miércoles, 31 de mayo de 2017

La Iglesia, los curas y la política

La Iglesia, los curas y la política…


Eduardo de la Serna



Ya comenté en otro lado sobre el significado de “al César lo del César, y a Dios lo de Dios” [http://blogeduopp1.blogspot.com.ar/2016/05/lafe-y-la-politica-o-dios-y-el-cesar.html] a fin de evitar distorsiones y hacerle decir al texto lo que no dice.

Voy a dejar de lado –por obvio– la importancia (y urgencia) de la participación de los laicos en la política, incluso partidaria. Eso ya de por sí revela que, para el cristiano, la política no es ni mala, ni sucia, ni “in-munda”, aunque haya bastante de eso en ella, sino un espacio necesario de transformación y fermento. “Expresión suprema de la caridad” al decir de varios papas.

Me quisiera detener en la relación entre los sectores “jerárquicos” (extraña palabra, poco evangélica quizás) y la política, especialmente partidaria.

Es sabido que los diáconos, particularmente aquellos que no aspiran al presbiterado, pueden participar activamente en política. ¡Y de hecho hay quienes lo hacen! En la diócesis de Quilmes, por ejemplo los hay que han sido diputados nacionales, o concejales con aspiraciones. Se les suele decir que durante el período que dura su mandato no tengan responsabilidades pastorales, pero no más. Volviendo al servicio ministerial al finalizar.

También es sabido que los obispos no tienen problemas en visitar ámbitos oficiales, bendecir espacios, verse con presidentes, gobernadores, diputados, etc. Cientos de fotos pueden verse en esos sentidos, por no hablar del obispo de Roma, por cierto.

Pareciera que el problema radica en los presbíteros, lo cual ya manifiesta una cierta parcialidad extraña y –quizás– sorprendente. Pero todavía acá me surgen algunas dudas. Pareciera (y voy a lo concreto) que si un cura se encuentra (y fotografía) con María Eugenia Vidal, con el presidente Macri, con Sergio Massa, con Elisa Carrió, o varios otros no tiene problema alguno. Y nadie dice nada. Pero basta que un cura se vea (y fotografíe) con Cristina Kirchner y ya llueven excomuniones, agravios, reclamos y quejas. Desde episcopales a laicales pasando por presbiterales. Pareciera que no se trata de “la” política, sino de “ésta” política que está(ría) vedada. Pero no se explicita, no se dan razones. Lo único que se señala es que parece que es malo que “los curas se metan en política” aunque no valga lo mismo en los demás casos mencionados.

Un cura amigo me cuestionaba lo que él entendía era excesiva posición partidaria de mi parte. Yo jamás le cuestioné la suya, a pesar que creo que fue claramente responsable de traccionar votos a este gobierno hambreador, desocupador y genocida por goteo. Pero parece que mi posición fue la incorrecta. Yo le respondí esto:

“Yo podría decirles [a los que dicen eso de mi posición] que me muestren un sólo momento en el que yo haya dicho «es preciso que usted no joda haciendo votar a los suyos en contra del partido Tal, como lo ha hecho en las dos elecciones anteriores» o «se debe hacer propaganda de esta forma: a todo individuo que vaya a votar al partido Tal se le dará comida y cerveza y además plata...» Jamás dije cosa semejante, aunque el que dijo esto entre comillas haya sido el cura Brochero [solo que donde dice ‘Tal’ dice ‘Radical’) en las cartas 447 y 455 (23 septiembre de 1912 y 8 octubre 1912)]”.

Parece que, o el Santo Cura Brochero fue canonizado invisibilizando estas cosas (domesticándolo) o que sí se puede hacer clarísima campaña en favor del partido radical, pero no puede uno encontrarse con Cristina. Ni siquiera encontrarse.

Pero “habemos” quienes creemos que nuestra militancia en favor del Evangelio nos lleva a buscar lo que en prudencia, sensatez, razonabilidad creemos lo mejor para los pobres. Ciertamente no lo perfecto, no lo ideal. Si en nuestra Iglesia tenemos el Evangelio y somos miles los que con nuestras palabras, obras y omisiones lo manchamos, lo caricaturizamos o licuamos, ciertamente lo mismo parece sensato imaginar en las lides políticas. No se trata de ideales y perfecciones, se trata de quién o qué hace mejor a los pobres, y quién o qué les hace mal, los perjudica. Y no tengo ninguna duda que nada puede ser peor que el macrismo, a pesar de las cientos de fotos eclesiásticas con estos sujetos.



Foto tomada de Prensa Municipios

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