Una reflexión sobre unas reflexiones pascuales
Eduardo de la
Serna
Estamos en medio de la Semana Santa. Y en los distintos medios se empieza a “ver de todo”. Que Jesús esto, que ustedes aquello, que esto o que lo otro…
Y, como es
razonable, podemos ver cosas más profundas, cosas más superficiales, cosas más
liberadoras, cosas más terribles. Y no pretendo decir algo más para sumarlo a
la “confusión general”.
Pero sí me
formulo algunas preguntas, que, al fin y al cabo, algo dicen o pretenden decir…
¿De dónde se
nutren los comentarios, reflexiones, homilías, textos varios?
Para empezar,
es evidente que todo empezó – y debiera empezar – en Jesús. Todo otro comienzo
me parece poner el caballo detrás del carro. Es mirar a Jesús que, en un tiempo
como hoy, fue asesinado. Y con la firme decisión de asesinarlo antes de
juzgarlo. Ilegalmente. Es que algo o mucho de lo que él decía y hacía molestaba
gravemente a las autoridades. Él, que había ido a Jerusalén para la celebración
de la pascua, en una comida, probablemente no pascual, pero sí en tiempo de Pascua,
junto con sus amigas y amigos, les escenifica lo que ocurrirá en ese pan
partido y esa sangre derramada. ¡Y ocurre! Mostrarse como descendiente de David
fue “políticamente inconveniente”. Y se produce la ejecución, rápidamente para
no dar al pueblo oportunidad de protesta y rechazo. Se trata de presentar hechos
consumados. Y muere Jesús, muere matado, y es sepultado. En esa sepultura se
hace solidario con todos y todas muertos y muertas de la historia (“descendió a
los infiernos”). Y Roma muestra, a todos, quieran o no verla, su poder y su
autoridad. El indefenso de Galilea no podía hacer nada ante el águila imperial,
el jabalí legionario. Y Dios lo había abandonado; su silencio y su lejanía
invaden a todas y todos en el miedo y la oscuridad. Pero ese Dios, padre y
madre. se guardó para el final una palabra, y en una tumba vacía un grupito de
mujeres supo interpretar una palabra de Dios, y otros, en desconocidos en el
camino o a la orilla del lago, supieron ver una vida nueva. ¡Y todo cambió!
Todo empezó, un poco de nuevo y otro poco en continuidad. Hay que seguir
andando, nomás.
Señalo todo
esto, ultra sabido, porque no puedo entender que sin partir de esto se hagan
reflexiones, se hable o escriba; no que se lo repita, sí que esté supuesto. Leer
que “la cruz es esto” o que “es lo otro”, sin tener en cuenta el escándalo
atroz que esto significa me resulta una burla u ofensa al crucificado (y los
crucificados). Leer “ustedes serán llamados sacerdotes del Señor”, cuando no
hay sacerdocio alguno en la Pascua, me resulta ideologizado (aunque siempre, la
ideología es cuestionada cuando defiende a los pobres, pero nunca cuando
defiende el statu quo). Leer la resurrección en clave individualista me
resulta agresivo e insensato. Y podría seguir… Podría seguir porque,
lamentablemente, por distintos medios o en distintos “lugares”, se puede ver o
leer de todo, y, lamentablemente, casi todo insustancial.
Una reflexión
en este tiempo tan denso tiene miles de aristas por donde empezar. Pero,
precisamente, ¿se puede empezar sin partir de aquello que la misma Biblia dice?
Creo que no, pero veo que es habitual. Creo que deformar los acontecimientos,
deformar a Jesús, deformar la Pascua, lamentablemente, es muy frecuente… Y
decir cosas “pseudo-piadosas”, habitualmente desencarnadas, o, si encarnadas,
deshistorizadas, también lo es… Y, lamentablemente, vuelvo a algo que hace ya
demasiado tiempo me vengo preguntando: ¿en qué momento la Iglesia (o en la Iglesia)
se ha olvidado que la Biblia es palabra de Dios?
foto de árbol sin raíces tomada de https://www.guiadearbolado.com.ar/arbol-cayendo/
Estimado Eduardo,
ResponderBorrarComparto su visión con la Dei Verbum en el corazón también. Pero hay que reconocer que ir tras pasando esas capas geológicas de teología , que muchas veces pueden ser buenísimas, pero están montadas sobre otras(y sobre otras), no sobre la verdad de la Palabra de Dios directamente.