sábado, 7 de junio de 2025

¿Qué nos ha pasado?

¿Qué nos ha pasado?

Eduardo de la Serna



En una reciente carta al personal del maravilloso hospital Garraham, la Conferencia Episcopal Argentina se pregunta: “¿Qué nos ha pasado como sociedad que nos hemos vuelto insensibles al dolor de los más vulnerables: los niños y las personas con discapacidad?”

Tengo claro que la pregunta es retórica y pretende invitar a los lectores a pensar, y no espera, propiamente hablando, una respuesta. Pero, “no puedo con mi genio” y yo también quiero “pensar en voz alta” (o a vuelapluma) y dar mi opinión…

Creo que la raíz principal de lo que “nos ha pasado” es el triunfo del individualismo, y de un individualismo exacerbado en el que nada ni nadie importa sino solo “yo”. “Mi” opinión, “mi” deseo, “mi” sentir, “mi” libertad. Y cada quien que se haga responsable y se ocupe de “sí mismo”.

Y, lamentablemente, creo que en la Iglesia (y de ninguna manera, en esto, estoy hablando de responsabilidad de la jerarquía) el individualismo también está “omnipresente” … Desde quienes plantean que participan cuando quieren porque “yo me arreglo con Dios” (sic), hasta las piedades individuales (la adoración eucarística), los cantos espiritualistas en primera persona (“ven a mi vida”, “se mueve en mi”, etc.), a la confusión de una verdadera y profunda espiritualidad con “cosquillas” en la interioridad… Y no quisiera ser malentendido… No digo que estas cosas sean negativas (al menos no todas), sino que deben ser “puestas en su lugar”. Cuando se prioriza la adoración eucarística (“Jesús y yo”) por encima de la participación comunitaria de la Cena del Señor, ¡algo está fuera de lugar! Y eso, creo, es algo que todos quienes tenemos responsabilidad pastoral deberíamos ayudar a ubicar.

Ciertamente, en la sociedad, con la presencia casi todopoderosa de las redes sociales, la cosa “se resuelve” entre una pantalla y yo. Antes, para ver una película o serie, se juntaba la familia frente al televisor, ahora, cada quien puede ver la misma serie en el horario que le place; antes, las comunidades dialogaban para juntas buscar la verdad escuchando “cuánto de verdad” tiene cada opinión; hoy cada uno tiene “mi verdad”, “tu verdad” (confundiendo verdad con opinión) con lo cual “la” verdad no existe, o, según la posverdad, es cierto si “me” gusta que lo sea. Hoy, algo vale si “yo lo siento” y no si ocurre lo contrario.

Una sociedad que no es comunidad sino un montón de “individuos”, donde cada quien busca lo suyo (y, obviamente, con la sacrosanta centralidad en la “propiedad privada”) no tiene capacidad alguna de dialogar, de encontrarse, de empatía… de humanidad, en suma. Y, no hace falta casi decirlo, se transforma en una sociedad donde gana el más fuerte. Siempre gana el más fuerte. Aquello de “la unión hace la fuerza”, de “los hermanos sean unidos” o que “todos unidos triunfaremos” no deja de ser una realidad, hoy lejana. Sencillamente por aquello de “divide, ¡y vencerás!”


Imagen tomada de https://etcetera.com.mx/opinion/divide-y-venceras-estrategia-politica/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.