martes, 15 de octubre de 2024

Un camello es un camello, una aguja es una aguja (nada de puerta, nada de soga)

Eduardo de la Serna



Habiendo escuchado y sabido que, en más de una ocasión, ante el evangelio del pasado domingo donde Jesús dice que “es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios”, más de una homilía hizo referencia a que “la aguja” sería una puerta (o, eventualmente, el camello sería una soga) me he dedicado a transcribir lo que sobre el dicho afirman muchos comentaristas:

 

MAT 19:24

MAR 10:25

LUC 18:25

se los repito,

es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja,

que el que un rico entre en el Reino de los Dios».

 

Es más fácil que un camello pase por la abertura de la aguja,

que el que un rico entre en el Reino de Dios».

 

Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja*,

que el que un rico entre en el Reino de Dios».

 

Notas introductorias:

“Es más fácil” (eukopos) en el NT es comparativo, señala un evento imposible. ¿qué es más fácil decir? (al paralítico); y Lc 16,17: más fácil que pasen el cielo y la tierra… Es decir, la comparación es entre dos situaciones. La reacción de los discípulos hace patente la imposibilidad: “¿entonces quién?” y el acento es claramente la imposibilidad “para los seres humanos” (cf. Zac 8,6; Gen 18,14; Jb 42,2); no se trata entonces de dos cosas difíciles sino de dos cosas imposibles.

Por “ojo”, Mc dice trymalías; Mt trypêma; Lc trêma (como también ocurre con el término aguja, salvo trymalías (Mc [“abertura”]) todos son hápax).

Como “aguja”, Mc y Mt utiliza rhafidós, mientras que Lc usa belones.

En el judaísmo, el Midras afirma:

«R. Jassa dijo: El Santo, bendito sea, dijo a Israel: 'Hijos míos, presentadme una abertura de arrepentimiento no más grande que el ojo de una aguja, y la ensancharé para convertirla en aberturas a través de las cuales carros y carruajes puedan pasar». (Midras Cantar V.2)

Y el Talmud:

Raba dijo: Esto se demuestra por el hecho de que a un hombre nunca se le muestra en un sueño una palma datilera de oro, o un elefante que pasa por el ojo de una aguja” (Talmud, Berac 55b).

Es sabido que Mateo usa “reino de los cielos” en lugar de “reino de Dios”, pero en pocas ocasiones dice “reino de Dios”, seguramente para ser conflictivo (“de los cielos” era más apaciguado, decir “de Dios” es provocador en su ambiente; cf. 21,31.43). Por alguna razón Mateo en este texto pretende ser pregnante y dice “reino de Dios”.

¿Es un dicho del Jesús histórico? Siguiendo criterios precisos de acceso a dichos o hechos de Jesús, hay importantes autores que no hacen referencia al texto (que no haya elementos suficientes para atribuirlo a Jesús no significa negarlo, pero sí que no podemos afirmarlo con seguridad), así, por ejemplo, no lo incluyen J. P. Meier, G. Theissen, G. Lohfink. Muy brevemente J. Gnilka dice que “la manera plástica y sorprendente de hablar dice mucho en favor de la autenticidad” (Jesús de Nazaret. Mensaje e historia, Barcelona: Herder 1993, 176). En nota, J. D. C. Dunn señala que “Funk señala que el dicho sobre ‘el ojo de una aguja’ – un aforismo gráfico y humorístico – ‘devino un punto de referencia a la hora de determinar por los miembros (del Jesus Seminar) la autenticidad de los dichos atribuidos a Jesús” (Jesús recordado, Navarra: Verbo Divino 2009, 479 nota 164 y aclara que “pocos dudan que Jesús realizó este tipo de advertencias, 597 nota 16). G. Barbaglio afirma que es “un dicho arcaico atribuible al nazareno” (Gesù ebreo di Galilea. Ingagine storica, Bologna: EDB 2002, 373). Es importante aclarar que ni lo arcaico, ni el evidente semitismo o modo de hablar parecen suficientes para muchos autores. Es evidente que buenos narradores – como los evangelistas – bien pueden ser creativos al respecto.

