocidas condenados por delitos de lesa humanidad en tribunales justos y democráticos revela la gravedad de un proyecto y una mirada negacionista de la historia reciente, a la que se suma el asesinato y las pintadas en la casa de Susana Beatriz Montoya, viuda de un militante de ERP desaparecido y madre de Fernando Albareda, un militante de HIJOS que ya había sido amenazado.
  •          La represión en nombre de protocolos, cuya autoridad desconocemos, no hace sino alentar el miedo (que es lo que se pretende) impidiendo el ejercicio constitucional de la protesta.
  •          La aberración de alimentos y mantas en depósitos que, a pesar de disposiciones judiciales se resisten a ser entregadas hacen patentes la crueldad y la absoluta falta de empatía ante el hambre y el frío de los sectores que, además, son víctimas de este mismo modelo.
  •          Sistemas judiciales y sindicales silenciados por complicidades o temores impiden que los más débiles o vulnerables de nuestra sociedad tengan sistemas de resguardo solidario o acceso a lo que es justo.
  •          La política internacional de insultos a presidentes con los que las relaciones debieran ser fluidas y cordiales, y las relaciones carnales con los EEUU y el Estado de Israel no nos conducen sino a temer rupturas, desacuerdos, o incluso situaciones de violencia que deploramos.
  •          El ejercicio irresponsable de la libertad de unos pocos avasallando a multitudes a los que se les coarta la libertad del trabajo digno, de la agremiación fuerte, de un salario justo, de la posibilidad del reclamo, de acceso a la salud o la educación gratuitas y de calidad, etc., revelan que la libertad puede declamarse, pero es inexistente para la gran mayoría de nuestra población.
  •          El creciente número de pobres, como lo afirmó la UCA este fin de semana y los grandes medios callaron, que se engrosa día a día con despedidos en todo el país y los aumentos de los servicios.
  •          Y vemos, con dolor, una jerarquía eclesiástica de la que se añoran voces claras, firmes, proféticas que confirmen que los pobres deben tener buenas noticias reales y concretas.

Pedimos a San Cayetano, entonces, paz, pan, trabajo y libertad. Pero pedimos a todos los que nos llamamos cristianos, seamos de la denominación que seamos, que mirando el Evangelio y mirando el sufrimiento de los pobres sepamos despertar de la pesadilla para caminar juntos caminos de esperanza y de vida, de libertad y de paz.

 

Curas en Opción por las y los pobres

Festividad de San Cayetano,

7 de agosto 2024


Comentario a las lecturas domingo 19º B

 

El Pan de la vida confronta las realidades de muerte

DOMINGO DECIMONOVENO - "B"

Eduardo de la Serna



Lectura del primer libro de los Reyes     19, 1-8

Resumen: Elías debe huir de la ira de Jezabel y se dirige por el desierto a la montaña de Dios, el Horeb. Para eso es alimentado maravillosamente por un mensajero de Dios.


El texto de 1 Reyes se inscribe, obviamente, en el llamado “ciclo de Elías”. El conflicto entre el profeta y la reina Jezabel es muy serio. Lo resumimos brevemente:

El rey de Israel, Ajab se ha casado con Jezabel, de Tiro, hija de un sacerdote de Baal. Mirad desde la perspectiva de la reina, es razonable que ella actúe como una reina fenicia y no como una reina israelita. Y esto incluye actitudes de autoridad, actitudes frente a la tierra (los fenicios tienen una actitud muy diferente, de allí que Jezabel entienda razonable comprar y vender la tierra, cosa que Nabot no acepta, cf. 1 Re 21) y obviamente en lo religioso es comprensible que tenga sacerdotes y profetas de Baal. Por el contrario, Elías no acepta la presencia de los ídolos y sus ministros en la tierra de Israel. El tema es un “conflicto de Dioses” (es bueno recordar que Elías significa “mi Dios es Yah[vé]”). Reclamando los derechos de Yahvé sobre su pueblo, Elías ha asesinado a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal lo cual, por cierto, provoca la ira de Jezabel, quien decide informarle a Elías por un “mensajero” (mal’ak) que aplicará el “ojo por ojo” (“hacer con tu vida como has hecho con la de ellos”, v.2). Comprensiblemente Elías tiene miedo y emprende la huida. Se dirige a Judá y sigue hacia el sur dejando en la última localidad – Berseba – a su criado y se adentra en el desierto.

