miércoles, 16 de junio de 2021

La importancia de la oposición

 La importancia de la oposición

Eduardo de la Serna



Hace tiempo pude irme deconstruyendo con ciertos términos que la dictadura había introyectado en la sociedad. Subversivo, guerrillero, terrorista era un conjunto sinónimo de perversión, maldad y crueldad; antipatria, delincuencia, destructor de los valores que nos constituyen como sociedad y nación.

Primero supe tener claro que subvertir puede ser bueno o malo, depende qué valores se propongan o se rechacen. Entender necesariamente como perversa la subversión significaría, por caso, que las cosas están bien como están. El mantenimiento del statu quo es tenido por fundamental. No es difícil ver que hay cientos de cosas que deben corregirse, ciertos de valores que no son tenidos en cuenta, o cosas que son valoradas y deben ser detestadas. Por ejemplo, resulta sensato pretender subvertir los esquemas de meritocracia que han demostrado no solo su falsedad, sino también su perversión. Lo mismo ha de decirse de los criterios de individualismo o los valores supremos del tener por sobre el ser, vivir y compartir. Pocas cosas más subversivas que el Evangelio que propone – como ha reiterado el Papa Francisco – empezar por los últimos.

Supe, también, distinguir el terrorismo (sean los grupos terroristas o los actos terroristas). El terror no suele ser bueno, aunque se pretenda conseguir un fin valorable. Una bomba, por ejemplo, es frecuente que se cobre víctimas que no están incluidas en el conflicto (se las suele llamar “inocentes”, pero el término es confuso). La imagen de la guerra (¿puede pensarse algo que provoque más terror que una guerra?) y lo que George W. Bush llamó “daños colaterales” (que siempre son “daños” en “los otros”, por cierto, por lo que no hay demasiado que lamentar) es sin duda terrorista. En esta misma línea, es sabido el dicho de que la primera víctima en toda guerra es “la verdad”. El ejemplo de las “armas de destrucción masiva”, que no existían, y provocó muertes por miles, y la debacle de un país (de muchos países) también nos invitan a pensar seriamente.

Una guerrilla es otra cosa. Martín Miguel de Güemes, de quien se cumplen 200 años de su fallecimiento [17/6/1821] encabezó una verdadera guerra de guerrillas contra el ejército español (y no podemos olvidar, entre otras a su hermana Macacha, también como combatienta); lo mismo ha de decirse de la lucha macabea contra la dictadura griega de los seléucidas (entre 167 y 160 a.C.) y tantas otras. Las guerrillas son otra cosa, y no puede ignorarse que en numerosas ocasiones son un modo sensato de combatir un enemigo que supera en fuerzas cuando se pretende alcanzar la independencia, la libertad, o al menos resistir a la opresión. Es evidente, como suele ocurrir, que, en estos casos, el valor positivo o negativo parece aportarlo el objetivo y los medios. Los contras en Nicaragua son ejemplo de una guerrilla (¿y terrorista?) que no parece defender las causas del pueblo; los grupos paramilitares, también suelen serlo.

Toda esta introducción pretende señalar, para empezar, claramente como un acto terrorista, los bombardeos de la Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955 donde 34 aviones militares provocaron más de 300 muertos “inocentes”. Pero, como los que manejan “el sentido” son los bombardeadores (de mentes, de ideas, de boicots, entre otros) pareciera que en esos casos no se habla de “grieta”. De hecho, la conmemoración no se menciona en los diarios del statu quo que no pretenden sea subvertido, seguramente porque muchos pretenderían celebrarla.

Es de esperar que, en todo sistema social, político (y religioso) existan sectores de oposición. Para empezar, ayudan a ver, y por tanto a corregir, errores, finos o gruesos. A proponer alternativas. A pensar variantes. Pero – y es lo que se supone y espera – en vistas a lo mejor para el colectivo en cuestión: social, político, religioso. Es de esperar que, una sensata oposición, proponga, muestre, exhiba alternativas superadoras al bien que se propone. Si la oposición simplemente “se opone”, no se entiende su sentido y su conveniencia; si propone o impone muerte, o bombas (sean desde aviones o desde los Medios de Comunicación), no es la construcción, sino la destrucción lo que se presenta como alternativa. Resulta (me resulta, al menos) muy difícil ver como una variante a ser elegida a un grupo que pretende muerte (sea con bombas en la plaza, sea con Covid, sea con bombardeos anti-vacunas o sea como fuere) para conseguir algunos votos más, o al menos, unos votos menos para “los malos” (que son siempre “los otros”). La vida y la muerte suelen ser un buen criterio, al menos para empezar a ver si la oposición propone algo o simplemente se opone a la felicidad de un pueblo porque en ella vislumbran que no les conviene. En lo personal me resulta sensato entender que lo que les conviene a los bombardeadores de ayer y de hoy suele ser lo contrario de lo que le conviene a un pueblo, a su felicidad y a su vida.

 

Viñeta tomada de https://tellado.es/labor-de-oposicion/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.