 

Aclaración de diferentes biblistas

 

“Un escriba puede haber encontrado la yuxtaposición entre el camello y la aguja muy incomprensible y substituyó “soga” por “camello”, [en griego kamilon por kamêlon; manuscritos tardíos y poco importantes: 13. 28. 471. 523]. Pero el dicho es hiperbólico y refiere a algo que es obviamente imposible. Gran parte del poder de este dicho recae en la evocación de la imagen mental de un enorme camello y una pequeña aguja con un ojo aún más pequeño” [A. Yarbro Collins, Mark, Hermeneia, Minneapolis: Fortress Press 2007, 480].

“…la rigurosidad del dicho emerge sobre todo en la paradoja del camello y el ojo de una aguja. De hecho, eso significa que un rico no puede entrar en el reino de Dios. Variantes en la tradición textual o propuestas conjeturales se esfuerzan de atemperar la rigurosidad: una soga por el ojo de la aguja (Teofilacto, Eutimio), un camello por una abertura (Sinaítico b). Sorprende en v.23s el cambio de reino de los cielos por reino de Dios” [J. Gnilka, Das Matthäusevangelium. 2. Teil (HTKzNT 1 / 2) Freiburg – Basel – Wein: Herder 1988, 166; con algunas variantes repite la misma idea en J. Gnilka, El Evangelio según san Marcos. Vol II, Salamanca: Sígueme 1986, 102]

“Para hacer soportable la comparación extravagante con un camello, se ha propuesto en la antigüedad leer kamilos, cable grueso” … Allí donde Mateo y Marcos ponen el término rhafís, “aguja de coser”, Lucas consigna belónê que significa particularmente “punta de flecha”, aunque también una aguja” [F. Bovon, L’évangile selon saint Luc 15,1-19,27 (CNT – 2ème serie IIIc) Genève: Labor et Fides 2001, 207-208]

“«La sabiduría oriental en las sentencias ama las hipérboles, es decir, una pretendía exageración; Jesús con mucha frecuencia a utilizado estas imágenes robustas» (R. Schnackenburg). Todas las tentativas de comprensión de la lógica de las imágenes distorsionan la pregnancia y originalidad de la palabra estímulo” [J. Ernst, Il vangelo secondo Marco 2, Brescia: Morcelliana 1991, 478]

“La palabra sobre el camello y el ojo de la aguja pertenecen a la serie de imágenes grotescas (Lc 6,41; 17,2, etc) que tienen la intención de estimular y despertar el interés. El animal más grande y la apertura más pequeña ilustran de modo sumamente eficaz loque acaba de decir (…) toda tentativa exegética de achatamiento (se refiere a la soga y a la puerta) priva a la palabra de lo pregnante que le es propio” [J. Ernst, Il vangelio di Luca 2, Brescia: Morcelliana 1985, 711]

“Hemos de desaprobar las tentativas de suavizar el rigor de la expresión, y sobre todo la exégesis fantástica de quienes aluden a la puerta situada en las murallas de Jerusalén pr las que quizás pudiese pasar con dificultad un camello; también rechazamos la interpretación, muy popular en otros tiempos de kamêlos en el sentido de kamilos, cuerda (…) esta frase es una hipérbole, semejante a las de la astilla y la viga en Lc 6,41s y del mosquito y el camello en Mt 23,23, que expresa lo que es imposible o absurdo humanamente hablando” [V. Taylor, Evangelio según san Marcos, Madrid: Cristiandad, 1979, 515]

“…lo ilustra con una expresión conocida en el mundo judío: es tan imposible como que un camello pase por el ojo de una aguja. Desde muy antiguo esta frase inquietó a muchos, que trataron de suavizarla traduciendo de otra manera (dijeron que no era un camello o que no era una aguja). Pero la frase se debe entender así como está, porque se encuentra también en escritos judíos” (L. Rivas, El evangelio de Marcos, Buenos Aires: Agape 2017, 122]; “nunca se ha sabido que en Jerusalén hubiera una puerta con estas características y con este nombre. Estas interpretaciones son muy ingeniosas, pero carecen de fundamento. Por otra parte, como se ve por la continuación del diálogo, Jesús no habla de cosas difíciles sino de actos imposibles” [L. Rivas, La obra de Lucas. I. El evangelio, Buenos Aires: Agape 2012, 175; también en L. Rivas, El evangelio de Mateo, Buenos Aires: Agape, 2016, 157]

