sábado, 16 de mayo de 2020

Los pusilánimes... o nuestro chiquitaje

Los pusilánimes, o nuestro chiquitaje


Eduardo de la Serna




En lo personal tengo claro que el hecho de que uno desee algo que, en caso de ejecutarse resultaría algo bueno o malo, no transforma ese tal deseo en “bueno” o “malo”. Se trataría simplemente de un deseo, y a lo sumo revelaría una bondad o maldad del corazón, pero sin duda desear determinada cosa no es “moralmente” evaluable. Voy a ser extremo, con la única finalidad de ser entendido; puedo desear la muerte de alguien porque me resulta detestable. Ese deseo habla muy mal de mí, de mis cualidades o de mi humanidad, pero ese deseo no es ni bueno ni malo. Malo sería, en todo caso, si pongo los medios para que eso se concrete; en este caso, para que tal persona efectivamente muera. El tema permite muchos más elementos de análisis, pero me interesa una simple mirada a partir de esto.

Esto lo digo porque, mirando los periódicos en estos días, y la situación de la pandemia, contagiados y muertos me quedo con la horrible sensación de que según la tendencia de tal o cual medio hay como una alegría por los más muertos acá que los menos allá, o una suerte de pena porque no haya más allá que acá. Casi como si se tratara de un campeonato mundial con ganadores y perdedores. De un “campeonato” en el que todos perdemos, si valiera el caso. Por supuesto que no dirán “por suerte hay más muertos allá que acá” (son inteligentes como para cometer semejante tontería y aberración), pero “crecen los muertos en…” o cosas semejantes sin duda permiten esa lectura.

Lo hasta acá dicho solo sería indicio de la pequeñez humana de determinados sectores o determinados medios si no fuera porque eso, así dicho, tiene la clara intención de direccionar el pensamiento de los lectores y/o televidentes. Y al direccionar el pensamiento (o, mejor dicho, al pretender que el pensamiento deje de ser tal y se transforme simplemente en un acto automático de autómatas sin autonomía). Y, ahora sí, transformar esos deseos en acciones, o reacciones. Más aún, si esas acciones se limitaran simplemente a caceroleadas tampoco sería tan preocupante; en un país libre cada quién puede ostentar impunemente su propia imbecilidad sin que sea razón de ser reprimido por ello. Pero eso con frecuencia se transforma en una bola de nieve que crece y de las cacerolas se continúa en quiebres del sistema de solidaridad (algo en lo que son expertos ciertos sectores).

Hoy un amigo fue a hacer una compra a un negocio. Todos llevaban su barbijo menos uno. Y al rato, ese tal empezó a “explicarle” a todos los que esperaban ser atendidos que el coronavirus no existía, que era un invento del gobierno porque todo estaba tan mal que había que inventar algo para que la gente no pensara. Curioso poder que tiene un gobierno tan inútil como para provocar miles y miles de muertos en todas partes del mundo sin ser bombardeados por ello por los países más poderosos contagiados por algo inexistente y llenos de muertos ficcionados. Pero resulta que una señora que estaba también esperando ser atendida le dijo que “usted no se va de acá sin pedir perdón por la barbaridad que acaba de decir. Soy médica del hospital del Cruce, y tengo amigos muertos y amigos enfermos; y ellos no se merecen lo que usted acaba de decir”. No sé qué “medios de comunicación” consume el sujeto en cuestión, aunque no es difícil imaginarlo, pero lo cierto es que allí el deseo pasó a la acción, y si no hubiera habido una reacción en contrario no sería raro que algún otro de la fila se preguntara si no sería cierto eso que dijo.

A lo mejor sería sensato dejar la mentalidad futbolera de ganadores y perdedores, de que tales (los “buenos” para “A”) nos van ganando (porque somos malos para “A”) o que le vamos ganando a cuales (los malos para “B” porque son malos para nosotros)… Lamentablemente, no parece fácil dejar esos sentimientos, más – especialmente – cuando en muchos casos no se trata de “sentimientos” sino de intereses (que se aprovechan de los sentimientos de otros). Y, lamentablemente, suelo estar en las antípodas de esos tales y sus intereses. Es más (o es “peor”) esos despiertan mis más perversos deseos. Y les deseo lo peor. Por suerte solo es eso.

 

Foto tomada de https://www.alamy.es/camino-de-tierra-se-bifurca-en-dos-en-las-alpujarras-andalucia-espana-image5148952.html


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