Introyectado… que le dicen
Eduardo
de la Serna
El gran pedagogo brasileño Paulo Freire decía que con frecuencia el “dominado tiene introyectado el dominador”:
Los oprimidos, que introyectando la "sombra" de los opresores siguen sus pautas, temen a la libertad, en la medida en que ésta, implicando la expulsión de la "sombra", exigiría de ellos que "llenaran" el "vacío" dejado por la expulsión con "contenido" diferente: el de su autonomía. (Pedagogía del oprimido, ed. Siglo XXI, 71973, 37).
Esa introyección es vista con
las claves de “legitimidad” e “ilegitimidad” por parte del oprimido, por lo que
se hace necesario “expulsar al opresor” (extroyección)
[ver G. Ghiggi – M. Kavaya, “introyección
/ extroyección” en D. R. Streck et al. (orgs.) Diccionario de Paulo Freire,
CEAAL – Lima 2015, 294-294].
No veo demasiado distinto esto
del concepto gramsciano de hegemonia, que naturaliza determinada manifestación
de poder: “es normal / natural” que algo sea como es, y es impensable imaginar
algo diferente. O “nos hicieron creer que
se podía” o que era normal (parece ser que el “sí, se puede” es para lo que ellos
quieren, no para lo que los pobres precisan). Lo normal, entonces, es solamente
lo que los poderosos, los opresores logran naturalizar hasta el punto de lograr
que el oprimido piense como un opresor. “Las
tarifas estaban muy baratas” se escucha decir a los que no reclamaron ante la
suba exorbitante, desmedida y cruel; “la
situación es complicada pero había que poner orden” repiten algunos sin que
puedan decir cuál y cómo se estaría ordenando y qué y dónde estaría desordenado
antes; “es que antes se robaron todo”
reiteran sin poder mostrar ejemplos contundentes a la vez que ignoran lo
evidente del gobierno actual; “los planes
eran perversos y la gente se acostumbraba a vivir sin trabajar” cacarean
como psitácidos sin pensar por qué entonces antes había más trabajo y ahora no
lo hay. Y esto, que escuchamos con frecuencia, no lo conocemos solamente en
Argentina, porque se escucha decir también en Brasil, en Ecuador, y tantos
otros lugares; “curiosamente” en aquellos en los que se hizo necesaria la
introyección abrupta medios de des-comunicación mediante. Porque en otros
lugares, pienso en Colombia, o en México, por ejemplo, el fenómeno no necesitó
ser abrupto porque hace décadas que pueden inocular el veneno del individualismo,
el egocentrismo, y el miedo y odio en simultáneo al otro o la otra.
Si alguien – de sectores
populares – puede decir que no es sensata la universidad gratuita necesitaría
una lobotomía del opresor introyectado urgentemente. Escuchar a algunos decir
que la gente de los países “marxistas” no podía salir porque hay un
autoritarismo violento, pero no dicen nada de que los pobres no pueden salir de
los suyos porque no tienen dinero (es que eso es “natural”) resulta muy
preocupante. Escuchar descargar anatemas contra el muro de Berlín, y silencios
frente al muro en Jerusalén, o el que está edificando Trump en la frontera con
México es, por lo menos doloroso. Especialmente cuando los que lo dicen son
víctimas que entienden, comprenden, justifican la abominación.
Claro que esto puede repicarse
en muchas otras violencias. La violencia de género es una clara expresión de
eso (la pregunta cretina: “¿qué le hiciste
vos para que te pegue?” es una visible manifestación de la bestia fascista
que muchos tienen dentro). El patriarcado que naturaliza que el varón puede aquello
que a la mujer le está vedado, por ejemplo, también lo es. Y podríamos
multiplicar ejemplos en los que se ve y se escucha que el opresor es una suerte
de okupa en la mente del oprimido de
la cual es de desear sea eyectado. La naturalización suele etiquetar esto como
subversivo (como si fuera malo serlo, por otra parte). Y no se trata de que “la
tortilla se vuelva”, para no tener que pelear mañana por lo mismo desde “otro
lado”; se trata de que todos tengan acceso al pan, al trabajo, a la justicia, a
los derechos, a la buena vestimenta, al esparcimiento… a la felicidad. El
problema radica en que, para ser opresor, éste precisa oprimidos. Y para ser
éstos oprimidos, precisamente no deben tener todo aquello de lo que carecen. La
cosa – para los poderosos – no es que todos lo tengan, es más fácil y más
barato que les parezca natural y normal no tenerlo, ¡y listo! Los seguidores
del Nazareno que puso “arriba los de abajo”, y puso en el centro mujeres, niños
y pobres, despreciados y marginados nos encontramos con el desafío de gritar y
seguir gritando que “otro mundo es posible”. De eso se tratan las “buenas
noticias”.
Dibujo tomado de http://www.reproduccionsocial.edusanluis.com.ar/2011/05/justificacion-de-la-pedagogia-del.html
Gracias, Eduardo por tu texto.
ResponderBorrarExcelente como todo lo que expone el padre de la Serna.
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