sábado, 9 de agosto de 2025

Había una vez…

Había una vez…

Eduardo de la Serna



Había cosas que todos sabíamos, todos aceptábamos, todos valorábamos. Se llama “consenso”.

Y, es cierto que muchas de esas cosas podemos, y quizás ¡debemos!, mirar de otra manera, pero sin consensos mínimos la convivencia es imposible. No hay encuentro posible, solo choques.

Es cierto que nuestra cultura ha cargado con elementos que hoy reconocemos negativamente, y es sensato “aprender a hablar de nuevo”, pero eso no significa que hay que empezar de cero. Especialmente, porque si así fuera, los “docentes” son bastante indecentes.

  •          Había consenso en que la democracia es un punto de partida necesario y fundamental.
  •          Hay consenso en que esto implica división de poderes entre los Tres que la constituyen.
  •          Hay consenso en que la violencia es destructiva, sea del modo que fuere: verbal, física o asesina.
  •          Hay consenso en que hay espacios casi sagrados a los que hay que introducirse “descalzos”.

Pero resulta que, un gobierno, en nombre de una supuesta “batalla cultural”, que expresamente reniega de la democracia, que manipula los tres poderes de la república a su antojo, que no condena un intento de asesinato vicepresidencial, que no se avergüenza de golpear jubilados, ofender un chico con autismo, reprimir personas con discapacidad, despreciar la salud y la educación pública, desocupar a mansalva y burlarse de las víctimas del genocidio dictatorial, ese gobierno no es repudiado unánimemente por la sociedad... ¡No se trata de que algo ha cambiado! ¡No! Se trata de que los termes pulverizan los cimientos de una sociedad que, con dificultades, con tropiezos, y hasta con elementos negativos, casi a los tumbos, iba hundiendo raíces sobre las que se elevaba una Nación, sobre los que se edificaba la convivencia. Individualismo ¡al palo!

Hay cosas que deben seguir siendo lo que son. ¡Deben!

  •    Me guste o no me guste Cristina (¿es tema de “gusto”? ¡socorro!), ¡está mal que intenten matarla! ¡está mal que la condenen en un juicio a todas luces ilegítimo!
  •   Me gusten o no me gusten determinados periodistas, ¡está mal que se los “escrache” y estigmatice. Yo, en mi caso, como no les creo, simplemente no los escucho o leo y me informo en otro lado (¡que no es TIC TOC, por cierto!).
  •    Me gusten o no me gusten los Organismos de Derechos Humanos, el “¡Nunca más!” no puede ser banalizado. Como la palabra “desaparecidos”, por ejemplo, son demasiado dolorosas para que sea usada por cualquier insensible para cualquier cosa.
  •    Me guste o no me guste, el insulto y la agresión, incluso a personas que detesto, no es el modo en que debiéramos relacionarnos, especialmente desde los responsables de la “cosa pública” (res publica).
  •    Me guste o no me guste debo (¡debemos!) hacer el esfuerzo de informarnos seriamente (no Tic Toc, no Facebook, no “X”) para sacar conclusiones sensatas. Si no, ya sabemos quién maneja los sentidos y hacia dónde conducen las miradas y razonamientos.

Sencillamente creo que, aunque es bueno y razonable cuestionar cosas, cambiar otras, precisar algunas, relativizar también, hay cosas que si no las consensuamos (de todos los ambientes posibles, de todas las ideologías, de todos los pensamientos, aunque – como vemos – la unidad sea imposible) es bastante difícil pensar un mañana que nos incluya. Y, en lo personal, sueño con un mañana para todas, todos, todes. Creo que a eso, Jesús lo llamó “reino de Dios”.


Imagen tomada de https://www.ucm.es/quidestliber/tabula-cerata


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.