sábado, 16 de mayo de 2020

Los pusilánimes... o nuestro chiquitaje

Los pusilánimes, o nuestro chiquitaje


Eduardo de la Serna




En lo personal tengo claro que el hecho de que uno desee algo que, en caso de ejecutarse resultaría algo bueno o malo, no transforma ese tal deseo en “bueno” o “malo”. Se trataría simplemente de un deseo, y a lo sumo revelaría una bondad o maldad del corazón, pero sin duda desear determinada cosa no es “moralmente” evaluable. Voy a ser extremo, con la única finalidad de ser entendido; puedo desear la muerte de alguien porque me resulta detestable. Ese deseo habla muy mal de mí, de mis cualidades o de mi humanidad, pero ese deseo no es ni bueno ni malo. Malo sería, en todo caso, si pongo los medios para que eso se concrete; en este caso, para que tal persona efectivamente muera. El tema permite muchos más elementos de análisis, pero me interesa una simple mirada a partir de esto.

Esto lo digo porque, mirando los periódicos en estos días, y la situación de la pandemia, contagiados y muertos me quedo con la horrible sensación de que según la tendencia de tal o cual medio hay como una alegría por los más muertos acá que los menos allá, o una suerte de pena porque no haya más allá que acá. Casi como si se tratara de un campeonato mundial con ganadores y perdedores. De un “campeonato” en el que todos perdemos, si valiera el caso. Por supuesto que no dirán “por suerte hay más muertos allá que acá” (son inteligentes como para cometer semejante tontería y aberración), pero “crecen los muertos en…” o cosas semejantes sin duda permiten esa lectura.

Lo hasta acá dicho solo sería indicio de la pequeñez humana de determinados sectores o determinados medios si no fuera porque eso, así dicho, tiene la clara intención de direccionar el pensamiento de los lectores y/o televidentes. Y al direccionar el pensamiento (o, mejor dicho, al pretender que el pensamiento deje de ser tal y se transforme simplemente en un acto automático de autómatas sin autonomía). Y, ahora sí, transformar esos deseos en acciones, o reacciones. Más aún, si esas acciones se limitaran simplemente a caceroleadas tampoco sería tan preocupante; en un país libre cada quién puede ostentar impunemente su propia imbecilidad sin que sea razón de ser reprimido por ello. Pero eso con frecuencia se transforma en una bola de nieve que crece y de las cacerolas se continúa en quiebres del sistema de solidaridad (algo en lo que son expertos ciertos sectores).

Hoy un amigo fue a hacer una compra a un negocio. Todos llevaban su barbijo menos uno. Y al rato, ese tal empezó a “explicarle” a todos los que esperaban ser atendidos que el coronavirus no existía, que era un invento del gobierno porque todo estaba tan mal que había que inventar algo para que la gente no pensara. Curioso poder que tiene un gobierno tan inútil como para provocar miles y miles de muertos en todas partes del mundo sin ser bombardeados por ello por los países más poderosos contagiados por algo inexistente y llenos de muertos ficcionados. Pero resulta que una señora que estaba también esperando ser atendida le dijo que “usted no se va de acá sin pedir perdón por la barbaridad que acaba de decir. Soy médica del hospital del Cruce, y tengo amigos muertos y amigos enfermos; y ellos no se merecen lo que usted acaba de decir”. No sé qué “medios de comunicación” consume el sujeto en cuestión, aunque no es difícil imaginarlo, pero lo cierto es que allí el deseo pasó a la acción, y si no hubiera habido una reacción en contrario no sería raro que algún otro de la fila se preguntara si no sería cierto eso que dijo.

A lo mejor sería sensato dejar la mentalidad futbolera de ganadores y perdedores, de que tales (los “buenos” para “A”) nos van ganando (porque somos malos para “A”) o que le vamos ganando a cuales (los malos para “B” porque son malos para nosotros)… Lamentablemente, no parece fácil dejar esos sentimientos, más – especialmente – cuando en muchos casos no se trata de “sentimientos” sino de intereses (que se aprovechan de los sentimientos de otros). Y, lamentablemente, suelo estar en las antípodas de esos tales y sus intereses. Es más (o es “peor”) esos despiertan mis más perversos deseos. Y les deseo lo peor. Por suerte solo es eso.

 

Foto tomada de https://www.alamy.es/camino-de-tierra-se-bifurca-en-dos-en-las-alpujarras-andalucia-espana-image5148952.html


miércoles, 13 de mayo de 2020

¿Barrio? ¡Qué barrio ni ocho cuartos! ¡Villa!

¿Barrio? ¡Qué barrio ni ocho cuartos! ¡Villa!

Eduardo de la Serna




Si alguien duda de esta afirmación, que baje a una de las numerosas Villas Miseria, higiénicamente bautizadas Villas de Emergencia, que representan el subconsciente de Buenos Aires. Ellas son la más contundente expresión de la violencia institucionalizada que padece el pueblo, al tener conciencia de que ahí, en la ciudad, hay más de cien mil departamentos vacíos” (Carlos Mugica, “el Temor a la verdad”).


Ya desde los tiempos de Carlos Mugica resultaba chocante hablar de “Villas miseria”, y – como él dice – se las bautizó higiénicamente como “de emergencia”. En estos tiempos, pareciera que se ha preferido doblar la apuesta. Seguramente el blindaje escandaloso del jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) ha de ser el causante de que en varios medios ahora nos toque escuchar hablar de “el Barrio 31”, “el Barrio 1 – 11 – 14” … Lamento decirles a los encubridores que los barrios en cuestión son lisa y llanamente “villas miseria”, y que son una cachetada directa en el rostro de la ciudad más rica de la Argentina. Una cachetada dolorosa, por cierto. Pero, lo curioso, es que lo que “les duele” es que esos “negros” estén ahí, que esas villas estén ahí.

Hace muchos años (1996), al terminar la llamada “huelga de hambre de los curas” para evitar el desalojo de la Villa 31, escribí un artículo sobre los “leprosos” de la villa. Un villero, releyendo e interpretando perfectamente, me dijo “tiene razón, nos tratan de sarnosos”. La cosa es que, desde hace años, desde hace décadas, deben ser expulsados. Pero mientras ahí estén, nos enrostran la injusticia, la desigualdad, el “hedor” (R. Kusch). Allí están, en medio de la “miseria” para que vea el que quiera o el que sepa, que hay un subconsciente, o un “subsuelo de la patria sublevada” (R. Scalabrini Ortiz). Allí están, ¡y no es un “barrio”! Y en medio de otras villas, como Villa Devoto, Villa Urquiza, Villa Pueyrredón, Villa del Parque, Villa Luro… hay otras villas, villa 31, villa 1 – 11 – 14, villa 20… casi todas con numeritos, ¿vio? pero todas “Villas Miseria”. Y como el blindaje al Jefe de Gobierno lo quiere disimular, hasta le han puesto -a algunas – los nombres de curas queridos y emblemáticos. La cosa es tapar. De disimular se trata. Pero, y que me perdone don Horacio, las villas miseria, lugares donde no se les ha permitido a los mismos habitantes (seres humanos, personas, ciudadanos… hermanos y hermanas), no se les ha permitido desarrollar sus proyectos, organizarse, planear… y, por eso, si cabe, se la esconde, como la “Ciudad oculta”, se la tapa, como la 31 bis, por decir algo.

