miércoles, 10 de noviembre de 2021

Elegir “en cristiano”

 Elegir “en cristiano”


Eduardo de la Serna



No es cuestión de hacer una mirada histórica de la actitud de los cristianos ante la democracia, pero esto no puede ignorarse porque en ocasiones quedan resabios, fruto de la lentitud para asumir los cambios del pensamiento o de la pereza de la razón…


La democracia moderna no fue algo asumido universalmente desde el comienzo de los tiempos. La democracia griega entendía solamente a la élite como “demos”, pueblo… pero las teocracias arrebataron su lugar a los gobiernos… el o los dioses escogían a este rey y luego a su descendencia…. (cuando directamente el rey no era visto como hijo de la divinidad). Recién en el s.XX el voto fue universal. En un primer momento un universal masculino, para luego incluir a las mujeres en el voto (siendo que los géneros estaban consignados por los documentos y estos solamente reconocían binariamente varones y mujeres, el universal realmente lo era). Pero el pensamiento cristiano fue más lento en ocasiones… habituados a la monarquía los teólogos tendían a afirmar que el poder viene de Dios y él lo deriva en los humanos (es decir, el poder no era del “pueblo”). La aceptación de la democracia fue lenta (y en ocasiones lo sigue siendo… la misma Iglesia afirma claramente que su gobierno no es democrático). El rey se ocupa del gobierno y el pueblo de vivir (a su servicio, claro). Las cosas de la sociedad eran cosas que se vivían “in-mundo”. Nunca faltan, hoy, pasado tanto tiempo, y habiéndose desplegado tanto pensamiento, algunos autopercibidos cristianos que se desentienden de lo político (y se desentienden del pensamiento). Así, hay varios textos bíblicos mal leídos que sirven casi de excusa para desentenderse…


Somos “ciudadanos del cielo” (Fil 3,20) por lo que no debemos interesarnos de estas cosas, afirman en una lectura platónica totalmente ajena a Pablo y cercana a Filón de Alejandría (al que Pablo no parece haber leído jamás). El Apóstol tiene claras manifestaciones en las que se distancia del imperio romano en palabras y actitudes, y aquí señala que no se trata de ser ciudadanos romanos (en Filipos había bastantes ya que era una colonia) sino de tener la mirada puesta más allá de Roma, en las cosas de Dios.


Jesús dijo que “mi reino no es de este mundo” (Jn 18,36), lo que no significa que es “del cielo”, puesto que es “en este mundo”. En el Evangelio de Juan, el mundo es el ámbito, amado por Dios pero que no lo acepta, lo rechaza y – al menos en ocasiones – lo combate. Jesús, que lo ha vencido, viene a proponer “en este mundo” un sistema contrapuesto a la violencia, guiado por el amor mutuo hasta el extremo de arriesgar la vida. 


Se dice que se ha de dar lo correspondiente “al César lo del César” (Mc 12,17) como si Jesús propusiera una separación de dos ámbitos intocables (cosa curiosa en uno que no cesó de predicar que Dios quiere reinar en la historia humana). Sin dudas el César, que se ha divinizado hasta niveles insospechados, ostenta en monumentos ¡y en monedas! su “imagen” (con lo que una imagen significa en Israel, y, ¡peor aún!, en el Templo de Jerusalén) y, para mayor gravedad, si se pudiera, con la inscripción señalando que ese César que allí se expone es “hijo de Dios”. De allí que, subversivamente, Jesús reclame (yendo más allá de la pregunta que era solo por el emperador) que también se ha de “devolver a Dios lo que es de Dios”, es decir, aquello que el imperio le ha usurpado.


Hay algunos otros textos que suelen malinterpretarse (“pobres de espíritu”, Mt 5,3; “un camello” y el “ojo de una aguja”, Mc 10,25, “si quieres ser perfecto”, Mt 19,21…) curiosamente para decir casi lo contrario de lo que los textos dicen y, más curiosamente aún, pareciera que se acusa de “lectura ideológica” a la contraria a la que beneficia el statu quo…


Algunos creemos que Dios y, en su huella, Jesús, tienen un sueño para la humanidad. Dios quisiera que seamos capaces de vivir como verdaderos hermanos, hermanas y hermanes. Y con todo lo que esto significa; que sólo quede fuera de esta sociedad aquel que se auto-excluye, como el rico que se niega a vender todo para compartir con los “hermanos” pobres y entonces se aleja entristecido. Y, precisamente por eso, como cristiano ¿puedo yo apoyar (= votar) sistemas que invitan al “sálvese quien pueda”, al individualismo libertario, al “que mueran los que tengan que morir”, al que niega los derechos humanos, que niega que la patria es el/la/le otrox? ¿Puedo desentenderme de los que están victimizados por la sociedad de la indiferencia? ¿Puedo no tener en cuenta y buscar lo que honesta y honradamente crea que mejor beneficia a lxs pobres? Es posible que muchas perezas no me permitan mirar más allá de mi ombligo, es posible que muchas lecturas ideológicas me inviten a mirar el cielo desentendiéndome del barro…, ¡es posible! Pero los que queremos militar el sueño de Jesús y creemos que otro mundo es posible, sencillamente no podemos. No podemos porque no queremos. Queremos (= amamos) una sociedad donde quepan todas y todos, un mundo “con la gente adentro”.


Imagen tomada de https://es-la.facebook.com/sudestadarevista/photos/otro-mundo-es-posibleel-mundo-que-queremos-es-uno-donde-quepan-muchos-mundos-la-/1638989892804883/

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