jueves, 14 de marzo de 2024

Pensar brevemente la Memoria, la Verdad y la Justicia

Pensar brevemente la Memoria, la Verdad y la Justicia

Eduardo de la Serna



Siempre – o casi siempre – una buena manera de entender y profundizar un tema, suele ser comenzar por los opuestos. Ayudar a vislumbrar, entre otras cosas, su importancia por la negativa.

En ocasiones, basta con el prefijo “in” o “des” para comenzar a presentarlas, en cuyo caso, desmemoria o injusticia parecerían suficientes, pero – al menos en ocasiones – parecería que se hace necesario algo más, y, evidentemente, en el caso de la verdad, se debería recurrir a la mentira ya que nos prefijos no acompañan. Pero, insisto, no parece que alcance. La desmemoria, por ejemplo, puede encontrar espacios donde no se alcanza a comprender su gravedad. Quizás el olvido puede ser visto como más abarcador. Del mismo modo, si bien la injusticia aparece como algo grave, no alcanza – o no siempre abarca – elementos como pueden ser la impunidad, por caso. El caso de la verdad, en nuestro tiempo, es mucho más complejo aún ya que en determinados ambientes esta parece tan relativa que hay (habría) tantas verdades como sujetos, en cuyo caso la verdad no existe.

El olvido, por ejemplo, puede ser, en ocasiones, un escudo del inconsciente para evitar la recurrencia de un dolor insoportable; pero – en ese caso – el dolor permanecería imperceptible, oculto, pero no se ahondaría en la causa del mismo, ni en la búsqueda de soluciones. Incluso, el olvido puede ser indicio de una ateroesclerosis o de Alzheimer que, también parece haberlos sociales. Una sociedad sana, o que pretende serlo, no puede darse el lujo de esa desmemoria. Se dice que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra (y hasta cuatro, como vendría a ser nuestro caso).

Pero, en realidad, para complejizar aun más la cosa, los tres elementos pareciera que deben ir juntos… la memoria ayuda a que se vislumbre la verdad y esta conduce a que haya justicia. Obviamente, sin verdad no habría justicia, sino “in”, y no habría memoria sino ocultamiento, sin justicia no habría verdad ya que esta sería impotente ni habría memoria sino anécdotas; y sin memoria no habría verdad sino teoría, y sin memoria no habría justicia sino manuales.

Ya he señalado, además, en otra ocasión que no se trata de la mera memoria, verdad o justicia, sino de que estas deben militarse, la memoria, la verdad y la justicia deben construirse (o disolverse en la nada, como ocurre en ocasiones); son acciones políticas, ciertamente.

Para complicar aún más la situación, veamos un elemento central. El terrorismo de estado, para supuestamente combatir las guerrillas, utilizó la desaparición forzada de las personas como arma principal de guerra (acompañada de todos los elementos que la crueldad humana pudo imaginar). Como es sabido, la desaparición ejerce un poder enorme: nadie puede elaborar el duelo, inconscientemente en muchos queda además la duda, y las tinieblas rondan todos los ambientes. No hay cuerpos, con todo lo que esto significa en todas las culturas. Obviamente, alguien (“álguienes”) fueron responsables de esto, en algún lado está registrada la memoria de dónde están los cuerpos, o dónde fueron incinerados, arrojados, ocultados. Y, para añadir crueldad (que los caracteriza) ellos mismos son los que ahora dicen “no fueron 30.000”, “en las listas oficiales el número es mucho menor”, “díganme la lista” y demás sadismos. Es decir, los que deberían informar piden informes a las víctimas…

Es cierto que hay datos que aportan a la verdad, y, por tanto, a la memoria y, luego, a la justicia, como por ejemplo los registros de ADN. Pero, para sumar crueldad a la crueldad, hay un poder per-judicial que no investiga (no busca la verdad) con lo que se quiebra el círculo virtuoso. Otro de los sádicos argumentos que utilizan los perpetradores es que muchos están detenidos sin causa. Causa que el poder judicial, cómplice como es evidente, se niega a avanzar. Así, desde el negacionismo vigente, se niegan a la verdad, reclamándosela a las víctimas, se niegan a la justicia demorando, y demorando los procesos judiciales esperando que la “cronoterapia” siga sus tiempos naturales y se niegan a la memoria pretendiendo un Alzheimer social o un barrer bajo la alfombra. Nada más sano, aunque doloroso, porque la realidad lo es, que mirar la historia a los ojos, para entenderla, y buscar no tropezar una 5ta vez con la piedra. Nada más sano que estar vivo. Nada más sano que la verdad… ¡Y son 30.000!


Imagen tomada de https://almomento.net/la-basura-debajo-de-la-alfombra-opinion/

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