Que me perdone don Horacio y sus encubridores, pero no voy a decir “barrio 31”, ni siquiera “Carlos Mugica”, ni “barrio 1 – 11 – 14”, ni “Rodolfo Ricciardelli” … para mí siguen siendo “la 1 – 11 – 14” (“la” es femenino, como villa, ¿no?), o “la 31”, o también “la villa del bajo Flores” o “la villa de Retiro”. Y no me olvido que cuando Carlos vivía y antes que, Videla mediante, hicieran la terminal de Micros, o los depósitos de contenedores, no era “la villa de Retiro” sino “las”, porque allí estaba Saldías, YPF, y varias villas más que llegaban desde la actual Terminal hasta el bajo Belgrano. Lo recuerdo, lo caminé, y me niego a tapar su memoria. Mis hermanos villeros no lo merecen, y la CABA (la parte buena, al menos, que la hay) tampoco. Porque ver a los villeros y las villas, es dejarnos interpelar, cuestionar, preguntarnos. Y a lo mejor un día podamos tener una ciudad más igualitaria, más justa, más sana como Carlos y Rodolfo soñaron. “Villa”, entonces… y que me disculpen los invisibilizadores.

 

Genialidad de Mafalda, de Quino, tomada de https://stryptor.herokuapp.com/mafalda/02-178


martes, 12 de mayo de 2020

Lxs robaenergías

Los/as robaenergías

Eduardo de la Serna




Algo que he pensado bastante en estos días es en el “robo de la energía”. Y no me refiero – en este caso – a la falta de energía en nuestros barrios gracias al “piquete” de las empresas eléctricas molestas por no poder cortar o aumentar el precio de los servicios. Ese es otro tema, pero en los barrios ya lo conocemos desde hace años. Me refiero a nuestras energías… las existenciales.

La palabra “energía” es una palabra griega que significa poder, fuerza, y hasta impulso. Y es – en este caso – algo interior. Algo que tenemos y nos capacita para “obrar”. A veces, simbólicamente, podríamos relacionarla con la adrenalina. Esa capacidad interior que, especialmente en la emergencia o necesidad, nos lanza a enfrentar un problema, un peligro, una circunstancia difícil.

Todos sabemos que, a veces, esos impulsos pueden ser casi suicidas, o imprudentes, o irresponsables, pero de energía se tratan. Incluso a veces se los relaciona con el alma... o la sangre (desanimado o anémico, por ejemplo). Y sobre esta idea es que me parecía importante reflexionar.

La situación que vivimos es totalmente anómala. En lo personal no recuerdo nada semejante, aunque pareciera que anteriores pandemias provocaron consecuencias semejantes en la historia. Pero no las habíamos vivido. Y esto supone poner todas nuestras energías para enfrentarla… energías mentales, afectivas, y hasta físicas. Y, lo que me llama la atención, son las actitudes de aquellxs que – sabiéndolo o no – nos roban las energías, o las ponen en otro lado al que creemos deben estar (y provocando, en ocasiones, un cortocircuito).

Y dejo de lado lo personal y las ocasiones en las que nos sentimos sin fuerzas, o cosas semejantes. Me refiero a las cuestiones comunitarias, o sociales, a lo provocado.

Un dicho fácilmente comprensible afirma que “no hay que cambiar de caballo en la mitad del rio”. Si se decide ir por un determinado camino, después de haber pensado las diferentes alternativas, ventajas y desventajas, conveniencias e inconveniencias, y se emprende el viaje, es por lo menos insensato, a mitad del trayecto, empezar con cuestionamientos, críticas o hasta “parates” irresponsables. Es posible – siempre lo es – que haya quienes piensen que otro camino era preferible. Pero se supone que el responsable de la conducción los evaluó – con quienes conocen mejor las rutas, los baqueanos y expertos, y luego emprendió la marcha. Y que alguien, en la mitad, grite “¡paremos, paremos!” (especialmente si no tiene responsabilidades en la conducción) se parece más a un boicot que a un acto prudencial. Y roba energía a los caminantes. Quiero proponer unos breves ejemplos para entendernos.

Tener que explicar que hacer una cuarentena, con aislamiento obligatorio, no es “comunismo” – si no fuera dicho en medio del camino – sería al menos irrisorio. Tener que explicar que algunos cacerolazos son despreciables e irresponsables roban energías. Queremos caminar, esto a veces cansa, en ocasiones desanima, molesta y hasta enoja. Lo que menos necesitamos es que, además, alguien (ya sabemos quiénes, si queremos mirar) ponga piedras en el camino…

El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (por quien no siento el menor aprecio, por si hiciera falta aclararlo) autoriza la salida según los días pares o impares según la finalización del documento de identidad, y salen los de siempre a “explicar” que el 0 (cero) no es ni par ni impar (algo que cualquier jugador de ruleta sabe bien). Y todos se ponen a gastar energías para contestar, argumentar, plantear y debatir, como si el 10, el 13.560 o el 2.789.565.420 no fueran pares (no se trata del “cero” sino de “terminados en cero”, es decir, hay números a la izquierda ¿no?). Gastar energías es que alguien las ha robado (y me hace recordar a una medida semejante en Bogotá, dispuesta por la alcaldesa, autorizando un día a la salida de varones y otra de mujeres [“pico y género”, se llamó] y la protesta del colectivo Trans… Curioso que justo a Claudia López pretendan explicarle la importancia del universo LGTB+).

Otra es el colectivo pseudo católico que reclama que les “devuelvan la misa”. Algo que nadie les ha robado, por cierto. Ni secuestrado. Y ya salen curas, teólogos y obispos a explicar la cosa, a reunirse y enfrentar el “desafío” … O a pedir paliativos. Como si no nos hubieran “robado” también la visita a los enfermos o los presos, el aproximarnos a los caídos o al borde del camino, o incluso la visita a lxs amigxs. A gastar energías en responder tonterías… energías que bien se podrían poner creativamente en descubrir nuevos encuentros con Jesús en medio de esta vida.

Y podríamos seguir… es notable la cantidad de robaenergías que nos rodean. Hay quienes ponen una energía creativa en algo X y aparecen quienes cuestionan “por qué no A” … o “hubiera sido mejor Z”, o cosas por el estilo. Gastan energía en cuestionar en lugar de hacer algo por su parte, y desganan a los que quieren (y también ‘hablo’ a modo personal) buscar alternativas para que las aprovechen quienes quieran. No estaría de más que utilizaran esas, sus energías, en el servicio, en lxs otrxs, para que lxs receptorxs aprovechen lo que les sirva de unxs y de otrxs y “carguen las pilas” para seguir cruzando el río y soñar con llegar pronto a la orilla.

