martes, 5 de enero de 2016

Comentario Bautismo del Señor C



La solidaridad de Jesús con el pueblo pecador

EL BAUTISMO DEL SEÑOR – “C”
10 de enero

Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías     55, 1-11

Resumen: el descenso de la palabra de Dios parece ser el motivo de la incorporación del texto en la liturgia. Palabra que no vuelve al cielo sin haber producido el fruto para el que fue enviada.



Si bien es bastante debatido hoy en día la existencia de un gran profeta al que se conocía como “Segundo Isaías” [cuya obra se encuentra en los caps. 40 – 55 del libro del profeta Isaías] y muchos prefieren ver aquí una obra colectiva, se sigue sosteniendo, en general, que el libro presenta palabras pronunciadas durante el exilio y ante la inminencia del final del exilio (o primeros momentos del post-exilio; sea como fuere se sigue hablando del “Segundo Isaías”). El mensaje de liberación dirigido a aquellos que se encontraban en la situación de opresión es ciertamente un grito de esperanza. Las personas en ese contexto son obviamente pobres, oprimidos, sin dinero, y con hambre. El contexto económico, entonces, del texto sin duda es esperanzador y no conviene leerlo espiritualmente. 

La sed es una temática frecuente en el ambiente del desierto (Ex 17,3; Neh 9,15.20) y también en el asedio militar (Dt 28,48; Lam 4,4) incluso existen, en algunos poblados, vendedores de agua que vocean por las calles o es frecuente que por la tarde las mujeres fueran a los pozos a buscar agua para el día que comienza. Se utiliza también metafóricamente (“tierra sedienta”) para referir a los lugares áridos (Dt 29,18; Is 44,3). En varios textos de Isaías se hizo referencia al agua (41,17; 43,20; 44,3; 48,21; 49,10). También ya se ha encontrado en el libro la referencia al banquete. Pero si en 25,6 el acento estaba puesto en la calidad de los manjares, aquí el acento está puesto en la gratuidad. Los verbos lo repiten con insistencia:

Los “que no tienen plata”, “sin plata y sin pagar”, por qué “gastar dinero”, “(gastar) salario”… si v.1 insiste en lo gratuito, v.2 en el sinsentido de usar el jornal en lo que no alimenta (puede aludir al dinero que no alcanza, a causa de la opresión o la inflación, o al pago usurario o las tasas imperiales), lo cierto es que el acento está puesto en la fiesta y la comida. El fin del versículo podría traducirse “escúchenme escuchando” y lo que Dios quiere es que coman cosa buena (tôb), disfrutar algo sustancioso (con grasa) para la vida (néfes, vida, garganta, alma). 

Inclinar el oído está en continuidad con lo que dijo (“háganme caso”) y es lo principal a continuación (inclinar el oído, acudir a mí, oigan y vivirá su néfes). Esta vida, añorada y amenazada por los exiliados es ahora una nueva promesa de Dios, una alianza reconfirmada (literalmente “cortada”, como se cortan los animales con los que se “sella” la alianza amenazada por los buitres; cf. Gen 15,7-11). Como aquella firmada con David (ciertamente dirigida a un pueblo que ya no tiene rey por lo cual en este caso es una invitación a la esperanza). Pero es la vieja alianza reformulada, precisamente; alianza cuya característica es el amor (jésed) y la fidelidad (ne’eman) [cf. 2 Sam 7,15-16; Sal 89]. 

Sin embargo, precisamente esta imagen de la alianza, que es calificada de “eterna”, del venir a Dios, del banquete ha de entenderse en el sentido liberador del Dios que da la vida a su pueblo y a los exiliados, a diferencia de los dioses de los otros pueblos – de Babilonia especialmente – que dan la muerte. Esta vida está expresada en el banquete de la gratuidad. 

La oferta de 1-3 se concreta a continuación en 4-5. El lenguaje es el de la alianza, como se dijo. Esa alianza “para ustedes” extiende a toda la comunidad lo que se había dicho de David. El centro de su interés es Israel (tanto los exiliados en Babilonia o por el resto del mundo, como los habitantes de Jerusalén). No es seguro si el texto habla de las promesas / beneficios “a” o “de” David. La semejanza con Sal 132,10 y 2 Cr 6,42 revela que se pide a Yahvé que tenga en cuenta lo que él había prometido. El Salmo 89 se mueve en un mismo horizonte lingüístico. Puesto que ya no hay “David” lo que se pide es una renovación creativa de aquellas promesas divinas. Él “había sido constituido” caudillo de su pueblo y las naciones. El pueblo es testigo ante las naciones. Probablemente esté pensando, el autor, en el grupo (o parte de) que se encuentra en el cautiverio babilónico señalando que serán los que “conducirán” la restauración. El párrafo se cierra aludiendo a la intervención liberadora de Dios (algo propio en el “Segundo Isaías”).

