jueves, 25 de agosto de 2022

Dios es madre, no solo padre

Dios es madre, no solo padre

Eduardo de la Serna

 



Si podemos decir que la imagen de un padre puede aplicarse a Dios, ciertamente como una metáfora, no es menos evidente que podemos decir que es aplicable a él una imagen materna. Claro que, en una sociedad patriarcal como la antigua, si encontramos reticencia en llamarlo “padre” mucho más la habrá para calificarlo de “madre”: Tenemos, además, un problema de lenguaje, ya que, aunque Dios no tenga género, el término “dios” es masculino y decir que “Dios (= masculino) es “madre (= femenino)” resulta complejo.

Pero hay un paso importante que debiéramos dar para no “mezclar las cosas”. Por un lado, hemos de mirar la perspectiva de los tiempos bíblicos y por otra la de nuestros tiempos. Ciertamente son muy diferentes, y – en ocasiones – imágenes que eran comprensibles ayer no lo serán hoy, y viceversa. Es evidente que el lugar de las mujeres en la sociedad ayer y hoy son muy diferentes. Por tanto, es sensato distinguirlas para comprenderlas.

Para empezar, es interesante señalar que en los pueblos vecinos de Israel es muy frecuente señalar a tal o cual dios o diosa como padre o como madre de tal pueblo, del rey o de la humanidad. Es posible que en Israel hayan querido evitar esto para que el Dios de Israel no se pareciera a los dioses y diosas de los pueblos. Pero, además, es evidente que al hablar de Dios usamos un lenguaje humano (¿Qué otro podríamos utilizar, si no?) pero en la Biblia está clarísimo que Dios “es Dios y no humano” (Oseas 11,9). Finalmente, destaquemos que el hecho de que Jesús siempre se refiera a Dios como “padre”, abbá, ha de haber influido que elementos femeninos que se aplican a Dios y que se encuentran en el Antiguo Testamento no se reiteren en el Nuevo. Lo cual, evidentemente, no los anula ni censura. A ellos nos referiremos:

Para empezar, hay un texto muy interesante en una “discusión” que tiene Moisés con Dios:

¿Acaso he sido yo el que ha concebido a todo este pueblo y lo ha dado a luz, para que me digas: «Llévalo en tu regazo, como lleva la nodriza al niño de pecho, hasta la tierra que prometí con juramento a sus padres»? (Núm 11,12)

Moisés siente que la tarea que Dios le ha asignado es superior a sus fuerzas y le reclama a Dios que ha sido Él, Yahvé y no Moisés, el que ha “concebido” y “dado a luz” a este pueblo, y es la “nodriza” que debe amamantarlo. Como es evidente, todas las imágenes son maternales. En Deuteronomio Dios es comparado con un “padre”: “¿no es él tu padre, el que te creó?” (32,6) pero también se queja, con figuras maternales, que “has desdeñado la roca que te engendró, has olvidado al Dios que te dio a luz” (32,18). En el Salmo 90 hace referencia a las cosas creadas como que Dios “dio a luz la tierra y el mundo” (v.2), algo que también encontramos en Job 38,28-29.

Sin embargo, donde más se encuentran imágenes que refieran a Dios como una madre es en un discípulo de Isaías que encontramos en los capítulos 40-55 del libro. Dios grita como un guerrero y también como una parturienta (42,13-14). Dios y no otro ha engendrado y “dado a luz” al rey persa que será instrumento de Dios para el regreso del exilio de Israel (45,10). Aunque una mujer pudiera olvidar a su niño de pecho, Dios no olvidará a Israel (49,15). Dios ha “modelado desde el vientre” (44,2.24), e Israel ha sido transportado “desde las entrañas maternas” (46,3) … Si Dios es visto como un padre de su pueblo, la imagen de que es “como una madre” no podía quedar ausente. Y, como se ve, la referencia es – particularmente – a la concepción, a dar a luz, a amamantar, al cuidado.

Gracias al aporte contemporáneo de una perspectiva de género, hoy hay mucho más que decir y también más que relativizar. Es evidente que, hoy, el padre no queda fuera de las tareas del cuidado y, además, que es empobrecedor, reducir el rol de la mujer a la maternidad (hay decenas de mujeres plenamente mujeres y felizmente mujeres que no son madres, por ejemplo). La imagen de Dios como madre no debería, entonces, hoy, quedar encerrada en las antiguas concepciones de lo que se supone o espera de la maternidad. Señalemos algunos elementos principales: en Dios no hay género, y todo lo que digamos de él recurre a un lenguaje “antropológico”. Si no tiene género, pero usamos habitualmente el masculino, no podemos, sin ser injustos y parciales, no recurrir también al lenguaje femenino. Hay elementos biológicamente propios de la mujer que son claramente aptos para pensar a Dios: formar en el vientre, concebir, dar a luz… Algún autor ha propuesto sugerentemente que la imagen materna de Dios puede verse en el Espíritu Santo, y lo relaciona especialmente con la madre de Jesús, María. Pero esto no solamente es muy discutible, sino que, además, ha sido sensatamente cuestionado desde la teología feminista que ha presentado a María como “verdadera hermana nuestra”. La imagen y relación de Jesús, varón y de María, mujer, aunque biológicamente verdadera es teológicamente discutible... y patriarcal. Jesús es modelo para todos y todas, María es modelo de discípula para todos y todas.

Que haya elementos maternales que podemos aplicar a Dios no debería llevarnos a “biologizarlo”, cosa que expresamente la Biblia pretende evitar. Dios es Dios, no humano; y por lo tanto, para "imaginarlo", podemos pensarlo como un padre en ocasiones, como una madre en ocasiones, y como “Dios” siempre.

 

Foto tomada de https://es.dreamstime.com/silhouette-de-una-bella-mujer-embarazada-afuera-al-atardecer-alabando-dios-silueta-joven-bailarina-image165086616

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