lunes, 5 de agosto de 2024

Angelelli no dio su vida por el pueblo

Angelelli no dio su vida por el pueblo

Eduardo de la Serna





En tiempos de posverdad, es decir, tiempos en los que aceptamos lo que nos gusta, se vuelve arduo eso de pensar con profundidad u hondura.

Veamos: hay frases que, en contextos turbios como los actuales resultan cuanto menos gratas de oír, leer, decir…

  •        Me ha ocurrido comentar el evidente fundamentalismo de la serie The Chosen, y escuchar decir “pero me gusta”. ¡Tema terminado!
  •          En tiempos de “monseñores”, “eminencias” y demás distancias, resulta grato escuchar “padre obispo”, por más que “a nadie llamen padre” y se trate en realidad de un hermano.
  •          Y en tiempos de egoísmos, individualismos, y “cada uno la suya”, eso de que alguien “dio la vida” por otros resulta sublime.

Pero, y me remito a este último, y sabiendo que las palabras “no son inocentes” sino que “dicen” y “actúan”, ¿qué es eso de “dar la vida”? Dar es un acto de donación, entrega, generosidad. ¡Maravilloso, por cierto! Pero, “dar la vida”, ¿no esconde una nota cercana al suicidio? Porque una cosa es dar los bienes (lo cual, ciertamente, empobrece – aunque sea un poco – al donador), o dar alegría o paz, lo cual no descapitaliza al donante; pero, puesto que la vida no se recupera (no estoy negando la resurrección, por cierto, a perderla definitivamente me refiero), ¿es sensato darla?

Porque otra cosa muy distinta es decir que la vida fue “arrebatada”, o quitada, por ejemplo. En ese caso, el hecho originante no está puesto en el donador sino en el arrebatador. Ciertamente, también cuenta cuál es la actitud de la víctima en esa oportunidad (y eso es lo que nos importa, por otra parte). Porque huir para que la vida no nos sea arrebatada es una posibilidad, y una que nadie cuestionaría. Pero también es posible no escapar para estar del lado de las demás víctimas, reales o potenciales.

Veamos un elemento en la Biblia. Las traducciones suelen decir que “el buen pastor DA la vida por las ovejas” o que el amor mayor es “DAR la vida por los amigos” (ambos en el evangelio de Juan, caps. 10,11 y 15,13). Sin embargo, en ambos textos, la palabra griega no es “dar” sino “poner” (no es didômi sino títhêmi [en el texto de Marcos 10,45 dice “dar la vida en rescate”, lo que es diferente ya que sería “dar un pago”]), poner se trata de “poner la propia vida delante”, a fin de afrontar uno el peligro que los otros corren, es aceptar el riesgo, ¡de amor se trata!

Insistir en “dar la vida” (y dejamos de lado la insinuación suicida, evidentemente) es poner en la víctima el tema, cuando se trata, en verdad, de un crimen violento, de un asesinato en el cual unos responsables “asesinan” a alguien porque “no corrió el cuerpo” sino que “se puso delante” para cuidar, proteger, salvar la vida de los que amaba.

Insisto… “queda bien” decir “dio la vida”, pero creo que sería bueno, en estos tiempos arduos ser precisos en el lenguaje, Angelelli, Romero, Mugica y tantos miles de mártires, en la Iglesia y fuera de ella, no dieron la vida, sino que esta les fue arrebatada, la responsabilidad no recayó en las víctimas, aunque afrontaran esos momentos con decisión, coraje y amor, pero es sano y sensato saber que ninguno de ellos quiso morir. Lo que pretendieron era que los suyos vivieran, y por ello arriesgaron. Y en esa actitud otros se las robaron.


Foto tomada de https://www.elpaisdiario.com.ar/tag/enrique-angelelli/

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