 

Foto tomada de https://pixabay.com/es/photos/caballo-agua-jinete-amazonas-3623926/


Comentario Pascua 6A

El Espíritu es anunciado, el Pueblo no quedará solo

DOMINGO SEXTO DE PASCUA – año “A”
Eduardo de la Serna


Lectura de los Hechos de los Apóstoles     8, 5-8. 14-17

Resumen: los sumarios donde se sintetiza el ministerio de la Iglesia primitiva continúan; en este caso con la predicación de Felipe. Continuando lo hecho por los Doce, que a su vez hacen lo que hizo Jesús, y lo que más tarde hará Pablo, el anuncia de la “palabra” continúa y es garantizado por la Iglesia de Jerusalén.

Los breves textos de Hechos de los apóstoles siguen siendo la primera lectura del tiempo litúrgico de Pascua. En el texto de hoy, por otra parte hay una serie de elementos que es conveniente destacar para una mayor comprensión. Como se señaló la semana pasada, los siete se dirigen a Judea y Samaría, como ocurre en este caso con Felipe. El relato completo puede estructurarse de esta manera:

A.    Felipe predica en Samaría (8,5-8)
   B.    Simón el Mago (8,9-13)
      C.   Los enviados de Jerusalén imponen las manos y desciende el Espíritu Santo (9,14-14-17)
   B’   Simón el mago malinterpreta – los enviados vuelven a Jerusalén (8,18-25)
A’   Felipe predica a un extranjero (8,26-40).

Como se ve, la liturgia ha omitido los textos que hacen referencia a Simón, el Mago y la escena final de Felipe y el etíope. 

Como se ha dicho en otros casos, la característica de la predicación de Felipe queda manifestada en “signos” (v.7.13) y estos mueven a la conversión. Es importante recordar que la fórmula “signos y prodigios” (acá insinuada en “signos”, y “milagros” aunque no expresamente presentada) alude a la vocación profética de la Iglesia.

Los signos que Felipe realiza son “conocidos”: expulsa espíritus impuros, los paralíticos son curados, y hay una “gran alegría”; sin duda los Siete, como antes los Doce, y luego Pablo manifiestan una clara continuidad con el mensaje profético, con los signos de Jesús, y su clásica consecuencia en Lucas: la gran alegría (Lc 2,10; Hch 15,13). 

Como se ve, Lucas presenta simplemente un sumario en la primera parte señalando de un modo genérico la predicación de Felipe (cf. 5,12-16; 11,19-21), más adelante lo hará con Pablo, quien también se enfrenta con un mago (13,4-12) y realiza signos y prodigios (15,12). 

Enterados de esto, los apóstoles (en Lucas, los Doce) envían delegados: en este caso Pedro y Juan. Si la misión empieza a partir de la donación del Espíritu, estos serán los encargados de orar “para que recibieran el Espíritu” (v.15). Como se vio la semana pasada, esto ocurre por la imposición de las manos. 

Un tema importante el Hechos que está supuesto aquí es la centralidad de la Iglesia de Jerusalén. No sólo de allí sale la misión, sino que cuando se generan nuevas comunidades los Apóstoles se ven en la obligación de enviar delegados para dar una suerte de “aval” a lo que viene sucediendo (Jerusalén pide cuentas a Pedro por su obrar con Cornelio, 11,1-3), envía a Bernabé a ver lo que ocurre en Antioquía (11,22) reúne a los apóstoles con Pedro, Bernabé y otros para ver qué hacer con los paganos que reciben el bautismo sin exigirles la circuncisión (15,1-2)... Recién en el final del ministerio paulino Jerusalén habrá dejado su rol centralizador (28,25-29).


Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro     3, 15-18

Resumen: El autor invita a los destinatarios a una constante búsqueda del “bien”, aunque esto provoque sufrimiento. En este caso, será a semejanza de Cristo que fue matado, pero a su vez resucitado. Viviendo de ese modo, los creyentes harán visible y explícita la esperanza que los motiva.


La unidad comienza en v.13 con una pregunta retórica que tiene en v.14 su respuesta en tono de bienaventuranza. El tema central (que es clave en toda la unidad) es “obrar el bien” (3,10.11.13.16[x2].17.21), esto implica una actitud de resistencia para no amoldarse a los comportamientos del medio ambiente y los poderosos a quienes se debe enfrentar desde la verdad, rechazando todo lo que oprima a las personas. 

Esto es calificado (literalmente) como “a Cristo Señor santificar en los corazones” (cf. Is 8,13). Notemos brevemente una comparación entre el texto de Isaías (en hebreo y en griego) y el texto de Pedro (desde el v.14)

Is 8,13 (hebreo)
Is 8,13 (griego)
1 Pe 3,14-15
A Yahvé Sebaot tengan por santo (kadôs) y él sea el temor y el temblor de ustedes [ambos términos hebreos frecuentemente son traducidos al griego como “fóbos”].
Al Señor santifíquenlo (hagiásate) y él sea el temor (fóbos) de ustedes
… no les tengan ningún miedo (fobêthête) ni se turben (tarajthête), al contrario, al Señor Cristo santifiquen (hagiásate) en sus corazones”

Santificar” a quien es santo (y por parte de quienes no lo son) ha de entenderse en el sentido del Padrenuestro (“santificado sea tu nombre”), por lo que suele –correctamente- leerse como “glorificar”, es reconocer su gloria en la vida diaria, la historia humana. El modo concreto de santificarlo es “dar, a quien la pida, razón de la esperanza (elpis)” (v.15); se refiere al testimonio de la obra salvadora de Dios (1,3) y de la virtud (1,21) que el ser humano recibe y manifiesta, algo que debe ser no solamente manifestado (con una “buena conducta” (v.16) sino también “explicado” (v.15, apología). 

Una nota sobre la “explicación”. La teología se ha presentado con frecuencia como “fe que busca comprender” (fides quaerens intellectum, expresado explícitamente por san Anselmo). Precisamente aquí encuentra su fundamentación bíblica: dar una palabra razonable sobre la fe y la esperanza en ambientes frecuentemente desfavorables.

 La esperanza que se manifiesta y explica no tiene su origen en quien se ve como poseedor de “la verdad”, sino quien manifiesta en su vida una convicción, una “buena conciencia” (“dulzura, respeto, buena conciencia”) con lo que resistirán el mal y provocarán hacia el bien.

