jueves, 2 de mayo de 2024

Onésimo, el esclavo rescatado

Onésimo, el esclavo rescatado

Eduardo de la Serna



Onésimo es un personaje casi anónimo en la Biblia; se lo menciona sólo una vez (Flm 10), y en otra (Col 4,9) se alude a él, quizás para copiar el estilo de la carta anterior. Sin embargo, es motivo de una carta que Pablo escribe a su amigo Filemón (v.1), así que, aunque se lo mencione solo una vez, toda la carta alude a él. 

Filemón era un varón acomodado de una localidad que desconocemos, aunque – por la otra carta que lo alude – se piensa que quizás sea de Colosas; tiene una casa amplia donde se reúne la comunidad (v.2), e incluso tiene esclavos. El tema es, precisamente, que Onésimo, uno de esos esclavos – quizás el que más prestigio tenía – se fugó robándole.

Antes de continuar es bueno recordar que la esclavitud en aquellos tiempos, aunque muy dura, no se parecía en nada a la terrible opresión que vivieron los africanos capturados como mercancía para el trabajo forzado en América y Europa. Generalmente, en aquellos tiempos, las causas de esclavitud eran dos: por deudas o por derrota militar (aunque el Imperio Romano no aceptaba la esclavitud por deudas); o también por haber nacido hijo o hija de un esclavo o esclava. Siendo que para la mentalidad griega el trabajo era algo “denigrante” (= de negro), los amos se dedicaban a “filosofar” o a hacer la guerra, y el trabajo era algo propio de los esclavos a los que algún filósofo calificó como “una herramienta que habla”. Pero eso daba al esclavo una cierta independencia para moverse, comerciar, andar tranquilo por las rutas del Imperio. No era algo infrecuente que algún esclavo se fugara, pero sabiendo que en caso de ser hallado su futuro sería terrible (solía ser enviado a las minas o encadenado a los remos de los barcos donde la muerte era muy probable, derrumbes o naufragios mediante).

Pablo se encontraba preso, probablemente en Éfeso, una ciudad muy importante y no lejana a Colosas (poco menos de 200 kms.), y parece que Onésimo – que estaba allí – empezó a sentirse observado y en peligro, cercado por la policía, por lo que buscó un refugio en el amigo de su ex - amo. Lo cierto es que Pablo en la cárcel le predicó el Evangelio a Onésimo quien se convierte al grupo de Jesús (v.10). Entonces Pablo lo reenvía a Filemón, su amigo, con una carta pidiéndole que lo reciba como a un hermano (v.16), y diciéndole que él pagará aquello en lo que hubiera sido defraudado (vv. 18-19). De este modo, obviamente le salva la vida a Onésimo, pero a su vez lo transforma en mensajero.

Entre los judíos, en cambio, la esclavitud era algo impensable. Si alguien, por deudas, debía venderse como esclavo, al pagarse la deuda (por trabajo o porque algún familiar la pagaba) debía ser liberado (a esto en la Biblia se lo llama “rescate”, “redención”), y si no podía pagar, pasado cierto tiempo debía ser liberado de todos modos porque “Dios mismo había pagado” (cf. Ex 21,2). El criterio que se debe recordar siempre es que “ustedes fueron esclavos en Egipto” (Dt 5,15). El punto de partida fundamental entre los judíos era que el otro es un hermano (Lev 25,39-40). Y ese es el mismo criterio que utiliza Pablo para que Filemón reciba y rescate a Onésimo. Onésimo, de este modo se transforma él mismo en mensaje de cómo deben comportarse entre sí los hermanos, aun en caso de deudas o incluso de estafa.

Onésimo, en griego, quiere decir “útil”, y Pablo sabe que en un primer momento, le fue “inútil” a Filemón, pero que ahora, como hermano, es muy útil para ambos en el servicio (vv.11.13). Incluso Pablo manifiesta un enorme afecto por Onésimo, a quién califica como parte de sus propias “entrañas” (vv.12.20).

Sería algo anacrónico pensar que Pablo podría reclamar el fin de la esclavitud, que fue tenido como algo “natural” por siglos. Pero lo cierto es que, en el caso concreto que tiene frente a sí, lo que Pablo pide no es solamente un trato fraterno para el ex – esclavo, sino también “algo más” (v.21).

Onésimo, como se dijo, se ha transformado en más que un esclavo “hermanado”, se ha convertido él mismo en un mensaje. En el modo de trato fraterno, en el perdón de las deudas entre hermanos, en preferir dejarse estafar antes que lastimar a un hermano (1 Cor 6,7). Onésimo es un mensaje que durante siglos no hemos sabido escuchar: un mensaje de libertad, de gratuidad, de vida nueva. Un mensaje que, especialmente ante tantas nuevas esclavitudes, haríamos bien en escuchar.


Foto tomada de https://antenamisionera.wordpress.com/2014/12/29/no-esclavos-sino-hermanos/

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