lunes, 30 de noviembre de 2020

Elogio del rugby

Elogio del rugby


Eduardo de la Serna




En mi casa se bebió rugby desde chiquito. Familia oriunda de San Isidro, la capital del rugby. Mi padre, sus amigos, mis primos, mi hermano y yo, todos jugamos rugby. Más o menos bien, más o menos mucho, pero jugamos. Y disfrutamos. Y amamos el rugby.

Es un deporte totalmente de equipo y solidaridad interna; no en vano el Che dijo hace mucho, que era “una escuela de vida”. Ciertamente lo es. Mi amigo Carlos, que vivió un tiempo en Nueva Zelanda, me cuenta que allí “el rugby es más popular que el fútbol; lo juegan los maories. Cuando viví en NZ muy pocos maories jugaban al fútbol, pero el equipo de rugby estaba lleno de maoríes”. La película sobre Mandela (más allá de la opinión que nos merezca su ideología) revela el encuentro post-Apartheid en Sudáfrica y el aporte del rugby al mismo.

En Argentina, en cambio, me dice un amigo: “El año empezó odiando a los rugbiers y termina demostrando por qué”. A lo mejor el problema empieza en esa escuela de la que habla el Che: termina siendo una escuela “privada”. Y no “privada de agua, de cloacas, de gas…” como la infancia de Maradona, sino privada de sensibilidad, de empatía, de humanidad. Y ahora corren como en un scrum a borrar los twitters que demuestran la calaña de la que están hechos.

A lo mejor, tan macristas ellos, aceptarán que antes de entrar a formar parte de un representativo nacional se les reviesen las redes sociales, como inauguró su amado líder, y que no puedan formar parte del mismo los que cometan lo que es a todas luces un delito del que, es de esperar, el INADI tome notas… y medidas. Si cierran cuentas de Facebook, Twitter e Instagram por cosas que consideran inadecuadas, pero estas permanecen y nadie dice nada, algo anda mal. Algo anda mal en que estos tipos consideren gracioso burlarse de la empleada, de los judíos, de los negros, de los pobres… cuando nadie se burla de su falta de sinapsis neuronal.

Pero, insisto, no tiene la culpa el rugby, pero, sin embargo, no podemos dejar de reconocer que, si en torno a él se junta toda esta “gente”, un bello deporte se ha transformado en un auténtico “pozo ciego”.

 

foto tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Pozo_ciego

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