El profeta había comenzado su texto invitando a los sedientos y a los que no tienen dinero a recibir sus dones sugiriendo que la sabiduría consiste en escuchar el mensaje del profeta y regresar a la reconstrucción de Jerusalén donde se cumplirá lo anunciado a David. Pero el único apoyo que tienen para creer radica en la confianza en la “palabra” de Dios, ya que las instituciones visibles de Israel (el rey, la tierra, el templo) han desaparecido. Esa palabra “cumple” aquello para lo que fue enviada.

En este caso, como es frecuente en varios profetas el acento está puesto en que Yahvé está cerca (ver Am 5,4; Os 10,12; Is 9,12; 31,1; Jer 10,21; 29,13). Siendo que el tema se encuentra también en Jeremías, Deuteronomio y Crónicas (cf. 2 Cr 12,14; 14,3.6; 16,12; 19,3; 22,9; 26,5) parece tratarse de un tema común ante el fin del exilio. 

Dt 4:29
Jer 29:13-14
Is 55:6
Desde allí buscarás a Yahveh, tu Dios; y le encontrarás si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.
Me buscarán y me encontrarán cuando me soliciten de todo corazón me dejaré encontrar de ustedes (– oráculo de Yahveh–; devolveré sus cautivos, los recogeré de todas las naciones y lugares a donde los arrojé– oráculo de Yahveh– y los haré tornar al sitio de donde los hice que fuesen desterrados).
Busquen a Yahveh mientras se deja encontrar, llámenle mientras está cercano

Esa búsqueda – cosa extraña en el Segundo Isaías – se manifiesta con connotaciones morales y utiliza el verbo “perdonar”. Esto implica abandonar los otros dioses (notar la fuerza de “nuestro Dios”, v.7). «Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahveh nuestro Dios siempre que le invocamos?» (Dt 4:7).

Sin embargo, esta cercanía de Dios con su pueblo se contrapone a la distancia impresionante entre los planes de Dios y los planes de los oyentes. Esto queda diagramado de un modo concéntrico donde se resalta la distancia:

A.- Mis pensamientos no son sus pensamientos
     B.- Ni sus caminos son mis caminos
C.- Porque cuanto más alto son los cielos que la tierra, así son más altos
     B’.- Mis caminos que sus caminos
A’.- Y mis pensamientos más que sus pensamientos.

Pero estas palabras y planes – como se ve en vv.10-11 – son de salvación, de vida y de alegría.

El discípulo de Isaías se dirige a los cautivos en Babilonia (la elite del pueblo), les afirma desde el comienzo que se aproxima el momento, y es inminente, en que podrán volver a la tierra de Israel. La situación de los cautivos es terrible. Allí, cada año deben escuchar el canto triunfal del relato Babilónico de la Creación que les repite, cada año nuevo, que


Tú (Marduc) eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu orden es Anú (el dios del cielo); tú, Marduc, eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu palabra es Anú. Desde este día, inalterable será tu sentencia; ensalzar o humillar estará en tu mano; tu palabra será inmóvil, tu mandamiento será indiscutible (Enuma Elis, tabl. IV, líneas 3-9).


En este texto, el discípulo de Isaías les anuncia una suerte de parábola sobre la palabra de Dios que se puede ver en cómo está armado el texto:

a.    Como desciende la lluvia o la nieve de los cielos
b.    Y no vuelve sin haber saturado la tierra
c.    Sin haberla fecundado y hecho germinar (…)
a’. Así será mi palabra, la que saldrá de mi boca;
b’. No volverá a mí vacía
c’. Sin haber hecho lo que yo desee (…)

La lluvia o la nieve (a.b.c.) son metáfora que ilustra la segunda parte (a’.b’.c’.), la referencia a la palabra. El campesino sabe que los campos jamás serán productivos y fecundos sin la lluvia. Pero, de todos modos, la lluvia no es suficiente para producir el pan: es necesario el trabajo campesino que es el que cosecha y produce el pan. Este pan es el que da la vida; la obra de la lluvia es el primer paso. Cuando el agua – como el enviado a anunciar la palabra, el profeta – vuelva a los cielos ya ha fecundado los campos. Ahora falta la tarea del campesino para que haya pan. Del mismo modo, la palabra que Dios ha pronunciado por intermedio del profeta no quedará sin producir liberación. Como el pan, la liberación es vida para el pueblo. Como se insinuaba en Gen 1, la palabra de Dios es creadora de historia, y esta es “historia de salvación”. Como con el trigo y el pan, este paso liberador, anunciado por la palabra, deberá ser realizado por la humanidad en la historia.


