jueves, 20 de junio de 2024

Jeremías, un profeta en problemas

Jeremías, un profeta en problemas

Eduardo de la Serna



Unas diez personas en la Biblia llevan el nombre “Jeremías”, nombre que parece significar “Yahvé levanta” o “Yahvé consuela”. De todos estos, sin dudas, el más conocido es el profeta, protagonista de un muy importante libro bíblico. Veamos algunos elementos fundamentales acerca de lo que nos dice este libro sobre el profeta.

Pertenece a una familia sacerdotal en la región de Benjamín (Jer 1,1). Se nos dice que su intervención fue durante los reyes Josías hasta Sedecías, es decir más o menos entre los años 626 y 587 antes de Cristo (1,2-3). Fue una época muy convulsionada. Salvo Josías, los restantes reyes fueron sumamente rebeldes a los mandamientos de Dios según los presenta el profeta y otros libros bíblicos: del rey Joacaz (año 609) se dice: “hizo lo malo a los ojos de Yahvé, exactamente como lo habían hecho sus padres” (2 Re 23,32), de Joaquín (609-598) se dicen las mismas palabras (2 Re 23,37), lo mismo de Jeconías (año 598, en 2 Re 24,9) y de Sedecías (años 597-586, en 2 Re 24,19). “Hacer lo malo” significa no ser fiel a los mandatos de Dios, dar cabida a los dioses de los países extranjeros, no ocuparse del bienestar de su pueblo… como todos los profetas, su misión se ocupa de ver si los responsables del pueblo de Dios (reyes, sacerdotes, jueces, militares, y hasta profetas) son fieles a Dios o “hacen lo malo”, en cuyo caso lo denuncian sin ambigüedades ni diplomacias.

Pero el gran problema que enfrenta Jeremías, además de esto, es que el ejército babilónico avanza de un modo terrible y cruel arrasando los distintos reinados de la región (25,1-13). Y – ¡aquí el problema! – Jeremías dirá que ese ejército es enviado por Dios como castigo por la infidelidad de los gobernantes (cap.4). Ahora bien, al decir que Dios envía un ejército enemigo, el profeta es acusado de “traición a la patria”. “¡Dios no permitirá que a su pueblo le ocurra nada malo!” dicen los profetas. Y Jeremías les dirá que son “falsos profetas”, lo que ellos dicen no es lo que Dios ha mandado decir (23,9-40; cap. 28).

Claro que la dirigencia política apoya los dichos de los “falsos profetas” y entonces Jeremías es maltratado, amenazado de muerte, criticado, encarcelado… (ver cap. 36).

Por el lado de Jeremías, esto lo lleva a una profunda crisis en su relación con Dios. Se enoja con Él, se siente abandonado por un Dios que lo envía a anunciar situaciones terribles para el pueblo. Pero a su vez siente que no puede dejar de pronunciarlas (ver 15,10-21; 18,18-23; 20,7-18). Para peor, se siente llamado a manifestar todo esto con signos muy fuertes para que “todo el mundo vea” lo que Dios está diciendo. Lo dicho por el profeta no queda “entre cuatro paredes” sino que todos pueden reconocerlo (13,1-11; 16,1-9; 19,1-2.10-11; 27,1-3; 32,7-15).

Por el lado de la dirigencia, Jeremías es duramente confrontado, y es despreciado por las autoridades. Ellos lo quieren silenciado, o, directamente muerto.

Uno de los grandes problemas es que tanto Jeremías como los falsos profetas ambos dicen que hablan “en nombre de Dios”: ¿cómo saber quién dice la verdad y quién no? Como es evidente, muchos reconocerán como proveniente de Dios lo que más les convenga a ellos o a sus intereses, no a los intereses de Dios y de su pueblo. Finalmente, los babilonios tomarán Jerusalén y luego la destruirán. Jeremías tenía razón.

Jeremías fue, en vida, despreciado y maltratado. Se reconoció como verdadero lo que decían sus adversarios. Recién con el paso del tiempo el pueblo supo darse cuenta que Dios había hablado por su intermedio y sus dichos fueron reconocidos e incorporados a la Biblia.

Muchas veces queremos que Dios diga lo que queremos escuchar en lugar de aprender a reconocer como palabra de Dios aquello que beneficia al pueblo, que reconoce su paso en nuestra historia y no pretende hacerse “un Dios a nuestra imagen y semejanza”. Si queremos que Dios realmente esté entre nosotros, “si mejoran de conducta, si hacen justicia mutua, no oprimen al migrante (o desplazado), al huérfano y la viuda, si no vierten sangre inocente, ni van detrás de otros dioses” yo me quedaré con ustedes (7,5-7).


Imagen de Jeremías, pintada por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/j/jeremias.htm

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