Un nuevo modo de ser familia se gesta en torno al reino
Domingo
X “durante el año” – ciclo B
Eduardo de la Serna
Lectura del libro del Génesis
3, 9-15
Resumen: el texto del varón y la
mujer en el jardín, y la sentencia posterior que “marca” a toda la especie
humana destaca la rivalidad perpetua entre la serpiente y la descendencia de la
mujer. La relectura mariana del texto a partir de la traducción latina explica
su introducción en la liturgia de hoy.
El texto del varón y la mujer en el jardín se presenta con un esquema judicial: hecho en el que se viola un mandato (3,1-7), interrogatorio (3,8-13) y sentencia (3,14-19). El mandato está presentado como tantos mandamientos: “no comerás” (2,17). La violación del mandato presenta los personajes: serpiente, mujer, varón y el interrogatorio se desarrolla de modo inverso: varón, mujer y alusión a la serpiente. La sentencia nuevamente invierte los personajes: serpiente, mujer, varón. Como es habitual en los interrogatorios, cada uno responsabiliza al siguiente: el varón a la mujer, la mujer a la serpiente.
Después de
cometido el delito el interrogatorio comienza cuando una serie de elementos se
manifiestan “fuera de lugar”: el ser humano “tiene miedo” (y vergüenza), se
descubre desnudo, Dios no lo encuentra porque se ha escondido. No interesa en
el lenguaje de los mitos que Dios no debería ignorar dónde se encontraba en ser
humano, importa que la causa resulta trasparente: ¿acaso has comido?
La sentencia,
presenta los elementos negativos de la vida cotidiana vistos ahora como una
suerte de pena por el mandato violado: la serpiente resulta peligrosa para la especie
humana, el dolor del parto, el dominio del varón sobre la mujer, el trabajo
arduo y muchas veces infructuoso del campesino… [Desde una mirada de género
resulta evidente que el dominio del varón sobre la mujer es algo negativo y
perverso que el autor ve en su tiempo presente y tiene claro que no es eso lo
que forma parte del plan de Dios para los seres humanos]. El texto litúrgico
consigna solamente la sentencia a la serpiente. Nuevamente hay que señalar que
no tiene sentido preguntarse si “antes” las serpientes tenían patas y hablaban;
nada de eso cuenta en el esquema de los mitos. Sí importa destacar la causa de
algo negativo del presente, originada en la infidelidad del ser humano
originario.
En el v.15 hay que
notar que en el texto hebreo se destaca que “el linaje de la mujer”, es decir,
la humanidad, estará en constante enemistad con las serpientes. Es evidente el
peligro que este animal representa para el campesino y el conflicto entre
ambos. Sin embargo, la traducción latina de la Vulgata no señala la enemistad
entre “él” (= el linaje) sino “ella”, es decir, la mujer. La gran cantidad de
imágenes marianas en la que se ve a María pisando la cabeza de una serpiente
manifiestan claramente la eficacia de esta relectura.
2º carta de san Pablo a los cristianos de Corinto
4,13-5,1
Resumen: Pablo, como predicador en la
comunidad no se fija en sí mismo sino en aquello que beneficia (edifica) la
comunidad, la fe. Ese es el sentido de su apostolado.
La predicación es consecuencia de la fe, y la predicación conduce a la
fe (Rom 10,16; 1 Cor 1,21; 15,11). El predicador es sólo un instrumento, un
mediador, por eso el mismo predicador no tiene en cuenta su propia muerte sino
la vida de sus destinatarios, por ustedes; y cuantos más sean agraciados
con esto, más acción de gracias y gloria recibe Dios.
Pablo no tiene en cuenta su propio desmoronamiento exterior, algo se va edificando
interiormente, y esa identificación interior es un anticipo de la resurrección
que ya empieza a actuar en el creyente. Encontramos el juego de opuestos y un
típico “de menor a mayor” hebreo: pasajero-eterno, esta vez acompañado
por visible-invisible.
