jueves, 29 de diciembre de 2022

La verdad, la mentira y el pecado

La verdad, la mentira y el pecado

Eduardo de la Serna



A veces en broma, a veces en serio, escucho decir que “un cura no puede jugar al truco”, porque no puede mentir [el truco es un juego de naipes, aparentemente originario de España muy frecuente en Argentina, Uruguay, Paraguay entre otros países que tiene como característica principal la “mentira” para hacer creer, o confundir al adversario]. Y, valga este comentario, como punto de partida de la reflexión. Un “pecado” no es una cosa que se hace y ¡zaz!, se incurre en el pecado (como una especie de “magia” que de solo decirla o hacerla ya “ocurre”). Pero, entonces, lo interesante es saber en qué y por qué estaría mal la mentira.

En cierta manera puede decirse (no es totalmente preciso) que lo opuesto a la mentira es la verdad. Y al decir mentira-verdad, por encima de todo, en la Biblia se habla de un proyecto de vida, una causa, un “camino”. Ex 23,7 habla de causas mentirosas, el salmista de la senda de mentira (Sal 119,128). Hay palabras que son sinónimas de “mentira”: falsedad, fraude, sangre (derramada), mal, violencia, rebelde, impíos, “hipócritas”, engaño, trampa (Sal 5,7; 31,19; 34,14; 40,5; 58,4; 62,10; 120,2) y lo opuesto, además de verdad, por ejemplo, es la justicia (52,5). Como es de esperar, los términos son especialmente frecuentes en los textos “sapienciales” y “litúrgicos” de la Biblia. Por eso hay una “alianza con el sheol… la mentira es nuestro refugio” (Is 28,15). Dios dirá que “me olvidaste, te fiaste de la mentira” (Jer 13,25), los falsos profetas “profetizan mentira” (14,14) los ídolos son mentira (51,17). Y el profeta Oseas dirá que “no hay ya fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios en esta tierra; sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y violencia, sangre que sucede a sangre” (4:1-2).

Por eso puede decir que Dios no miente como humano ni se arrepiente a lo humano (119,163). ¿Puede decir y no hacer, puede prometer y no cumplir? (Núm 23:19).

Es importante destacar que, en cuanto “proferir” la mentira (no en cuanto a andar en mentira) los órganos son la lengua, labios, boca, palabra…

En los Evangelios sinópticos, “mentira” [en griego es pseudós] se encuentra solo una vez y no en todos los manuscritos (Mt 5,11) [salvo cuando se habla de falsos testigos, falsos profetas, falsos cristos]. En Jn, el diablo es el “padre de la mentira” (8,44). En Rom 1,25 es lo opuesto a los ídolos. Para reforzar su credibilidad, Pablo repetirá en más de una ocasión que “digo la verdad, no miento” (1Cor 9,1; 2Cor 11,31; Ga 1,20; cf. 1 Ti 2,7). Y también acá encontramos los falsos apóstoles, falsos hermanos, falsas palabras, falsa ciencia, falsos maestros…

En 1 Jn se habla de no “caminar en tinieblas” (1,6), y el Apocalipsis insiste: «¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!» (Ap 22:15). La mentira es camino y, como se ve, puede ser practicada o amada.

Por su parte, la “verdad”, en hebreo es ’emet (de la misma familia de ’amen), algo que es “firme”, como una “roca”. Se “funda” en la verdad, se “afirma”. Con frecuencia va junto con “amor” (Sal 40,11.12; 57,4; 61,8; 85,11…) también es un camino (Sab 5,6). Es interesante que muchas veces, cuando las biblias traducen “en verdad les digo” el término ‘verdad’ es una transcripción del término hebreo “amén” (literalmente, entonces, no dice “en verdad les digo” sino “amén les digo”, lo que es sinónimo, como decimos; salvo en Lc 4,25 donde sí dice “en verdad”).  El término griego “alêtheia” se encuentra pocas veces en los sinópticos (1 en Mt / 3 en Mc / 3 en Lc), y una de ellas (en cada uno de los tres evangelios) en una suerte de ironía crítica de los adversarios contra Jesús: “enseñas en verdad el camino” (Mc 12,14 / Mt 22,16 / Lc 20,21).