El texto no nos dice hacia dónde se dirige Elías hasta el final: el monte de Dios, el Horeb. El trayecto (unos 400 kms.) es presentado como largo, y en una cierta memoria del trayecto del pueblo en el desierto es señalado como de “cuarenta días” [una caravana demoraría unos 15 días en hacerlo]. 

La alimentación del profeta en el desierto como fuerza para el camino es, sin duda, el motivo por el que el texto es incorporado. Quien despierta a Elías es un mal’ak (mensajero, ángel), “mal’ak de Yahvé” (v.7), mensajero de vida, que le ordena levantarse y comer. Lo que Elías ve es una “torta”, como la que había encargado a la viuda en 1 Re 17,13 (en Num 11,8 se hace una torta con el maná), y además una jarra de agua (también la viuda de 1 Re 1712.14.16 tiene una jarra. Con ambas, Elías alimenta milagrosamente a la viuda y su hijo. El “mensajero” vuelve a insistirle que coma ya que “el camino ante ti es largo”. De hecho, es “con la fuerza de aquella comida” que Elías llega al Horeb (= Sinaí; cf. Sir 48,7) caminando “cuarenta días y cuarenta noches”. En Ex 34,28 Moisés permanece “cuarenta días y cuarenta noches” sin alimento ni bebida mientras transcribe en el monte la ley de Dios (Dt 9,9.11.18.25; 10,10; cf. Mt 4,2). Una vez más, Moisés y Elías manifiestan semejanzas en los relatos bíblicos.


Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Éfeso     4, 30-5, 2

Resumen: El hombre viejo y el hombre nuevo del que había hablado tienen modos de vida que los identifican. El autor invita a los creyentes a asemejase a Cristo en su amor extremo. 


Las listas de vicios son muy frecuentes en los escritos judíos de la diáspora. Es  un modo sencillo y práctico de ilustrar a los destinatarios con la expresión de cosas que han de ser consideradas detestables y – por lo tanto – han de evitarse. Se puede decir que, en general, hay dos grandes “pecados” que los judíos detestan de los paganos que nacen de la idolatría y los desórdenes sexuales, de allí que las listas abunden en ello. Los judíos, viendo el modo de vida de los paganos de sus ambientes manifiestan rechazo por los mismos. Puede destacarse que el ambiente cultural marca decisivamente estos catálogos. Del mismo modo suele haber listas de virtudes, de tareas de la autoridad, etc. Lo cierto es que el autor, que ya había hablado (lectura de la semana pasada) del modo de vida de los paganos (ethnê, v.17) dedica dos párrafos a detallarlos (4,25-32; 5,3-14). En el medio (5,1-2) contrasta esto con el ejemplo de Cristo. El final de la primera lista y el ejemplo de Cristo constituyen la lectura del día.

La diferencia que tiene la lista de Efesios radica en que no se trata de una mera y fría enumeración de vicios sino que presenta también una opción alternativa: bondad, verdad, edificación, beneficencia, perdón… tomando elementos propios de otras cartas paulinas. 

Isaías había destacado las idas y vueltas de las relaciones de Dios e Israel. Aunque Él recuerde a Moisés (63,9.11.12) lo cierto es que “ellos se rebelaron y entristecieron a su Espíritu santo, y él se convirtió en su enemigo, guerreó contra ellos” (Is 63,10). Israel obstinado se rebeló contra Dios en el desierto. El texto no señala expresamente qué sería lo que entristece el espíritu de Dios, si las palabras ofensivas (v.29), el conjunto de “amargura, pasión, enojo, gritos, insultos y cualquier tipo de maldad” (v.31) o – como parece, por el contexto – el completo “catálogo de vicios”. Todo esto es recaer en el “hombre viejo” (v.22). Con este espíritu los creyentes han entrado en una relación interpersonal (de allí que pueden entristecerlo) a partir del bautismo (a eso alude el “sello” y la redención, cf. 1,13-14).

