martes, 12 de octubre de 2021

Comentario a las lecturas, domingo 29 "B"

 

La comunidad contraculturalmente sigue el ejemplo de Jesús

DOMINGO VIGESIMONOVENO - "B"


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías    53, 10-11

Resumen: un personaje desconocido, pero siervo de Dios, padece sufrimientos que, en un primer momento no son comprendidos por los demás. Pero luego entienden que sus sufrimientos son vicarios en favor de la humanidad a la que le alcanza el perdón y la paz.

El texto litúrgico es un fragmento del conocido como “cuarto canto del Siervo Sufriente de Yahvé” (Is 52,13-53,12); texto razonablemente elegido ya que el contexto del Evangelio es el tercer y último anuncio de la pasión y muerte de Jesús y el debate consecutivo. En él, como veremos, este texto – especialmente en su versión griega – es utilizado o trasfondo del dialogo de Jesús con los suyos.

El texto presenta una serie de reacciones o (in)comprensiones frente al sufrimiento del Siervo de Dios de modo de parecer una suerte de diálogo. Pero finalmente logran comprender que el Siervo sabe ver sus dolores como parte del plan de Dios. No que Dios quiera el sufrimiento, sino que la actitud vicaria del siervo – esta sí querida – lo lleva a cargar con nuestros propios dolores. Esto permite al rebaño disperso alcanzar la plenitud de los bienes expresada como “shalom” (paz, pero también felicidad, plenitud). Es visto al modo de los sacrificios que se ofrecen para la salvación del pueblo sirviendo así para otros, y alcanzando él la plena felicidad (manifestada como descendencia numerosa). Así, mientras el Siervo es visto a los ojos de los demás como rehabilitado (y no como que padece sufrimientos a causa de sus propios pecados, como indica la teología tradicional de la retribución) y quien hace llegar a todos el perdón y la paz, y también él mismo puede verse “entre los grandes” (v.12) por haber entregado su vida.



Lectura de la carta a los Hebreos     4, 14-16

Resumen: Jesús es sacerdote de un modo nuevo, lo que lo caracteriza y distingue de los sacerdotes antiguos es su credibilidad y su misericordia. Para que esto sea manifiesto, se caracteriza por ser “semejante en todo” a la humanidad.


Con una serie de palabras clave que se toman de 3,1 el texto concluye la entera unidad. Todo el texto queda aquí resumido invitando a “mantenerse firmes en la fe profesada”. Si Jesús es un Sumo sacerdote creíble nuestra respuesta ha de ser la fe. Pero esta actitud de Jesús, ¿no lo separa de nosotros? Su solidaridad con el género humano es total como lo manifiesta haber estado sometido a la debilidad y la tentación (cf. 2,9.17-18). Esta solidaridad lo transforma además en sumo sacerdote misericordioso. Así el autor destaca y desarrolla los dos elementos que para él son centrales del sacerdocio de Jesús (credibilidad y misericordia). El encuentro con Dios deja, entonces, de ser un lugar distante y terrible (ver Is 6,1-5), un trono de temor, para convertirse en “trono de gracia” al que todos pueden acceder confiadamente.

Un elemento que es central en la carta a los Hebreos es que el sacerdote único que es Jesús, en la novedad que él incorpora en la historia, no es un sacerdocio caracterizado por constantes separaciones. El sacerdocio santo de Israel requería constantes “separaciones” de los demás pueblos, de las demás tribus, de los demás clanes… Es un sacerdocio que se caracteriza, precisamente, por la sucesión de separaciones el que distinguen al sumo sacerdote de los demás. Jesús, en cambio, se caracteriza – su sacerdocio se caracteriza – por su semejanza “en todo” con la humanidad. La solidaridad de Jesús con la humanidad se manifiesta en esa semejanza y cercanía. Que esto sea “en todo menos en el pecado” confirma más aún esta solidaridad ya que nada hay más in-humano que el pecado, además de que tampoco hay nada más in-solidario que el pecado. La característica del nuevo sacerdocio y único, de Jesús, es precisamente esta semejanza. Es esta la que permite la credibilidad y la misericordia que constituyen lo propio del nuevo sacerdocio.


Evangelio según san Marcos     10, 35-45

Resumen: en el contexto del malentendido provocado por el anuncio de la Pasión, Jesús confronta con Santiago y Juan que pretenden una mirada gloriosa de la muerte que se avecina. Los discípulos de Jesús deben tener una actitud que invierte los valores característicos de la sociedad poniendo el servicio en el primer lugar.

Ya sabemos que Marcos estructura el primer bloque de la segunda parte de su Evangelio en torno a los tres anuncios -por parte de Jesús- de su pasión y muerte. Cada uno de ellos es seguido por una incomprensión por parte de los discípulos que Jesús debe corregir o profundizar. La liturgia hoy omite el anuncio pero sí presenta el malentendido y la precisión de Jesús. 

