jueves, 13 de febrero de 2025

Isaac, el hijo de la promesa

Isaac, el hijo de la promesa

Eduardo de la Serna




Hemos presentado, en su momento, a Abraham, Sara, Agar, Ismael, pero no se puede obviar la referencia a Isaac, el hijo de la promesa.

Sabemos, y dijimos, que Sara era estéril y, por lo tanto, Abraham no tenía descendencia. El hijo que tendrá con Agar no es, propiamente, el esperado. Este no debe ser sólo de Abraham, sino también de Sara.

Los relatos son variados insistiendo en el anuncio del nacimiento, la desconfianza y – en alguna ocasión – la risa incrédula de Sara. Pero, finalmente, el hijo nace: Isaac.

Es interesante que en el nombre “Isaac” está la raíz hebrea shaq que significa reír, disfrutar, gozar, tener placer… y los textos juegan con esto: Abraham se ríe de la promesa de tener un hizo en su edad avanzada (Gen 17,17), Sara se ríe cuando escucha que será madre (Gen 18,12-15), se enoja cuando ve a su hijo jugando y riendo con su medio hermano Ismael (Gen 21,9), se ríe de la alegría de ser madre y celebra que otras reirán con ella (Gen 21,6), e incluso algunos ven a Isaac gozando con su mujer (26,8) con lo que se revela la mentira en la que – al igual que Abraham – había dicho que esta era su hermana para conservar la vida (ver Gen 26,1-14 y Gen 12,10-20 y 20,1-18). Así, en el nombre, el relato toma la etimología popular del nombre Isaac y su referencia a la risa (algunos estudiosos dicen que, en un sentido más académico, el nombre hace referencia a la alegría, al placer de Dios mismo).

Es cierto que los textos no dan demasiada importancia a este hijo y se detendrán más en su nieto, Jacob (al que luego se lo llamará, ¡nada menos!, Israel), así Isaac es una especie de “bisagra” entre Abraham y Jacob, pero hay algunos elementos que merecen ser tenidos en cuenta.

Es de notar que fuera del relato del Génesis, casi siempre lo encontramos en la lista “Abraham, Isaac y Jacob (o Israel)” (Ex 2,24; 3,6.15.16… Núm 32,11; Dt 1,8… Mt 8,11; Mc 12,26; Hch 3,13, etc.).

Al igual que ocurrirá con Jacob, hay preocupación de que no se casen con las mujeres “del lugar” (ver Gen 24,3-9 y 27,46-28,5). 

Como puede verse, hay elementos en común de Isaac con Abraham y también con Jacob lo cual confirma su rol de “bisagra” entre uno y otro.

No puede ignorarse, en todo esto, el momento dramático en el que Abraham es puesto a prueba y es invitado a sacrificar a su hijo. Para reforzar el drama el texto dice: «Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, vete a tierra de Moriah y ofrécelo allí en holocausto» (Gen 22,2). Es conocido que, finalmente, Dios impide la muerte de Isaac y, entonces, Abraham lo reemplaza por un carnero que allí estaba enredado entre las ramas con sus cuernos. Abraham lo ofreció “en lugar” de su hijo (22,13). Sabemos que en la región eran frecuentes los sacrificios de personas (ver 2 Re 3,27; Ez 16,36). Algunos ofrecían a su hijo a la divinidad como un modo de ser agradecidos por el don de la fecundidad y con la esperanza de que esta se multiplicara. El relato, entonces, deja constancia de que esos sacrificios no son queridos por Dios; de hecho, a partir de entonces, es frecuente que ante el nacimiento del primer hijo, en Israel, se ofrezca un cordero "en lugar" del hijo, aunque los pobres pueden ofrecer dos palomas (Lev 12,5-8; como es el caso de María y José ante el nacimiento de Jesús, Lc 2,24).

Es interesante, que los textos más tardíos, imaginan a Isaac alentando a su padre Abraham a dar cumplimiento a lo pedido por Dios de ofrecerlo en holocausto, mostrando así su fidelidad al proyecto de Dios. En el Evangelio de Juan, por ejemplo, la cruz de Jesús no la lleva José de Arimatea (como en los evangelios sinópticos), sino el mismo Jesús, así como Isaac llevó las maderas para el sacrificio (Gen 22,6; Jn 19,17).

Como vemos, Isaac no juega un rol importante en el relato, pero es fundamental para el paso de la promesa de Dios a Abraham a su concreción en Jacob – Israel. Y ese rol está caracterizado por la alegría, el placer y la risa. De Dios y de su pueblo. La tristeza y la amargura de corazón está muy lejos de ser algo que Dios quiere para nosotros.

 

Imagen tomada de https://ia-biblia.com/los-patriarcas-abraham-isaac-y-jacob/

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