viernes, 5 de agosto de 2022

Un día para los “curas”

Un día para los “curas”

Eduardo de la Serna



En tiempos que san Juan María Vianney (1786-1859) era el “cura” de Ars, la población parroquial ascendía a 250 habitantes. Como era habitual, su ministerio se concentraba en confesiones, visita a los enfermos, y celebraciones de otros sacramentos. En lo personal, su vida estuvo marcada por ayunos, ascetismo y hasta flagelaciones (disciplinas) e incluso – cuentan – frecuentes peleas con un demonio. 

Obviamente, no sólo han cambiado los tiempos sino también la geografía… Nada de eso quita ni un ápice a la santidad del “cura” de Ars, pero, difícilmente sea hoy visto como modelo para un ministro ordenado de nuestro tiempo y lugar. En su memoria todo 4 de agosto se suele conmemorar a los “curas”, entendidos estos como los que tienen una responsabilidad pastoral (cuidado pastoral, en latín “cura”), es decir, a los “párrocos”. 

Mucho ha cambiado… por ejemplo, en nuestro tiempo, es frecuente que haya párrocos de más de una parroquia, parroquias sin párroco (atendidas por diáconos, por ejemplo, o por comunidades religiosas o por laicas y laicos); hay praxis sacramentales casi olvidadas y actividades pastorales hoy que eran desconocidas ayer; hay una concepción del ministerio ordenado de ayer que no se entiende de ese mismo modo hoy, mientras hay concepciones teológicas de hoy incomprensibles ayer… 

Es verdad que lo mismo podría decirse del episcopado de hoy que poco puede referenciarse en Toribio de Mogrovejo (1538 – 1606), o el diaconado con san Lorenzo (225 – 258).  

Es frecuente el 4 de agosto (día del fallecimiento del “cura” de Ars) saludar a todos los presbíteros, aunque no todos sean párrocos. Coincidentemente, en Argentina un 4 de agosto fue asesinado, por la dictadura cívico – militar con bendición eclesiástica, el obispo de La Rioja, Enrique Angelelli (1976), hoy reconocido, junto con sus compañeros Carlos, Wenceslao y Gabriel como mártires por la Iglesia. Además, suele afirmarse que el modelo de cura y patrono de los presbíteros en Argentina es el santo “cura” Brochero (1840-1914) según afirmó el 17 de octubre de 2016 la Congregación romana para el Culto y los Sacramentos, fiesta que se celebra cada 16 de marzo (día de su nacimiento). Pero, además, es habitual señalar el surgimiento (y por lo tanto el “día de…”) del ministerio ordenado, el Jueves Santo (por eso es el día en que se conmemora la ordenación y se renuevan los compromisos con las comunidades y la Iglesia). 

Como se dijo, mucho ha cambiado hoy en la comprensión del ministerio desde tiempos del “cura” de Ars a nuestros días. El cura, por ejemplo, no se entiende ya en exclusiva relación con el altar (“sacerdote”) mientras que en nuestros días el Concilio Vaticano II amplía el horizonte ministerial afirmando que: 

para cooperar en esta obra son enviados todos los presbíteros, ya ejerzan el ministerio parroquial o interparroquial, ya se dediquen a la investigación o a la enseñanza, ya realicen trabajos manuales, participando, con la conveniente aprobación del ordinario, de la condición de los mismos obreros donde esto parezca útil; ya desarrollen, finalmente, otras obras apostólicas u ordenadas al apostolado. Todos tienden ciertamente a un mismo fin: a la edificación del Cuerpo de Cristo, que, sobre todo en nuestros días, exige múltiples trabajos y nuevas adaptaciones. [P.O. 8] 

En ese sentido, en interesante que “sacando” al cura del altar, Juan Pablo II ya desde el título, en su exhortación pastoral sobre los presbíteros, rescata el más bíblico concepto de “pastores”, (“Pastores dabo vobis”) fuertemente resaltado hoy por el papa Francisco (“pastores con olor a oveja”). De estar en medio (o delante, o detrás, pero “con”) del pueblo se trata. Es buena la ocasión – y más ante la enorme crisis vocacional del ministerio ordenado de nuestros días – pensar y repensar el sentido del ministerio; para lo cual se hace indispensable mirar a Jesús y pensar sus “sueños” (no para repetirlos irracionalmente, como suele decirse por ejemplo para negar el acceso al ministerio a las mujeres) y luego mirar nuestro presente y sus necesidades en vistas al futuro. A lo mejor de ministros muy de otro modo estaríamos hablando. El desafío de pensarlo sin temores, con osadía y seriedad puede volvernos un poco más parecidos al pastor que Jesús quería, quizás con algo de Ars, algo de Brochero, algo de Angelelli y mucho, ¡mucho!, del Buen Pastor Jesús que arriesgó su vida por los suyos poniéndose delante del peligro, dando vida y vida abundante, aunque eso molestara a los odiadores (los de ayer, los de hoy, los de mañana). De la vida del pueblo se trata, no tanto de los ministros, al fin y al cabo.


Foto tomada del diario Clarín

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