“Una imagen drástica expresa lo antedicho. Exagera consciente y desmedidamente, y con todo quiere ser tomada como una imagen. Un camello no pasa nunca por el ojo minúsculo de una aguja” [W. Trilling, El Evangelio según san Mateo 2, Barcelona: Herder 1976, 174]

“Todos los intentos de atenuar la dureza del logion deben considerarse errados, ya que era considerado de la misma manera en el judaísmo rabínico (…) el ojo de una aguja, en cuanto es la abertura más pequeña y el camello, en cuanto es el más grande de los animales se contraponen evidentemente, con un texto pretendidamente paradojal se remite a un adýnaton, algo imposible” [A. Sand, Il vangelo secondo Matteo, Brescia: Morcelliana, 1992, 598]

“Realmente es humanamente imposible como muestra la comparación del camello con el ojo de una aguja” [A. Rodríguez Carmona, Evangelio de Mateo, Bilbao: DDB 2006, 175]

“Los estudiosos ahora han abandona en gran medida el intento de identificar una puerta de la ciudad como “el ojo de la aguja”. Una tardía exposición del texto leía kamilon (soga) por kamêlon (camello), pero no hay significativa diferencia de los resultados y kamêlon está mucho mejor atestiguada” [J. Nolland, The Gospel of Matthew (NIGTN), Michigan, Eerdmans publ, 2005, 795 nota 113]

“La imagen del camello y el ojo de la aguja no hay que desfigurarla de sus elementos gráficos, como si en el griego se hubiesen intercambiado los vocablos “camello” y “cabo, maroma” o imaginando que el “ojo de la aguja” señalase una pequeña puerta de Jerusalén contigua a la puerta principal y amplia” [R. Schnackenburg, El Evangelio según san Marcos 2, Barcelona: Herder, 1976, 101]

“La imagen del camello es grotesca y precisamente por eso resulta tan impresionante (cf. Mt 5,13). Rabinos posteriores dan fe de un dicho proverbial sobre un elefante pasando por el ojo de una aguja. La imagen no debe debilitarse en modo alguno cambiando una letra griega para convertir el camello en una soga o cayendo en un comentario del siglo IX d.C. (¡!) que afirma que Jerusalén tiene una pequeña puerta de la ciudad que se llamó ‘el ojo de la aguja’, a lo que por supuesto todavía hoy pueden seguir pensamientos edificantes sobre la humildad de agacharse (lo que el buen camello se vio obligado a hacer cuando las puertas de la gran ciudad ya estaban cerradas). Los discípulos entienden correctamente. El caso especial de este hombre rico muestra lo que vale por encima de todo” [E. Schweizer, Das Evangelium nach Markus (NTD 1), Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht 1983, 115; y lo repite en sus comentarios E. Schweizer, Das Evangelium nach Matthäus (NTD 2) 1986, 253, y en E. Schweizer, Das Evangelium nach Lukas (NTD 3), 1986, 190].

“No tiene sentido intentar atravesar un camello escuálido por el ojo de una aguja (¡10,24!). La imagen es intencionalmente ridícula, incluso absurda, pretendiendo el efecto de lo imposible. Sermones populares basados en una dudosa evidencia sobre camellos dejando todo el cargamento que portan para atravesar una supuesta “Puerta de la aguja” yerran el punto absolutamente” [F. Scott Spencer, Reading Mark. A Literary and Theological Commentary, Georgia: Smyth & Helwys 2023, 177]

“Una tendencia similar a aminorar es la responsable de la sustitución de un escriba de kamilon (soga) por kamêlon (“camello”) y por la fantasía de que Jerusalén tenía una pequeña puerta llamada “el ojo de la aguja” por la cual un camello podría pasar” [J. Marcus, Mark 8-16 (AYB 27A) Yale: Yale University Press 2009, 731]

