sábado, 20 de febrero de 2016

La festiva muerte de un delfín

La festiva muerte de un delfín

O el elogio del ombligo

Eduardo de la Serna


Las noticias informan que en la costa argentina, mientras los turistas se bañaban para descansar, disfrutar el verano y apaciguar la ola de calor, uno de ellos “encontró” un pequeño delfín nadando. ¿Y qué hizo el agraciado? Lo sacó del agua para fotografiarse con el afortunado animalito, y además permitió compartir su presa con otros muchos que se alegraban de la suerte que había tenido el delfín de posar para mil selfies. Dudo que fuera por estar fuera del agua (al fin y al cabo es un mamífero) sino por el stress y el miedo – no precisamente escénico – y el animalito murió.

Hasta aquí los datos. Quizás avergonzado, el poseedor de 5 minutos de fama dijo que el animal ya estaba muerto al sacarlo del agua sin explicar cómo hacía para mover la cola. Pero lo cierto es que todo parece indicar que “yo lo encontré, ¡es mío!” En una suerte de circo brevis ostentaba el cetáceo para que muchos miraran el espectáculo. Porque – hay que recordarle – si uno pesca se supone que luego comerá lo que saque del agua y se trata de cadena alimenticia; pero el delfincito nunca formó parte de la dieta del afamado. No es una pesca, es una perversión. Por lo menos.

Y recordaba la buena prensa que tienen las cosas ecológicas o de medio ambiente, y recordaba los aplausos (salvo de los sectores de poder económico) de la encíclica papal sobre el medio ambiente (Laudato Si!) y la simpatía que causa hablar de la Pachamama (si hasta en otro circo brevis el presidente y el gobernador de Jujuy bailaron mostrando su irrespeto por la cultura indígena… pero no es el primero, y no será el último acto irrespetuoso de ambos). Hay que cuidar el medio ambiente decía una superficial conductora ostentando tapados de piel.

El delfín parece mi propiedad privada, yo lo encontré y hago lo que quiero. Como un perrito abandonado. Al fin y al cabo de propiedad privada se trata. Y ya sabemos desde el 10 de diciembre que la propiedad privada está por encima de todo. Incluso de la vida de delfines o personas. Y que lo digan los trabajadores de Cresta Roja, los mocosos danzantes de la villa 1-11-14 o el perverso protocolo de seguridad (de seguridad de unos pocos y su propiedad, claro).

El efímero momento de entretención de la selfie (que por definición “me” pone delante de los demás) es más importante que una vida. De eso se trata Cambiemos. Eso hemos espectado, espectadores expectantes de la degradación humana y de otras especies.



Foto tomada de http://www.infonews.com/nota/281779/el-hombre-que-saco-la-polemica-foto-del

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