jueves, 21 de diciembre de 2023

Débora, una jueza

Débora, una jueza

Eduardo de la Serna

 


Como es sabido, en la Biblia hay escritos, textos, fragmentos y libros de muy diferentes tiempos. Esto es especialmente claro en el que llamamos Antiguo (o Primer) Testamento (o Alianza). Entre los estudiosos se ha sostenido que uno de los textos más antiguos de toda la Biblia es el llamado “canto de Débora” (Jueces 5). Allí se reflejan algunos elementos muy antiguos a los que prestaremos atención, pero mirando particularmente el interesante caso de una mujer profetisa ya desde los inicios del pueblo de Israel.

Presentar la historia de Israel es un tema difícil, y no es este el lugar para desarrollarlo, pero notemos, en el texto, que varias tribus andan dispersas en la actual región de Israel. Si miramos un mapa – como el que suele haber en nuestras Biblias – notaremos que las tribus (mencionadas en el canto de Débora) están en diferentes regiones, pero todas del norte del país. Por otro lado, naciones vecinas representan amenazas y en muchos casos batallas perdidas y dominaciones. Pero de esos pueblos vecinos que oprimen por momentos a Israel, el más peligroso históricamente fueron los filisteos, antiguos “pueblos del Mar”. Estos conflictos históricos los encontramos leyendo el actual libro llamado de los “Jueces” (palabra que se presta a confusión ya que entre ellos hay no solamente jueces sino también reyes, jefes, profetas (y profetisas) ... Uno de estos personajes principales es el caso de Débora.

De esta fascinante mujer sólo se habla en toda la Biblia en los capítulos 4 y 5 de Jueces. En Génesis (35,8) y Tobías (1,8) se alude a otras “Déboras” distintas, y a ella no se la menciona jamás en el Nuevo Testamento.

Siguiendo el esquema clásico del libro se comienza diciendo que “los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh, y Yahveh los dejó a merced de” otros pueblos (ver Jue 2,11; 3,7; 6,1; 10,6; 13,1) en este caso a merced de “Yabín, rey de Canaán, que reinaba en Jasor. El jefe de su ejército era Sísara” (4,1-2). El nombre Sírasa no es cananeo y parece provenir de los “Pueblos del Mar”, precisamente. El sentido que tienen los nombres suele ser muy importante de tener en cuenta, así que señalaremos entre paréntesis los principales.

Se nos dice que Débora estaba casada con Lappidot (= rayo), y era profetisa – es decir pronunciaba palabras de parte de Dios, en este caso a los que la consultaban – a la vez que administraba justicia a los que iban a ella, que estaba bajo una palmera (4,5). Ante la situación de opresión, ella manda llamar a Baraq (= iluminación) y le “ordena” de parte de Dios que ataque a Sísara. Ir a la batalla con la bendición de Dios aseguraba la victoria, pero hacerlo con el enviado de Dios a su lado daba más garantías aún. Por eso Barak afirma que combatirá, pero si Débora lo acompaña. El “problema” radica en que, en este caso, el honor por el triunfo no caerá sobre el general vencedor sino nada menos que sobre “una mujer” (4,9).

La garantía del triunfo, y se repite, es que Yahvé es quien conduce al ejército (4,14-15), pero “iluminado” por la voz de “una mujer”. La derrota de Sísara fue total, y huye hasta Harosheth-haggoim (= “plantación de los gentiles”). Fugitivo, se esconde en la tienda de otra mujer, aliada del rey Yabín, de nombre Yael. Pero esa “otra mujer” lo mata y lo entrega a Barak cuando este llega. Desde entonces, gracias a una mujer, y con la ayuda de otra, reinó por muchos años la paz (5,31), hasta que los israelitas “volvieron a hacer lo que desagrada a Yahvé” (6,1).

Ante esta intervención de Dios por mano de una mujer, ella entona el antiquísimo canto al que hicimos referencia más arriba (5,1-31). Es posible – todavía – que el canto tenga reminiscencias de cantos de la región como se ve en el lenguaje arcaico, pero es un himno lleno de música y de júbilo que reconoce la intervención histórica de Dios por mano de Débora; es un himno de victoria, como se conocen textos semejantes también en Egipto y Asiria. Todas las tribus (con la interesante excepción de Judá, que quizás todavía no estaba incorporada al grupo de tribus, 5,14-18) se destacan y participan con sus propias – y antiguas – características, y canta también la intervención de Yael (“bendita entre las mujeres”, 5,24-27), y cómo Dios se preocupa de su pueblo en la historia.

Es posible que este antiguo canto se cantara en los santuarios, repetido por los levitas (la tribu de Leví tampoco es mencionada), y sirviera para recordar en todos los tiempos que el Dios de Israel no se desentiende de la suerte de su pueblo.

Muchos elementos se pueden destacar en estos breves párrafos: para comenzar, la presencia de enviados de Dios, profetas, desde los orígenes de Israel para mostrar la voluntad de Dios en la vida cotidiana, desde los casos menores que Débora debía atender bajo la palmera, hasta la batalla decisiva que alcanza libertad y paz a su pueblo; también la decisiva importancia que tienen mujeres en los orígenes mismos de Israel; además, la estrecha relación que tuvo siempre en Israel la profecía con la política, y finalmente la estrecha relación entre militancia y fiesta. El canto de Débora permite cantar y seguir cantando que Dios deja su huella “iluminando” nuestra vida y la quiere seguir dejando, y no en el paso de generales o ejércitos, sino el paso de aquellos y aquellas que muchos tienen por débiles, como es el caso de dos mujeres donde Dios actuó y sigue queriendo actuar en nuestra historia (y nuestra política).


Imagen tomada de https://teolocurso.com/mosaico-sobre-debora-e-jael-encontrado-na-baixa-galileia/

1 comentario:

  1. Perdón Eduardo que ponga este comentario en esta excelente nota suya, donde queda un poco desubicado, pero ¿reparó en la escenografía de los anuncios de ayer de Milei? Son doce personas más él. No puede ser coincidencia ¿no? Estos tipos son capaces de cualquier cosa. Abrazo grande, lo felicito por su trabajo. https://www.pagina12.com.ar/697281-una-por-una-las-claves-del-dnu-que-anuncio-milei-por-cadena-

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