A continuación, en la lista de cinco elementos negativos (v.31) señala la ruptura de la unidad, de la paz que caracteriza a los “revestidos” del Hombre Nuevo Cristo, que señalará brevemente en v.32. Estos tres aspectos son jrêstós (bueno, honorable, benévolo), eusplagjnoi (literalmente: de buenas entrañas, compasivo) y jarizomenoi eautois (que se perdonen, liberen, tengan gracia unos a otros). Este modo de vida interpersonal ha de caracterizar a los miembros de la Iglesia, a los bautizados.

De aquí el autor saca una conclusión: “por lo tanto” (5,1). Seguramente es una conclusión de todo lo que viene diciendo desde v.17, no exclusivamente de lo último. Pero lo que dirá resulta sumamente denso (y en cierto modo, novedoso). Por única vez en la Biblia se habla de “imitar a Dios”, aunque – como es frecuente en otras ocasiones – se suele destacar un aspecto o elemento: “misericordia” (Lc 6,36), “misericordia y clemencia” (rabi Shaûl)… En este caso se trata de “hijos amados” (Rom 1,7), como lo es Cristo mismo. Para ello se ha de “caminar en el amor” siguiendo el ejemplo de Cristo (el hijo querido, Col 1,13). La vida de amor es la vida suprema del cristiano (Rom 13,8-10; Ga 5,13-14; 1 Cor 13), del bautizado que como hijo llama Abbá a Dios (Rom 8,15; Gal 4,6). Pero esa vida debe ser como la de “Dios”, amar como Dios ama. Ese es el distintivo (tatuaje, sello) del cristiano. El de Cristo es el ejemplo sublime. Aquí, toma una imagen típicamente paulina “se entregó a sí mismo por mí” (Ga 2,20) llevándola al plural: “por nosotros”. Ese amor es comunitario. La imagen concluye tomando un elemento de la teología sacrificial. La donación de Cristo es presentada como “ofrenda” y “víctima” (cf. Sal 40,7), de “suave aroma” (antropomorfismo muy frecuente para señalar que a Dios le causa placer el olor de los sacrificios, cf. Gn 8,21; Ex 29,18; Lev 2,12…). Pero en este caso entendido como una auto-donación de sí motivada por el amor a los suyos. Es a este amor extremo, a semejanza del de Dios, del de Cristo al que el autor invita a su comunidad los unos con los otros.


Evangelio según san Juan     6, 41-51

Resumen: Continúa el discurso del Pan de Vida. Jesús no es quien parece ser, viene del Padre Dios y puede conducir al padre y transmitir el don de la vida a quienes “van a él” por el hecho de “creer en él”.


Continúa el “discurso del pan de vida”. La unidad comienza con una referencia a “los judíos” (ya no es “la multitud”) y en v.52 comienza una nueva parte, nuevamente aludiendo a “los judíos”. Lo que se dice es que “murmuraron” que – como vimos días pasados – se trata de la actitud de rebeldía, de rechazo al enviado de Dios. La murmuración tiene dos partes: lo que Jesús dijo de sí (el Evangelio de la semana pasada) y lo que ellos (creen que) saben de él. Lo que ellos “saben” es que Jesús es “hijo de José”. Conocen su familia. La tradición ya es conocida (aunque los cuatro evangelios la trasmiten con diferencias se remonta seguramente a un dicho común; como ocurre en más de una ocasión Juan se asemeja en parte a Lucas). 