El Espíritu, que es el que inspira las Escrituras es
llamado espíritu de fe, y es el que mueve a Pablo a hablar,
impulsado por la fe y buscando que los destinatarios lleguen a la fe. En
la fe, y no en los fenómenos extraordinarios, está la garantía de la presencia
del Espíritu. Es en el espíritu y en la fe donde radica la
fortaleza del Apóstol, no en su propia capacidad. La cita no es literal de la
Biblia hebrea, pero remite al texto griego del Sal 115,1 (“aleluya creí y
por tanto hablé...”). Pablo la aplica a sí mismo, pasando al plural
apostólico: “creemos y por tanto hablamos”, refiriendo a su predicación,
que es tradicional en la Iglesia primitiva: Dios lo resucitó (Hch 3,15;
4,10; 5,30). Esto es algo que sabemos (palabra frecuente en Pablo, 19
veces, cf. 1,7; 5,1.6.11.16). Pero supone una actualización en la vida de los
creyentes, esta palabra es de resurrección en la que Dios es sujeto no
sólo de “levantar” a Jesús sino también a los suyos en unión
plena con él. La unión es escatológica superando lo cronológico, y todo es en
favor de la comunidad. Con (syn) es una preposición que supone comunión
plena con el crucificado-resucitado a partir del Bautismo (Rom 6,8). La
resurrección de Jesucristo no es un hecho aislado, es el comienzo de los
tiempos escatológicos del cual participan todos los que están “en Cristo”, por
eso es “primicia de los que durmieron” (1 Cor 15,20); y unidos a él re-nacerán
los que le pertenecen (1 Cor 6,14; 15,12-23). Más que temporal, todo el marco
es escatológico.
En 4,16 tenemos un dualismo escatológico muy acentuado:
exterior-interior, momentáneo-eterno, visible-no visible, casa de
tienda-edificio de Dios, fe-visión. Pero este tiempo escatológico ya ha
comenzado: es el hombre interior. Las imágenes parecen griegas (cf. 4,7;
5,1.4) pero con presupuestos antropológicos diferentes: lo que se manifiesta es
la muerte y resurrección de Cristo. El dualismo es escatológico, no
antropológico.
Mientras en vv.7-12 en la vida se actúan los sufrimientos presentes, en
4,13-5,10 se anticipa la vida futura por el espíritu de fe y la gracia que Dios
multiplica en la comunidad creyente. El desmoronamiento del hombre
exterior parece comparable a los utensilios de barro y la carne mortal
(4,7.11) por lo que la referencia es a la fragilidad, mientras que la renovación
puede hacer referencia a la metamorfosis (3,18). Pero debemos relacionarlo con
los sufrimientos apostólicos, que son momentáneos (v.17). Probablemente
por eso utiliza la imagen de casa de tienda que se demuele (kataluô; las tres veces que Pablo usa
este término demoler, siempre se contrapone a edificio/edificar, oikodemê/oikodemeô), el cuerpo
que se deshabita. Por el contrario, la renovación del nosotros
interior se relaciona con el edificio de Dios, una morada no
hecha por mano, revestidos de los cielos. Ciertamente Pablo está
contraponiendo la acción de los hombres que se enfrentan al apóstol (liviandad)
y sus efectos en su persona, con el peso de la acción e iniciativa de
Dios y el obrar de la gracia cada vez más excelente. Pablo no presta atención a
las tribulaciones (thlipsis), que son visibles y pasajeras,
sino a la obra de Dios, por eso no se detiene en ellas, sino que mira lo no
visible.
Para hablar de
este hombre interior, Pablo recurre ahora a dos metáforas: la habitación
y el vestido; ambas le servirán para remarcar la fragilidad y transitoriedad.
La morada (5,1.2.4.6.8.9) puede ser terrestre, mortal, casa
de tienda, (“casa que es tienda”), que se demuele
(ciertamente Pablo está pensando en la muerte; la imagen puede estar tomada de
Is 38,12 donde también se usa katalúôn
skênên), que nos hace deshabitar del Señor, o una morada eterna,
en los cielos, edificio de Dios. En este caso pasa a
hablar de la resurrección. Pablo se refiere al cuerpo, pero hay un
cuerpo para la muerte, y uno para la resurrección, cuerpo al que podemos “deshabitar”
dedicados en agradar al Señor con lo que se revela nuestra vida.
+ Evangelio según san Marcos
3,20-35
Resumen:
un contraste entre quienes quieren escuchar a Jesús y quienes quieren impedir
que predique se señala como quienes están dentro o quienes permanecen fuera de
un encuentro de verdadera familia.
El Evangelio de Marcos tiene dos grandes partes, cada una de las cuales tiene tres subunidades. El texto de hoy es el comienzo de la segunda subunidad de la primera parte de
la obra. Luego de una presentación general del ministerio de Jesús (3,7-12) hace
referencia a los discípulos (3,13-19) para luego, en el cuerpo señalar la
centralidad del discipulado visto como nueva “familia de Jesús”. Los términos “casa” y la referencia a la parentela de Jesús enmarcan
la unidad (3,20-6,5).
