martes, 7 de julio de 2020

Comentario domingo 15A

La siembra del reino no siempre es bien recibida
DOMINGO DECIMOQUINTO - "A"


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías     55, 10-11

Resumen: A un número importante de cautivos en Babilonia, el profeta les anuncia la liberación que es anunciada por su palabra. Esta palabra es presentada como eficaz, como lo es la lluvia para la fecundidad de los campos.


El discípulo de Isaías se dirige a los cautivos en Babilonia (la élite del pueblo), les afirma desde el comienzo que se aproxima el momento, y es inminente, en que podrán volver a la tierra de Israel. La situación de los cautivos es terrible. Allí, cada año deben escuchar el canto triunfal del relato Babilónico de la Creación que les repite, cada año nuevo, que 

Tú (Marduc) eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu orden es Anú (el dios del cielo); tú, Marduc, eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu palabra es Anú. Desde este día, inalterable será tu sentencia; ensalzar o humillar estará en tu mano; tu palabra será inmóvil, tu mandamiento será indiscutible (Enuma Elis, tabl. IV, líneas 3-9).

En este texto, el discípulo de Isaías les anuncia una suerte de parábola sobre la palabra de Dios que se puede ver en cómo está armado el texto:

a.    Como desciende la lluvia o la nieve de los cielos
   b.    no vuelve sin haber saturado la tierra
      c.    Sin haberla fecundado y hecho germinar (…)
a’. Así será mi palabra, la que saldrá de mi boca;
   b’. No volverá a mí vacía
      c’. Sin haber hecho lo que yo desee (…)

La lluvia o la nieve (a.b.c.) son metáfora que ilustra la segunda parte (a’.b’.c’.), la referencia a la palabra. El campesino sabe que los campos jamás serán productivos y fecundos sin la lluvia. Pero, de todos modos, la lluvia no es suficiente para producir el pan: es necesario el trabajo campesino que es el que cosecha y produce el pan. Este pan es el que da la vida; la obra de la lluvia es el primer paso. Cuando el agua –como el enviado a anunciar la palabra, el profeta- vuelva a los cielos ya ha fecundado los campos. Ahora falta la tarea del campesino para que haya pan. Del mismo modo, la palabra que Dios ha pronunciado por intermedio del profeta no quedará sin producir liberación. Como el pan, la liberación es vida para el pueblo. Como se insinuaba en Gen 1, la palabra de Dios es creadora de historia, y esta es “historia de salvación”. Como con el trigo y el pan, este paso liberador, anunciado por la palabra, deberá ser realizado por la humanidad en la historia.


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma     8, 18-23

Resumen: con una mirada dirigida hacia el futuro, Pablo invita a mirar el presente, difícil, pero con esperanza. Como miembros de una creación que también sufre, tenemos por el espíritu los elementos para vivir de un modo nuevo nuestro tiempo. 


La liturgia sigue presentando – como dijimos la semana pasada – el importante capítulo 8 de la carta a los romanos. En v.17 había dicho que “si sufrimos, seremos glorificados con él”. 

Partiendo del tema del sufrimiento, aunque ahora tematizado y universal (“toda la creación”), Pablo da un paso más, marcado por la esperanza. Una serie de elementos caracterizan el presente: sufrimientos, gemidos, dolores (de parto), paciencia pero nada de esto impedirá la llegada de la gloria que se manifestará, revelación, liberación, rescate. 

La esperanza es parte fundamental (vv.24-25, omitido en la liturgia). 

El espíritu, que era fundamental en el texto pasado, cede su lugar a otra perspectiva marcada por el presente (vv.18.22) y el futuro (vv.18.19.20.23.24.25) preparado con las imágenes del parto y las primicias (vv.22.23). 

La recurrencia de la creación (ktisis) ubica el relato en un fuera del ser humano, un horizonte en el que éste se ve incluido pero no lo agota. Quizás por eso no habla de resurrección sino de corrupción, caducidad, sufrimiento, y liberación o rescate. 

Por otra parte, el texto está en las antípodas de las imágenes que piensan que “este mundo” es perverso, o que todo lo positivo se vivirá exclusivamente en un futuro indeterminado. Las “primicias” (v.23), el espíritu, el primogénito de muchos hermanos (v.29) nos recuerda que es en el “aquí y ahora” que debemos vivir en el presente histórico, mirando su cumplimiento en esperanza. 

En realidad, lo anunciado en v.18 se desarrolla en vv.19-22 refiriendo a toda la creación, en vv.23-25 a los cristianos (“y no sólo en ella, también nosotros”) y en vv.26-27 retorna el tema del espíritu (“y de igual manera el espíritu”) como fundamento de la vida cristiana.

 
 
Evangelio según san Mateo     13, 1-23

Resumen: Siguiendo en general a Marcos, Mateo presenta a Jesús predicando en parábolas, el anuncio de la primera de ellas sobre la siembra en distintos lugares de la tierra, la aclaración de por qué Jesús habla en parábolas y la explicación alegórica de la parábola pronunciada. El contexto es característico de Mateo y su comunidad enfrentada con los que se niegan a recibir el Evangelio.
 

