domingo, 15 de septiembre de 2024

Una nena en una marcha (por más Fabrizias)

Una nena en una marcha (por más Fabrizias)

Eduardo de la Serna



Resulta que se convocó a una marcha para reclamar en favor de una ligera mejora de los haberes jubilatorios. Parece que los “adultos mayores”, que fueron víctimas de las rebajas salariales en tiempos de De la Rua (Cavallo, Bullrich y otras estrellas), y luego también del macrismo (Bullrich también estaba allí), son una vez más los torturados económicamente de este gobierno. Siempre del mismo modelo económico, notemos. Pero, más allá de eso – que es el punto de partida – resulta que un grupo importante de personas fue a reclamar en favor de los jubilados. Y a esa marcha fue Fabrizia llevada por su mamá.

Las cotorras mediáticas y funcionarios no menos psitácidos, pusieron el grito en el cielo (o en las fuerzas del cielo): ¿Cómo puede una mamá llevar a su hija pequeña a una marcha? Dejo de lado los – además – ignorantes que afirmaban que el lugar de los niños es la escuela, justo un día que no había clases, como si, además, el lugar de los niños no fuera también la familia, los juegos y todo lo que – según el saber y entender de sus papás y mamás – contribuya a la formación de hijos e hijas. No es difícil imaginar que Fabrizia tiene abuelos, y que – por serlo – probablemente sean víctimas de este modelo perverso (y si no lo fueran, mejor aún, por sumar solidaridad). La cosa es que una mamá lleva a su hija a una marcha para que aprenda a reclamar, que aprenda el valor de la justicia, que aprenda solidaridad.

Claro… con este gobierno, con esta ministra, resulta que marchar “está mal”, y – por lo tanto – es algo que se debe reprimir. Y Fabrizia recibió una buena y abundante dosis de gas pimienta en la cara, generosamente regalada por un miembro de las “fuerzas de (in)seguridad”, debidamente identificado por quien quiera encontrarlo. ¿Cómo somete una mamá a su hija a eso?, cacarean autopercibidos periodistas. Es decir… la represión está bien, lo que está mal es marchar. ¡Qué curioso! ¿Resulta que vamos a naturalizar la barbarie oficial y apagar la solidaridad y la búsqueda de justicia?

Disculpen, pero ¡está mal! ¡Muy mal! No que la mamá lleve a Fabrizia a la marcha, sino que se reprima un justo reclamo, que debería ser algo absolutamente pacífico y normal. Es verdad que con esto buscan – y en ocasiones consiguen – que a las marchas vaya menos gente, y no vayan las Fabrizias que nos enorgullecen, pero eso no transforma a los protocolos de la muerte en cosas buenas y vivas; naturalizar la represión es algo deplorable, definitivamente. Vaya desde acá un abrazo a Fabrizia y a su mamá, y mi repudio más visceral a las Patricias de la historia y a los agentes disparadores de amargura y tristeza. Una nena de 10 años lloró, pero aprendió por dónde van los pasos de la alegría. ¡Gracias!


Foto de Patricia Bullrich en "otros tiempos", cuando era "Cali", tomada de https://lateclaenerevista.com/patricia-bullrich-miente-por-hugo-presman/

jueves, 12 de septiembre de 2024

Adán, “el hombre”

Adán, “el hombre”

Eduardo de la Serna



Recientemente comentamos sobre la figura de Eva, la primera mujer. Es oportuno, entonces, ampliar la imagen comentando ahora sobre su compañero: Adán.

Como allí decíamos, el término hebreo “Adam” significa a la vez “hombre” (es decir ser humano), o también varón, también tierra o el color rojo, y en algunos textos es el nombre que recibe el primer ser humano (y primer varón), formado de la tierra (roja).

Por ejemplo, es muy frecuente en la Biblia leer “los hijos de Adán”, que es lo mismo que decir “los seres humanos” (ver Dt 32,8; Sal 8,5; 11,4; 12,2.9 etc; Sir 40,1). Es interesante señalar que, a veces, no es sencillo traducir el texto; por ejemplo, en Gen 2,19 dice que cuando Dios modela de la tierra a los animales los presenta ante “el adam” para ver qué nombres les ponía. En ese caso, si bien puede traducirse que los lleva ante “Adán” quizás sea preferible entenderlo como que se los presentó “al hombre” (ser humano)… Más fácil es la traducción en 5,1, por ejemplo, ya que habla de los descendientes “de Adam”. El artículo “el hombre” se encuentra en el primero y está ausente en el segundo, lo cual ayuda en la traducción.

Al comenzar la lista de descendientes parece más fácil entender que “Adán ‘conoció’ (= es decir, tuvo relaciones sexuales) con su mujer (‘isha’)” y concibió un hijo. Es decir, es más fácil ver que aquí se refiere a la persona concreta y no a la humanidad en general.

En otros casos también es evidente cómo traducir ya que (por ejemplo, en Gen 1,27) dice que Dios creó al “adam”, “varón y mujer los creó”, con lo que se refiere a la humanidad en general, a la “especie humana” y no a una "persona concreta".

Dicho esto, ¿qué podemos decir del personaje “Adán”? Señalemos que muy poco, aunque debamos añadir lo que refiere al “primer hombre” porque, aunque se entienda referido al ser “humano” a su vez se refiere a él, personaje, como es el caso de su ubicación en el jardín de Edén.

Como comentamos al hablar de Eva, es probable que toda la primera parte del texto del jardín se refiera a adam como al ser humano, es decir “varón y mujer”, pero en un momento – para combatir el mal de la soledad – de la costilla del varón, Dios forma a la mujer (pero ahora llamados en hebreo ish e isha’ respectivamente, es decir no “Adán” y “Eva”).

La armonía entre ellos y con las cosas creadas resulta evidente hasta que se introduce un elemento disolvente que es la desobediencia al proyecto de Dios (“no comerás”). Esto se manifiesta en la “vergüenza” a la que se la relaciona con la desnudez (en algunas ocasiones la Biblia identifica “las vergüenzas” con la desnudez, ver Is 47,3). Es decir, la primera pareja “descubre” que estaban desnudos porque se les abren los ojos al desobedecer el mandato de Dios; pero no se les abren esos ojos para descubrir caminos nuevos, sino para ver sus carencias.

Es decir, en muchos textos no hay propiamente hablando, un primer “varón” sino un primer ser humano; una primera humanidad que rompe su armonía con Dios, entre sí y con la naturaleza a partir de la desobediencia primera. Lo que hace, o lo que rompe, o lo que proyecta “Adán” es, en realidad, algo propio de la humanidad. No es fácil distinguir algo del primer “varón” de algo de “la humanidad”. Pero lo cierto es que esa humanidad, a partir de su quiebre en la relación con Dios rompe a su vez con los demás y con la “creación”.

