martes, 4 de enero de 2022

Bautismo del Señor C

 Desde el cielo se nos dice a todos que Jesús viene a nuestra historia

EL BAUTISMO DEL SEÑOR 

Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías     42, 1-4. 6-7

Resumen: El llamado canto del “siervo sufriente de Yahvé” presenta diferentes interpretaciones. Pero lo que se dice de él se dice también de (parte de) Israel. El grupo que vuelve del exilio debe presentarse como modelo y liberador para los demás judíos de otras regiones de la dispersión y de la misma tierra de Israel.

El texto litúrgico de hoy pertenece al llamado “primer canto del siervo sufriente de Yahvé”. Estos cantos (habitualmente se habla de cuatro, aunque no es unánime) son bastante controvertidos en su interpretación. ¿A quién se refiere? ¿Quién es este “servidor”, “elegido”…? Se ha pensado en el grupo cautivo en Babilonia que está por regresar a la tierra, y su sufrimiento es visto como “vicario” por los pecados de todo el pueblo. Pero también se piensa que se refiere a un (pequeño) grupo que ha regresado a la tierra luego del exilio y no ha sido recibido ni aceptado por los que estaban en la región de Israel. 

El himno se dirige (vv.1-4) a alguien desconocido hablando sobre este siervo también ignorado por nosotros. En v.5 Yahvé mismo retoma la palabra para dirigirse a partir de v.6 al siervo (vv.6-9 [vv.8-9 parecen remitir a 41,29]) e invita a un colectivo (vv.10-12) a un canto comunitario. El destinatario es –como se dijo- desconocido, pero lo somos los lectores… Lo que se afirma del siervo tiene connotaciones de semejanza a un rey (tendrá el espíritu, dictará la ley, implantará justicia, implantará el derecho cosas que también se dicen de los reyes asirios y babilonios), se parece al libertador del que habla en c.41. Pero eso mismo se ha dicho de Israel en 41,8-10 (cf. 44,2.21; 45,4; 48,20). Es posible, entonces, que se refiera a Israel, o a los deportados o de la diáspora. Es posible que los judíos e israelitas que están dispersos se encuentren en un proceso de pérdida de la propia identidad, de asimilación a la cultura imperial, e incluso de sus dioses. A algunos del exilio, entonces, los invita a ser “luz” (v.6). 

Este “servidor” tiene una tarea que realizar, por eso recibe el “espíritu” de Yahvé (cf. Núm 11,25.29). Es la fuerza para ejercer la conducción. Debe producir justicia, derecho, decisión (mispat, 3 veces en vv.1-4) es una intervención liberadora. Entre las dos referencias al mispat de v.1b y v.4b destaca que se caracteriza por “no hacer” siete cosas:
  • No gritará
  • No alzará la voz
  • No hará oír su voz (v.2)
  • No quebrará (a) la caña
  • No vacilará (b) la mecha humeante (v.3a)
  • No vacilará (b’)
  • No se quebrará (a’) (v.4a)

Queda poco de esperanza (“caña quebrada / mecha mortecina”; cf. 1 Re 14,15; 2 Re 18,21; Is 43,17; Ez 29,6), pero este “rey” no lo dejará perder. Los demás exiliados podrán dejarse conducir por el Israel cautivo en Babilonia que los ayudará a concretar la liberación. 

Dirigido al servidor a partir de v.6 se afirman cuatro cosas: llamar / tomar de la mano / reservar y poner lo cual tiene relación a los dos extremos del horizonte: el país y las islas (es lo que se llama un merismo que consiste en aludir al todo destacando dos elementos extremos, como “cielo y tierra”). Y lo que se destaca que hará tiene que ver con las realidades sociales y políticas (cárceles, cadenas…). En realidad “abrir los ojos” tiene que ver frecuentemente con la liberación de la cárcel, ya en relatos babilónicos como en el AT (cf. Is 61,1).


Lectura de los Hechos de los Apóstoles     10, 34-38

Resumen: Un importante discurso de Pedro sobre el envío de Jesús a predicar a los judíos se verá abruptamente interrumpido por una intervención del Espíritu Santo que lo hará cambiar de actitud. En este discurso hace alusión breve a Jesús en la historia desde el Bautismo de Juan hasta la crucifixión. La primera parte forma parte del texto del día.