Marcos recurre, en el comienzo (que es el texto litúrgico del día), a su
clásico estilo en “sándwich” (A B A’) y es interesante prestar atención al
motivo de la incorporación de “B” para comprender mejor el texto. La estructura
es como sigue:
A. Los familiares van a buscar a Jesús para
“encargarse” de él (3,20-21)
B. Los escribas afirman que Jesús actúa poseído
por Belcebú (3,22-30)
A’. Los familiares llegan a buscar a Jesús
(3,31-35)
A.- No parece haber conexión entre los primeros
dos versículos: “una multitud se reúne hasta el punto que ni puede comer pan” y
“lo escucharon los “cercanos” (familiares) y deciden tomarlo. ¿Por qué? ¿Qué
relación hay entre la multitud que lo rodea y los familiares que “por eso”
deciden “llevarlo”? El motivo es que “decían está fuera de sí (= desquiciado).
¿Tiene relación la locura atribuida a Jesús con las multitudes que lo siguen?
Pero los suyos, su madre y sus hermanos, llegan narrativamente después de un texto
que alude a lo que afirman “los escribas” (unidad B).
B.- El texto comienza y termina con una misma idea que Jesús “esta
poseído” (vv.22 y 30, literalmente “lleva”, “tiene en sí”, éjô). A quien Jesús tiene es a Beelzeboul, “el príncipe de los demonios”.
Una breve nota sobre el diablo y los demonios: se ha dicho, y parece
cierto, que “el diablo” y los “demonios” no son idénticos. De hecho, jamás se
afirma que Jesús expulsa al o a diablo/s. Eso se afirma de “los demonios”. Más precisamente, diablo (o
sinónimos) jamás se dice en plural: no hay “diablos”, mientras que no existe “el
demonio” ya que estos son “un ejército” o un colectivo. Sí se habla de que un
(o varios) demonios “entran” (poseen) a una persona. El diablo (o sinónimos) es
presentado como el “jefe” de los demonios. En la literatura apocalíptica, que
es cuando se multiplican sus nombres, el diablo es presentado también como
Satanás, Belial, o también Beelzeboul (cf. 2 Re 1,2.6). “Satan” es “el adversario” (cf. 1 Re 11,14), y habitualmente el “adversario de Dios”;
también el “acusador” o el fiscal” (cf. Job 1-2). En Ap 12,7 se contrasta a Miguel y sus
ángeles y al Dragón y sus ángeles. Se supone, entonces, en el texto, que el “jefe”
de los demonios puede ordenarles que entren o salgan de una persona. El objetivo ciertamente es perjudicarles.
Jesús les pregunta a los escribes cómo ese so posible; no tiene lógica estratégica.
Para ejemplificar esto recurrirá a una parábola. Tres veces recurre a la misma
idea para – como es evidente – en la tercera “hincar el diente” en el tema:
- Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. (v.24)
- Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. (v.25)
- Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. (v.26)
Como se ve, Jesús no solamente identifica a Satanás con Beelzeboul sino
que además la división “contra sí mismo” la explicita como “alzado contra sí
mismo”, y la incapacidad de “subsistir”, mantenerse (en pie), indica que “ha
llegado a su fin”. Las imágenes de un reino o una casa son ilustrativas para la
tercera: Satanás, que es el tema en cuestión, aunque el reino, ciertamente indica el conflicto con otro reino, el de Dios..
Pero Jesús “contra
ataca” y destaca que para
apropiarse de los bienes de una persona “fuerte” es necesario antes inmovilizarlo
a fin de lograr el objetivo. ¿De quién se trata? ¿A quién identifica Jesús como
“el fuerte”? En Marcos (y los otros Sinópticos)
quién es calificado de “más fuerte” es, precisamente, Jesús. Lo que él parece
estar indicando, entonces, es que, con su actitud perversa, los escribas
pretenden “atar las manos” a Jesús e impedirle obrar. Los “bienes” de Jesús parece
tratarse del “reinado de Dios” que se manifiesta expresamente en la expulsión
de demonios.
Una breve nota teológica sobre la expulsión de demonios: con mucha
frecuencia en los evangelios Sinópticos (jamás en Juan) Jesús expulsa demonios.
