jueves, 4 de junio de 2020

Una duda famosa

Una duda famosa

Eduardo de la Serna



Hace un tiempo, cuando encontrarse entre amigos era posible, discutimos hasta tarde con Jorge. Al tema en cuestión era acerca de un personaje de la política al cual ninguno de los dos apreciamos “ni un tantico así”. La cuestión era si lo considerábamos inteligente o no. Nuestra conclusión, en la que coincidimos finalmente, es que es diferente ser inteligente a ser astuto, y que el sujeto en cuestión sí era lo segundo, más no lo primero. De su mujer, esa vez, no hablamos.


Nuestra sociedad, tantas veces superficial, considera un valor la inteligencia. Y, además, la atribuye a varios o varias de la farándula. aunque quizás por aquello de que “el tuerto es rey”. En lo personal, no creo que sea un valor la inteligencia, sino una cualidad. Valor es lo que se haga con ella, al servicio de qué se ponga. Hay gente inteligente, y mucho, que – al menos en lo personal – me resulta detestable. Por mercenario. Por lobista. Por los intereses que defiende. Por fumar en cámara. Pero hay otros que ponen cara de inteligentes (y a algunos, además, no les sale). Así como hay otras que ponen cara de tontas y dicen tonterías frecuentemente, pero se podría sospechar si no es parte del personaje que representan.


La astucia, en cambio, es otra cualidad. Es la que mide los tiempos, los ambientes, para estar en la cresta de la ola en el momento oportuno. Si el inteligente brilla, aunque sea en una cloaca, el astuto está allí donde hay una luz. Quizás por eso, en ocasiones, se los confunde.


Esta misma sociedad, tan exitista, suele medir ambas cualidades en función, precisamente, del éxito. Algo que se vislumbra según se lo o la visibilice en las pantallas, por ejemplo. Un nuevo motivo para la confusión. El imperio de las apariencias, entonces, puede preguntar a astutos o a inteligentes sobre casi cualquier tema, y ambos saldrán más o menos bien parados, aunque la dirección de las respuestas no necesariamente coincida. Es otro tema, este, preguntarnos por qué en determinados temas suele ser más importante la opinión de los famosos que la de los expertos. Pero de apariencias se trata, no de conocimiento.


Esta reflexión me vuelve a la mente después de haber escuchado a un famoso auto percibido periodista hablar de las escuchas a las que fue sometido por sus amigos y mandantes. Y vuelvo a la pregunta original sobre la inteligencia y la astucia. Descartando absolutamente la primera, por obviedad manifiesta, me queda la duda de la segunda. Pero tampoco me animaría a afirmarla; como la de la diva que ama a los perros salvo si la muerden jugando, y que odia a Venezuela, ¡mi amor! No me animaría a cualificar la astucia o no, y por suerte no me toca hacerlo. Al fin y al cabo, sumergirse en mentes a-sinápticas suele ser tarea de buzos y espeleólogos, no de alguien común. Aunque entren en nuestras casas cada tanto a desparramar sus naderías desde la cresta de una ola y las luces de un set de intereses bancarios.



foto personal Calafate, Pcia. de Santa Cruz

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