En el Libro de los Hechos, los discursos de diferentes personajes ocupan un lugar muy importante. En el texto de hoy tenemos uno de los temas centrales del libro, por lo cual la escena parece repetirse una y otra vez con la evidente finalidad de mostrar que la recepción de los “paganos” en el grupo de discípulos es algo motivado por expresa determinación del Espíritu santo. En este caso se trata de la responsabilidad expresa de Pedro (con todo lo que este personaje significa en Hechos) como responsable principal en esta recepción. Un pagano, Cornelio será recibido a partir del bautismo en la comunidad. Pero para dar ese paso fundamental se hace necesario que el espíritu santo intervenga activamente (visiones e interpretaciones). Luego de las escenas que presentan y preparan los hechos, Pedro pronuncia un discurso que es el texto litúrgico del día. Comienza con “Pedro tomó la palabra” (v.34) y pasa a una nueva escena cuando afirma que “Estaba Pedro diciendo estas cosas…” (v.44).

En los discursos cristianos (hay otros no “cristianos”) en Hechos, es habitual una serie de referencias a la síntesis de la obra de Cristo a partir de su pascua centralizado en la muerte y resurrección con breve referencia a su historia. El texto de la liturgia de hoy es el que más referencias al “pasado” de Jesús tiene, aludiendo desde su bautismo por parte de Juan (v.37) hasta los milagros o exorcismos (v.38) siguiendo el esquema propio de Lucas. La referencia al bautismo es la que motiva su incorporación en la liturgia del día.

La primera parte del discurso (la que hace referencia a que Dios “no hace acepción”, literalmente: “no mira parcialmente la cara”; prosôpolêmptês se encuentra aquí por única vez en la biblia, se origina en prosôpon que es la cara, el rostro; cf. Rom 2,11; Ef 6,9; Col 3,25; Sgo 2,1.9) hace referencia, precisamente a la incorporación de no judíos, por iniciativa de Dios, en el grupo de discípulos. En la Biblia, habitualmente es un término judicial y se cuestiona a los jueces que hacen “acepción” (prosôpon) en favor de los que los han sobornado, o de los ricos contra los pobres (Dt 1,17; 16,19; Sal 82,2; Pr 24,23; 28,21; Sir 42,1; Mal 2,9) destacándose claramente que Dios, como juez justo, no la hace (Dt 10,17; 2 Cr 19,7; Job 34,19; Sir 35,13, cosa que repite el NT, cf. Ga 2,6; 1 Pe 1,17 además de las citas señaladas más arriba). Con una cierta tonalidad judicial, el texto destaca que precisamente porque no las hace, a Dios también le “agradan” los paganos. 

El discurso de Pedro está centrado en la relación de Dios con su “pueblo” (laos, v.42; cf. v.41). Este discurso de Pedro se ve interrumpido por una interrupción del Espíritu Santo (v.44) que da razón al comentario de que Dios no hace “acepción” pero que la historia pasada no daba cabida.

Una nota sobre la predicación a los paganos: siendo que todo el AT y los mismos dichos de Jesús no parecían dejar cabida a la predicación a los paganos, la novedad resulta sorprendente. Es un tema complejo y sumamente interesante que sobrepasa este espacio y su sentido, pero destaquemos que –quizás no siendo fiel a los acontecimientos históricos- hechos presenta a Pedro como el primero en aceptar paganos. Pero no solamente por la centralidad que este apóstol juega en la primitiva comunidad sino por haber sido receptor de una intensa visión e intervención del Espíritu Santo, que es el conductor de la Iglesia. Es decir: algo tan novedoso sólo podía concretarse a partir de una decisiva intervención divina. Esta intervención es relatada con insistencia (se repite tres veces la visión y su interpretación en Hch 10,1-11,18). En el discurso de Pedro, de la liturgia del día, Pedro todavía no ha comprendido, sólo sabe que Dios le encarga hablar a los paganos. Pero lo que dice es que debe dirigirse a judíos. Recién cuando el espíritu irrumpa (“cayó sobre ellos”, “lenguas”, v.44-46) se dará el siguiente paso, el bautismo. 