El texto está conformado por la intervención de Santiago y Juan que está armado de un modo concéntrico, y luego el debate que se suscita a partir de la indignación de los restantes diez y la correspondiente precisión de Jesús expresada por “el que quiera”. Esta segunda parte presenta una serie de paralelismos sinonímicos bien característicos. El esquema queda entonces así:

I.- Planteo de Santiago y Juan

a.- concedas
   b.- sentarse a la derecha e izquierda
      c.- copa que voy a beber / bautismo con que seré bautizado
         X.- “¡sí, podemos!”
      c’.- copa que voy a beber / bautismo con que seré bautizado
   b’.- sentarse a mi derecha o mi izquierda
a’.- concederlo

II.- Indignación de los diez y enseñanza de Jesús

a.-       los jefes los dominan
           los grandes los oprimen
b.- No será así entre ustedes
           el grande será servidor
           el primero será esclavo
c.- el Hijo del hombre no vino a ser servido – vino a servir – dar la vida


I.- Santiago y Juan

El pedido de Santiago y Juan [es interesante notar que en Marcos Santiago siempre es mencionado antes que Juan] es “sentarse en la gloria”. Con toda probabilidad debe entenderse en el sentido de “sentarse en el trono de gloria” (cf. Mt 19,28; 25,31; cf. 1 Re 22,19; Sal 110,1). Es interesante que Mateo cambia el texto (además de que quien lo pide es “la madre de los hijos de Zebedeo, lo cual refuerza la mirada androcéntrica de este evangelio, aunque – a su vez – esta mujer estará al pie de la cruz, Mt 27,56; Lucas omite esta escena) lo que piden en el Primer Evangelio es que se sienten “en tu reino”. 

Los anuncios de la pasión tienen un crecimiento dramático señalado en el mismo comienzo… Mientras en el primero, Jesús “comenzó a enseñarles” (8,31), en el segundo lo hace mientras “iban caminando por Galilea” (9,30) mientras que en el tercero “iban de camino subiendo a Jerusalén” (10,32) y Jesús precisa “subimos a Jerusalén y el hijo del hombre será entregado” (v.33). En este contexto, el pedido de Santiago y Juan refuerza claramente que no lo han comprendido. Pero Jesús lo profundiza con la doble metáfora de la “copa” y el “bautismo”.

  •          copa”: Is 51,17; Jer 25,28; 49,12; Ez 23,32-34 y especialmente Mc 14,36: “Abbá, Padre,… aparta de mi esta copa”; también la alusión a la “copa-sangre derramada” en la Cena (14,23-24). 
  •         bautismo”: Sal 69,2-3; 42,8; cf. Lc 12,50.
Jesús vuelve, entonces, a introducirlos en el discurso de la pasión del que la referencia a la “gloria” los ha apartado. En el centro del relato encontramos que ellos afirman que “sí” pueden. No deja de ser sumamente importante que cuando Jesús llegue a su bautismo y su copa, a su derecha e izquierda no estarán Santiago y Juan, por más que lo proclamen, sino “dos salteadores” (Mc 15,27).

Una nota sobre Santiago y Juan: la frase de Jesús de que ellos serán bautizados y beberán la copa (v.39) es indicio de que al componerse el Evangelio de Marcos ambos discípulos ya habían muerto mártires. Sabemos – por Hechos, que en esto resulta creíble – que Santiago (presentado por Lucas como “hermano de Juan” ya que él suele priorizar a Juan por sobre Santiago) muere matado por Agripa, 12,2. La muerte “por espada” es pena romana por causales políticos, lo que es indicio de que el grupo de seguidores de Jesús fue visto no sólo desde una perspectiva religiosa sino política. Nada sabemos, en cambio, de la muerte de Juan. No tenemos indicios o fuentes seguras, y si bien hay tradiciones legendarias que hablan de su muerte tardía y no violenta, también hay tradiciones – que se remiten a Papías (primera mitad del s.II) – que hablan de su muerte martirial. Por otra parte no se ha de dejar de lado que el primero y los terceros malentendidos a causa de los anuncios de la Pasión estén provocados – en Marcos – por los mismos que Jesús lleva consigo en momentos privilegiados: Pedro, Santiago y Juan. Ser los primeros llamados y participar íntimamente de la enseñanza y hechos de Jesús no es garantía de fidelidad o comprensión plena. Marcos destaca estos hechos de un modo importante y parece una de las temáticas centrales de su Evangelio.

La frase de los discípulos a Jesús es semejante a la de Herodes a su hija al pedirle que baile en la fiesta (6,22) quizás para presentar este dicho en un semejante contexto de insensatez.

Sentarse a la derecha del rey es expresión de honor (cf. 1 Re 2,19; Sir 12,12; Zac 6,13): 
“¿No confían en mí? ¿No es grande el rey con su poder? ¿No se cuidan todas las tierras de no tocarlo? Pues lo han visto con Apame, su concubina, la hija del admirable Bartaco, sentada a su derecha, quitándole la diadema de su cabeza y poniéndosela a sí misma…?” (3 Esdras IV,28-30).
Jesús les manifiesta su incomprensión y superficialidad (“no saben”). No pueden entender la muerte de Jesús que se avecina. Sin embargo, esta muerte, vislumbrada como “copa” o “bautismo” es una muerte que tendrá un sentido vicario, como se dirá expresamente en v.45.


