martes, 26 de septiembre de 2023

Buenas y malas son…

Buenas y malas son…

Eduardo de la Serna



Es bastante habitual, lo entiendo lógico, que los niños y niñas entiendan la vida en un esquema bastante binario de buenos y malos. Fulana es buena, Mengano es malo; los de mi equipo de futbol son buenos, los de mi adversario, malos; nosotros (siempre “nosotros”) somos los buenos y “los otros”, los malos de la historia.

No está mal pensar que, hasta no hace mucho, en las películas, los malos eran malísimos y los buenos, buenísimos. Hasta que, crisis mediante, y conflictos también, en decenas de filmes empezaron a aparecer personas malas con tintes buenos y viceversa (hasta recuerdo una película en la que uno de los malos más malos de la historia, tenía tientes de humanidad y se armó una buena bataola por ello).

No está mal pensar que, quizás, la crisis adolescente empieza cuando nos damos cuenta que nuestros padres no son tan “buenos” como creíamos, y les descubrimos cosas “malas”. Y, siempre quizás, termine cuando nos reconocemos, y vemos que nosotros somos nosotros, no una extensión de quienes nos engendraron, y nosotros también tenemos cosas ambiguas.

No está mal pensar la historia (que no es distinto de lo que pasa en las películas o en nuestras familias) en la que hay momentos de un modo y momentos del otro. Basta pensar en la cantidad de países que hoy son grandes aliados y ayer eran enormes enemigos que se hicieron la guerra y se odiaban mutuamente.

No puedo menos que pensar – una vez más – en la enorme Etty Hillesum (judía holandesa, asesinada en Auschwitz en 1943) en su Holanda natal ocupada por las tropas alemanas, planteándose lo difícil que le resulta “no odiar” a “los alemanes”. La cito en extenso porque lo merece. Hablando de una lectura en común dice:

Cuando llegamos a las palabras: «Bastaría que exista un solo hombre digno de este nombre para que se pudiera creer en el hombre, en la humanidad», siguiendo un impulso espontáneo le eché los brazos alrededor del cuello. Es el problema de nuestra época. El odio feroz que sentimos contra los alemanes vierte un veneno en nuestros corazones. Expresiones como: «¡Habría que ahogar a esta raza asquerosa, destruirlos hasta el último!», han pasado a formar parte de nuestro modo cotidiano de hablar, y a veces tenemos la impresión de no poder continuar viviendo en esta época maldita. Hasta el día en que, hace unas semanas, de repente me vino este pensamiento liberador, que ha brotado como una joven brizna de hierba, todavía vacilante, en medio de una jungla de dificultades: que, aunque no hubiera más que un solo alemán digno de respeto, merecería ser defendido contra toda la horda de bárbaros, y que su existencia nos arrebataría el derecho a derramar nuestro odio sobre todo ese pueblo.

Esto no significa ser indulgente respecto a determinadas tendencias ideológicas, se deben tomar posiciones claras, indignarse ante ciertas cosas que están ocurriendo, procurar entender lo que está pasando, pero aquel odio indiferenciado es la cosa peor que puede haber. El odio es una enfermedad del alma. Odiar no va con mi carácter. Si en estos tiempos llegase verdaderamente a odiar, me sentiría herida en el alma y tendría que ver la manera de curarme lo más pronto posible. Alguna vez me lo expliqué de modo superficial cuando me sentí desgarrada entre el odio y otros sentimientos, y creí que se debía a mis instintos primitivos de judía amenazada por la destrucción y condenada a vivir en conflicto con las concepciones racionales socialistas que había adquirido — y que me había enseñado a mirar al pueblo no como un conjunto, sino como una mayoría buena, engañada por una minoría mala. Se trataba, pues, de un instinto primitivo contrapuesto a un hábito racional de pensar. (Diario, 15 de marzo 1941)

Quizás en los niños se trate de un modo de buscar la propia identidad, de defenderse, de resistir; quizás en la historia escrita, se trate de pensar y pensarnos.

Y señalo todo esto, porque veo con preocupación la negación total de pensar y de pensarnos. Cuando el innecesario presidente le dijo al “querido rey” la “angustia” de los próceres, no solamente le faltó el respeto a la historia (y al presente, remedando el centenario con la Infanta presente y Latinoamérica negada) sino también a la capacidad de pensar y pensarnos. Cuando el impresentable Ramiro Marra habla de “buenos y malos” en Paka-Paka (el cual, además, quiere cerrar por lo que le contó su mamá), no solamente anula todo pensamiento y raciocinio, sino, una vez más, plantea momentos de nuestra historia, como las guerras de la independencia, en “clave Buenos-Malos” (binario y -mal llamado – infantil, por cierto, y, además, olvidando que Paka-Paka es un canal, precisamente, para infancias) es algo, por lo menos, irracional. Francia y Alemania entraron en guerra entre 1870 y 1871, luego entre 1914 y 1918 y finalmente entre 1939 y 1945. Motivos tienen, mutuamente, para verse como malos y buenos y odiarse. Pero desde 1957 con el “Mercado Común” y luego con la “Unión Europea” son grandes aliados. ¿Entonces?