Mateo
Marcos
Lucas
Juan
¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? (13:55-56)
¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?»  (6:3)
estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?» (4:22)
«¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora… (6,42)

Lo que evidentemente no saben es que Jesús sí “ha bajado del cielo”, que viene “de Dios”. Los característicos “dos niveles” en el dialogo propios de Juan volvemos a encontrarlos en esta unidad; los orígenes de Jesús no son los que “se ven”, se ve un “padre”, Jesús alude a otro “Padre”. Pero lo que sigue diciendo Jesús aparece como sorpresivo y se mueve en otro nivel del discurso del Pan.

“¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?” (v.42)
“Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día”. (v.44)

El verdadero origen de Jesús es el que permitirá a los que “vienen a mí” la resurrección, algo imposible para el mero hijo de José. “Venir a mí” ya lo había indicado Jesús como paralelo de “creer”: El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed” (6,35). 

Comenzando con una cita libre de Isaías, Jesús pide a los “judíos” que se dejen enseñar por Dios y llegarán a él. Eso lleva a “todos” hasta Jesús.


Isaías
Juan
Todos tus hijos serán discípulos de Yahveh, y será grande la dicha de tus hijos. (54,13)
Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. (6,45)

Todos enseñados”, todos los que escuchan vienen “a mí”. Se trata de un proceso que conduce hacia Jesús (de eso se trata “creer”). Ya sabíamos que nadie ha visto a Dios (v.46; 1,18) pero que el que viene de Dios, “el Dios Hijo único” lo manifiesta porque es el único que lo ha visto y puede conducir hacia él y ese tiene “vida eterna”. Como el maná, la ley no da vida, al conducir hacia Dios Jesús lo da a conocer y así es “pan de vida”.

En todo el Evangelio es un dato que “creer” (es interesante que el verbo “creer” se encuentra en Juan  con mucha frecuencia [x98], mientras que el sustantivo “fe” no aparece ni una sola vez) conduce a participar de la “vida” (divina): 3,15.16.36; 5,24; 6,40.47; 11,25; 20,31. Aquí es señalado con el clásico “en verdad, en verdad” que suele destacar dichos importantes de Jesús en el Cuarto Evangelio. En su frecuente discurso en dos planos Juan habla de dos niveles distintos de vida (y de muerte), así “murieron” los padres en el desierto, el que coma el pan de vida “no muera”. El paralelismo es evidente: 

50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre

El final del v.51 da un salto que permitirá el próximo paso Eucarístico: “es mi carne”, lo que será lectura del próximo domingo.


el video con comentario al Evangelio en
o también en
https://blogeduopp1.blogspot.com/2024/08/video-con-comentario-al-evangelio-del.html

lunes, 5 de agosto de 2024

Angelelli no dio su vida por el pueblo

Angelelli no dio su vida por el pueblo

Eduardo de la Serna





En tiempos de posverdad, es decir, tiempos en los que aceptamos lo que nos gusta, se vuelve arduo eso de pensar con profundidad u hondura.

Veamos: hay frases que, en contextos turbios como los actuales resultan cuanto menos gratas de oír, leer, decir…

  •        Me ha ocurrido comentar el evidente fundamentalismo de la serie The Chosen, y escuchar decir “pero me gusta”. ¡Tema terminado!
  •          En tiempos de “monseñores”, “eminencias” y demás distancias, resulta grato escuchar “padre obispo”, por más que “a nadie llamen padre” y se trate en realidad de un hermano.
  •          Y en tiempos de egoísmos, individualismos, y “cada uno la suya”, eso de que alguien “dio la vida” por otros resulta sublime.

Pero, y me remito a este último, y sabiendo que las palabras “no son inocentes” sino que “dicen” y “actúan”, ¿qué es eso de “dar la vida”? Dar es un acto de donación, entrega, generosidad. ¡Maravilloso, por cierto! Pero, “dar la vida”, ¿no esconde una nota cercana al suicidio? Porque una cosa es dar los bienes (lo cual, ciertamente, empobrece – aunque sea un poco – al donador), o dar alegría o paz, lo cual no descapitaliza al donante; pero, puesto que la vida no se recupera (no estoy negando la resurrección, por cierto, a perderla definitivamente me refiero), ¿es sensato darla?