La referencia a sufrimiento no aparece como algo que se debe desear, sino reconocer que lo que se debe buscar es la realización de la voluntad de dios, lo cual puede implicar de parte de los poderosos, de los poderes hegemónicos someter a sufrimientos a los cristianos. Éstos están invitados a ver ese sufrimiento en continuidad o semejanza con el sufrimiento de Cristo. La voluntad de Dios no es que alguien sufra, sino que haga el bien. Lo que se dice del sufrimiento de Cristo tienes estas características:

  • Murió “una vez” (hápax) indica la consecuencia definitiva de su obra salvadora (”por los pecados”) de modo que no es necesario nada más (tema habitual en Hebreos, x8). Lo absoluto de su muerte enseña el “extremo” del amor de Jesús al que los cristianos se encuentran llamados.
  • “Por nuestros pecados”: el sentido de la muerte “por” es un tema característico en el primer cristianismo (1 Cor 15,3; Gal 1,4; Heb 10,12; 1 Jn 2,2; 4,10). La salvación que trae ha derrotado la fuerza del pecado de un modo universal.
  • Es “justo”, algo que en la carta aparece ligado al cumplimiento de la voluntad de Dios  (2,23; 3,12.18) como se ve en el paralelo. Por otra parte, la relación con el “Justo” sufriente de Isaías 53 (frecuente en 1 Pe, cf. 1,18-21; 2,21-25; 3,18-22) revela un sentido “cristológico”
  • Muerto en la carne y vivificado en el espíritu alude a la muerte violenta que otros le infligen (ligada a “sufrir”) y la “vivificación” que el espíritu le provoca, en este caso referida a la resurrección. “Fue matado” -  “fue vivificado”, en lo que el “espíritu de dios" juega el rol principal lo que, dado el paralelo con los cristianos “sufrientes” anuncia la concreción de la esperanza en la vida definitiva.
  • Todo esto tiene como finalidad “conducirlos a Dios” (v.18). el acceso a Dios ha quedado abierto, la comunión con Cristo lleva a la comunión con Dios (4,13; 1,8; 2,4).


Evangelio según san Juan     14, 15-21

Resumen: Jesús está anunciando su partida, pero anuncia a su vez el envío de un personaje, al que llama “Paráclito” que continuará entre los discípulos, la obra que Jesús venía realizando entre ellos.


Desde hace ya bastante tiempo muchas traducciones, en general, han renunciado a traducir el término griego “paráklêtos”, que antes era transcrito como “consolador”, “abogado”, “defensor”, “intercesor”, y directamente han optado por transliterar el griego y dejar “paráclito” siendo que el término griego (originado en el verbo “parakaléô”) significa todo eso además de “interrogar”, “exhortar”, “implorar”, “confortar”, “conciliar”… como se ve, el término tiene que ver con la palabra, en una relación afectiva hacia el otro, de cercanía. En ese sentido, será importante, según el contexto, descubrir qué se dice de este “paráclito” a fin de entender su rol. 

En el caso del Evangelio de hoy, la primera de las cuatro veces que el término se encuentra en el Cuarto Evangelio (único de los Evangelios donde se lo encuentra) se afirma, desde el inicio dos cosas: que es enviado por el Padre puesto que ya que lo aman guardan sus mandamientos. 

“Guardar” es tener en custodia, preservar, pero también prestar atención, obedecer. Jesús afirma que “guarda la Palabra” del Padre (8,55) e invita a “guardar su palabra” (8,51), a Jesús lo acusan de “no guardar el sábado” (9,16). En los discursos de adiós Jesús alude a “guardar los mandamientos”, lo que dice directa relación con el amor mutuo entre Jesús, el Padre y los discípulos (14,21) o con las “moradas” [recordar lo dicho el domingo pasado de la relación entre “morada” y la importancia del verbo “permanecer” en Juan]. Porque Jesús “guarda” los mandamientos  de su Padre, “permanece” en su amor. Jesús sabe que son sus discípulos los que “guardan” la Palabra del Padre (17,11) por eso pide que los “guarde” del maligno (17,15). 

Los “mandamientos” (entolê) comienzan por el “mandamiento” que Jesús ha recibido del Padre, “que dé su vida, y que la recobre” (10,18), lo que Jesús dice y hace es lo que Dios le ha “mandado” decir (12,49) y su “mandamiento” es vida eterna (12,50). A partir de la segunda parte del Evangelio, Jesús comienza a hablar de “su mandamiento” (ya no del Padre, aunque se trata de lo mismo): “amarse los unos a los otros como yo los he amado” (13,34; 15,12), la relación estrecha está dada entre el mandamiento y el amor (14,21); no se refiere a los “mandamientos antiguos” (por ejemplo, “entolê se encuentra x40 en Deuteronomio), sino a un mandamiento “nuevo”. 

El amor (agapê) es término preferido, particularmente en la segunda parte, del Evangelio de Juan (36 de un total de 44 del EvJn) y supone un amor “como yo”, es decir, “hasta el extremo” (13,1) arriesgando la vida (psyjê, 15,13)  y el amor mutuo resultará una suerte de “test” del discipulado (13,35) y repercutirá en la unidad de los cristianos (17,23). 

Lo curioso del Paráclito enunciado es que se trata de “otro”. Es posible –como diremos- que el paráclito anterior sea el mismo Jesús, como se afirma en 1 Jn 2,1: “Pero si alguno peca, tenemos a un Paráclito ante el Padre: a Jesucristo, el Justo”.

A continuación el texto continúa “presentando” a este Paráclito: es espíritu “de la verdad”, el “mundo” no puede recibir, ya que no lo ve ni lo conoce, “permanece” y estará con los discípulos (v.17). Aquí se interrumpe la referencia a este personaje que retomará en v.26; 15,26 y 16,7. Mirando estos textos podemos señalar cuatro elementos a tener en cuenta:

El Paráclito
Jesús
vendrá” (15,26; 16,7.8.13), “salido del Padre” (15,26), el Padre  lo “dará” (14,16), “enviará” (15,26; 16,7), “en nombre” de Jesús (14,26)
Ha venido (5,43; 16,28; 18,37) procedente del Padre (8,42; 13,3), el Padre “dio” a su hijo (3,16), “enviado del Padre” (3,17…), Jesús actúa “en el nombre del Padre” (5,43)
Es “otro” paráclito (14,16), es de “la verdad” (14,17; 15,26; 16,13), es “Espíritu Santo” (14,26)
Es el “primer paráclito” (cf. 1 Jn 2,1), es la verdad (14,6), es el “Santo de Dios” (6,69)
conocerán” (14,17), “permanecerá” (14,17), “enseñará (14,26), guiará hacia la verdad (16,13), glorificará a Jesús (16,14), dará “testimonio de Jesús” (15,26-27), recordará lo dicho por Jesús (14,26), hablará lo que oiga, no por su cuenta (16,13)
Lo conocerán (14,7.9), “estará en y con los discípulos (14,20.23; 15,4.5; 17,23.26), Jesús es el “camino y la verdad” (14,6), enseña (6,59; 7,14.18; 8,20), da testimonio(8,14) y glorifica al Padre (8,29; 12,27-28; 14,13; 17,4), dice lo que ha dicho el Padre (12,50), no obra por su cuenta (5,19.30; 8,28…)
El mundo no lo acepta (14,17) no lo ve ni reconoce (14,17), dará testimonio de Jesús frente al odio del mundo (15,26), convencerá al mundo (16,8-11)
Jesús no es aceptado (5,43;12,48), a Jesús no lo verán (16,16) y no lo conoce (16,3; ver 7,28; 8,14.19; 14,7), da testimonio contra el mundo (7,7)

Como es evidente hay una estrecha relación entre Jesús y el Paráclito. Podemos decir que la relación que hay entre Jesús y el Padre se replica en la relación del Paráclito y Jesús una vez que este se haya “ido”. Seguramente ese “volver” del que habla Jesús (v.18) se refiera a su nuevo modo de presencia en el paráclito. De ese modo lo “verán”, “estará” y podrá ser amado (vv.19.20).

