jueves, 9 de junio de 2022

Luis Heriberto Rivas. Abrazo

Luis Heriberto Rivas. Abrazo

Eduardo de la Serna



No será este el lugar ni el espacio de hacer una buena nota sobre “vida y obra” de Luis Heriberto Rivas. Sólo será un breve de memoria.

Dudo que haya alguna persona dedicada a los estudios bíblicos en Argentina que no se haya referenciado en mayor o menor medida con Luis. Menciono un par de anécdotas totalmente personales.

  •        Como los estudios bíblicos me fueron interesando progresivamente, ya en el primer año de la facultad de Teología le pedí verlo para sacarme algunas dudas. Me recibió en Santa Rosa de Lima, donde entonces vivía. A mi “buen día, padre” rompió el esquema diciendo “yo soy Luis”. Debo haberle caído bien, y mis preguntas varias deben haberle resultado serias, porque desde entonces hubo una relación cordial.
  •          Dicen que solía repetir monotemáticamente la nota de cada quien. Conmigo así parece, porque mi segundo parcial de “San Juan” fue para 8 o, muy generosamente para 9, pero repitió el 10 (aunque reconozco simplemente que había leído para mucho más, si fuera posible, y él me había orientado en los estudios).
  •          Cuando di mi último examen con él le dije: “ahora que ya di todos mis exámenes con vos, te quiero invitar a comer a mi casa”. Después vino un par de veces más e incluso le pedí que fuera él quien predicara en la primera misa que celebré donde había sido diácono.
  •         Ya cura, siendo él, capellán de la Isla Martín García, me invitó dos veces a visitarla. La primera sólo por confirmaciones, la segunda a pasar una semana entera entre mosquitos y silencio, nutrias (= coipos) y aves de todo tipo. Y algún ciervo en las lejanías. Y libros. Libros y conversaciones en las comidas.
  •    Nos veíamos poco y nada; creo que la última vez que nos encontramos fue casualmente en el aeropuerto de Bogotá. Él había tenido serios problemas de vista. A mi pregunta ¿cómo estás? Con su habitual ironía y seriedad me dijo: “cavar no tengo fuerzas, mendigar me da vergüenza”.

Si tengo que destacar algo de Luis es su inmensa generosidad. Y no me refiero a material (que también: cuando le mostré – seminarista todavía – que me había comprado la sinopsis de Benoit – Boismard, al día siguiente me trajo de regalo la sinopsis griega de Kurt Aland, que aún conservo) sino a cómo buscó abrir puertas de búsquedas, de investigación. Con ese sencillo gesto – y otros muchos – iba orientando, ¡docentemente!, la investigación y los estudios. Y no fue el único.

Creo que todos recordamos la precisión en sus clases o charlas en las que casi mágicamente terminaba con exactitud medio minuto antes del final con la pregunta “-¿alguna duda?”, la que nunca habría.

No quiero que parezca esto una epopeya o un panegírico. Solo se trata de una memoria agradecida. Muy agradecida. No quisiera caer en los lugares comunes, tanto los del “sí, pero” como los de “no hay muerto malo”. Simplemente quiero, aquí, abrazar a alguien que me (y nos) marcó con su huella. Podría abundar en anécdotas de y sobre Luis. Innecesariamente en este espacio.

Solo quiero señalar una más. Con mucha mayor prudencia que la mía, Luis era muy cuidadoso con los ambientes en los que veía conveniente, o no, decir algo o callar. Pero eso no significaba que él no tuviera una mirada más amplia; muchas de las cuales emergían en la conversación personal o un encuentro. Va una anécdota algo simulada por respeto a él. Un muy buen comentario a Marcos tiene un “excursus”. Y me comentó que estaba censurado en su traducción al italiano. Poco después me trae el excursus original en alemán; bien diferente al traducido. Lo conocía y quería que yo lo conociera, aunque nunca dijera públicamente lo que allí estaba.

Ciertamente, y porque así me (nos) abrió caminos, fui leyendo, investigando, trabajando y rumbeando por otros horizontes. Pero si algo repito sistemáticamente, y lo aprendí de su ejemplo, es jamás, ¡jamás!, hacerle decir a la Biblia lo que la Biblia no dice. Su respeto al texto, y a lo que el texto dice, es, y pretendo que sea, un sello en mi ministerio bíblico. Un sello que tiene su sello. Y lo celebro. ¡A tu salud, Luis!


Foto tomada de https://aica.org/noticia-murio-mons-luis-heriberto-rivas-reconocido-biblista-argentino

1 comentario:

  1. Muy bonitos recuerdos y, mejor, muy buena semblanza de Luis Rivas para que los que no lo conocimos.

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