Una agenda, una galera y un proyecto
Eduardo de la Serna
Es sabido que los principales
medios de (in/des) comunicación social “marcan agenda”. Es decir, todo y todos,
todas y todes deben hablar, escribir y pensar lo que está en el tapete (o el
felpudo). No hace falta decir que eso sirve para tapar otros temas que, al
menos para algunos o muchos son importantes. Incluso más importantes. Tampoco
hace falta señalar, lo hemos hecho en otro lugar, los trucos de
prestidigitación que muestran algo, desvían la mirada hacia ello mientras sacan
un conejo de la galera (un conejo que ellos luego comerán, podríamos ironizar).
Ya dije, también, que creo que hay que parar la pelota. Demasiados cascotazos
aquí y acullá como para poder pensar tranquilos. ¡Y la hora lo exige!
Y quiero poner un ejemplo de
la hora… de la agenda, para señalar lo que digo: los casos de corrupción. No
voy a señalar lo que pienso de Bonadío, Stornelli, Marijuán, los empresarios, los
cuadernos y demás glorias del presente;
hacerlo sería contradecirme. Lo que quiero señalar, en este caso, es que no me
parece el tema central, y detenerse allí es – precisamente – distraerse. Y para
que el ejemplo sea preciso, me voy a enfocar en temas eclesiásticos:
- + abusos y pederastia
- + banca vaticana y mafias
- + perversiones del pasado (de las cruzadas a la inquisición, para no ir con chiquitas)
- + manipulación de conciencias y de votos en la política
- + presiones políticas para lograr prebendas o impedir
- + silencios cómplices
(se podría seguir, sólo pretendo
señalar algunos importantes) todo esto, con matices – sin duda que cada cosa
debe pensarse y entenderse en su tiempo y lugar, lo que no las excusa, por
cierto – me parece indiscutible. Para decirlo de un modo simple, claro y hasta
ligeramente teológico: ¡en la Iglesia hay pecado! ¡Y mucho! Pero – ¡y acá está
lo que me parece principal! – nada de eso invalida el Evangelio. Y el Evangelio
es lo principal, no la Iglesia.
A lo que quiero llegar, cono
este ejemplo, es que creo firmemente que las distorsiones, delitos,
corrupciones, no invalidan un proyecto, a menos que sean necesarias para que
este ocurra. Nadie podría negar que todos los pecados eclesiásticos señalados –
y los que quieran añadirse – contradicen el Evangelio.
En suma, volviendo al
comienzo, creo que la hora exige pensar y caminar hacia un proyecto. El
neoliberalismo es un proyecto perverso, porque el individualismo lo es, “la raíz de todos los males es el amor al
dinero”, dice un discípulo de san Pablo. Es un proyecto perverso porque se
desentiende “del otro”, “que cada uno sea feliz” repite frecuentemente el
pastor-presidente. Y, con frecuencia y sin controles, ese ser-feliz-yo, supone
pisar a los demás, a muchos demás, a millones demás… Es por eso que voy a
acompañar otro proyecto, más allá de los uno, diez o mil casos que lo
distorsionen. Un proyecto de inclusión es más grande que los personajes. Y
mirar figuritas, o luces que alumbran por otro lado, sólo sirve para que saquen
conejos de la galera, para que no pensemos cómo construir y seguir construyendo
otros proyectos. Nacionales y populares, Populistas y muchas cosas más nos dirán
– o diremos – lo cierto, y retomo el comienzo, no pienso dedicarme a seguir
agendas de otros cuando la realidad exige (y los pobres lo necesitan) mirar en
otra dirección. Y sin duda esto no es complicidad con el delito, es saber que
los delitos no invalidan proyectos y que delincuentes mayores quieren comer
conejos a la cacerola.
Foto tomada de http://www.mundoconejo.com.ar/mundoconejo.php?c=mag
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