La liturgia prepara así los dos próximos “acontecimientos”, la ida de Jesús (Ascensión) y la venida del Espíritu Santo (Pentecostés).


martes, 5 de mayo de 2020

Comentario Pascua 5A

Ver a Jesús es ver al Padre… ¿y vernos a nosotros, qué es?


DOMINGO QUINTO DE PASCUA - "A"


Eduardo de la Serna


Lectura de los Hechos de los Apóstoles     6, 1-7

Resumen: Entre los judíos había diferencias ya que los provenientes de la diáspora hablaban griego (“helenistas”) y no arameo (“hebreos”), de allí que se sintieran desatendidos. Para ello se escoge siete para que continúen el “servicio de la palabra” en su ambiente y su lengua. Así, el Evangelio empieza a propagarse.



El texto de hechos da un salto cualitativo en su narración; el crecimiento de la comunidad que se ha ido manifestando en las unidades anteriores se manifiesta ahora con la elección de Siete para acompañar a los “helenistas”. El problema es presentado como “desatención de las viudas” y servicio (diakonía) de las mesas. Por su parte, los Doce manifiestan ocuparse del “servicio (diakonía) de la Palabra de Dios” y la oración. Sin embargo –y el texto lo destacará más adelante- para el servicio de las mesas se busca a “siete”, “de buena fama”, “llenos del Espíritu Santo y sabiduría”, y para ello reciben la imposición de las manos. Sin duda parece “demasiado solemne” para ser un servicio de las mesas. Mirando lo que se afirma en los capítulos siguientes que harán algunos de estos Siete, ciertamente no se trata del servicio de las mesas, sino precisamente del “servicio de la Palabra”.


La unidad finaliza con un  breve sumario que repite que el número de discípulos aumentaba “en Jerusalén”, y esto lo expresa señalando que “la palabra de Dios crecía”.


Los “helenistas” jugarán un papel muy importante en Hechos, y acá se los presenta como un eslabón más luego de los Doce. 


Una nota sobre el “crecimiento de la Palabra” en Hechos. Con cierta frecuencia Hechos de los apóstoles insiste en que “la palabra crecía” (6,7; 12,24; 19,20). La “palabra” es la predicación del Evangelio, que marca toda la obra, y crece cuando es aceptada. Por eso Lucas presenta una cierta estructuración geográfica. Movidos por el Espíritu Santo (el gran protagonista de la obra) los predicadores anuncian la “palabra”, y en la medida en que esta es aceptada “crece”, hasta llegar a Roma, donde Pablo “predica… enseña… sin estorbo”  (28,31). El texto de hoy alude a que el crecimiento se da por la incorporación de los “helenistas” y –por lo tanto- la organización de “ministerios” (diakonia) para su servicio.


Una nota sobre los “helenistas”. Hay consenso en general en reconocer en estos “helenistas” a los judíos de habla griega (es decir, los judíos que vivían “dispersos” por el imperio fuera de la tierra de Israel donde se hablaba arameo, aquí llamados “hebreos”). Estos judíos peregrinaban a la ciudad Santa alguna vez (o más, dependiendo de su disponibilidad geográfica) con motivo de las fiestas de peregrinación (Pascua, Pentecostés y Tabernáculos). No interesa –en este momento- detenernos en la presencia de “helenistas” en Jerusalén en este tiempo, lo que es un tema muy interesante pero excede nuestra intención. Hechos quiere comenzar todo el ministerio de la Iglesia naciente “a partir de Jerusalén”, y aquí están, entonces, los helenistas. De hecho, a continuación destacará que “la palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba en Jerusalén el número de los discípulos” (v.7). Pero –como se insinuó más arriba- estos Siete empezarán a predicar (ministerio de la Palabra, para que esta siga creciendo) “fuera de Jerusalén” a las regiones de “Judea y Samaría” (cf. 8,1). Más adelante Lucas añadirá un nuevo “eslabón” al incorporarse Pablo en la predicación y lograr que la palabra siga creciendo llegando hasta Antioquía.


Lo interesante es que en torno a una “mesa” /como es frecuente en Lucas y en Hechos) se suscita una reflexión que dará paso a una respuesta igualitaria de servicio a “hebreos” y “helenistas”, las mesas no son signo de discriminación sino de igualdad en la teología de Lucas. El desafío es encontrar respuestas al problema planteado, y la generación del “ministerio” de los siete aparece como la pertinente. [Notar que en ningún momento se habla de “diáconos” ya que el sustantivo diakonía, o el verbo diakoneô se encuentra en el relato en ambos casos, de los Siete y de los Doce, como se dijo, y no alude a un nuevo “ministerio ordenado” sino a un nuevo ministerio para que en nivel de igualdad, los que eran discriminados fueran atendidos]. La diferencia entre unos y otros se irá notando cada vez más claramente en lo que sigue, en Hechos. Los nombres de los Siete son griegos, y se los supone judíos de la Diáspora (salvo de Nicolás de quién se afirma que era prosélito, es decir “convertido al judaísmo”). La “imposición de manos” es una confirmación del don del Espíritu Santo (8,17 9,17; 13,3.4) que, como se dijo, será el responsable del “crecimiento de la palabra”.




Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro     2, 4-10


Resumen; Una estrecha relación entre Cristo y los cristianos muestra la eclesiología de la carta de Pedro en la que lo dicho de Cristo –cargado de referencias bíblicas- se dice también de la Iglesia para los tiempos de dificultad y conflicto que viven


Los vv. 4-5 anticipan elementos de citas bíblicas [que recomendamos leer] las cuales se explicitarán en 6-10: 6-8 la imagen de la piedra (anticipada en 4b-5a) y 9-10 la del pueblo elegido (preparada en 5b-d), y ponen fin a la “introducción” iniciada en 1,13 para dar comienzo a instrucciones y situaciones más concretas. Es interesante notar que las abundantes citas bíblicas no buscan demostrar o desarrollar cierta apología (“se cumplieron...”, “¿acaso ignoran?”, “¿no está escrito?”), sino profundizar un tema: una reflexión sobre Cristo-piedra y la Iglesia-pueblo. Se logra así un paralelismo entre Cristo y la comunidad que será la clave de comprensión de toda la unidad.


