jueves, 25 de marzo de 2021

Una reflexión del presente argentino

 Una reflexión del presente argentino

Eduardo de la Serna




Sin duda alguna la historia es dinámica. No es que hay datos adquiridos y que estos son inmodificables y nunca más volverán. La esclavitud es un buen ejemplo de esto. En teoría no hay ya esclavitud en ninguna parte, y todos sabemos que la hay por todas partes. Se me dirá que exagero, cosa extraña si miramos los muertos encerrados en talleres clandestinos de ex primeras damas, miramos las víctimas de la trata, los trabajadores ilegales en los campos de la sociedad rural, y decenas de ámbitos más. Y eso, en lo visible en nuestra realidad, por no añadir los niños soldados, los secuestrados por el crimen organizado y otras “delicias” de nuestra realidad negada. Es decir, hay cosas que eran “datos” ayer y son “dudosas” realidades hoy y quizás sean nulas mañana.

 

Y quiero entrar en tema directamente: ayer era impensable que alguien dijera públicamente que defendía la dictadura cívico-eclesiástico-militar. Aunque fuera escondido detrás de la ‘teoría de los dos demonios’, no osaba negar que estos hubieran sido al menos un demonio. Sin embargo, “pasaron cosas” y de golpe se ven por aquí y por allá defensas del “general” (sic) Videla, aceptación del golpe genocida y críticas evidentes a las hasta ayer intocables abuelas de Plaza de Mayo, por ejemplo. No es casualidad (será márquetin o estudio de mercado, seguramente, para conquistar o retener a sus posibles votantes, porque nada es inocente ni gratuito en estos) pero no es casualidad, insisto, que aparezcan bolsas mortuorias con el nombre de Estela de Carlotto, que la ex ‘Cali’ Bullrich hable reiteradamente en contra de Estela y hasta Macri en su nuevo raid mediático hable en contra de una de las mujeres más positivas y constructivas que tiene hoy nuestra Patria.

¿Qué pasa para que temas que ayer eran “A” hoy se hayan vuelto “Z” en algunos ambientes, y que lo que era inmencionable ayer sea hoy vociferable? Se podrá decir que “pasó Macri” y sin duda es cierto. Muchas y muchos se sintieron habilitados para vomitar su bilis, para derramas su excremento… especialmente cuando escuchan que sus dirigentes lo hacen y dicen libremente, impunemente, irresponsablemente. También se podrá decir que pasó Trump, que pasó Bolsonaro, VOX o la Lega Nord, que pasa complicidad del poder judicial, que pasan medios de comunicación en los que los ayer disimulada y vergonzosamente “procesistas” hoy se sienten parte de esa parte de la historia (la peor, por cierto, ¿no es cierto Ceferino, o Joaco, o…?).

Pero también pasa que, mal que les pese a esos, las Madres y Abuelas ¡¡¡allí están!!! (aquí están); que una “juventud maravillosa” se ha resistido a la amnesia, a la mentira y la injusticia, y que muchos, verdaderamente muchos, podemos estar en desacuerdo con “A” o con “J” en “R” o en “X”, pero no aceptamos que nos toquen ni manchen, ni bajen ni disimulen las banderas de Memoria, Verdad y Justicia. Porque aquello ocurre, pero esto también pasa. Y si aquello da rabia, esto llena de esperanza. ¿Qué pasa en nuestro país? Pasa lo de siempre, pasa lo de todas las partes y tiempos… Pasa que la vida y la muerte están en conflicto, y mientras unos levantan banderas, ya no con dos fémures cruzados con una calavera, sino en color amarillo, otros, otras y otres levantamos whipalas, banderas del orgullo, celestes y blancas, o las que quieran, pero banderas en las que la diferencia y la disidencia nos constituyen como parte de un pueblo de hermanes y amigues. Como patria, que le dicen. Esa que los otros desconocen, mancillan y reemplazan por horneros, guanacos, ballenas o “yaguareté mimoso” como dijo una que de esto sabe. Eso pasa. Y aquí estamos, vivos, mal que les pese; vivos y resistiendo.

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