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan                 5, 1-9

Resumen: la fe y el amor nos unen plenamente a Dios como hijos sujos. Y nos hacen vencer sobre el mundo, el ambiente hostil a Dios y sus proyectos. La muerte de Jesús y su resurrección nos llevan a creer, de eso son testigos los sacramentos.



Una serie de elementos marcan el texto litúrgico. En realidad hay muchos temas que pertenecen a la teología de la carta, pero que no hacen –expresamente – al sentido de su elección para esta fiesta litúrgica. Sin duda la referencia al “agua” y al “espíritu” son las razones que deben destacarse. 

En la primera parte se pone “amar” y creer” en paralelo ya que si en 4,7 había dicho que “todo el que ama ha nacido de Dios”, ahora señala que “todo el que cree… ha nacido de Dios” (5,1). Lo cuan ahonda al señalar a continuación que “todo el que ama al que da el ser (= Dios) amará también al que ha nacido de él (= ¿Cristo?, ¿los creyentes?, ¿ambos?)”. a continuación destaca que el que cree “vence al mundo” (v.4). No hay que olvidar que en la literatura joánica, el “mundo” no se refiere a la “tierra”, en contraste con “el cielo”, sino al ambiente adversario de Jesús y su comunidad [por eso el diablo es el “príncipe de este mundo” (Jn 12,31; 14,30; 16,11), o el reino de Jesús “no es de este mundo” (18,36); el “reino de Dios” – en el aquí y ahora – se vive en la fe y el amor]. Ya Jesús ha “vencido al mundo” (Jn 16,33), y es la fe-amor la que lo vence. 

Decir que “vino con agua y con sangre” puede aludir a la muerte de Jesús y su costado traspasado (Jn 19,34). Jesús el Mesías vino en su pascua para ser recibido por la fe y el amor a semejanza suya. Agua y sangre pueden también aludir al bautismo y la eucaristía (3,5; 7,37-39; 19,30; y 6,53-56).

Lo propio del agua, la sangre y el espíritu es dar testimonio. Testimonio “de Dios acerca de su hijo” (v.9) para que crean (v.10). La fe es el objetivo del testimonio, fe en Jesús a quien se ha de creer. Lo que Dios testimonia sobre Jesús es su resurrección como triunfo sobre la muerte.



+ Lectura del evangelio según san Lucas                3, 15-16. 21-22




Resumen: Jesús comienza su ministerio bautizándose. Lucas insiste en mostrar un hecho que realiza el mismo Jesús y en el que su oración marca toda su vida de principio a fin.

Es muy interesante notar una serie de detalles propios del Evangelio del día.

La primera parte (vv.15-16) ya la hemos comentado el 3er domingo de adviento (repetimos aquí lo allí señalado).

Antes de hablar Juan de su propio bautismo Lucas hace una pequeña nota que también es propia suya: el pueblo (laos) pensaba en sus corazones (es decir estaba en la disyuntiva, el corazón es la sede de las decisiones) si Juan sería el Cristo. El malentendido es frecuente en Lucas (por ejemplo 19,11: “creen que el reino vendrá de un momento a otro”). En este caso se aclara que el pueblo es “evangelizado” por Juan (v.18) y luego “es bautizado” (v.21).

El contraste que Juan presenta con “el que viene” es entre dos tipos de bautismo: con agua y con “espíritu santo y fuego”. La referencia al fuego, y a la horquilla, el trigo y la paja, el granero y el fuego están tomadas del texto Q. La distinción entre trigo y paja, fuego y granero evidentemente presenta una imagen bastante apocalíptica del “fuerte que viene”. No es ilógico, entonces, que viendo cómo es “el que vino” luego Juan se pregunte si “es el que ha de venir o hay que esperar a otro” (Lc 7,19 / Mt 11,3). La paja, en general es vista como propia del forraje para alimentar ganado, o para hacer ladrillos. Pero en Jer 23,28 y Dn 2,35 se pone en contraste con el trigo para resaltar lo útil y lo inútil. En ese sentido se encuentra en el texto, de allí su destino de fuego.

A modo de conclusión el texto resalta que “con muchas otras exhortaciones evangelizaba al pueblo”. El verbo “evangelizar” es propio de Lucas (x10 y x15 en Hch) en los evangelios (sólo en Mt 11,5 fuera de aquí, precisamente el texto Q sobre Juan consultando sobre Jesús). Con esto finaliza el ministerio público de Juan ya que en v.19 nos aclara Lucas que Herodes lo encarceló.