Una vez más la intención es dar seguridad a los lectores que viven un clima de hostilidad en el ambiente. Los ubica del lado de Dios y les da salvación. La tensión fe-increencia se juega en esto.


“Acérquense a él”, a quien se menciona como “piedra viva”, ciertamente una metáfora con la que comienza un nuevo tema y una serie de metáforas.


Como hemos dicho, las citas bíblicas que siguen nos darán la clave para interpretar “piedra”. El añadido “viva” invita a evitar una lectura literal (¿alude a la resurrección?). Los cristianos pertenecen a Jesús, son de su misma naturaleza (cf. Dt 32,18; Is 51,1). La metáfora cristológica se transfiere, en seguida, a la comunidad. La referencia a “los hombres” muestra que los constructores no son, en este caso, las autoridades, o grupos, sino la humanidad en general. Esta piedra es elegida por Dios, lo que prepara la cita de Is en v.6 explicada en v.7a.


Hay un contraste total entre los hombres y Dios en su juicio frente a Cristo, y el autor invita a ponerse de su lado (“acérquense”), a tomar partido en favor del despreciado. En él deben reconocerse los cristianos, deben ser también ellos “piedras vivas”. Aunque no se dice que sean “rechazados” los cristianos están invitados a reconocerse en él en medio de la hostilidad. Si “piedra” tiene referencia mesiánica, la atribución a los cristianos los muestra como comunidad mesiánica regenerada por la resurrección de Cristo.


A continuación, la imagen pasa a la idea de la construcción enlazada con la imagen de la piedra pasando a referir a la piedra más importante. 


En vista de la relación que señalamos con vv.6-8 “casa espiritual” debe entenderse a la luz de los textos que siguen. Quizás sea decisivo el uso de “real” de v.9 (“casa real”) y entonces “casa espiritual” y “casa real” (con reminiscencias a 2 Sam 7, y quizá contraste: no es “hecho por manos” [Mc 14,58] sino “espiritual”) sean parecidas como la referencia a lo sacerdotal que viene a continuación ayuda a comprenderlo. Además, así también la casa espiritual remite a las citas bíblicas de vv.6-10. La “piedra” de Is 28,16 no implica el edificio, y requiere “piedras” para ampliarlo a la imagen de “casa”. Así como “viva”, tampoco es evidente el sentido de “espiritual” (ni el de leche “lógica” de v.2). El sentido de “casa” como “templo” es frecuente (como el “sacerdocio” viene a confirmarlo).


La imagen salta al tema del sacerdocio (hierateuma) que es impreciso por su relación con la “construcción”, pero puede entenderse si “casa real”, elección, propiedad son distintivos de la comunidad “santa”, que se añade a “sacerdocio”. La relación con los “sacrificios espirituales”  prolonga la metáfora: Los cristianos, como piedras vivientes, por la acción del Espíritu ofrecen sus propias vidas como sacrificio espiritual en el ejercicio de su funcionamiento sacerdotal; es el mismo Espíritu que reposa sobre los cristianos (4,14) y da vida en la pasión de Cristo (3,18). No son sacrificios del sacerdote sino continuidad de la metáfora. También en Qumrán se mencionan los sacrificios espirituales (ya que sus miembros no participaban del Templo):


 “... cuando estas cosas existan en Israel de acuerdo con estas disposiciones para fundamentar el espíritu de santidad en la verdad eterna, para expiar por la culpa de la trasgresión y por la infidelidad del pecado, y por el beneplácito para la tierra sin la carne de los holocaustos y sin las grasas del sacrificio -la ofrenda de los labios según el precepto será como el olor agradable de justicia, y la perfección de la conducta será como la ofrenda voluntaria aceptable- en ese tiempo se separarán los hombres de la comunidad (como) casa santa para Aarón, para unirse al Santo de los santos, y (como) una casa de la comunidad para Israel...” [1QS 9,3-5]



 La idea del sacerdocio queda en la imagen y el símbolo. En 1,15s vemos qué entiende la carta por “santidad”, así el sacerdocio remite a una vida acorde a la fe (no se alude a otros “sacrificios”). Por ahora señalemos la unidad de los cristianos y Cristo, ligados con la metáfora de las piedras vivas.


vv.6-8


La referencia bíblica que sigue es –como se dijo- una prolongación de lo que se ha presentado. Vv. 6-8 relee diferentes textos bíblicos sobre el tema de la piedra, lo que no es original: el judaísmo ha utilizado este tema con clave mesiánico-escatológica, y hay ejemplos del cristianismo primitivo (cf. Mc 12,10p; Hch 4,11; Rm 9,32s; Ef 2,20), aunque leído sólo cristológicamente, no también eclesiológicamente como en este caso. 


En la cita, no hay cabida a los cristianos, piedras vivas, aunque la polarización creyente-increyente domina la sección. Elegida preciosa refiere a Cristo (v.4; cf. 1,20), él es el elegido por Dios.


En v.7 una glosa interpretativa interrumpe las citas. Ahora bien, no sólo no es valiosa para los no creyentes sino que además es peligrosa para ellos (en este sentido se cita el Sal 118 [117 LXX]). El texto del salmo alude al cambio que Yahvé obra en favor del individuo perjudicado que ve salvada su vida. El texto es usado en Qumrán, el Targum y la literatura rabínica para aludir a la figura del rey-mesías, pero no para destacar su rechazo; de ese modo fue usado -en cambio- por el cristianismo primitivo. El texto luego abandona la metáfora para hablar claramente de Cristo rechazado (el verbo “rechazar” está en participio perfecto pasivo, con lo que refiere a una acción que continúa en el presente). Esto supone la perdición de los increyentes. De todos modos no es una amenaza para ellos, a quienes no se dirige el texto, sino un elemento para sostener la fe. La piedra tiene un valor y ante ella se decide la suerte de la persona, de allí que “acercarse” a él lleva a la salvación.


vv.9-10


Después de los no creyentes y su suerte jugada frente a la “piedra”, el autor vuelve a la imagen de la comunidad. Si en vv. 6-8 la salvación se jugaba frente a Cristo, vv. 9-10 fusiona diversas citas bíblicas de Éxodo, Isaías y Oseas mostrando que la Iglesia es el pueblo de Dios; lo que antes se afirmaba de la “piedra-Cristo” pasa ahora a decirse de los cristianos: “elegida/os” (2,4.6 y 2,9). Lo hace con las dos categorías fundamentales: elección santidad: linaje elegido, nación santa, pueblo adquirido, pero referidos solamente a la Iglesia (cf. 1,12), todo aludiendo a diversas citas del AT. La idea de elección es recurrente en tan pocos versículos: 4.6.9 con lo que retoma el paralelismo entre Cristo y los cristianos. La idea de elección de ninguna manera debe entenderse como arrogancia, sino como participación de la pasión de Cristo. Lo que a su vez fundamenta la misión evangelizadora para “anunciar las proezas del Señor” (v.9). El término “raza” (genos) no debe entenderse de modo étnico sino a semejanza de la “regeneración” (anagennaô, 1,3.23) realizada por Dios en los creyentes que los lleva a dar testimonio de la esperanza en medio de un mundo hostil.


