Pastores, profetas y ¡un! mártir
Repercusiones de un discurso cardenalicio en los 50 años de Medellín
Eduardo
de la Serna
Inaugurando el reciente
congreso organizado por el CELAM con motivo de los 50 años de la histórica conferencia
del episcopado Latinoamericano en Medellín se presentó un libro coordinado por
la historiadora Ana María Bidegaín: “Obispos de la Patria
Grande: Pastores, profetas y mártires”. En ella se presenta a 21 obispos que
intentaron mirar la Iglesia con anteojos propios, que fueron obispos
de los pobres, que acompañaron el Pacto de las Catacumbas al decir de la
coordinadora en la conferencia inaugural. Acompañaron a esta presentación las
palabras del presidente del CELAM y cardenal de Bogotá Rubén Salazar quién
reconoció que acababa de recibir el libro (es decir, presentó un libro que no
había leído).
De un modo esquemático (no rígido
ya que la vida de los mencionados es amplia) se los catalogó como 5 obispos ligados
al CELAM, 3 que trabajaron en ambientes urbanos pobres, 3 en ambientes rurales
pobres, 4 ligados a la búsqueda de justicia y derechos humanos y 6 al trabajo
con grupos indígenas, afrodescendientes o con los hispanos en los EEUU.
En lo personal no conozco a
todos los mencionados, pero sí a la inmensa mayoría y dudo que se hubieran
podido elegir mejores o más representativos que los estudiados (el criterio es
académico e histórico, no una hagiografía, según se dijo).
Ahora bien – y acá mi
intención – como el mismo título lo indica, estos 21 obispos son “pastores,
profetas y mártires”, pero esto no implica que los 21 sean todo ello. Es evidente. Por
lo que sé – valga mi desconocimiento de algunos y la duda sobre las circunstancias
de la muerte de Valencia Cano – sólo Enrique Angelelli es mártir de esos 21
obispos.
No me voy a detener en otros elementos de lo dicho por
el obispo Salazar, aunque debo confesar mi desconcierto al
referirse a Moisés. Por ejemplo, calificarlo de “cobarde” por huir de Egipto a Madián no parece hacer justicia. El
mismo verbo (anajôreô) se usa para
decir que Jesús huyó cuando supo que Juan el Bautista había sido entregado. Sí
es cierto – y creo que esa fue la intención – que con mucha frecuencia Dios
elige personas (y también a un pueblo) no por sus cualidades y capacidades.
Esto le sirvió para decir que él (y tampoco los presentes, acotó) no es como
Helder Cámara o Leónidas Proaño, algo que era evidente para todos. Pero si sonó
a excusa, y eso es algo diferente. Pero me quiero detener en su referencia a
que los 21 obispos mencionados fueron pastores (imagino que lo fueron), los 21
fueron profetas (no estoy seguro que los 21 lo fueran) y los 21 fueron
mártires. ¡Y estoy seguro que eso no es así!
Y acá mi tema: es sabido que
en ambientes de la derecha eclesiástica hay mucha molestia por la declaración
de los martirios de Oscar Romero, o de Enrique Angelelli y sus compañeros. Y
decir que “todos son mártires” es
casi como decir que ninguno lo es. Es “bajar el precio” al martirio. En lo
personal creo que Helder Cámara es uno de los mejores obispos de los que he
tenido noticias, y – junto con otros – son los que con justicia José Comblin
llamó “santos padres de la Iglesia
latinoamericana”. Pero no fue mártir. Como no fue mártir (por poco) Samuel Ruiz,
ni lo fue Eduardo Pironio, ni Alberto Devoto, ni Marcelo Mendiharat… Muchos no
lo fueron no por falta de deseo de los poderosos; quizá por falta de
oportunidades. El accidente de Valencia Cano puede ponerse en duda con
bastantes motivos, pero en ese caso sería un segundo mártir en la lista de los
21. Proaño no fue mártir, ni Larraín, ni Silva Henriquez, ni McGrath, ni
Landazzuri… Insisto: creo que no es inocente decir que los 21 fueron mártires,
y me gustaría insistir más aún.
Enrique Angelelli (de
inminente beatificación con sus compañeros) fue mártir: fue asesinado porque
los violentos no soportaron su militancia en favor de los pobres y la justicia
motivada por la fe (odium fidei). Una
reciente carta a los lectores en el conservador diario La Nación del obispo
emérito de La Plata, Héctor Aguer, reiteró la negación del asesinato. Insisto
que la derecha está molesta con el reconocimiento de este martirio. Y me parece
entender que, mucho más diplomáticamente, es lo mismo que hizo Rubén Salazar,
ciertamente muy lejos de Proaño o Helder Cámara. Obispo elegido por Juan Pablo
II y nombrado en Bogotá y elegido cardenal por Benito XVI, ciertamente. El
CELAM ya no es lo que fue entonces.
Foto tomada de http://www.celam.org/cebitepal/detalle_boletin.php?id=ODU%3D
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