En la narración, el principio de la humanidad pasa abruptamente de hablar del “primer ser humano” al que llaman “hombre”, es decir “adán”, a nombrarlo llamándolo “Adán”. Y a partir de su nombre empieza la larga historia de la humanidad.

Pero con el tiempo, la “persona” de “Adán” es figura de la primera humanidad desobediente, y contrasta con la nueva humanidad empezada por Jesús (“el nuevo Adán”) que se caracterizará por la obediencia y la fidelidad al proyecto de Dios. Así “Adán” pasa a ser imagen de una humanidad infiel a Dios (Rom 5,14), desobediente y “pecadora” (1 Cor 15,22) y Jesús es propuesto como modelo de la humanidad nueva, renovada y liberada (1 Cor 15,45).


Imagen de la creación del ser humano de Miguel Ángel tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/La_creación_de_Adán

martes, 10 de septiembre de 2024

¿Qué decimos al decir “palabra de Dios”?

¿Qué decimos al decir “palabra de Dios”?

Eduardo de la Serna




Acabo de releer el – en mi opinión – excelente artículo de Luis H. Rivas sobre la colaboración entre la exégesis bíblica y la teología (incluye la teología moral).

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No voy ni a corregir, ni ampliar nada de esto. Solo hacer unos comentarios sobre el tema dando por presupuesto lo que allí dice:

Es interesante que, partiendo de Tomás de Aquino, Melchor Cano – con todas las limitaciones señaladas por Rivas – cuando tiene que presentar los lugares teológicos, el primero que menciona es la Sagrada Escritura. Cuando se trata de encontrar y escuchar a Dios no hay otro espacio más importante.

La centralidad que el Concilio Vaticano II dio a la Palabra de Dios fue sabiamente acompañada durante el pontificado de Pablo VI, pero tuvo un importante retroceso durante el extenso pontificado de Juan Pablo II en el que “el Magisterio” pasó a ser “el primero”. Mejor teólogo que este, Benito XVI no logró superar sus temores teológicos, por un lado, y su “lectura patrística” por el otro. El papa Francisco, que tampoco es teólogo, no ha logrado poner a la Biblia en el centro, aunque expresamente dice que “Lo mismo (una desproporción) sucede cuando se habla más de la ley que de la gracia, más de la Iglesia que de Jesucristo, más del Papa que de la Palabra de Dios” (E.G. 38). Aquella frase de León XIII que el Concilio hizo propia: “la Biblia es el alma de la teología” quedó en cómodos cajones vaticanos.

Dentro de los dos peligros a evitar en la lectura bíblica, Rivas señala el “dualismo” (espiritual – material) y el “fundamentalismo”. Lamentablemente ambos están plenamente vigentes; no solamente en lo cotidiano sino también en los pastores. Ya Pio XII (Divino Afflante Spiritu, 1943) – al “devolver la Biblia a la Iglesia” – combate de raíz el dualismo (por ejemplo, mientras M. Cano decía que la lectura de la Vulgata era normativa, a la vez que los textos hebreos y griegos quedaban ya descartados, Pio XII dice todo lo contrario señalando que los textos “originales” se han de preferir por encima de cualquier traducción (D.A.S. 12). El “fundamentalismo”, que “lleva a un suicidio del pensamiento” (Pontificia Comisión Bíblica 1993) se encuentra por doquier en las lecturas, sermones, escritos pastorales (incluso vaticanos; incluso Instrumentum Laboris).

¿Qué decimos al decir que la Biblia es “Palabra de Dios”? La primera pregunta es ¿de qué palabra hablamos? ¿palabra sobre qué? La Biblia, palabra escrita hace miles de años, con lenguajes y culturas de hace miles de años, sin duda no ha de ser leída “a la letra”. La Biblia no es un “manual de instrucciones”. La Biblia es Dios que se revela. Dios nos cuenta quién es él, como se va mostrando en la historia, en su obrar, en su hablar, para que lo vayamos – poco a poco – conociendo (eso se quiere decir al afirmar que “la revelación es progresiva”); por eso, para los cristianos, esa palabra en la que Dios se nos va revelando se hace plenamente patente en Jesús, la palabra que se hace carne y pone su carpa entre nosotros. Una sola palabra tenía Dios que pronunciar: ¡Jesucristo!, ya no tiene más que decir (Juan de la Cruz). Jesús es la palabra de Dios, sencillamente. La Biblia nos muestra cómo es Dios (revelación), Él se quiere hacer conocer porque quiere ser amado por aquellos a los que a su vez ama, los seres humanos.

Desde hace tiempo voy quedando cada vez más convencido – tristemente – que en la Iglesia (y creo que aplica para muchas Iglesias hermanas también, no solamente la católica romana) la Biblia ha dejado de ser tenida como “palabra de Dios”; no importa lo que un texto realmente diga, importa lo que “se” quiere decir, y el texto bíblico sólo sirve como “dicta probantia” (para probar lo dicho), o en ocasiones simplemente para “adornarlo”. Empezar por el texto bíblico como punto de partida “sine qua non” es algo que ha quedado en el olvido. La cantidad de textos en los que no se parte de la Biblia, o de homilías donde el texto bíblico que se debería comentar es ignorado, son abrumadores; ¿en cuántos congresos teológicos hay biblistas convocados?.

La centralidad que la palabra de Dios debe ocupar en la vida de los presbíteros, que resaltaba el Concilio (P.O. 4), fue desapareciendo bajo la “autoridad” del Magisterio (PDV 55). Dios va quedando opacado por “la Iglesia”. Recuerdo cuando – con su habitual ironía – José Comblin nos decía “no olviden que el Santo Padre tiene más poder que el Padre Santo”.

De todos modos, para terminar, supongo que – por lo menos, aunque ignorado, o ninguneado, o relativizado, por lo menos creo que no seré censurado por seguir creyendo que la Biblia es palabra de Dios. ¡Al menos eso espero!


Foto tomada de https://eclesalia.net/2017/06/14/palabra-de-dios/

Comentario a las lecturas domingo 24º B

La cruz y los crucificados marcan el camino

DOMINGO VIGESIMOCUARTO - "B"


Eduardo de la Serna


Lectura del libro del profeta Isaías     50, 5-9a


Resumen: tomando uno de los llamados “cantos del Siervo sufriente de Yahvé” la liturgia presenta al sufriente como un discípulo ejemplar de Yahvé.