El Himno nacional argentino, sancionado en 1813, tenía muchas más estrofas que las actuales. Fue “cortado” en 1900, cuando Argentina quería ser “europea”. Nada menos que el “Himno nacional argentino” decía:

Se levanta a la faz de la tierra

Una nueva y gloriosa Nación:

Coronada su sien de laureles

Y a su planta rendido un León.


Coro De los nuevos campeones los rostros

Marte mismo parece animar;

La grandeza se anida en sus pechos,

A su marcha todo hacen temblar.


Se conmueven del Inca las tumbas

Y en sus huesos revive el ardor,

Lo que ve renovando a sus hijos

De la Patria el antiguo esplendor.


Coro Pero sierras y muros se sienten

Retumbar con horrible fragor:

Todo el país se conturba con gritos

de venganza, de guerra y furor.


En los fieros tiranos la envidia

Escupió su pestífera hiel

Su estandarte sangriento levantan

Provocando a la lid más cruel.


Coro ¿No los veis sobre Méjico y Quito

Arrojarse con saña tenaz?

¿Y cual lloran bañados en sangre

Potosí, Cochabamba y la Paz?

¿No los veis sobre el triste Caracas

Luto y llanto y muerte esparcir?

¿No los veis devorando cual fieras

todo pueblo que logran rendir?


Coro A vosotros se atreve ¡Argentinos!

El orgullo del vil invasor,

Vuestros campos ya pisa contando

Tantas glorias hollar vencedor.


Mas los bravos que unidos juraron

Su feliz libertad sostener.

A esos tigres sedientos de sangre

Fuertes pechos sabrán oponer.


Coro El valiente argentino a las armas

Corre ardiendo con brío y valor,

El clarín de la guerra cual trueno

En los campos del Sud resonó;


Buenos Aires se pone a la frente

De los pueblos de la ínclita Unión,

Y con brazos robustos desgarran

Al ibérico altivo León.


Coro San José, San Lorenzo, Suipacha,

Ambas Piedras, Salta y Tucumán,

La Colonia y las mismas murallas

Del tirano en la Banda Oriental;


Son letreros eternos que dicen:

“Aquí el brazo argentino triunfó”.

“Aquí el fiero opresor de la patria

Su cerviz orgullosa dobló”.


Coro La victoria al guerrero argentino

Con sus alas brillantes cubrió,

Y azorado a su vista el tirano

Con infamia a la fuga se dio;


Sus banderas, sus armas se rinden

Por trofeos a la Libertad.

Y sobre alas de gloria alza el pueblo

Trono digno a su gran majestad.


Coro Desde un polo hasta el otro resuena

De la fama el sonoro clarín.

Y de América el nombre enseñado,

Les repite ¡mortales! Oíd.

Solo la primera y la última estrofa “nos dejaron” los filo-europeos para que España no se sintiera ofendida y la Infanta paseara por su paseo. Claro, habla de España negativamente (y hasta la compara, negativamente entendido, más de una vez con un león, justo a uno de “la libertad retrocede”; justo habla bien de los hermanos de América Latina, justo rescata a los indígenas (y hasta habla positivamente de un clarín); ¡todo mal para una mentalidad tan “primitiva” (sic). Imagino que Marra, mirando pornografía para su “educación sexual” no ha de haber leído el himno histórico; imagino que Mauricio no ha leído (¡nada!); no la imagino a Pato-no-muy-criollo leyendo. Solo quisiera que, no ellos, de dudosa capacidad de comprensión, sí los lectores, los que escuchan, sepan que es infantil (sic) y binario pensar el mundo entre “buenos y malos”, y saber que eso no quita saber, reconocer y ¡militar! a favor de causas y enfrentar a quienes se oponen a ellas y las combaten. En todo caso, no se trata de personas o grupos buenos y malos, pero sí se trata de buenas causas por las que vale la pena vivir, celebrar, festejar, comprometerse, militar y, a veces, solo a veces, arriesgar la vida.

 

Foto tomada de https://elpais.com/elpais/2020/06/14/mamas_papas/1592117149_889042.html

1 comentario:

  1. Me gusto mucho tu escrito. Pero creo que la oleada Milei es un poco de la misma medicina que aplicaron desde la prepotencia K, pero ahora de derecha. Esto me huele a que como te tocaron ahora te acordas de que hay grises. Pero muchas veces vienen(venis) bardeando a los que votaron algo distinto a lo tuyo, que capaz este un poco tirado a la derecha, sin siquiera acercarse a lo que es hoy Milei y Bullrich. Estos monstruos son creacion de la arrogancia y prepotencia que hubo por 12 años, y que tampoco parece haber una síntesis.
    Va, me gusto lo de Axel de empezar a componer nuevas canciones, espero que se refiera a poder mirar para aadelante. saludos

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