II.- Indignación de los otros diez y enseñanza de Jesús

La segunda unidad comienza refrescando a los destinatarios algo que “saben”. El contraste es evidente entre dos actitudes de “los jefes” (los que están a la derecha) y otras dos de “ustedes”: dominan-oprimen / servidor-esclavo. Ejercer dominio, “enseñorearse” (katakyrieuô; cf. 1 Pe 5,3) y “tiranizan” (katexousiazô) remite en ambos casos a una acción de dominio (kyrios) y autoridad (exousía) ejercido “sobre” (katà) las naciones por parte de los que son “jefes” (arjô) y “grandes” (mégas; recordar 9,34).

Por el contrario, “entre ustedes” no ha de ser así: obviamente contrastan dos modos de ejercicio de la autoridad y del poder. El contraste viene dado entre lo que la sociedad considera que está por encima de la escala social: grande y primero que ha de ubicarse contraculturalmente en el último lugar: servidor y esclavo (diákonos, doulos) algo ya señalado en 9,35. Los que animan, o dirigen la comunidad han de estar a su servicio, no centrados en su propia voluntad sino en las necesidades de todos. 

Cuando el rey Roboam pide consejo acerca de cómo obrar con su pueblo, le responden:
«Si tú te haces hoy servidor de este pueblo y les sirves y les das buenas palabras, ellos serán siervos tuyos para siempre». (1 Re 12:7).
Es de esperar que el rey, en Israel, esté al servicio (doulos) de su pueblo. Pero no ocurre eso con “los reyes de las naciones (ethnôn)”; los emperadores y sus delegados no se caracterizan, precisamente por su servicio.

El ejemplo del Hijo del hombre sirve de “garantía” de que así ha de suceder en la comunidad: el contraste viene dado por ser servido y servir (diakonéô) pero ese servicio se expresa como “dar la vida (psyjê)” y un darla “por”…

La referencia es al “Hijo del hombre” que, en los anuncios de la pasión (como es el contexto del relato), refiere a la muerte. Pero en este caso, alude a un modelo de liderazgo contrastante al de los “jefes de las naciones”. La vida dada “en rescate” ejemplifica el sentido de la copa y el bautismo que encontramos en los versículos precedentes, y que es “por muchos”.

Es interesante notar la versión griego de Is 53:

Isaías (hebreo)
Isaías (LXX)
Mas plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias. Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Yahveh se cumplirá por su mano.
Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él soportará.
Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes.
Así que el Señor se complace en tomar distancia de la aflicción de su alma (psyjê), para manifestar su luz, y para formar con el entendimientopara reconocer al justo que sirve (douleuô) bien a muchosy él llevará su pecado.
Por lo tanto él heredará a muchos, y repartirá el botín de los poderosos; debido a que entregó su alma (psyjêa la muerte, fue contado entre los transgresoresy llevó los pecados de muchos, y 
fue entregado a causa de sus iniquidades.

Ambos tienen una actitud de “servicio”, el hijo del hombre “da” su psyjê mientras al Siervo le es “arrebatada”; el siervo encabeza a quien lleva los pecados “de muchos”, y el hijo del hombre da su vida en “rescate de muchos”. 

El término “rescate” (lytron) en Lev 27,31 traduce el go’el, que redime los diezmos, o el que por un precio rescata (Pr 6,35; 13,8). Es el precio de la manumisión del esclavo (Lev 19,20), del rescate de la tierra (Lev 25,24; cf. 25,51) o de los prisioneros de guerra (Is 45,13). En Ex 21,29-30 se trata de un “rescate” económico que reemplaza la condena a muerte de una persona culpable. En Núm 3,12 los levitas son elegidos por Dios en reemplazo de los primogénitos del pueblo, y LXX añade: “en rescate (lytra) para ellos”. A la luz de esto, la “vida en rescate por muchos” parece razonable comprenderla como “en lugar de muchos”, un rescate que se da (paga) en lugar de… De ese modo, el rescate es sinónimo de “expiación”, en este caso expía las ofensas de “muchos” (como la “copa” de la cena es “mi sangre de la alianza derramada por muchos”, 14,24). ¿Quiénes son esos “muchos”? Los estudiosos no coinciden: para algunos, por “muchos” ha de entenderse los miembros de la comunidad en contraste con “los jefes de las naciones”, los “todos” de los que se ha de ser esclavos (v.44). Otros entienden que “muchos” sería sinónimo de “todos” (como ocurre con bastante frecuencia) y el contraste está entre el uno que da la vida y los muchos que son rescatados. Ambas lecturas son posibles, lo cierto es que lo que Jesús dirige a los suyos (“ustedes”) no dice referencia al sentido de la muerte de Jesús, sino a la actitud de servicio que deben tener los suyos con todos.


Dibujo tomado de amigoscatolicos.org

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