El texto constituye el llamado “tercer canto del Siervo de Yahve”. Aunque los cantos están en debate en cuanto a época, autores y destinatarios (se ha propuesto, por ejemplo que es el canto de dolor de los que regresan de Babilonia al ser rechazados por los que residen en la tierra) el texto está incorporado en la liturgia en el marco de la cruz, tanto en Pascua como en el contexto de los anuncios de la cruz para Jesús y para los suyos.

El tercero de los “Cantos del Siervo de Yahvé” (aunque la palabra “Siervo” aquí no es usada, por lo cual algunos no lo cuentan entre estos cánticos) ubica al poeta como un sabio (“lengua de discípulo”, v.4, “oído abierto”, v.5), como alguien que debe educar al que “anda en tinieblas” (v.10) y comunicar al cansado una palabra de aliento (v.4). Las agresiones e insultos de “otros” (vv.6-7) no le impiden anunciar aquello que debe comunicar como sabio. 

El texto está armado en cuatro estrofas comenzadas por “el Señor Yahvé” (vv.4.5.7.9). Yahvé es el maestro que genera un discípulo ejemplar, que es maestro a su vez. Y como Yahvé (40,28-31) debe confortar a los fatigados. La primera estrofa está centrada en el tema del discípulo (enmarcada por los términos lengua / palabra, oído / escuchar y la repetición de “despertar” (“palabra despierta”, “despierta el oído”, v.4). Retomando la idea, la segunda estrofa da un paso más: los sufrimientos. Esto fue tomado particularmente por Mateo (26,67 y 27,30, las escupidas a Jesús). 

Los vv. 7 y 9 comienzan con “el Señor Yahvé me ayuda” (cf. 41,8-13) lo que contrasta con los verbos “ser confundido” y “quedar avergonzado” (cf. 41,11; 45,16.17; 50,7; 54,4); La confianza en Dios pasa a ocupar un lugar principal en el texto; el discípulo manifiesta su disposición a comunicarlas. El lenguaje, a partir del v.8 es judicial, se refiere al pleito en la puerta de la ciudad. El contraste está dado entre ¿quién disputará conmigo? / ¿quién me condenará? El que “me justifica” / “me ayuda” – Yahvé – está “cerca” (cf. 46,12 donde los incrédulos están “lejos”).


Lectura de la carta de Santiago     2, 14-18

Resumen: La “fe” y las “obras” van juntas, como el cuerpo y el espíritu. El obrar, especialmente en función de los pobres, manifiesta visiblemente la fe que nos anima.


La lectura de Santiago de la semana pasada, al hablar de la no discriminación de personas según la apariencia, ponía como ejemplo, o test, la relación con los pobres. Hoy, al hablar de la fe y las obras nuevamente pone la actitud frente a los pobres como ejemplo. Es evidente que el tema de los pobres (y los ricos) es un tema  importante en la carta y para la comunidad.

El tema de la fe y las obras es central en toda esta unidad que se extiende desde v.14 hasta v.26 (el par fe-obras se encuentra en la unidad en los vv. 14.17.18.20.22.24.26). En Santiago, las “obras” (érgon) las encontramos además en 1,4 hablando de las “obras perfectas” que acompañan la paciencia; en 1,25 el que considera la “ley perfecta de la libertad” es uno que “hace su obra” y en 3,13 el sabio y prudente está invitado a mostrar su buena conducta con obras de la “humildad de la sabiduría”. La “fe” (pistis), por su parte conduce a esa paciencia de la que ha hablado (1,3). Con fe se ha de pedir sabiduría (1,6) porque la oración con fe consigue su efecto (5,15). La fe en Jesucristo no da cabida a la acepción de personas (2,1), ya que los pobres “del mundo” son “ricos en la fe” (2,5). Fuera de estos textos, ambos términos se encuentran abundantemente en la unidad que la liturgia de hoy introduce (aunque omite los vv.19-26). 

El uso del término “fe / creer” es bastante diferente al uso paulino. Aquí se refiere a algo más “racional” que “existencial”. Pablo, por ejemplo, jamás podría decir que “los demonios creen” (2,19). Lo mismo ha de decirse de las “obras”, que en Santiago se trata del obrar conforme a aquello que se cree, mientras que en Pablo se trata de las “obras de la Ley”. Es posible que algunos interpreten mal a Pablo y el autor de esta carta pretende corregirlos.

Frente al pobre, no bastan las palabras, se exige un compromiso concreto ante él para aliviarlo de su situación. A eso llama “fe muerta” ya que las obras manifiestan la fe (v.18). Esto – luego de ilustrarlo bíblicamente con los ejemplos de Abraham y de Rajab - vuelve a repetirlo en v.26 comparándolo con el cuerpo:
“Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”. (v.26)

Las obras y la fe van juntas como el cuerpo y el espíritu. Y la manifestación evidente de esta vida se expresa en la actitud frente a los pobres.

El contraste se da entre la palabra que no actúa frente al pobre: “les dicen… pero no les dan”. Las obras son poner en práctica la “ley perfecta de la libertad”, y deben actuarse. Una ley que no se cumple queda vacía. Así se entiende el comienzo y final de la primera parte, esa fe (muerta), “¿de qué sirve?” (vv.14.16). De hecho esa fe muerta no “salva”, ese tal no queda excluido del juicio divino que tiene particularmente en cuenta a los pobres.



Evangelio según san Marcos     8, 27-35

Resumen: el texto de Marcos es clave en todo el Evangelio. Muchos elementos confluyen en él. Pero las expectativas mesiánicas puestas en Jesús, a partir de Pedro, deben ser relativizadas por la inminencia de la cruz de Jesús y la cruz de los que lo siguen.