El testimonio de los apóstoles (v.39) es tema central en Hechos desde 1,8 (cf. Lc 24,48) pero ya figura en el fragmento omitido por la liturgia donde Pedro habla de las apariciones del resucitado y la responsabilidad de predicar “al Pueblo” (= Israel). Lo que aquí interesa (por la liturgia del Bautismo del Señor) es la primera parte de la referencia histórica desde el comienzo hasta el momento anterior a la crucifixión.

La vida o ministerio de Jesús queda expresada sintéticamente como que “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el Diablo porque Dios estaba con él” (v.38). Ya se ha dicho en otras ocasiones que en Lucas-Hechos el Diablo aparece como el gran adversario del reino de Dios que Jesús predica e inaugura. Ya desde las Tentaciones aparece como un “conflicto de reinos” (Lc 4,6), y que los milagros y predicación de Jesús y los suyos representan su derrota (cf. 10,18; 13,16), Satanás reaparece en el momento de la Pasión (cf. 22,3.31; ver 4,13) pero no prevalece. Todo el ministerio de Jesús, y no solo los exorcismos son vistos como enfrentamiento con el Diablo, aunque estos sean una manifestación evidente de esta derrota del Diablo y del paso de Jesús por la historia “haciendo el bien” (hacer el bien, euergeteô, es algo que es Dios quien lo obra, o en lo que se está invitado a reconocer su intervención: 2 Mac 10,38; Sal 12,6; 56,3; 114,7; Sab 3,5; 11,5.13; 16,2).

Lectura del evangelio según san Lucas                3, 15-16. 21-22


Resumen: Jesús comienza su ministerio bautizándose. Lucas insiste en mostrar un hecho que realiza el mismo Jesús y en el que su oración marca toda su vida de principio a fin.

Es muy interesante notar una serie de detalles propios del Evangelio del día.

La primera parte (vv.15-16) ya la hemos comentado el 3er domingo de adviento (repetimos aquí lo allí señalado).

Antes de hablar Juan de su propio bautismo Lucas hace una pequeña nota que también es propia suya: el pueblo (laos) pensaba en sus corazones (es decir estaba en la disyuntiva, el corazón es la sede de las decisiones) si Juan sería el Cristo. El malentendido es frecuente en Lucas (por ejemplo 19,11: “creen que el reino vendrá de un momento a otro”). En este caso se aclara que el pueblo es “evangelizado” por Juan (v.18) y luego “es bautizado” (v.21).

El contraste que Juan presenta con “el que viene” es entre dos tipos de bautismo: con agua y con “espíritu santo y fuego”. La referencia al fuego, y a la horquilla, el trigo y la paja, el granero y el fuego están tomadas del texto Q. La distinción entre trigo y paja, fuego y granero evidentemente presenta una imagen bastante apocalíptica del “fuerte que viene”. No es ilógico, entonces, que viendo cómo es “el que vino” luego Juan se pregunte si “es el que ha de venir o hay que esperar a otro” (Lc 7,19 / Mt 11,3). La paja, en general es vista como propia del forraje para alimentar ganado, o para hacer ladrillos. Pero en Jer 23,28 y Dn 2,35 se pone en contraste con el trigo para resaltar lo útil y lo inútil. En ese sentido se encuentra en el texto, de allí su destino de fuego.

A modo de conclusión el texto resalta que “con muchas otras exhortaciones evangelizaba al pueblo”. El verbo “evangelizar” es propio de Lucas (x10 y x15 en Hch) en los evangelios (sólo en Mt 11,5 fuera de aquí, precisamente el texto Q sobre Juan consultando sobre Jesús). Con esto finaliza el ministerio público de Juan ya que en v.19 nos aclara Lucas que Herodes lo encarceló.

En la segunda parte (vv.21-22), a nivel narrativo (obviamente no a nivel histórico) Juan, el bautizador, está detenido en la cárcel por Herodes, tetrarca de Galilea. De hecho el texto no señala ministro: “todo el pueblo se bautizaba”. La referencia a “todo el pueblo”, por otra parte alude a un sector, el “pueblo” (laos) que suele acompañar a Jesús en el Evangelio y le es cercano. En ese marco, también Jesús “es bautizado” (siempre sin referir a personaje que administre el bautismo). En Lucas, como es frecuente en su evangelio, lo que ocurre a continuación “el cielo se abrió…” sucede a consecuencia de que Jesús estaba “en oración”. No es, como en Marcos que esto ocurre a causa del Bautismo, sino de la oración de Jesús. Mirando las diferencias con Marcos podemos notar claramente lo que interesa a Lucas:


Marcos 1:9-11
Lucas 3:21-22
Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y
En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él.
puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma;
Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».
y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco / yo hoy te he engendrado».