En la segunda parte (vv.21-22), a nivel narrativo (obviamente no a nivel histórico) Juan, el bautizador, está detenido en la cárcel por Herodes, tetrarca de Galilea. De hecho el texto no señala ministro: “todo el pueblo se bautizaba”. La referencia a “todo el pueblo”, por otra parte alude a un sector, el “pueblo” (laos) que suele acompañar a Jesús en el Evangelio y le es cercano. En ese marco, también Jesús “es bautizado” (siempre sin referir a personaje que administre el bautismo). En Lucas, como es frecuente en su evangelio, lo que ocurre a continuación “el cielo se abrió…” sucede a consecuencia de que Jesús estaba “en oración”. No es, como en Marcos que esto ocurre a causa del Bautismo, sino de la oración de Jesús. Mirando las diferencias con Marcos podemos notar claramente lo que interesa a Lucas:


Marcos 1:9-11
Lucas 3:21-22
Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y

En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él.
puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma;
Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».
y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco / yo hoy te he engendrado».




Algunos detalles pequeños: mientras en Marcos el cielo se rasga (como el velo del Templo), en Lucas se “abre”, como una puerta (11,9.10; 12,36; 13,25). Como es frecuente en Lucas “el Espíritu” es calificado de “Espíritu Santo” (en Mc x4, Mt x3 y Lc x13). La forma de la paloma es calificada de “corporal” (el término sólo aquí y en 1 Tim 4,8 en toda la Biblia). Probablemente en Lucas esta imagen deba verse en paralelo a las “lenguas como de fuego” (Hch 2,3). La acción del espíritu santo marca visiblemente el comienzo ministerial de Jesús y de la Iglesia al comienzo de cada libro. La voz del cielo, en Marcos une el Salmo 2,7 e Isaías 42,1, el texto de Lucas no es uniforme en los diferentes manuscritos. Algunos repiten el esquema de Marcos, y otros simplemente la cita del Salmo 2. No es fácil la decisión entre una y otra posibilidad. La mayor parte de los estudiosos sigue – en esto – el texto de Marcos. Como dijimos, si se hace referencia a Is 42 además del Sal 2, el acento está puesto en el sufrimiento, la obediencia y fidelidad de Jesús hijo/siervo.

Pero detengámonos en los dos elementos señalados: la ausencia de bautizador y la mención de la oración de Jesús.

Que Jesús fuera bautizado por Juan causó dificultades en el cristianismo primitivo. No sólo porque era habitual sostener que Jesús no había tenido pecado (Rom 8,3; 2 Cor 5,21; Gal 3,13; Heb 4,15; Jn 8,46…), con lo cual surge la pregunta obvia: ¿de qué se manifiesta arrepentido Jesús? Sino además, es constante la superioridad de Jesús con respecto a Juan. En ese caso, Jesús debería haber bautizado a Juan y no a la inversa. El tema fue importante en el cristianismo de los orígenes, y de allí que aunque en Marcos se destaque la superioridad de Jesús no se niega el bautismo. En Mateo ya hay duda: “Juan afirma “yo debería ser bautizado por ti”. Así llegamos a Lucas donde “desaparece” el bautizador, hasta llegar a Juan en el que directamente no hay bautismo. El tema, entonces, es indicio de la complejidad del tema para los primeros cristianos.

Breve nota sobre el Bautismo de Jesús. Resulta muy probable concluir que Jesús históricamente fue bautizado por Juan. La pregunta “¿de qué pecados se arrepiente?” está en la raíz del problema. Parece sumamente sensato suponer que se manifiesta miembro y parte de un pueblo pecador con el que se hace solidario. El pecado es mucho más que un obrar concreto, y de hecho hay una solidaridad con el pecado en la historia humana. El pecado del pueblo, de mis hermanas y hermanos, también me toca más allá de si fui o no parte de ello. También es mi pecado por ser parte. La solidaridad de Jesús con la humanidad y su pueblo pecador parece estar en la razón última de su bautismo.

En Lucas es muy común presentar a Jesús en oración en los momentos claves de su ministerio. Antes de cada uno de ellos Lucas elige mostrarnos a Jesús rezando. Ciertamente es una invitación a los lectores a enfrentar los momentos importantes de nuestra vida con disposición de oración. Miremos brevemente su comparación con Marcos o Mateo [en los textos Q] (además del texto ya comparado más arriba):





Marcos (y Mateo)
Lucas
Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. (3:13)
Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. (6:12-13)
Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?» (8:27)
Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (9:18)
Y al orar, no charlen mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que necesitan antes de pedírselo. «Ustedes, pues, oren así:  (Mt 6:7-9)
Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, (9:28-29)
Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, (9:2)
Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». (11:1)
Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora. Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú». (14:35-36)
Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». (22:41-42)

Es evidente que Lucas quiere invitar a sus lectores a seguir el ejemplo de Jesús en su oración. Todo su ministerio (y hoy, desde su comienzo en el Bautismo) está marcado por la oración.


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