El Evangelio de Marcos está dividido en dos grandes partes anunciadas en el título de 1,1. La Buena Noticia es reconocer a Jesús como “mesías” (cristo, ungido) y como “hijo de Dios”. El autor va conduciendo a sus lectores a este reconocimiento. La confesión de Pedro, primera parte del Evangelio de hoy, manifiesta claramente el primero de las dos títulos del inicio: “tú eres el Cristo” (v.29). Esta primera parte, a su vez, tenía tres sub-unidades en las cuales el conflicto que se desata por Jesús se va agudizando. La tercera de estas nos muestra a Herodes intentando saber quién es este “tal Jesús” con palabras idénticas a las de nuestro texto, con lo que integra la unidad ("inclusión"). A partir de la confesión de Pedro, Marcos comienza a ir conduciendo a sus lectores a dar el siguiente paso: se lo ha reconocido como “mesías”, pero hay muchos tipos de 'mesías esperados'. ¿Qué tipo de Mesías debemos reconocer en Jesús? Pues un mesías crucificado. Hacia la cruz se dirige toda la segunda parte, y en la cruz se dirá la segunda confesión de fe anunciada: “el hijo de Dios” (15,39). Por eso, la segunda parte de Marcos comienza con el triple anuncio de la pasión. Teniendo esto en cuenta, podemos decir que el texto litúrgico integra el fin de la primera parte y el comienzo de la segunda parte de Marcos:

Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios (1,1)
Parte 1 (1,14-8,30)
   Sub-Parte 1 (1,14-3,6)
   Sub-Parte 2 (3,7-6,6a)
   Sub-Parte 3: (6,6b-8,30)
        Jesús se había hecho célebre. “Algunos decían: ‘Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos… otros decían ‘es Elías’; otros ‘es un profeta’…” (6,14-15)
        Conclusión: unos dicen “que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que uno de los profetas” (8,28)
Tú eres el Cristo (8,29)
Parte 2: “Comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho…” (8,31)
Era el Hijo de Dios (15,39)

El texto, entonces, tiene tres partes que han de entenderse en el marco de toda la obra: (1) las opiniones de la gente forma unidad con el texto de Herodes; (2) la confesión de Pedro concluye lo anunciado en el título del Evangelio y da fin a la primera parte; (3) el anuncio de la pasión prepara la concreción de la cruz donde el centurión formula la confesión de fe definitiva.

1.- Podemos afirmar que lo que dice “la gente”, “los humanos” (anthrôpoi) sobre Jesús es parcial. Es evidente que hay un cierto reconocimiento de la novedad presente en su ministerio, pero que ha de entenderse como incompleto. Lo que dice la gente no es idéntico a lo que dicen los discípulos (“ustedes”) formulado en boca de Pedro como portavoz del resto [es importante en la lectura de este Evangelio no mezclarlo con la lectura de Mateo que lo enriquece notablemente, pero no tienen la misma intención teológica]. 

2.- La confesión de Pedro también – como la de los "humanos" / gente – puede ser ambigua ya que en las expectativas se esperaban, como se dijo, muchos y muy diversos “mesías”, que podían ser reyes, profetas, sacerdotes y hasta ángeles. Es por eso que Marcos dedica toda su segunda parte a mostrar el tipo de Mesías que Jesús es: uno crucificado.

3.- Amante de las cosas en grupos de tres, Marcos presenta tres anuncios de la pasión (8,31-32a; 9,30-32; 10,32-34). Coherentemente con la novedad que Jesús trae, estos anuncios son malentendidos por los discípulos. En este caso, malentendido por el mismo Pedro (8,33b); en el segundo por los discípulos en general (9,33-37) y en el tercero por Santiago y Juan (10,35-45). “Curiosamente” para nosotros, (con clara intención literaria de Marcos) los que no comprenden el mesianismo de Jesús son los primeros llamados, son los mismos que Jesús lleva a los momentos importantes (como la revivificación de la hija de Jairo, la transfiguración, Getsemaní…). Es interesante, además, que Jesús confronta estos malentendidos con la fórmula “el que quiera” (o “si uno quiere”; 8,34; 9,35; 10,44). 

El texto nos muestra un Pedro desconcertado ya que al haberlo reconocido como “mesías” no le resulta tolerable pensar en su tortura y muerte. Esto es una tentación para el mismo Jesús (obviamente la cruz no resulta algo fácil de asimilar). La actitud de Pedro es satánica. Poniéndose delante de Jesús, Pedro no está siendo discípulo, sus pensamientos son ajenos a Dios. Para ser discípulo, Pedro debe ir detrás de Jesús, seguirlo

Irónicamente, en la aclaración del malentendido de Pedro Jesús ahonda el escándalo. La cruz de Jesús resulta intolerable para Pedro, que entonces “reprende” a Jesús, pero este (en la aclaración, “si alguno quiere”) lo que les dice es doblemente intolerable. “Me van a matar, y a los que me sigan los matarán también”. Nada más ajeno al triunfalismo que muchos esperarían en el título “Mesías”.

Una nota al marco literario: lo que Jesús dice de sí mismo resulta intolerable, pero la cosa se agrava siendo intolerable también para los discípulos (tomar la cruz). Lo que espera a Jesús y a los suyos es “oscuridad y noche”. Este es el sentido del espacio que ocupa en Marcos la Transfiguración, una suerte de luz en la oscuridad, un anticipo de la resurrección. “El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará”.




Dibujo tomado de elobservadorenlinea.com

viernes, 6 de septiembre de 2024

Hay esperanza: “La vida reclama” (curas opp)

Hay esperanza: “La vida reclama”

Mensaje final del 35° Encuentro nacional de los curas en Opción por las y los pobres


 

Curas y diáconos de distintas regiones del país nos hemos reunido en nuestro 35° encuentro anual. En estos días compartimos la vida de nuestro pueblo, haciéndonos eco de sus malestares, de sus empeños por sobrevivir, y de sus avances y retrocesos en el camino del “buen vivir”, con los demás y con la Madre Tierra. Como cada año nos convoca nuestro deseo de tener un oído puesto en el corazón del pueblo y otro en el Evangelio. Esta vez nos preguntamos por nuestro ser y estar como servidores de los preferidos de Jesús. Somos testigos de su fe y capacidad de vida, y también de lo que les cuesta en el día a día mantener la alegría y la esperanza.

Sabemos que el mundo entero está convulsionado, no solamente por guerras e injusticias estructurales, sino también por diferentes modelos: unos de injusticia, individualismo, opresión e indiferencia, y otros de solidaridad, de lucha persistente por la justicia y la paz, incluso entre nuestros países vecinos; no es lo mismo lo que se vive en Perú, Ecuador, Paraguay, Uruguay o El Salvador que lo que vemos en Colombia, México, Brasil o Chile, por citar algunos ejemplos. Sabemos que por muchas partes campea una derecha que odia, reprime y manipula, pretendiendo someternos de una manera dócil y disciplinada al imperio. Al mismo tiempo, se van sosteniendo y ampliando alianzas alternativas y multipolares de países – como ocurre con los BRICS – que desafían a la voracidad del neocolonialismo imperial.

Evocando la sabiduría ancestral del Martín Fierro, sabemos que, para dominar, nada es más conveniente que la división y fragmentación de los hermanos para que los dominen los de afuera. Este dominio imperial, a través de quienes detentan el poder económico y político local, nos quiere hacer creer que nada puede cambiar, con el habitual respaldo de un poder judicial cómplice y unos medios de comunicación que narcotizan las resistencias populares, y nos impiden ver lo fundamental: ¡la situación actual de injusticia y de muerte tiene responsables!

