Fiesta de Quilmes 2025 [*]
A veces hacemos cosas extrañas las personas… Para enseñar la
“civilización” a un grupo de indígenas que se resistían, se los desplazó
forzadamente más de 1300 kilómetros y se los “redujo”.
Y después, cuando se extinguieron, se declaró esta, zona
liberada y se constituyó la ciudad que llevó su nombre (eso sí, cambiándole la
letra inicial, porque parece que para los civilizados la “K”, de Kilmes, era y
es una letra que debería suprimirse).
Y toda la región costera fue aprovechada con frecuencia para
el contrabando, porque – ya lo sabemos – los poderosos se resistían y resisten
a pagar impuestos.
Pero, sabemos también que, en
esta tierra, hubo otros que resistieron las invasiones y la civilización que
los bisabuelos de Margaret Thatcher quisieron imponernos.
Y se fue gestando Quilmes. Y se
sigue gestando Quilmes. Con raíces indígenas (no “originarias”, porque eran
originarias de Tucumán), y sangre española, con horizontes campesinos y
velocidades urbanas. Se asentaron empresas y se asentaron expulsados de la
ciudad que se niega a mirar el país. Se pudo planear un proyecto y se desbordó
lo planeado. Y Quilmes se fue transformando, así, en un partido notablemente
desigual.
Desigualdad que sigue y seguirá
creciendo mientras desde el poder se castigue a los vecinos y vecinas por no
elegir lo que ellos desean. La libertad tiene su precio.
Y no está de más decir una
palabra sobre la libertad, que parece que está de moda. En el ambiente
judeo-cristiano, la libertad es ir en pos de un proyecto; proyecto liberador
(porque no hay libertad sin liberación), proyecto de pueblo, proyecto de justicia.
Para la Biblia judeocristiana, no hay libertad sin justicia social, mal que le
pese a los fundamentalistas e individualistas. Y, sí es cierto que detrás de la
justicia social hay un robo: ¡un robo cuando no hay justicia!
Con ironía, la libertad
originaria en Quilmes, se gestó con la opresión de hermanos y hermanas
indígenas, y luego, cuando se celebró su extinción. Con ironía, hoy gritan
libertad cuando viene un embajador a decirnos qué debemos hacer, con quien
comerciar y a quien votar. Con ironía hay libertad si reconocemos una deuda
usuraria que simulan postergarla si elegimos bien, es decir, como “ellos”
deciden que decidamos. Con ironía, parece que hay libertad si se encarcelan
injustamente presas políticas por un fake poder judicial, por el solo
delito de conducir proyectos de justicia, o no aceptar lo de “cárcel o bala”.
Pero muchos seguimos creyendo que
otro Quilmes es posible. Hay un Quilmes que mira al norte, pero es posible un
Quilmes con la mirada al oeste. Hay un Quilmes que celebra a Julio Argentino
Roca, pero es posible un Quilmes que aplauda a Ceferino Namuncurá. Hay un
Quilmes que se desentiende de Gaza, y un Quilmes que grita ¡genocidio! Hay un
Quilmes que cree que la tierra es plana y que niega la historia, y hay un
Quilmes que mira a nuestros vecinos como hermanos, abriéndoles las puertas y
que, además, sabe que fueron 30.000.
No hay uniformidad, por cierto. Y
es bueno que no la haya. Pero es sensato preguntarnos ¿qué Quilmes queremos?
Podemos pretender un Quilmes con la libertad de la injusticia y el
individualismo, o un Quilmes que se atreva a mirar a los ojos a otros, otras y
otres reconociéndoles como hermanos. Podemos pretender un Quilmes que se
desentienda de los pobres, los jubilados, las personas con discapacidad o la
salud y la educación pública, o un Quilmes menos desigual porque todas, todos y
todes están en camino a acceder a sus derechos. Podemos pretender un Quilmes
cruel, donde no se odia lo suficiente, o un Quilmes donde creemos que el amor
vence al odio. Y no vale
todo lo mismo, no hablamos de Quilmes iguales.
Caminar juntos no es fácil.
Algunos son veloces, otros muy rezagados, y otros andan en la mitad. Pero la
clave no está en eso, sino en la dirección. Es curioso que algunos repitan “hay
que dar tiempo” cuando estamos convencidos que este camino conduce al desastre,
y cuánto más tiempo pase, este más pronto llegará. Es importante el camino;
camino que algunos anduvieron y nos mostraron rumbos. En este camino hubo
mártires y hubo testigos, hubo un “nunca más” que es palabra casi sagrada, hubo
banderas de Derechos Humanos con la figura señera de Jorge Novak y curas,
pastores y pastoras caminando juntos. Hubo arte, deporte y cultura. Hubo
gestores de la muerte y artesanos de la vida.
Uno de los quizás más importantes
personajes de mitad del s. XX, un teólogo enorme, pastor protestante y
asesinado en las cárceles de Hitler decía:
Para este mundo el éxito es la medida
y la justificación de todas las cosas; pues bien, la figura del juzgado y
crucificado sigue siendo extraña y en el mejor de los casos digna de compasión
para el mundo. El mundo quiere y debe ser vencido por el éxito. No son las
ideas o los sentimientos, sino las acciones las que deciden. Sólo el éxito
justifica la injusticia realizada. La culpa cicatriza en el éxito. Es insensato
censurar al exitoso [erfolgreich]
sus vicios. Con esto nos quedamos en el pasado y mientras tanto el exitoso
avanza de hecho en hecho, alcanza el futuro y convierte el pasado en
irrevocable. El exitoso crea un estado de cosas que ya no puede volver atrás,
lo que él destruye ya no puede repararse, lo que él edifica tiene el derecho de
subsistir por sí al menos en la siguiente generación. Ninguna acusación puede
reparar la culpa que cometió el exitoso. La acusación pierde vigor con el
transcurso del tiempo, el éxito permanece y determina la historia. Los jueces
de la historia desempeñan un triste papel junto a sus figuras. La historia
avanza por encima de ellos. Ningún poder de la tierra osará atribuirse con
tanta libertad y autonomía el principio de que el fin justifica los medios como
lo hace la historia. (D. Bonhoeffer; Ética)
Tenemos un Quilmes siempre por delante. Sabemos que un
castillo de naipes tarda horas y hasta días en hacerse, pero basta un soplo
para derrumbarlo. Y hay expertos y expertas en demolición. Hay expertos en
desviar la atención de lo importante o en hacer creer sistemáticamente en sus
mentiras. Pero hay otro Quilmes posible, y no es cosa de éxito, sino de
justicia. Y mirando a los pobres, los comedores, los movimientos sociales, la
comunidad organizada, las comunidades de base, la fe de un pueblo hay un
horizonte que marca caminos, hay utopías que señalan rumbos, hay otras, otros y
otres con los que andar, y cantando y bailando con ellos y ellas otra libertad
es posible. Y sabemos cuál es el Quilmes que Dios bendice, y cuál del que se
desentiende… Y esta libertad sí ¡vale la pena! Y muchos, en Quilmes ¡allá
vamos!
[*] palabras pronunciadas el 14 de agosto de 2025 en la Municipalidad de Quilmes con motivo del 359º aniversario del municipio.
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