Porque otra cosa muy distinta es decir que la vida fue “arrebatada”, o quitada, por ejemplo. En ese caso, el hecho originante no está puesto en el donador sino en el arrebatador. Ciertamente, también cuenta cuál es la actitud de la víctima en esa oportunidad (y eso es lo que nos importa, por otra parte). Porque huir para que la vida no nos sea arrebatada es una posibilidad, y una que nadie cuestionaría. Pero también es posible no escapar para estar del lado de las demás víctimas, reales o potenciales.

Veamos un elemento en la Biblia. Las traducciones suelen decir que “el buen pastor DA la vida por las ovejas” o que el amor mayor es “DAR la vida por los amigos” (ambos en el evangelio de Juan, caps. 10,11 y 15,13). Sin embargo, en ambos textos, la palabra griega no es “dar” sino “poner” (no es didômi sino títhêmi [en el texto de Marcos 10,45 dice “dar la vida en rescate”, lo que es diferente ya que sería “dar un pago”]), poner se trata de “poner la propia vida delante”, a fin de afrontar uno el peligro que los otros corren, es aceptar el riesgo, ¡de amor se trata!

Insistir en “dar la vida” (y dejamos de lado la insinuación suicida, evidentemente) es poner en la víctima el tema, cuando se trata, en verdad, de un crimen violento, de un asesinato en el cual unos responsables “asesinan” a alguien porque “no corrió el cuerpo” sino que “se puso delante” para cuidar, proteger, salvar la vida de los que amaba.

Insisto… “queda bien” decir “dio la vida”, pero creo que sería bueno, en estos tiempos arduos ser precisos en el lenguaje, Angelelli, Romero, Mugica y tantos miles de mártires, en la Iglesia y fuera de ella, no dieron la vida, sino que esta les fue arrebatada, la responsabilidad no recayó en las víctimas, aunque afrontaran esos momentos con decisión, coraje y amor, pero es sano y sensato saber que ninguno de ellos quiso morir. Lo que pretendieron era que los suyos vivieran, y por ello arriesgaron. Y en esa actitud otros se las robaron.


Foto tomada de https://www.elpaisdiario.com.ar/tag/enrique-angelelli/

Video con comentario al Evangelio del domingo 19º B

Video con comentario al Evangelio del domingo 19º B


o también en

https://youtu.be/B9Fis8RJZ6s

Eduardo

domingo, 4 de agosto de 2024

La memoria es camino

La memoria es camino

Eduardo de la Serna



Afirmar que Angelelli había sido asesinado, como osaron decir Novak, Hesayne y De Nevares, significaba, en la práctica sostener que el episcopado (casi) en pleno había sido cómplice. Así repitieron los obispos, especialmente a don Jaime según consta en documentos episcopales.

Decenas de epíscopos se negaban sistemáticamente a hablar de “martirio”; era mucho más cómodo hablar de “accidente”; es que “Angelelli manejaba mal” (y rápido, acotan los más avezados). El mismo De Nevares manifiesta – en los textos – arrepentimiento por no haberlo acompañado en vida en sus participaciones en el episcopado. Hemos de reconocer, al menos, que – arrepentido quizás – sí supo acompañarlo en muerte.

Con esa enorme capacidad domesticadora que tiene la Santa Madre, pasado el tiempo que la “sana prudencia” recomienda, se empezó a reconocer el martirio del Pelado, y entonces, tanto él como sus compañeros de sangre, fueron beatificados. Ahora es “oficial” y se puede – y quizás se debe – hablar de Angelelli mártir, aunque nunca faltarán los que digan “cuando se murió Angelelli”... Pero no es menos cierto que, aunque domesticado, donde podemos verlo en los altares, también seguimos viéndolo en los ranchos, celebrando bajo un árbol o abrazando y escuchando atentamente a una viejita o sirviendo la mesa… Domesticado estará en la “domus”, casa, pero fácilmente saldrá a las calles y desde afuera seguirá molestando.