Reconocemos que mucha de la actual desesperanza proviene de la desilusión cierta, provocada por quienes prometían “volver mejores”, pero se fueron desentendiendo de los compromisos asumidos escudados en un permanente “no se puede” porque supuestamente las relaciones de fuerzas no lo permitían. También hubo quienes confiaron, o al menos pusieron cierta esperanza, en el actual gobierno del cual ahora son víctimas.

Acompañada por un discurso de odio y racismo sistemáticos, La Libertad Avanza – con el permiso de su “oposición amigable” – hace retroceder las expectativas de vida y de justicia, guiada por una cruel inhumanidad. La transferencia de riqueza de los pobres a los ricos es día a día más patente: mientras les bajan los impuestos a los más ricos, sacan los remedios gratuitos al PAMI, vetan el aumento a los jubilados y siguen sin entregar alimentos a los comedores. Mientras crece el desempleo se alienta la mano de obra esclava en el marco de una reforma laboral antisindical y escandalosa; es evidente que los ricos son cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres; se destruye el estado, que debería garantizar un mínimo de vida, de salud, de educación, de esperanzas para todas y todos priorizando a la niñez y la ancianidad. La propuesta de la baja de edad de punibilidad es expresión evidente de un Estado que se desentiende de la niñez y solo busca penalizarla. Niñez que, dolorosamente, se va a la cama sin comer; ¡no puede faltar el pan en nuestro país, no puede faltar el trabajo digno que lo provea! La violencia, generada desde los mismos discursos oficiales, no contribuye en nada a la edificación de una patria de hermanos y hermanas, y se envalentona como violencia represiva contra los justos reclamos sociales, para sostener este modelo de injusticia, de crueldad y de muerte. Hay cacería de manifestantes y transeúntes, hay presos políticos, sigue sin tener justicia Milagro Sala y la investigación judicial por el atentado a Cristina sigue encubriendo a sus mandantes y mentores.. Tenemos un gobierno que desprecia a la educación pública, recorta el salario docente, desfinancia a las universidades, y, en particular persigue a la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo. La negación de toda verdad y justicia se hace patente en la visita impune de diputados a genocidas condenados por crímenes de lesa humanidad; delitos que para la justicia internacional son imprescriptibles, no indultables, sin posibilidad de conmutación de penas, visita que fue alentada y acompañada por un autodenominado “Padre Javier”. Visita que hace pocos años también protagonizaron – vaya a saber con qué fines – algunos obispos.

Como curas que queremos caminar con los pobres de la tierra sabemos quiénes son las víctimas y quienes los victimarios; y, de las víctimas, no nos toca saber a quién votaron sino ser solidarios con su dolor; nos toca ser un corazón pensante en medio de la injusticia y el odio. Por otro lado, los victimarios, nos quieren divididos y fragmentados, el dios en el que creen es un dios que se alimenta de muerte. Nosotros, creyentes en el Dios de la vida, soñamos encontrarnos para llorar y festejar juntos, aunque seamos distintos; para ser comunidad y pueblo.

Carlos Mugica, de quien conmemoramos 50 años de su martirio, sabía que “por el Evangelio, por la actitud de Cristo, tengo que mirar la historia humana desde los pobres” y rezaba: “sueño con morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos”. Aprendemos de él, que Jesús es un amigo “que no nos dejará en la estacada”; que tenemos que “estar junto al pueblo”, que no queremos ser “cadáveres vivientes” y por eso somos idealistas. Idealistas de un mundo nuevo de amor, justicia y paz, idealistas sensibles al clamor de los pobres y de la tierra, idealistas de un mañana mejor, idealistas de que pronto podremos volver a mirarnos como hermanas y hermanos sin que las redes y los Medios de comunicación e inoculación de odio nos hagan sentir enemigos.

Sabemos que hay muchos y muchas, en las comunidades cristianas y fuera de ellas que en el día a día le ponen el hombro a la crisis con ollas populares, apoyo escolar, tratamiento de las adicciones, las luchas campesinas e indígenas por la tierra y contra el extractivismo…  nos adherimos a todas las iniciativas para resistir a tantos atropellos en las calles, plazas y rutas que ojalá se articulen y confluyan y que nos invitan a soñar con un mañana que vendrá. Un día que con Jesús, la Virgen, y el pueblo fiel sabemos que llegará y esperamos pronto celebrar.

 

Córdoba, 5 de septiembre 2024

jueves, 5 de septiembre de 2024

Eva, una mujer acusada

Eva, una mujer acusada

Eduardo de la Serna



Sin duda alguna “Eva” es una de las mujeres más conocidas por nosotros de toda la Biblia. Pero, también sin duda, es una de las “peor conocidas”. Por ejemplo, se dice que pareciera que por “culpa” de Eva empezó todo lo malo. El “pecado”, que es la causa de todo lo perverso, lo negativo, lo cruel, lo corrupto, empezó por “culpa” de ella. Así se piensa y a veces, así se dice. Pero ¿es así como se nos presenta a esta mujer en la Biblia? Veamos:

Si miramos en los textos, el nombre “Eva” aparece poquísimas veces. En el Antiguo Testamento, sólo tres veces (Génesis 3,20; 4,1 y Tobías 8,6) y dos veces en el Nuevo Testamento aludiendo al “engaño” o la “seducción” del pecado (2 Corintios 11,3 y 1 Timoteo 2,13). Entre paréntesis digamos que el término hebreo “eva” además quiere decir “tienda, carpa, inclinación, adoración” y hasta “vida”, por lo que el término aparece muchísimas veces en la biblia hebrea, pero sólo estas pocas que señalamos lo encontramos como nombre para referir a la primera mujer. Como es sabido, la referencia a Eva alude inmediatamente después de Adán, el primer hombre (también el término adán quiere decir muchas cosas en hebreo, como humanidad, tierra y hasta el color rojo).

Lo primero que hay que señalar es que en el primer relato de la Creación (la Biblia tiene dos relatos diferentes que se enriquecen mutuamente) se dice que Dios creó al ser humano (adán) a “su imagen”, “macho y hembra los creó” (Génesis 1,27). Sin ninguna duda lo que se quiere destacar es que ambos, varón y mujer, son iguales en dignidad, aunque se los distinga en su sexualidad. El segundo relato, en cambio, presenta a Dios modelando artesanalmente del barro al “adán” (puede ser el varón, o también el ser humano ya que, al igual que en castellano, el término “hombre” designa tanto la especie humana como al varón, Gen 2,7). 

