jueves, 16 de noviembre de 2023

Esteban, el primer testigo

Esteban, el primer testigo

Eduardo de la Serna

 


Mirando los textos bíblicos es muy poco lo que sabemos sobre Esteban. Poco, pero que alcanza para descubrir un camino. Todas las referencias a él las encontramos en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

En primer lugar, se nos dice que los Apóstoles (“los Doce”) no daban abasto con la predicación y otras actividades como el servicio de las mesas de las viudas (6,1-2). Entonces deciden elegir “Siete” para esta tarea, y poder dedicarse a la oración y la predicación de la Palabra (6,3). Sin embargo, lo primero que vemos de estos “Siete” es precisamente que se dedican a la predicación (6,10), y nada se dice sobre las “mesas”. El primer mencionado de estos siete es precisamente Esteban, de quién se dice que era “hombre lleno de fe y de Espíritu Santo” (6,5). Esteban y Felipe son mencionados a partir de este instante señalándose su práctica evangelizadora (6-8). Más adelante, de Felipe se dirá que es “evangelista” (21,8).

Lo primero que se destaca es que eran “helenistas”, a diferencia de los Doce que eran “hebreos” (6,1). Sin duda esto indica que los Doce eran judíos seguidores de Jesús provenientes de Palestina (hablaban “hebreo”), mientras los Siete eran judíos seguidores de Jesús que hablaban griego. Por eso pareciera que mientras los Doce se dedican a anunciar a Jesús a los judíos de habla semita, los Siete se dedican a predicar a los judíos dispersos por el mundo, que hablaban griego; en primer lugar, por las regiones de Judea y Samaría.

Por otra parte parece que, los “helenistas”, relativizaban casi hasta el extremo las instituciones judías como el Templo o la Ley, cosa que molestaba a los “hebreos” (6,11.13). Así, comienza una persecución de estos a aquellos, y Esteban es encarcelado, luego juzgado y finalmente ejecutado.

Sin embargo, hay elementos de la predicación de Esteban y de su condena que son muy llamativos, y merecen nuestra atención.

En la predicación, claramente aparece una relativización, y casi negación, como dijimos, de las instituciones principales de Israel, la ley y el Templo, de allí que los “hebreos” lo interpreten como “blasfemia” (que se castiga con la muerte por apedreamiento sacando al culpable fuera de la ciudad, como se indica en Deuteronomio 17,2-7). Los judíos sabían que, si bien a Dios sí se lo puede encontrar en el Templo, Él es más grande que el Templo, y no se lo puede encerrar en él (Ex 3,5.12; Mal 1,11, algo que casi parece rechazado en Is 66,1-2); sin embargo, Esteban va más allá y no afirma - como era de esperar - que Dios “no habita sólo en el Templo” sino que afirma claramente que “Dios no habita en casas hechas por mano de hombre” (7,48, donde cita Isaías 66). Es interesante – además – refrescar que la fórmula “hecho por mano de hombre” en la Biblia suele decirse acerca de los ídolos (2 Re 19,18; Jdt 8,18; Sal 115,4; Sab 13,10; Is 37,19; cosa que repite también la carta a los Hebreos 9,11.24) , con lo que Esteban no solamente cuestiona el Templo sino que afirma que han hecho de él un ídolo. Por otra parte, recuerda que la Ley ya había dicho que Dios enviaría un “profeta semejante a Moisés”, con lo cual tampoco la Ley debe absolutizarse. Jesús es ese profeta, y por tanto es superador de la Ley. Así da razón a su relativización del Templo y la Ley en la predicación acerca de los efectos de la obra de Cristo.

Dicho esto, los “hebreos” deciden matarlo ("blasfemo"; 6,11), y el autor de Hechos recurre a una interesante referencia: ocurre con Esteban, como con Jesús (Mc 14,55-58), que se recurren a testigos falsos que aludirán a la destrucción del Templo (6,12-14); también como a Jesús (Mc 14,62), los escandaliza que Esteban vea “al Hijo del hombre entre nubes” (7,56); como Jesús (Lc 23,34), Esteban perdona a quienes lo están asesinando (7,60); y, finalmente, como Jesús (Lc 23,46), entrega su espíritu (7,59).

Frente a esto, se deciden ejecutarlo para lo cual lo sacan fuera de la ciudad (7,58) como ocurre con Jesús (Mt 21,39 / Lc 20,15). Algo semejante también había ocurrido con Nabot, asesinado con testigos falsos (1 Re 21,10) a quién, como Esteban (7,58), “sacaron fuera de la ciudad, lo apedrearon y murió” (21,13).

Es interesante notar, para empezar, la creatividad en la predicación de Esteban, por lo que conocemos de Hechos. La creativa fidelidad a los textos bíblicos que permitieron ir descubriendo la novedad aportada por el acontecimiento pascual de Jesús, y las consecuencias para la predicación de los primeros cristianos en el ambiente “helenista”. En segundo lugar, notar, cómo desde el comienzo, los escritos cristianos pusieron en estrecho paralelo la vida y la muerte de los mártires con la vida y la muerte de Jesús. Como Jesús, los mártires no son matados por su odio a la fe, sino por la referencia a la vida y predicación de Jesús, predicador de buenas noticias, y de un Dios Padre que quiere reinar, para ser alternativa a los reinados violentos y deshumanizadores de su ambiente.

El texto finaliza señalándonos que el perseguidor Saulo - que luego será Pablo – era testigo, y aprobaba su muerte (7,58; 22,20). No es casualidad que será luego Pablo el que continuará la predicación a los “helenistas”. No es en vano recordar que “la sangre de los mártires es semilla de cristianos”, como afirmará más tarde Tertuliano (†220);  Así como luego del martirio de Rutilio Grande, de mons. Romero se hablaba que su propia “conversión” había sido “el primer milagro de Rutilio”Pablo parece ser el primer milagro de Esteban. Su incorporación inesperada en el movimiento de Jesús parece dar razón a esto.


Imagen tomada de https://caminocatolico.com/oracion-a-san-esteban-por-la-iglesia-y-los-martires-de-hoy-por-p-carlos-garcia-malo/

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