En tiempos negacionistas, de cálidas visitas a los genocidas y de olvido, hacer memoria de “nuestros” mártires es traer al presente la vida y la muerte, asesinos y asesinados, silencios y silenciados. Hacer memoria no es tener una estampita, sino tener un camino por delante y por andar, un camino que fue obturado y torturado, pero que muchos siguieron y dejaron huellas. Mirar a Angelelli no es sólo mirar una propuesta de santidad, sino también mirar a Menéndez, Estrella, Battaglia, y también a Astiz y también a Primatesta, Aramburu, Laghi… Claro que también a Hesayne, Novak y de Nevares, y tantos, creyentes o no, que señalaron rumbos.

Vaya en este día, aniversario de su asesinato en Punta de los Llanos, entonces, la expresión de la memoria. Memoria siempre viva de los caminos que jamás deberíamos andar, y los caminos arduos, complejos pero esperanzadores y dadores de vida. Wence, Carlos, Gabriel, Enrique, ¡rueguen por nosotros!


Foto tomada de https://elhistoriador.com.ar/ultima-homilia-del-obispo-de-la-rioja-enrique-angelelli/

sábado, 3 de agosto de 2024

Una cueva

Una cueva 

Eduardo de la Serna



Con su característica actitud patoteril, pendenciera, provocadora, perversa y muchas otras palabras que comienzan con “p”, José Luis Espert acaba de decir que «Si Argentina no pone un límite a la natalidad de los hogares pobres, la Argentina va a ser una gigantesca villa miseria».

Según se autopercibe, Espert es economista, y parece que su única tarea sería ocuparse de que las riquezas vayan a los que más tienen. Eso de generar riquezas, producir y demás cosas, pareciera que es “zurdo” o algo por el estilo.

Pensar que esa natalidad entre los pobres implicaría llenar el país de escuelas, de campos de deportes, de bibliotecas populares, etc. no figura en su micro-horizonte.

Pensar en aumentar las fuentes de trabajo ya es sabido que no es algo que pareciera que se puede, y mucho menos aún, que se debe.

El tradicional dicho popular de que “un hijo viene con un pan bajo el brazo” se ha deteriorado gracias a aquellos que les roban el pan a los pobres.

Pero siguiendo su provocadora lógica, habría que imaginar que «si la Argentina no pone un límite a la natalidad de hogares perversos, la Argentina va a ser un gigantesco penal carcelario», o un enorme “manicomio” (porque estos son manicomializadores, recordémoslo), o, sencillamente, una gigantesca banda de delincuentes.

Criticando lo que los responsables habían hecho con el Templo de Jerusalén, Jesús les dice “han hecho de la casa de mi Padre una cueva de ladrones”. No hace falta demasiada relectura para entender que la política, algo que debiera ser bueno, que debiera ser edificador, constructor de vida y soluciones, es una cueva de bandidos, y muchos de ellos se ocupan de “contar plata delante de los pobres”, y, para peor, plata ajena. Han hecho de la casa del pueblo, una cueva de ladrones.

 

jueves, 1 de agosto de 2024

Juldá, una profetisa fundamental

Juldá, una profetisa fundamental

Eduardo de la Serna



En la Biblia no se suele destacar abundantemente el rol de las mujeres. Tiene una cierta lógica cultural e histórica que así sea; pero eso no significa que no haya habido muchas mujeres ocupando papeles muy importantes para el pueblo. Este es el caso de Juldá, una mujer que es mencionada sólo dos veces en la Biblia (en dos textos que son paralelos entre sí: 2 Re 22,14 / 2 Cro 34,22), pero que con su palabra marcó para siempre el judaísmo, muchas de cuyas consecuencias siguen vigentes hasta el día de hoy.