Como para la Biblia la “soledad” no es algo bueno, Dios quiere que su creatura humana tenga una “ayuda adecuada” (2,18). Para eso crea los animales a los que el adán, “hombre” les encarga una función, una tarea o responsabilidad (eso es lo que significa “poner el nombre”; ver 2,19-20). Pero como estos no representan una adecuada ayuda, Dios decide crear “una mujer” (2,22). Lo interesante es que mientras los animales fueron formados del barro, la mujer es formada de una “costilla” del varón. Así queda clara la igualdad de ambos. Por eso, al verla, el varón exclama “¡esta sí! Es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (2,23). La fórmula remarca claramente la igualdad, y hasta el parentesco (Gén 29,14; 37,27; Jue 9,2; 2 Sam 5,1; 19,13). Una vez más el acento está puesto en la igualdad entre el varón y la mujer. Esto, todavía, se resalta más al cambiar los nombres. El que era llamado adán ahora se lo llama en hebreo “ish” (varón, macho, esposo) y la mujer es “isha’” (mujer, hembra, esposa); podríamos traducirlo así “su nombre será esposa [isha’] porque del esposo [ish] fue sacada” (2,23). Todavía hay que recordar que presentar a la mujer como “ayuda” no ha de entenderse como que está al servicio del varón ya que también se dice de Dios mismo que es “ayuda” del ser humano (Salmo 30,11; 146,5).

La prohibición de comer un fruto particular dada al “hombre” pasa, a continuación, a ser tema de debate entre la mujer (isha’) y la serpiente (evidentemente el relato es simbólico, nadie afirma que antes, por ejemplo, las serpientes hablaran). Esta convence a la isha’ de comer el fruto ya que hacerlo sería beneficioso para ser sabios. Con resistencia en un primer momento finalmente cede y come. Luego le ofrece al varón que, sin resistencia alguna, también come. El texto, como se encuentra actualmente, parece un proceso judicial: hechos – interrogatorio – sentencia; así a lo que señalamos, en el orden serpiente-mujer-varón le sucede el interrogatorio de Dios en el orden inverso varón-mujer-serpiente y luego la sentencia serpiente-mujer-varón. Es recién después de todo esto, que incluye como sentencia negativa que el varón dominará sobre la mujer (3,16; lo cual revela que este dominio no estaba en el plan original de Dios que – como hemos señalado – era un proyecto de igualdad); ahora se le cambia el nombre a la mujer-isha’ y se la llamará “Eva” (3,20). El nombre se lo relaciona popularmente con “vida” (en hebreo Eva es Jawah y vida es Jayah) porque a continuación comienza una nueva etapa que es la generación humana y el nacimiento de hijos (de hecho, así comienza la segunda vez que “Eva” es mencionada: “Adán se unió a Eva, su mujer y ella concibió…”, 4,1).

Mucho más podría señalarse, pero resumamos: es cierto que hay textos que atribuyen a “Eva” el origen del pecado y la culpa (Eclo 25,24; 2 Cor 11,3; 1 Tim 2,14) pero también otros textos responsabilizan de esto al varón (Rom 5,12; 1 Cor 15,21). También hay textos que expresamente señalan que la mujer es inocente como lo comentamos al hablar de Susana. Lo que habría que destacar es que el texto responsabiliza de la desobediencia al proyecto de Dios al “ser humano”, él (= ellos, varón y mujer) fue (fueron) infiel a lo que Dios nos encarga, pero a su vez él (el varón) le escapa a esa responsabilidad culpando a la mujer: “esa que tú me diste” (3,12); como a su vez la mujer señala a la serpiente, “ella me sedujo” (3,13). Pero a su vez indica que el dominio patriarcal o violento del varón sobre la mujer es consecuencia de ese delito primero y no algo querido por Dios, que desde el comienzo los pensó y los creó iguales. Lo que sí es algo que Dios ha querido desde el comienzo es que la mujer sea vista como igual en dignidad, como igual en todo. Pareciera que los varones “algo” hemos hecho mal.


Imagen tomada de https://www.veniracristo.org/creencias/la-vida-tiene-un-proposito/importancia-de-adan-y-eva

martes, 3 de septiembre de 2024

Comentario a las lecturas domingo 23º B

 La novedad de Jesús sigue vigente

DOMINGO VIGESIMOTERCERO - "B"


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías     35, 4-7a

Resumen: comenzando con metáforas en las que la alegría y la felicidad humanas se proyectan al desierto y la estepa, el canto espera la venida de Dios como vengador y salvador para llenar de fuerza a los desanimados y preparar un camino nuevo para su pueblo que vuelve del exilio manifestando esa alegría plena.

Un oráculo de Isaías invitando a la alegría muestra la novedad que la acción de Yahvé en la historia provocará a su pueblo. El texto comienza y termina con una invitación a “regocijarse”. El motivo de esto viene dado por una “venida”, tanto de Yahvé (vv.2b-6a) como de los exiliados (vv.8-10). El sorprendente cambio del desierto, guarida de chacales, donde impera la aridez que será ahora un estanque donde abundarán la caña y el papiro (vv.6b-7) queda en el centro. El texto puede, entonces verse así estructurado:

a. regocijo y júbilo (vv.1-2a)
     b. venida de Yahvé (vv.2b-6a)
          c. desierto cambiado en estanque (vv.6b-7)
     b’ venida de los exiliados (vv.8-10a)
a’ alegría y regocijo (v.10b-d)

La unidad literaria nos invita a ubicar este texto en algún profeta del post-exilio, cercano a los discípulos de Isaías llamados 2º y 3er Isaías. El tema central está dado por el regreso a Jerusalén de los exiliados (v.10). Es llamativo que no se aluda al Templo, quizás porque aún no estaba reconstruido. Yahvé volverá a ocupar Jerusalén como antes de la destrucción por parte de Babilonia. 

La unidad comienza, como se ha dicho, con una manifestación de emociones humanas de alegría y gritos de júbilo, pero aplicadas a la geografía. La abundancia de felicidad no es lo que se espera normalmente del desierto, el sequedal y la estepa. La naturaleza acompaña la alegría que abundará sin que sepamos todavía de quién. A esta tierra (se le ha dado “a ella”, Jerusalén, cf. 60,13), además, se le ha dado la fertilidad reconocida del Carmelo y el Sarón, y hasta la “gloria” (kabôd, también puede entenderse como “abundancia”) del Líbano. Salomón había construido el Templo y el Palacio con las maderas del Líbano (1 Re 5,15-26; aunque siendo en este caso un trato, esto significó para Salomón una “deuda externa” que debió pagar con tierras, [1 Re 9,10-14]; en cambio, ahora esta gloria del Líbano “le ha sido dada a ella”, Jerusalén); en Is 60,13 se refiere al Líbano y a la reconstrucción del Templo. Sobre el Carmelo y el Sarón se trata de lo contrario de lo que ha ocurrido en 33,9. 