La referencia a Éxodo al reino y al sacerdocio no es sencilla. Entendido de modo dinámico queda claro que no hay una identificación de la Iglesia con el reino sino que es propio de la comunidad cristiana la referencia al reino (aunque al no llevar artículo parece que la presencia del reino en el mundo no se limita a la realidad eclesial). Aparentemente puede entenderse de diversas maneras: “reino de sacerdotes” entendido como hierocracia, un reino gobernado por sacerdotes o “reino sacerdotal”, es decir todo el pueblo es sacerdotal, separado de todos los pueblos. La función sacerdotal específica no viene descrita, lo que ha hecho que se privilegie la elección y la santidad. Esto no implica que se haya cumplido la condición pedida por Ex 19,5-6 (“si...”) sino que se ha dado la unión con Cristo, por lo que es el acercamiento a Él y la adhesión de la fe la que permite a los creyentes el acercamiento al sacerdocio. La fe es la nueva condición que permite a los hombres, aunque son imperfectos, ejercer las funciones sagradas y entrar como sacerdotes al servicio de Dios. El fundamento del sacerdocio no es -por lo tanto- el mérito de los hombres y, al revés, tampoco la miseria de los hombres constituye un obstáculo para el sacerdocio.


Ambos se relacionan con el pueblo de los creyentes, así reino son los moradores de la casa real no se refiere al edificio, y hierateuma, el sacerdocio como conjunto, no el “presbiterado”; si basileion (reino) no designa la soberanía o poder de los cristianos, tampoco hierateuma (sacerdocio) designa funciones sacerdotales de los miembros; es una más de las metáforas del contexto. Ciertamente es importante la elección y la santidad, reforzadas por el contraste con los no creyentes. Si dijera “cada cristiano es sacerdote” estaría también diciendo “cada cristiano es rey” lo que precisaría explicación; la metáfora es corporativa, como en Ex 19: trata de la Iglesia y su realidad. Como no se ve un nexo con el bautismo, no puede pensarse que está diciendo que “cada cristiano es rey y sacerdote”.


El texto de Éxodo, por ejemplo, no guarda relación con el sacerdocio levítico, y siempre se aplicó, en la tradición, a Israel como comunidad elegida y santa. No hay una mezcla entre el sacerdocio al que alude Éxodo con el levítico. Una cosa es la influencia posterior provocada por 1 Pedro y otra diferente es que aluda a esto. 


El sentido es personal, corporativo y funcional: una comunidad de personas que ejercen una función específica. Se trata de la comunidad creyente cuya íntima relación con Dios es semejante a la de los sumos sacerdotes, las citas revelan que se presenta en continuidad con el pueblo de la antigua alianza, la “gente santa” que participa de una herencia común, histórica, cultural y religiosa. Los cristianos, en cuanto organismo sacerdotal están en grado de ofrecer víctimas invadidas por el Espíritu, la expresión “sacerdocio santo”  (2,5) es simbólica; normalmente las víctimas eran matadas, pero al ser “víctimas espirituales” se supone “invadidas por el espíritu”, se refiere a la vida cristiana plenamente vivida. La animación del espíritu es fundamental para el sacerdocio. En esto encontramos el único verbo finito: el que se refiere al anuncio, todas las características del pueblo de Dios están orientadas a este objetivo, entre ellas reino y sacerdotes de v.9. El uso de “raza elegida” de Is 43,20 se refiere a la identidad del pueblo, toda la tierra pertenece a Dios y a ella deben anunciarse sus proezas. Israel es mediador de esto; los cristianos también deben serlo.


Todo esto es mostrado como una conversión, un paso de las tinieblas a la luz.


Oseas (1,6-9; 2,3.25) aludía a la ruptura de relaciones entre Dios y su pueblo, aquí se alude a la vocación de los cristianos desde el paganismo; sigue hablando del pueblo elegido pero en constaste entre el antes y el ahora, propio de 1 Pe. La metáfora del pueblo renacido por la misericordia parece haber sido transparente para los cristianos. La metáfora cristológica pasa a ser metáfora eclesiológica.



Evangelio según san Juan     14, 1-12

Resumen: Jesús anuncia su partida, y para ello busca sostener la fe de los discípulos recordándoles la estrecha relación que tiene con el Padre. El discurso progresa –a partir de algunos malentendidos- de modo que Jesús puede afirmar claramente que esa relación es total, y de ella participarán los discípulos.



El texto de Juan ha sido elegido, sin duda, porque se aproxima el final del tiempo de Pascua y Jesús anuncia su “partida”. El texto, que comienza en v.1 finaliza en v.29 donde se repite la misma fórmula. La finalidad: “la gloria del Padre” parece ser el tema de la primera parte (vv.1-11), que luego destacará las “obras” como primera promesa (vv.12-14) destacando otras a continuación (el paráclito, la venida con el Padre…). La “ida” de Jesús es el término casi excluyente (vv.2.3[2x].4.5.6.12). En el centro se ubica el diálogo de Jesús primero con Tomás (vv.5-7) y luego con Felipe (vv.8-10). También el texto está enmarcado por el verbo “creer” (vv.1.10.11[2x].12). 


El texto comienza con un imperativo que pretende impedir la turbación de los discípulos. Para ello opone la fe (no se turben - crean). La turbación tiene que ver con la muerte cercana de Jesús (11,33; 12,27; 13,21) y se repite –a modo de inclusión- en v.27. Creer en Dios implica creer en Cristo ya que él es enviado del Padre y sus palabras y obras vienen de este. La razón por la que han de “creer” tiene que ver con las numerosas “moradas” en la casa del Padre. “Morada” (monê) viene del verbo “ménô” que es muy frecuente en Juan para aludir a la interrelación estrecha entre Jesús y los discípulos (las moradas son lugares de permanencia ligadas estrechamente a Dios, 14,10; 6,56; 15,4.5.7). La conclusión “yo estoy en el Padre y el Padre está en mi” (v.11) da sentido firme a ese “creer” que se reclama. Con un doble “en verdad” (amên, característico de Juan en momentos importantes) da comienzo a lo que sigue, de lo que la liturgia sólo pone el primer versículo (v.12) centrado en las “obras”, como se dijo, preparado por los vv.10.11. 