El pueblo judío tenía muchos lugares de culto, con sacerdotes y levitas dispersos por todo el país, que no tenían injerencia en la política que era cada vez más ajena a la voluntad de Dios. Los profetas denunciarán con dureza a los malos reyes, malos jueces o sacerdotes e incluso a falsos profetas por no decir palabras claras o no conducir a su pueblo por los caminos de Dios. En este contexto surge un nuevo rey, Josías, que gobernó en Judá entre los años 640 hasta el 609 a.C. Un rey que – al decir del libro de los Reyes – fue uno de los tres mejores reyes de toda la historia del pueblo de Dios (junto con David y Ezequías; ver 2 Re 22,2).

La política internacional era muy complicada, Asiria – a la que los judíos estaban sometidos – estaba en decadencia y en el horizonte surgía una nueva potencia, Babilonia. Josías ve en el conflicto entre estos dos poderosos, a muchos kilómetros de distancia, una buena ocasión para tomar decisiones políticas independientes. Y en ese mismo contexto, al restaurar el templo de Jerusalén, encuentran un rollo de la ley el cual dará a toda la reforma que el rey estaba poniendo en práctica, un sustento teológico. La voluntad de Dios marcará, entonces, el camino de la reforma, en la que se confrontará con los dioses de los demás pueblos. Pero – para poder tener la garantía de que en el culto no haya contaminación con los ídolos – se indica un solo y único lugar de culto para todo el pueblo judío, ¡el Templo de Jerusalén! El único Dios supone un único lugar de culto, el templo. Pero, ¡y acá lo principal!, ¿cómo estar seguros que esto que se pretende llevar a cabo es voluntad de Dios? Para semejante emprendimiento, tan decisivo, que implica la relación del pueblo con su Dios, se debe consultar a un profeta que en nombre de Yahvé asegure que esto es conforme al deseo divino. ¿Y a quien consulta el rey? ¡A Juldá! (todo esto se narra en 2 Re 22 y 23)

El rey encarga al sacerdote del templo, Jilquías, y a otros que vayan “a consultar a Yahvé por mi” (2 Re 22,13). El rollo encontrado es muy duro, y es indicio de que Dios ha de estar muy molesto con su pueblo a causa de tanta desobediencia (= idolatría). Ellos consultan a la profetisa y Juldá hablará. Su palabra tiene dos partes, la primera manifestando la cólera de Dios porque el pueblo lo ha abandonado (y ha seguido a otros dioses; 22,16-17). La segunda, dirigida al rey, felicitándolo por su actitud religiosa y fiel a Dios anunciándole una muerte en paz (22,18-20).

Esto será decisivo en la futura actitud reformista de Josías que alentará el cambio; un cambio que perdurará en Israel (por ejemplo, si Jesús y los suyos peregrinan para la Pascua a Jerusalén es porque solo allí se dará culto, conforme a la reforma de Josías; si hoy el judaísmo no tiene templo es porque sólo puede haber uno y el antiguo está en ruinas, el “muro de los lamentos”). Todo esto está originado en la palabra de Juldá que garantizó, de parte de Dios, el accionar del rey. La reforma de Josías fue uno de los hechos religiosos más importantes de toda la historia del Israel bíblico, y tuvo su concreción, su “bendición”, en la voz de una mujer, una casi desconocida profetisa.

Sin duda Juldá ha de haber sido una mujer muy importante, por eso es ella y no otro profeta el consultado; probablemente cercana a la corte ya que su marido era el encargado de la ropa real. Que su accionar haya sido luego disimulado o silenciado seguramente se debe al machismo imperante, pero en el que no pudieron callar que sólo a partir de la palabra profética de esta mujer la reforma más importante de Israel pudo llevarse a cabo.

No es Juldá la única profetisa de Israel. Ha habido otras tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (cf. Ex 15,20; Jue 4,4; Is 8,3; Lc 2,36; Hch 21,9; 1 Cor 11,5); y no son pocas las mujeres de ayer y hoy por intermedio de las cuales Dios sigue hablando. Es de esperar que el machismo no silencie sus voces y – como Josías – la humildad nos guíe y sepamos escuchar en ellas la voz de Dios.

 

Foto tomada de https://cvclavoz.com/archivo/5-profetisas-en-la-biblia-que-quiza-no-conocias/