lunes, 15 de mayo de 2023

“Una justicia demasiado largamente esperada”

“Una justicia demasiado largamente esperada”



Hace más de 25 años los obispos argentinos promulgaron unas “reflexiones sobre la justicia” (26 de abril de 1997). Allí se hablaba de los jueces, los medios de comunicación, los consejos de la magistratura… Allí repitieron esta angustiante frase sobre la justicia y la desinflada esperanza.


Esta sensación de querer vivir sin ley, o de poder modificarla para servir a intereses sectoriales facilita la corrupción privada y pública, crea un estado de incredulidad generalizada, de temor frente a los demás, de impotencia y angustia que impide la formación de un espíritu solidario y fraterno. Estas circunstancias ponen en crisis la cohesión de la sociedad.

Las autoridades legítimas, que integran los diversos Poderes de la Nación, deben honrar sus cargos con la honestidad de sus costumbres personales, la austeridad de su vida, el acatamiento a la verdad y el testimonio de un trabajo incansable, cumpliendo lo prometido al servicio del bien común de la Patria. Cuando estas cualidades están ausentes, las mismas autoridades comprometen la cohesión y el crecimiento moral de la sociedad, a la que deben servir y de la que no deben servirse. (#4.5)


Y la frase “demasiado largamente esperada” repetía lo dicho por ellos mismos en 1985. La justicia, virtud fundamental para toda sociedad, sigue ausente entre nosotros. Demasiado ausente.


En nuestros días, un minúsculo grupo se ha apropiado de la suma del poder público rompiendo el federalismo que nos constituye como nación, y exigiendo para algunos lo que no exige para otros. La vida cotidiana de las argentinas y argentinos se ve afectada constantemente por el imperio de la injusticia; la paz social está en riesgo constante y, en ocasiones, pareciera que todos vivimos “en libertad condicional”. La inacción gravísima, por ejemplo, frente al atentado contra la vicepresidenta y la cada vez más evidente cadena de complicidades no hace más que comprobar que para el poder judicial la justicia le es ajena. 


En nuestros días, además, un nuevo caso de abuso de autoridad policial y la desidia gubernamental se hizo patente en el departamento de Pellegrini (Santiago del Estero). Claudia y su bebé murieron por violencia obstétrica, inacción médica y un estado al servicio de los poderosos. Y nuevamente nos hacemos solidarios con las víctimas. Víctimas de la violencia, pero también víctimas de la indolencia oficial a la que los pobres no le importan, y, todavía más, se los reprime. Nuestra solidaridad con Rubén, que ha padecido la violencia institucional, el cura también amenazado, no es un acto corporativo, es estar con él porque él está donde Jesús nos invita a estar (y donde los gobiernos debieran).

Vayan nuestros repudios por tanta espera, demasiada. Vayan nuestros repudios, acompañados de la esperanza de que el pueblo sabrá ver y acompañar a aquellos que celebran la vida, toda su vida, y persiguen alcanzar la justicia porque allí encuentran también a Dios (Dt 16,20).


Grupo de Curas en Opción por los pobres

15 de mayo 2023


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