Algunos detalles pequeños: mientras en Marcos el cielo se rasga (como el velo del Templo), en Lucas se “abre”, como una puerta (11,9.10; 12,36; 13,25). Como es frecuente en Lucas “el Espíritu” es calificado de “Espíritu Santo” (en Mc x4, Mt x3 y Lc x13). La forma de la paloma es calificada de “corporal” (el término sólo aquí y en 1 Tim 4,8 en toda la Biblia). Probablemente en Lucas esta imagen deba verse en paralelo a las “lenguas como de fuego” (Hch 2,3). La acción del espíritu santo marca visiblemente el comienzo ministerial de Jesús y de la Iglesia al comienzo de cada libro. La voz del cielo, en Marcos une el Salmo 2,7 e Isaías 42,1, el texto de Lucas no es uniforme en los diferentes manuscritos. Algunos repiten el esquema de Marcos, y otros simplemente la cita del Salmo 2. No es fácil la decisión entre una y otra posibilidad. La mayor parte de los estudiosos sigue – en esto – el texto de Marcos. Como dijimos, si se hace referencia a Is 42 además del Sal 2, el acento está puesto en el sufrimiento, la obediencia y fidelidad de Jesús hijo/siervo.


Pero detengámonos en los dos elementos señalados: la ausencia de bautizador y la mención de la oración de Jesús.

Que Jesús fuera bautizado por Juan causó dificultades en el cristianismo primitivo. No sólo porque era habitual sostener que Jesús no había tenido pecado (Rom 8,3; 2 Cor 5,21; Gal 3,13; Heb 4,15; Jn 8,46…), con lo cual surge la pregunta obvia: ¿de qué se manifiesta arrepentido Jesús? Sino además, es constante la superioridad de Jesús con respecto a Juan. En ese caso, Jesús debería haber bautizado a Juan y no a la inversa. El tema fue importante en el cristianismo de los orígenes, y de allí que aunque en Marcos se destaque la superioridad de Jesús no se niega el bautismo. En Mateo ya hay duda: “Juan afirma “yo debería ser bautizado por ti”. Así llegamos a Lucas donde “desaparece” el bautizador, hasta llegar a Juan en el que directamente no hay bautismo. El tema, entonces, es indicio de la complejidad del tema para los primeros cristianos.

Breve nota sobre el Bautismo de Jesús. Resulta muy probable concluir que Jesús históricamente fue bautizado por Juan. La pregunta “¿de qué pecados se arrepiente?” está en la raíz del problema. Parece sumamente sensato suponer que se manifiesta miembro y parte de un pueblo pecador con el que se hace solidario. El pecado es mucho más que un obrar concreto, y de hecho hay una solidaridad con el pecado en la historia humana. El pecado del pueblo, de mis hermanas y hermanos, también me toca más allá de si fui o no parte de ello. También es mi pecado por ser parte. La solidaridad de Jesús con la humanidad y su pueblo pecador parece estar en la razón última de su bautismo.

En Lucas es muy común presentar a Jesús en oración en los momentos claves de su ministerio. Antes de cada uno de ellos Lucas elige mostrarnos a Jesús rezando. Ciertamente es una invitación a los lectores a enfrentar los momentos importantes de nuestra vida con disposición de oración. Miremos brevemente su comparación con Marcos o Mateo [en los textos Q] (además del texto ya comparado más arriba):


Marcos (y Mateo)
Lucas
Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. (3:13)
Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. (6:12-13)
Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?» (8:27)
Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (9:18)
Y al orar, no charlen mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que necesitan antes de pedírselo. «Ustedes, pues, oren así:  (Mt 6:7-9)
Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, (9:28-29)
Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, (9:2)
Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». (11:1)
Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora. Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú». (14:35-36)
Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba diciendo:
«Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». (22:41-42)

Es evidente que Lucas quiere invitar a sus lectores a seguir el ejemplo de Jesús en su oración. Todo su ministerio (y hoy, desde su comienzo en el Bautismo) está marcado por la oración.


Foto tomada de lmcomboni.org

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