jueves, 7 de abril de 2022

¡Qué pena, Nano! ¡qué pena!

¡Qué pena, Nano! ¡qué pena!

Eduardo de la Serna



En mi colegio secundario (1968-1972) solía ir a almorzar a casa de mis abuelos. Además de ellos, allí vivían dos queridos tíos, “Neni” y Ezequiel, ambos solteros. Reconozco que me llevaba excelentemente bien con los cuatro. Ezequiel fue el que me llevo a conocer, fascinado como estaba, a Joan Manuel Serrat, El Nano. El disco, de vinilo, por cierto, iba y volvía del viejo winco, recordando a Machado. Desde entonces, y – quisiera decir, hasta hoy – como él dice de los piratas, “allí entablamos amistad”. Creo que tengo todos sus discos. Puede ser.

 

Como dijo el innecesario, en la Argentina, después, “pasaron cosas”. Y – como también pasó en Chile – Serrat no fue bienvenido en Argentina. Tierra que tanto lo quiere y que, parece, es mutuo. En ese tiempo compuso una canción, obviamente silenciada: La Montonera. No he logrado saber cuándo la compuso; todo indica que está dedicada a Marie Anne Erize a quien parece que El Nano conoció en España. Era una bellísima modelo, a la que le pasaron otras cosas y estudió antropología, militó con Carlos Mugica en “la 31” y entró en “la Orga”. Fue chupada, desaparecida y el secuestrador, Olivera, se jactó de haberla violado antes de matarla. Pero según dice Diego A. Manrique en el diario El País (29 dic 2013) Serrat vedó su difusión. Las causas no me constan. Pero, y aquí una primera mirada. Haciendo suyas las palabras del cantar del Mio Cid, en su entrada a Burgos, el estribillo de la canción repite: “que buen vasallo sería si buen señor tuviera”. Obviamente se refiere a Juan Domingo Perón. Las relaciones de Perón y “los Montos” pasaron por diferentes momentos (de juventud maravillosa a imberbes, por caso). “La traición del Viejo” fue un tema en los últimos tiempos de vida del Líder en bocas de “la Tendencia”. Pero, en lo personal, no sé si le reconozco a Serrat autoridad para hablar desde España (desde la altura) de algo que nos ha causado tanto dolor. Pero bueno… ya pasó.

 

Pero – siempre desde España, desde donde nosotros, los Sudacas, tenemos que aprender de tanta sabiduría, de tanta lucidez, de tanto… todo – resulta que, parece que su no peronismo (o “anti”, no sé) lo llevó a coquetear con el macrismo (lo peor que nos pasó en tiempos democráticos). Pero bueno… ya pasó.

Dicen que el que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen. Y la atracción que representan Madres y Abuelas hizo que – otra vez – el Nano pasara al bando de la vida. Aunque, claro, Madres y Abuelas son - ¡justísimamente! – admiradas en Europa.

Pero ahora, el Nano se despide. Es razonable. Suelen ser dolorosas las despedidas, pero ¡tantas veces sensatas! Y, resulta, que además del precio inaccesible, en Buenos Aires los recitales serán en el espació que el diario La Nación usurpó a sus vecinos. Porque, se sabe, si uno que no tiene dónde vivir ocupa una tierra que no se usa, como ocurre en tantos lugares del Conurbano, pues es un “negro” y un delincuente; pero si lo hacen los poderosos, y levantan un estadio, pues… Se despide Serrat.

Nano ¿ahí te tenías que despedir? ¿No estás convalidando con tu presencia a los dueños de la patria que usurpan, desde las tierras indígenas hasta los espacios que les vienen en gana? ¿No convalidaste, con tu presencia, en el año 1990, la resistencia a la dictadura de Pinochet al cantar en el Estadio de Santiago de Chile? ¿Y ahora convalidás a La Nación? ¿Y esa va a ser tu última visita pública al país? ¡Qué pena, Nano! ¡Qué pena! Te seguiré recordando en tantas hermosas canciones. ¡Tantas! Pero perdóname, en lo personal, retrocediste 10 casilleros.


Foto tomada de https://elpais.com/cultura/2021-12-02/joan-manuel-serrat-se-despide-de-ustedes.html

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