En Juan, en cambio, el término es importante (25 veces), la verdad se hace (3,21), es lo que no es falso (verdadero templo, verdadero culto…), el verdadero testimonio, es lo contrario del Diablo (8,44), Jesús es el Camino (de la verdad y la vida) y “conduce” al Padre (“por mi”; 14,6). El “sucesor” de Jesús, el Paráclito, es “espíritu de la verdad” (14,17; 15,26; 16,13) y los creyentes se consagran “en la verdad” (17,17.19). Por eso Pilato no sabe (ni le interesa saber) qué es la verdad (18,38).

En Pablo es lo opuesto de la idolatría (Rm 1,18.25), y decir la verdad es proclamar fielmente el Evangelio (Rom 9,1; 2 Cor 4,2; 7,14; 11,10; Ga 2,5.14; Fil 1,18) y, en otros escritos paulinos es vivir coherentemente (Ef 4,24; Col 1,5).

Se debe “conocer la verdad” (Jn 8,32; 1 Ti 2,4; 2 Ti 2,25; 3,7; Ti 1,1; He 10,26) es el fundamento (1 Ti 3,15) y también distribuir la palabra de verdad (2 Ti 2,15). Hay quienes se desvían / apartan de la verdad (2 Ti 2,18; Sgo 5,19), le dan la espalda (Ti 1,14); otros se mantienen “firmes en la verdad” (2 Pe 1,12), en el “camino de la verdad” (2 Pe 2,2).

En las cartas de Juan: verdad – mentira – etc… son cosas o palabras de los que dicen u obran coherente o diferentemente a lo que enseñó el discípulo amado, pero lo hacen en nombre de sus dichos. Se debe vivir en la verdad (3 Jn 3.4), esta se obra (3 Jn 8) se atestigua (3 Jn 12).

Como puede verse, la verdad – mentira es mucho más que una palabra que se pronuncia y que es “fiel o no a la realidad”. En ese sentido, se puede decir que bíblicamente, la verdad es la lealtad, la fidelidad al proyecto de Dios que se anuncia o pronuncia, se vive… Por eso “la verdad” hará libres (Jn 8,32); no se trata de conocer cosas verdaderas sino de vivir fielmente en el amor.

Volvamos ahora al supuesto mandamiento de “no mentir” (el mismo que impediría jugar al truco, irónicamente); es importante ver que en la lista de los “Diez Mandamientos” el mandamiento expresamente dice: «No darás testimonio falso contra tu prójimo» (Ex 20:16 = Dt 5,20). Se trata de un juicio en el que, dar un “falso testimonio” implicaría que quede libre un culpable o sea condenado un inocente (algo que puede incluir la pena de muerte, por cierto, con lo que “su sangre” caerá sobre él, y en caso de ser falso, Dios le pedirá cuentas). Una vez más, la actitud frente al hermano o hermana es la clave. Es evidente que en un juego (como es el caso del truco) todos saben, todos acuerdan, todos se divierten acordando que la mentira forma parte de un juego. Pobres seríamos si el pecado o no, fuera una suerte de magia que de cualquier modo caería sobre nosotros con su maldición. Para la Biblia, la mentira es un modo de vida, y un modo de vida que nos separa de Dios y de la comunidad, por eso entra en el terreno del pecado. Y la verdad es un encuentro vivo y pleno con Dios y con la misma comunidad, encuentro que nos hace libres, que nos da vida, que nos lleva a celebrar la fiesta con un Dios que solo espera celebrar para fundirse con nosotros en un abrazo de amor.

 

Imagen tomada de https://razafolklorica.com/como-se-juega-al-truco-argentino/

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