Abruptamente en v.2b pasa a afirmar que “ellos” (sin que todavía sepamos quiénes) verán la gloria de Dios; la estructura paralela que hemos señalado nos muestra que se trata de los exiliados que regresarán a Sión. 

Pero como es necesario experimentar la intervención efectiva de “el Dios de ustedes” (la fórmula no se encuentra en Is 1-34, pero sí en 40,9) este Dios que viene es presentado como “salvador” (cf. 17,10; 25,9; 30,15; 33,22; 35,4; 37,20.35; 38,20; 43,12; 45,8.17.20.22; 46,7; 47,13; 49,25; 51,5; 59,1.16; 61,10; 62,11; 63,1.5.9; 64,4) y “vengador” (cf. 1,24; 34,8; 35,4; 47,3; 59,17; 61,2; 63,4). Esta acción de Dios en los exiliados se manifiesta como efecto sobre ciegos, sordos, cojos y mudos, nuevamente se trata de metáforas sobre la debilidad de los exiliados (como la felicidad del desierto; cf. 42,7).

Este cambio maravilloso pasa de la “alegría del desierto” al “agua en el desierto” con lo que éste deja de ser tal, el ámbito de la muerte pasa a ser espacio de fertilidad y de vida.

En este ex - desierto habrá un camino sagrado, por lo que no lo atravesarán ni impuros ni animales salvajes, es camino para que el pueblo regrese del exilio (11,16; 62,10). Una gran peregrinación se dirige a Jerusalén (quizá en imagen contracultural ante las grandes procesiones que se dirigen cada año nuevo en Babilonia hacia la “puerta de Istar”. El texto de v.10 se repite exactamente en 51,11. El canto de alegría del comienzo ya no es del páramo y la estepa sino de los exiliados, el pueblo liberado por Dios. El texto es así un canto de esperanza: se invita a celebrar anticipadamente, confiados en Dios, la fiesta de la libertad y la vida. El nuevo éxodo, en este caso con la referencia al agua en el desierto, es tema frecuente en el 2º Isaías (41,18-19; 43,20; 48,20-21).



Lectura de la carta de Santiago     2, 1-7

Resumen: No hacer distinción de personas es algo característico en el ambiente bíblico, y ver cómo se trata al pobre es buen modo de descubrir si esto ocurre. 


La carta de Santiago es claramente exhortativa: la frecuencia del uso de hermanoshermanos míos, hermanos míos queridos es muy importante (1,2.16.19; 2,1.5.14; 3,1.10.12; 4,11: 5,7.9.10.12.19). Sin duda el término ayuda a suavizar la dureza del texto en muchas ocasiones. 

Recurre desde el comienzo a un tema clásico del judaísmo: no se ha de hacer acepción de personas ya que Dios no las hace (cf. prosôpolêmpsias, Rom 2,11; Ef 6,9; Col 3,25; cf. Dt 1,17; 10,17; 16,19; 2 Cr 19,7; Job 34,19…). Esto es incoherente con la fe que tienen en Jesucristo. La acepción se manifiesta en un tema clásico: la diferencia que se hace con los pobres (cf. Sir 35,13). 

Con ironía el autor imagina un rico entrando en la “asamblea” y también entra un pobre. Es interesante (y coherente con el marco judío de la carta) que en lugar de usar el clásico “ekklêsía”, Santiago utilice “synagôgê” para hacer referencia a la comunidad reunida, la "asamblea". El contraste entre ambas “entradas” viene dado por la vestimenta: vestidos espléndidos / vestido andrajoso. Pero la acepción viene dada por lo que los destinatarios harían con uno y otro, con el lugar donde se lo sitúa: buen sitio / de pie o “a mis pies”. Obviamente, se dice retóricamente, esto es hacer “distinciones” (diakrinô, diferenciar, hacer un juicio) es “juzgar” (kritês) con mal criterio (ponêrôn dialogismos).

Ante este juicio, el autor se dirige a sus “hermanos” recordándoles que Dios “eligió” a “los pobres del mundo” como “ricos en la fe”, “herederos del reino” prometido a los que le aman. En contraste con el obrar de Dios (nuevamente el contraste juega un rol principal en el relato) “ustedes”, es decir los destinatarios (no un destinatario en particular) “deshonran” al pobre. El obrar de la comunidad es contrario al de Dios (debemos recordar que no se debía discriminar porque Dios no discrimina). Una vez más encontramos - como es muy frecuente en Santiago - semejanzas entre esta carta y el Sermón de la montaña (cf. Mt 5,3).

Pero el autor va más allá: estos ricos, en favor de los que se ha hecho la acepción son los que “oprimen” y llevan a los “tribunales”. La injusticia de los ricos es un tema importante en Santiago (cf. 4,13-5,6). La “opresión” (katadynasteuô) es un hecho que conmueve a Dios (cf. Ex 1,13) y por tanto es algo que Dios prohíbe en el seno de su pueblo (Ex 21,17; Dt 24,7), es algo propio de los injustos (Ez 18,12; 22,7; Os 12,8; Am 4,1; 8,4; Mi 2,2; Hab 1,4; Zac 7,10…). Es coherente con la literatura profética denunciar a los opresores. Irónicamente, los que “juzgan” mal (diekrithête / kritaì) son llevados a los “tribunales” (kritêría). Se dirige a los mismos “ustedes” que han discriminado al pobre reforzando la paradoja.

Concluye la unidad señalando que estos (los ricos) obrando de ese modo “blasfeman” (blasfêmoûsin) el nombre invocado. Se refiere al nombre de Jesús, que desde el bautismo marca a los miembros de la comunidad (bautismo en el nombre de Jesús, cf. Hch 2,38; 10,48).

Es interesante notar que la carta presenta los verbos en presente, lo que es indicio de que se trata de algo concreto que ocurre en la comunidad, es algo habitual. Y no de una persona o grupo en especial sino toda la comunidad. 

La discriminación o acepción de personas según el rostro (prosopôn) es un tema frecuente – como se ha visto – en la Biblia. Es por eso que mirar atentamente cómo se actúa ante el pobre es indicio de si se hace o no esta discriminación (Lev 19,15). Sin duda que no se trata de hacer injusticia en favor del pobre, pero sí estar atento al comportamiento frente al pobre como “test” de un obrar conforme a Dios (Am 5,12; Sir 35,13). 