El acento está puesto en señalar que la partida de Jesús no será definitiva ya que los discípulos se reencontrarán con él (“volveré”, “los tomaré conmigo”, “estén también ustedes”) de allí que este (¿breve?) tiempo intermedio será el tiempo de “creer”, de recorrer “el camino”, y de “obrar”. Pero esto es aquello en lo que deben “creer” a fin de no “preocuparse”. Como se ve, en el centro de toda la unidad (y es un tema central en todo el Evangelio de Juan) está la estrecha unidad entre Cristo y el Padre, tanto que las palabras de Jesús, son Palabras del Padre (cf. 3,34; 5,23-24; 8,18.28.38.47; 12,49) y las obras de Jesús son obras del Padre (cf. 5,20.36; 9,3-4; 10,25.32.37.38). Esa morada intima entre el Padre y Jesús, que se replica en la permanencia íntima entre Jesús y sus discípulos, da sentido a esto. 


La interrupción de los discípulos Tomás y Felipe: Es frecuente en Juan que los malentendidos sirvan para que Jesús profundice el discurso que está desarrollando. Son propios de los “discursos de revelación”. En este caso, a continuación del dicho de Tomás, Juan presenta nuevamente un discurso introducido por “yo soy”. A continuación de la intervención de Felipe, Jesús profundiza su estrecha vinculación con el Padre. En ambos casos, en directa relación a la inminente partida de Jesús.


En general se acepta que el dicho “yo soy” quiere destacar que Jesús es “el camino”. “La verdad y la vida” son explicativos del camino que es Jesús. De hecho ya se había señalado en el Evangelio la relación de Jesús con la vida (zôê, es decir “vida divina”, 1,4; 6,33.35.48.63.68; 8,12; 10,10; 11,25) y con la verdad (1,14.17; 5,33; 8,32.40.44-46). El “camino” –en la Biblia- refiere a la vida según la voluntad de Dios, señalado por la Ley, o por los mandamientos, o –por supuesto- los caminos que conducen “a la perdición”. Yahvé camina en medio de su pueblo manifestando sus “obras” (Is 43,16.19; 45,13; 48,15; 51,10…). La vida que los miembros de la comunidad de Qumrán llevan en el desierto es “el camino de Yahvé”: 
es el estudio de la ley que ordenó por mano de Moisés, para obrar de acuerdo con todo lo revelado de edad en edad” (1 QS 8,12-15). 
Es tan estrecha la relación entre Jesús y el Padre que él es el camino, y no hay otro. 


Una nota sobre las “obras mayores”. Hay que notar que, por un lado no se afirma que serán “milagros mayores”, son “obras” (cf. 5,20.36; 8,39.41; 10,25.32.37.38; 14,10.11.12; 15,24), por otro lado, son obras que se realizarán una vez que Cristo se haya ido, y “en mi nombre” (v.13), es decir, será Cristo mismo el que las obre. Es importante refrescar que «la obra de Dios es que crean en quien él ha enviado». (Jn 6:29). En cuanto “enviado” Jesús obra y habla por el Padre, es su misma voz y sus mismos actos. Las obras mayores probablemente se refieran entonces a que la comunidad creyente manifestará su estrecha unión con el Padre y con el Hijo revelando en ello la fe que los reúne. 

Una nota sobre Tomás y Felipe: hay consenso entre los estudiosos en que el Evangelio de Juan ha pasado por diversas etapas hasta llegar a su redacción definitiva. Hacia el final de estas etapas, el conflicto con lo que luego será el “gnosticismo” se agrava. Curiosamente, los gnósticos, que serán una/s secta/s concentrada/s en el “conocimiento” (gnôsis) y tendrán una serie interesante de escritos propios, entre ellos los Evangelios “de Tomás” y “de Felipe”. ¿Es pensable que el redactor final los haya presentado como dubitativos, algo incrédulos (en contraste con el “discípulo amado”)? De hecho, Felipe vuelve a encontrarse en 1,43-48; 6,5.7; 12,21.22 y Tomás en 11,16; 14,5; 20,24.26-28; 21,2 siendo que no tienen un rol destacado en los otros Evangelios Sinópticos. Es posible, pero escapa a lo que podemos comentar en este lugar.



foto tomada de www.rezaconmigo.com



viernes, 1 de mayo de 2020

El deber de tener cuidado


El deber de tener cuidado


Eduardo de la Serna



Hace años fuimos con un grupo a formularle planteos bastante duros a un dirigente. Nos reunimos antes para ver bien qué decir, y qué no. Y cuando salió un tema bastante “pesado” yo dije, “- Bien, pero eso no lo dice ninguno de ustedes, eso lo digo yo; porque es muy probable que eso enoje, y es más probable que a mí no me hagan nada”.

Recuerdo, también, que otro grupo, en condiciones semejantes fue a formular otro planteo a otro dirigente. Había incluso mujeres y niños entre ellos. Y una chica – de unos 10 años – le formuló muy duramente algo al sujeto en cuestión. Yo me enojé mucho con el cura: “- Eso lo tendrías que haber dicho vos. Con esa gente pesada no se jode. ¿Y qué hacés si mañana uno de ellos la acosa, la golpea o simplemente le da un buen susto por la calle?”. Afortunadamente no pasó nada, pero creo que quienes tenemos un cierto rol dirigente (llamado como se quiera: coordinador, animador, etc) tenemos un deber muy serio de cuidar a los que están con nosotros.

Recuerdo, también, mi enojo cuando un grupo de jóvenes de una agrupación partidaria enfrentaron a un grupo mafioso. Uno de ellos fue asesinado. Me gané enemigxs al cuestionar a los dirigentes por no haber cuidado a los jóvenes. Insisto, con la “mafia” no se jode. Y los dirigentes, religiosos ayer, políticos acá, tienen / tenemos una responsabilidad en el cuidado de la vida. Después lloramos o hasta levantamos la bandera de las víctimas, pero no hacemos la autocrítica de los que debimos haber cuidado.

Hoy, nuevamente, dirigentes – estos sindicales – convocan a un acto. Como en todos los anteriores, el reclamo es justo. Pero el cuidado inexistente. No había espacios de protección, no había respeto al protocolo, y – como ayer – con el virus tampoco se jode. Insisto, el reclamo era justo, y los abrazos deseados y ansiados, pero inconvenientes e imprudentes. ¿No tocaba a los dirigentes prevenirlo?

Hoy, en la Plaza de Mayo, el Polo Obrero organizó un reclamo y – por lo que se ve en las fotos – todos a distancia prudencial, todos con barbijos. De cuidar a los que luchan con nosotros se trata. De ser creativos, de no bajar ni una de las banderas que creemos justas, pero cuidándonos y – los dirigentes – responsables de ese cuidado. Con el peligro no se jode, se trata de conocerlo bien, para enfrentarlo y vencerlo y tener así más posibilidades de hacer oír los reclamos, conquistar los anhelos y avanzar en las reivindicaciones a las cuales no hemos de renunciar sino levantar bien alto… hasta la victoria. Siempre.



Foto tomada de https://www.infonews.com/dia-del-trabajador/el-polo-obrero-marcho-plaza-mayo-modo-prevencion-del-covid-19-n338461