Es sabido que Mateo suele agrupar en bloques temas semejantes. En este caso, el cap. 13 presenta un extenso bloque de parábolas que serán las lecturas de los próximos domingos. En el texto de la liturgia de hoy, empieza –siguiendo a Marcos- con la presentación que introduce el modo de hablar de Jesús “en parábolas” para luego dar comienzo la parábola que suele conocerse como “del sembrador”. Como en Marcos, a esta parábola le sigue un diálogo con los discípulos acerca de por qué Jesús habla en parábolas. Y a continuación una “explicación” alegórica de la parábola puesto que no fue comprendida. De este modo, en el evangelio de hoy tenemos cuatro temas:



1.- Presentación general de Jesús hablando en parábolas (13,1-3a)

2.- Parábola “del sembrador” (13,3b-9)

3.- Por qué Jesús habla en parábolas (13,10-15) y bienaventuranza a los testigos (13,16-17)

4. “Explicación” de la parábola (13,18-23)


Cada tema merecería un comentario detallado. Veamos sintéticamente lo fundamental.


     1)    Introducción general

La mayor parte del cap. 12 transcurre en una casa (¿la de Jesús?, Mateo no da más datos, ver Mc 3,20); ahora Jesús abandona esta casa para dirigirse a orillas del lago, donde se sienta, y allí a causa de la multitud (ojlos) debe subir a una barca para hablarles sentado (quizás para darle solemnidad a la escena). La introducción finaliza señalando que “les habló mucho en parábolas” con lo que introduce el largo bloque que viene a continuación. Es interesante que use el plural, “parábolas” a pesar que sólo mencionará una, para luego comenzar el diálogo de por qué habla “en parábolas” (lo mismo hace Marcos). Quizás en un comienzo ésta fuera “la parábola” paradigmática, y luego Marcos, y más aún Mateo, añadieron otras en el bloque.

 

2)    La parábola

 

La parábola es prácticamente idéntica a Marcos. Las diferencias son de estilo o narrativas, el único cambio importante radica en que mientras –al hablar del grano que da fruto- Marcos dice treinta, sesenta y cien, Mateo lo hace al inverso (cien, sesenta y treinta). El evangelio apócrifo de Tomás dice que 

otros cayeron sobre tierra buena y dio fruto bueno, hacia el cielo; produjo sesenta veces y ciento veinte veces” (EvTom 9). 


El contexto, a pesar de la frase redaccional que alude a la salida de la casa y a que esto ocurre “aquel día”, es el del conflicto con los fariseos (12,38-45), algo que es característico de Mateo ya que refleja el conflicto entre la comunidad a la que éste dirige su evangelio, y la importante comunidad judía de Antioquía. El conflicto radica en que ambos pretenden mostrarse como herederos de “Israel” luego de la gran crisis de los años 70 en la que los romanos han destruido la ciudad de Jerusalén y su templo. La idea, en este caso está en señalar que la semilla sembrada, no en todos los casos produce fruto ya que hay fuerzas adversas a la semilla (pájaros, sol, espinas). En este caso, Jesús habla a la “multitud” (v.2.10-11) pero solamente los discípulos lo comprenderán. Del mismo modo que el sembrador tiene elementos adversos que impiden que todas las semillas arrojadas a tierra den fruto, algo semejante ocurre con el reino de Dios que Jesús ha predicado ya que si bien ha dado fruto en algún lado, también ha fracasado en muchos otros.

 

3)    ¿Por qué habla en parábolas?

 

Siguiendo a Marcos, Mateo introduce algunas interesantes modificaciones: los discípulos preguntan por qué Jesús “les” (a la multitud) habla en parábolas (en Marcos, como le es característico, la diferencia estaba dado entre aquellos de dentro y los de fuera). Solamente a los discípulos (la comunidad a la que Mateo se dirige) se les ha dado “a conocer los misterios” (misterio que quizás aluda a los fracasos de la predicación de Jesús de los que Mateo viene tratando). Es posible que lo incomprensible de las parábolas no radique en su complejidad sino, por el contrario, en su simplicidad: los eruditos (fariseos, tema propio de la comunidad de Mateo, como hemos dicho) no pueden entender que temas “tan serios” como los misterios del reino se puedan expresar en algo tan simple. En este sentido – y en continuidad con la revelación a los pequeños y no a los “sabios e inteligentes” – no se trata de algo que pueden comprender “iniciados”, “instruidos”, o gente “preparada”, sino todo lo contrario. Son estos los que no pueden comprenderlo.

 

Es interesante compararlos con dos textos de la época:


"Dice Henoc, él, el hombre justo, cuyos ojos han sido abiertos por Dios, que ha visto la visión del Santo que está en los cielos, que me han mostrado los ángeles: he sabido todo de ellos y he comprendido todo lo que veía, no es para esta generación, sino para la que viene, lejana. Hablo para los elegidos, para ellos pronuncio una parábola; saldrá de su morada el Santo, el Grande…” (1 Hen 1,2-3).

