miércoles, 25 de noviembre de 2020

Un fraterno abrazo a las mujeres víctimas

 Un fraterno abrazo a las mujeres víctimas

Eduardo de la Serna




Conmemoramos en este día, a las mujeres víctimas de violencia. Particularmente a aquellos a las que la vida les fue arrancada.

La frecuente violencia doméstica, por ejemplo, se vio multiplicada notablemente en estos tiempos de pandemia y aislamiento. Y no me refiero exclusivamente a los casos denunciados, que los hay, sino a las miles de mujeres que temen justificadamente hacer la denuncia imaginando, o sabiendo, que eso repercutirá en más violencia aún. Y pienso, con nombres y rostros, en varios casos, denunciantes o no, del barrio que acompaño.

Es cierto que hay violencias, probablemente la mayoría, que no llegan hasta la violencia física, y menos aún a la muerte; pero estas son la punta de un iceberg en las que una violencia sistemática, frecuente y naturalizada queda escondida. Y que, muy probablemente, aquellas no ocurrirían sin esta violencia primera.

¿Es razonable (y la pregunta es retórica, porque ¡no lo es!) que las mujeres deban saber y acostumbrarse a ser ofendidas, cosificadas, agredidas y mancilladas con gestos o palabras por un macho que se las cruza por la calle?

¿Es razonable que una autoridad (laboral, corporativa y hasta eclesiástica) se sienta, crea y actúe como quien tiene derecho sobre la mujer maltratándola, desvalorándola, usándola por el hecho de tener autoridad… o poder, que en este caso es lo mismo?

¿Es razonable que muchas mujeres hayan naturalizado hasta tal punto el sistema de dominación y violencia que se resistan al feminismo (“soy femenina, no feminista”), o a las justas y necesarias reivindicaciones y reclamos?

¿Es razonable que no nos despertemos (varones incluidos, por cierto… porque no es sólo en bien de la mujer sino de la humanidad toda) y tratemos obsesivamente de evitar todo – aun pequeño y casi insignificante – signo de superioridad-inferioridad, poseedor-poseída, dominador-dominada, etc., empezando por el lenguaje?

Puedo entender (no me convence, pero lo entiendo) que haya quienes se resistan a un lenguaje no-binario (todes, elles, etc.) pero el uso inclusivo de todas-todos, nosotras-nosotros, etc. contribuye por lo menos a visibilizar a las mujeres invisibles habitualmente también en el lenguaje. Y me voy a referir, puntualmente, a un caso concreto de violencia oculta: las mujeres ¡no pueden ser virtuosas! Porque eso implican cualidades del “vir”, es decir, el varón. La mujer, se supone, debería simplemente obedecer, ser sumisa. ¿Si eso no es violencia, qué sería?

Lo cierto, y acá mi punto, creo que es urgente e imprescindible estar alertas, muy alertas, a cuidar, pensar y militar nuestras actitudes frente a las mujeres, que nazcan y alimenten en las palabras y los gestos actitudes de hermanos y hermanas, amigos y amigas. Vaya como simple aporte a mis familiaras, amigas, conocidas… Lo necesitamos.

 

Imagen tomada de https://observatorioviolencia.org/simposio-internacional-contra-la-violencia-de-genero/

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