lunes, 26 de septiembre de 2016

Evangelizadores y disangelistas

Evangelizar o disangelizar, ¡esa es la cuestión!


Eduardo de la Serna



El Evangelio es una “buena noticia” que los seguidores de Jesús de Nazaret estamos invitados a comunicar al mundo entero.

En él “creemos”, nos afirmamos, sobre él edificamos nuestra vida. Creer, en este caso, es el punto de partida. No hay nada antes. Porque creemos en la buena noticia de Jesús todo empieza allí y hacia allí todo se dirige.

Todo seguidor de Jesús tiene en el Evangelio la luz que guía su decir y su obrar.

Y esto es particularmente importante para los curas (no solamente, pero sí particularmente). Se supone que los cristianos, los curas en este caso, anuncian buenas noticias especialmente ante quienes padecen “malas noticias”.

Y me quiero detener especialmente en esto partiendo de la experiencia que puedo vivir viendo algunos curas oponiéndose al proceso de paz de Colombia. Me llama poderosamente la atención, se me vuelve casi incomprensible. Aunque debo reconocer que tiene cierta lógica. Curas que tienen su corazón en las riquezas se han dejado “dis-angelizar” por los ricos. Se han acomodado a aquellos a quienes debieran comunicar buenas noticias, en lugar de llamar al cambio de sus corazones han cambiado ellos, se han “acomodado”. Así, quienes debieron comunicar una noticia se convirtieron en anoticiados; quienes debieron llamar a la conversión se vieron convertidos…

Es notable cómo el poderoso caballero logra tanto. Porque una cosa sería que los pastores que atienden comunidades adineradas anuncien la buena noticia del reino, y encuentren dificultades porque el ojo de la aguja no lo atraviesa un camello, pero es triste ver que muchos pastores propongan un evangelio light para no incomodar a los destinatarios. Y mucho más triste aún es ver cómo van cambiando su vida y sus mensajes cuanto más en medio de los ricos están o cuanto más quieren evitar “incomodar” a los que debieran.

Ver a curas que tienen una pastoral en medio de los ricos, o los que tienen grupos de oración desencarnada, o los que sueñan ser “padres fundadores de la santa respiración”, tomando posturas claras y militantes en favor del ‘no’, resulta increíble. Pocos valores hay más claros como signos del reino que la “paz”, pero – aunque disfracen su discurso diciendo que quieren la paz, pero “no ésta”, lo cual es lisa y llanamente una mentira, porque la única paz que quieren es la de los cementerios llenos de cadáveres de guerrilleros, no la paz del encuentro con hermanos – y la paz tiene su oportunidad clara y nítida en el hoy de Colombia. Hoy la Paz se dice ‘¡sí!’


Es llamativa la vocación “disangélica” (palabra creada por Nitzsche: “comunicador de malas noticias”) de algunos, lo lamentable es que lo hagan en nombre del “evangelio”; aunque para ello tengan que hacerle decir al Evangelio lo que no dice, a los santos lo que no dicen, al Papa lo que no dice, al pueblo colombiano lo que no dice, a los acuerdos de paz lo que no dicen, y hasta a los poetas… Lo que importa es lo que “ellos” dicen desde su lugar de nada. Pero es de esperar que los pobres, aquellos a quienes Jesús quiere comunicar las buenas noticias, ellos sí la reciban. Y la paz, hoy firmada, sea un paso a paso hacia un mañana de hermanos, aunque algunos fascinados de sí mismos y de los aplausos que les brindan los etéreos sigan diciendo no a lo que no es ellos mismos.

Logo tomado de cnnespanol.cnn.com

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