Evangelio según san Marcos     7, 31-37

Resumen: haciendo realidad lo anunciado por Isaías, Jesús manifiesta la llegada de la nueva creación. 


Extrañamente la liturgia omite el interesante texto en el que Jesús expulsa el demonio de la hija de una mujer sirofenicia (7,24-30) y – siguiendo en territorio pagano – pasa a la siguiente unidad en la que le presentan un sordo que hablaba dificultosamente.

El texto comienza con una extraña movilización geográfica de Jesús (ver mapa). Muchos han pensado que esto es indicio de que Marcos no conoce la geografía palestinense, pero otros han propuesto – y es razonable – que lo que Marcos muestra es el movimiento que fue teniendo el grupo de seguidores de Jesús hacia el interior de la Decápolis.

Los términos usados no son precisos (mudo o impedido de hablar), pero la frase del v.35 (“comenzó a hablar correctamente”) es indicio de que no se trata propiamente de un mudo sino de uno con dificultades en el habla.

El pedido a Jesús que le imponga “las manos” es indicio de que se atribuye a las manos de Jesús una capacidad taumatúrgica (cf. 1,31.41; 5,23.41; 6,2.5).

El contraste con otras curaciones viene dado en que lo que Marcos quiere destacar es el “proceso curativo”. Jesús lo lleva en privado, quizás para no prestarse al espectáculo, o para que la manifestación del poder divino quede en secreto. Poniendo los dedos en las orejas Jesús “toca” al sordo. La saliva era muy frecuentemente tenida como curativa (Plinio el Viejo, Galeno, Epidauro, Apolonio de Tiana, Suetonio). En los últimos tres autores, la capacidad curativa de la saliva viene dada por el emisor y su relación con la divinidad. Sin duda esa parece ser la imagen mental de Marcos: lo que cura es la saliva que pertenece a Jesús (cf. 8,23; Jn 9,6). 

Jesús “levanta los ojos al cielo”, hacia Dios. El poder divino es el que provocará la curación. Jesús pronuncia una palabra en arameo (como había hecho en casa de Jairo, obviamente traducida para sus lectores no provenientes del judaísmo). Curiosamente esto viene introducido por la palabra griega esténaxen (gemir, suspirar, clamar) que aquí se dice en contexto de oración (con la mirada al cielo).

Es interesante notar las semejanzas con el texto de la revivificación de la hija de Jairo:

5,41-43
7,34-37
le dice: « Talitá kum «, que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate».
dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Ábrete!»
42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años.
35 Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente.
43 Y les insistió mucho en que nadie lo supiera;
36 Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban
42b Quedaron fuera de sí, llenos de estupor.
37 Y se maravillaban sobremanera 

La referencia a que la “atadura” (cadena, dureza, desmós) se soltó se encuentra en textos médicos antiguos (Esopo, Galeno) pero también – y de aquí parece tomada – de Isaías:

Yo, Yahveh, te he llamado en justicia, te así de la mano, te formé, y te he destinado a ser alianza del pueblo y luz de las gentes, para abrir los ojos ciegos, para sacar del calabozo al preso (desmôn), de la cárcel a los que viven en tinieblas. (42:6-7)
Así dice Yahveh: En tiempo favorable te escucharé, y en día nefasto te asistiré. Yo te formé y te he destinado a ser alianza del pueblo, para levantar la tierra, para repartir las heredades desoladas, para decir a los presos (desmois): ‘Salgan’, y a los que están en tinieblas: ‘Muéstrense». Por los caminos pacerán y en todas las dunas tendrán pasto. (49:8-9)

El impedimento de hablar del mudo es análogo al cautiverio. Ambos se quiebran.

Mucho se ha hablado del mandato de guardar silencio (“silencio mesiánico” se lo ha llamado, aunque esto ya es indicativo de una interpretación). Es diferente al mandato de callar a los demonios que lo reconocen y confiesan. La única confesión ha de tener su origen en la cruz (15,39) o desde el cielo (1,11; 9,7). En cambio, ante los milagros no hay “confesión” posterior sobre Jesús. Narrativamente, el mandato de callar está “para ser desobedecido”. La fama de Jesús se propaga y extiende, no puede mantenerse el silencio:
Mira, no digas nada a nadie (…) Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes. (1:44-45)

En este caso, el mandato a guardar silencio es en plural (“les mandó”) pero la curación había ocurrido a solas. Seguramente – al menos en el estado actual del texto – se refiere a la comunidad de Marcos.

El relato concluye con una aclamación de “ellos” (los que tenían prohibido divulgar el hecho). La exclamación tiene dos partes: una referida a los sordos y mudos que nuevamente parece remitir a Isaías:
Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos se abrirán. Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo. Pues serán alumbradas en el desierto aguas, y torrentes en la estepa (35:5-6)
Oirán aquel día los sordos palabras de un libro, y desde la tiniebla y desde la oscuridad los ojos de los ciegos las verán (29:18)
… el corazón de los alocados se esforzará en aprender, y la lengua de los tartamudos hablará claro y ligero. (32:4)

Y también parece hacer eco de la Sabiduría:
De este modo los justos despojaron a los impíos; entonaron cantos, Señor, a tu santo Nombre y unánimes celebraron tu mano protectora, porque la Sabiduría abrió la boca de los mudos e hizo claras las lenguas de los pequeñuelos. (Sab 10:20-21)

Pero esto se une a “todo lo hizo bien” que recuerda el obrar de Dios en la Creación (Gen 1,31). Jesús es agente de Dios y los tiempos finales, la nueva creación comienzan en su ministerio. 
“¡Qué hermosas son todas las obras del Señor! todas sus órdenes se ejecutan a su hora. No hay por qué decir: ¿Qué es esto? Y esto ¿para qué?, que todo se ha de buscar a su tiempo”. (Sir 39:16)

Es importante hacer una distinción: una cosa es el hecho histórico que pueda subyacer detrás del texto, y otra qué quiere decir el evangelista en la narración. En este sentido, los milagros de Jesús tienen una importante carga simbólica. El que antes no podía escuchar el mensaje del Evangelio, ni tampoco predicarlo (era pagano), ahora reconoce y es objeto de la obra creadora de Dios por intermedio de Jesús, y sale a anunciarla porque ya no tiene la traba que se lo impedía.

El video con comentario al Evangelio en
https://youtu.be/BOWuU3EeXNs
que también podés ver en 
https://blogeduopp1.blogspot.com/2024/09/video-con-comentario-al-evangelio-del.html