Dice el Maestro de Justicia: “Tú has hecho de mí una bandera justa para los elegidos y un intérprete lleno de conocimiento sobre los misterios maravillosos, para probar a los hombres en la verdad y poner a prueba a los que aman la instrucción” (1QH 2,13-14)

 

Como “remate” del dicho, Mateo – como le es habitual – destaca que “se cumple” una profecía. En este caso se trata del relato de vocación de Isaías, enviado a su pueblo “para que” no se conviertan, ligeramente suavizado por la Biblia griega de LXX que Mateo cita literalmente. Veamos brevemente

 


Isaías 6,9-10 (hebreo)
Isaías 6,9-10 (LXX)
Oigan con  sus oídos y no entiendan, vean con su vista y no comprendan.
Engorda el corazón de ese pueblo hazle duro de oídos, y pégale los ojos, 
no vaya a ver con su vista y a oír con sus oídos, y comprender con su corazón, y vuelva y se le sane».
Oigan con  sus oídos y no entiendan, vean con su vista y no comprendan.

Porque se ha engordado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; 
no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y vuelvan, y yo los sane.



Como se ve, mientras en el texto hebreo es Dios mismo el que no quiere que su pueblo vea, o entienda, en LXX es el pueblo el que ha elegido no comprender. Es el grupo “intelectual” el que se niega a ver y entender los misterios que Jesús predica y revela acerca del Reino. Pero estos entran en contraste con otro grupo (“ustedes”, es decir los discípulos, la comunidad de Mateo) a los que declara “bienaventurados” (makarioi). Estos lo son porque – a diferencia de los “sabios e inteligentes” – ven y escuchan. Este texto pertenece al escrito Q (ver Lc 10,23-24) como también lo es el de la revelación a los “pequeños” y Mateo lo ubica aquí con toda intención de señalar un contraste entre los que escuchan y ven y los que se niegan a hacerlo. Es interesante notar breve y esquemáticamente lo que Mateo toma de Marcos, lo que toma de Q y lo que le es propio para ver cómo arma el discurso en esta parte:



Mateo
Fuente / origen
Razón de la incorporación
Parábola
Marcos 4,3-9

Por qué habla en parábolas 1
Marcos 4,10-11a

al que tiene se le dará…
Marcos 4,25 (otra ubicación)
Unido porque a los discípulos – comunidad de Mateo -  se les “ha dado” (= Dios) a conocer los misterios, y los que lo rechazan perderán lo que tengan (ser hijos de Israel)
Por qué habla en parábolas 2
Marcos 4,11b-12

Cumplimiento de Isaías
Propio de Mateo
Negativa a escuchar por parte de los judíos contemporáneos de Mateo
Felices los ojos que ven…
Q (Lc 10,23-24)
Incorporado por la referencia a ver y oír, para comparar a “ustedes” y a “aquellos”, los “sabios e inteligentes”.
Explicación de la parábola
Marcos 4,13-20




     4)    Explicación alegórica de la parábola


Antes de seguir es importante notar un elemento ya insinuado. Las parábolas son -de hecho- una prolongación de un refrán; por eso toman un punto para profundizarlo o ilustrarlo. Ese punto suele estar o en la conclusión de la parábola, o introducido por alguna fórmula del estilo “el reino de Dios se parece a…” sin embargo, en nuestro caso no tenemos una introducción, de modo que no es fácil saber si el centro de la parábola es el sembrador (lo es si aceptamos el título “parábola del sembrador”), si es la semilla, o si es la tierra. Suponiendo que se trata – como parece – de una “parábola del reino”, ¿a cuál de los tres elementos señalados se parece el reino? En muchos casos – como suele ocurrir con los refranes, que son utilizados para ilustrar una situación de la vida cotidiana – la parábola se comprende por el contexto, pero en este caso sólo se nos dice que "Jesús dijo"… Por ejemplo: ¿se refiere al reino como semilla para destacar que de cualquier manera dará fruto?, ¿se refiere al sembrador – Jesús – para destacar el rol evangelizador que cumple en su ministerio (y deberán cumplir los destinatarios del Evangelio)? O ¿se refiere a los oyentes de la predicación de Jesús, que no en todos los casos la dejan fructificar? Precisamente porque está ausente la frase “el reino de Dios se parece a una semilla / a una tierra / a un sembrador / a su fruto” es que la comunidad – más tardíamente – elaboró un discurso interpretativo, en forma de alegoría, para que la parábola no se perdiera y dijera algo a los destinatarios.


La alegoría está centrada en los diferentes terrenos sobre los que cae la semilla, que es la palabra, a todos se los invita a “oír la parábola”. Todos oyen la “palabra del reino”, mas algunos no la entienden (como ya se dijo; “oír” y “entender” son las palabras clave de la unidad y aluden al texto de Isaías), otros no tienen profundidad, tienen distracciones que les impiden dar frutos. En cambio, otros la escuchan y “la comprenden” y por eso producen fruto. En este caso, los adversarios de la semilla son “el Maligno”, el escándalo por la tribulación o la persecución y las preocupaciones del mundo y las riquezas.

 
 



Dibujo tomado de hoyrevista.com

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