Sería preciso decir que no se trata de “exorcismos” ya que esto supone un
ritual. Flavio Josefo destaca como “gran exorcista” a Salomón, para lo que
recurre a amuletos, por ejemplo. De hecho, el término “exorcista” sólo se
encuentra en Hch 19,13 en toda la Biblia y se trata de unos “judíos” pero no pueden lograr su objetivo. Jesús, en
cambio, expulsa “con una palabra”, sin rituales. No es la intercesión de Jesús,
sino su palabra autorizada la que logra el efecto. Por otra parte –
especialmente en Marcos – la expulsión de demonios es un gran signo del obrar
de Jesús (y de los suyos) como manifestación del reinado de Dios. El diablo y
sus ángeles buscan aniquilar a la persona, mientras que Dios quiere su bien
pleno; la “posesión” representa una expresión clara del “anti-reino” mientras
que la expulsión y la restauración de la persona permite que Dios reine.
Precisamente por esto, por la pretensión de atar las manos de Jesús es
que se impide obrar al Espíritu Santo (ese que “el más fuerte” comunica en su bautismo, 1,8), y eso es
imperdonable.
Breve nota sobre
los escribas en Marcos: de un modo simplista se puede decir que los colectivos negativos en Mateo son los fariseos, en Lucas son los ricos y en Marcos son los
escribas. Ya se señaló que Jesús tiene
“autoridad”, “no como los escribas” (precisamente en el primer gran gesto de
Jesús, la expulsión de un demonio en la Sinagoga, 1,22); los responsables de la
muerte de Jesús serán los “sacerdotes” y los escribas (8,31; 10,33; 11,18…). Lo
que los caracteriza es la ostentación y aprovecharse de los débiles (12,38-39).
Esto nos permite entender la relación planteada al comienzo: las
multitudes que rodean a Jesús y la intensión de sacarlo del medio. La frase “está
fuera de sí”, entonces, parece dicha por los escribas, no por los familiares de
Jesús. Éstos, sí, deciden “hacerse cargo” porque la estigmatización de Jesús se
transmite a toda la familia y eso mancha el honor familiar.
A’.- Los familiares llegan a donde Jesús estaba rodeado por la “multitud”.
Marcos destaca que “se quedan fuera” (v.31), cosa que le repiten los
informantes (“están fuera”, v.32). El contraste, ahora, viene dado entre
quienes están “fuera” y los que están “dentro” (“los que estaban sentados
rodeándolo”, v.34). A la pregunta de Jesús “¿quién es…?, él mismo responde: “¡estos!”
La novedad de la nueva familia que Jesús propone (o la nueva “casa” que propone
integrar) viene dada por la respuesta positiva a la voluntad de Dios (= reinado
de Dios).
Una serie de temas quedan pendientes y sólo podemos muy escuetamente
señalarlos:
- La madre de Jesús. La respuesta de Jesús no parece dejar bien parada a su Madre. Hay que señalar que en Marcos (ni en Mateo; en cambio en Lucas empieza a notarse un pequeño cambio) no hay una “mariología”. La intención no es ni criticar, ni destacar a la madre, sino contrastar dos colectivos humanos.
- La familia. No es exacto afirmar que Jesús defiende “la familia”. El centro de la predicación de Jesús es “el reinado de Dios” y este es puesto por encima de todo, incluso de la familia. Si ésta permite que Dios haga su voluntad (= reine) pues será parte del “adentro” de Jesús; caso contrario, quedarán afuera.
- La casa. Se ha señalado que en Marcos se propone una “nueva casa”, o una “nueva familia” en la que hay “un padre”, Dios y una multitud de hermanos y hermanas. Es el sentido del discipulado como Marcos lo entiende. En el adentro de esta casa Jesús habla con más claridad puesto que se trata de aquellos dispuestos a “cumplir la voluntad de Dios”. Es muy frecuente, en Marcos, que cuando Jesús queda con los suyos (“adentro”) les explica con más claridad todo: “a ustedes se les ha dado el misterio del reino de Dios, pero a los que están fuera, todo se les presenta en parábolas” (4,11).
El “sándwich” está concluido: en torno a Jesús hay unos que están
dentro, lo rodean, lo escuchan y se manifiestan abiertos a escuchar y cumplir
la voluntad de Dios. Otros quedan fuera, y no son presentados como discípulos
del reinado de Dios, por el contrario, en la práctica buscan sacar a Jesús del
medio, “atarle las manos” impidiendo así obrar al Espíritu Santo, impidiendo a
Dios reinar. Jesús comienza, en esta segunda sub-unidad del Evangelio, la
travesía de la predicación de ese reinado que Jesús predica.
Foto tomada de http://leonocio.es/event/feria-de-la-patata-en-chozas-de-abajo/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.