“La manifiesta imposibilidad del hecho escandaliza a los discípulos y a los intérpretes bíblicos hasta hoy. Un intento de “mejorar” el dicho es la lectura kamilon (soga) por kamêlon encontrada en unos pocos minúsculos, una suerte de soga de barcos en un término muy extraño y escasamente usada no es menos extraña que un camello por el ojo de una aguja. Otra modificación repetida por predicadores hasta que la popularidad adquirió estatus de dato establecido es la sugerencia, popularizada en el s. XIX que el “ojo de una aguja” es el término que refiere a una pequeña puerta junto a la gran puerta de la muralla de la ciudad por la que los peatones pueden atravesar sin necesidad de abrir las grandes puertas, necesarias de abrir para el paso de una caravana de camellos. El camello despojado de su carga y doblando las rodillas y el cuello para atravesar la puerta peatonal ofrece ricas posibilidades homiléticas, pero lamentablemente sigue siendo una suposición sin fundamento. No existe la más mínima prueba de esta identificación. Esta puerta no ha sido llamada ojo de la aguja en ningún idioma, y ​​no se llama así hoy. [R. France, The Gospel of Mark (NIGTC) Michigan: Eerdmans publ. 2002, 405]

“Es mucho más conocida hasta hoy la interpretación que trueca el ojo de una aguja por una puerta de la ciudad de Jerusalén, interpretación que consta desde la alta edad media (…) Nunca existió tal puerta en ciudad de Jerusalén (sic); esta interpretación tiene sin duda el fin de hacer más tolerable la dura sentencia de Jesús. ¡Más interesante que la reinterpretación es la pregunta de por qué se hizo tan popular!” [U. Luz, El Evangelio según san Mateo (vol III), Salamanca: Sígueme 2003, 175 nota 59]

Después de presentar 5 alternativas (la soga y la puerta entre ellas): “no es necesario salirse del significado del texto (que puede estar basado en un proverbio) … una imposibilidad es comparada con otra” (Jerónimo)” reitera que “el camello es proverbialmente grande y el ojo de una aguja una abertura muy pequeña” [W. Davies – D. Allison, Matthew III (ICC), Edinburgh: T&T Clark 1997, 51-52]

“Jesús retoma la idea más gráficamente (19,24) haciendo referencia al proverbialmente grande camello (cf. 23,24) y lo proverbialmente pequeño del ojo de una aguja de tejer” [W. Wilson, The Gospel of Matthew. Vol 2, Michigan: W. Eerdmans publ., 2022, 150]

“La comparación hiperbólica llega a la cima: nuevamente Jesús usa una imagen grotesca (ver 6,41-42; cf. Mt 23,24) en más grande animal de Palestina es comparado con la abertura más pequeña conocida. Ambos “camello” y “ojo de la aguja” deben interpretarse literalmente” [J. Fitzmyer, The Gospel according to Luke X-XXIV (AB 28A), New York: Doubleday & comp.  1985, 1204]

“Jesús insiste en su aseveración con una metáfora muy gráfica y aguda. De nuevo os digo (5,18.22): es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reinado de Dios. Lo que era difícil (19,23) se ha vuelto ahora imposible (cf. 19,26). ¡Cómo va a pasar un animal de gran tamaño por el ojo de una aguja! Los ricos no pueden entrar. Se hacen necesarios el arrepentimiento y la redistribución. Entonces los ricos dejarán de serlo. Esta metáfora, crítica con la élite económica (= los codiciosos y opresores), tiene unas aristas que no se pueden suavizar” [W. Carter, Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa, Navarra: Verbo Divino 2007, 563].

“Aquí se trata de algo distinto: dejarlo todo para seguir a Jesús. Y eso es tan difícil como que un camello pase por el ojo de una aguja. Se trata de una expresión proverbial (en la India cambiaban el camello por un elefante), y la propuesta de interpretar “el ojo de una aguja” como una puerta muy pequeña en la muralla de Jerusalén, por la que difícilmente podía entrar un camello, es uno de esos intentos ridículos de interpretar el texto al pie de la letra” [J. L. Sicre, El Evangelio de Mateo. Un drama con final feliz, Navarra: Verbo Divino, 2019, 333]

Insisten en que se trata de una hipérbole: A. Rodríguez Carmona, Evangelio de Marcos (Bilbao: DDB 2006) 110; R. Pesch, Il vangelo di Marco. Parte seconda, Brescia: Paideia 1982, 219 (“hay una pretendida contraposición entre el ojo de una aguja como pequeñísima abertura y el camello como animal muy grande”); P. Bonnard, Evangelio según san Mateo, Madrid: Cristiandad 1976, 430; L. T. Johnson, The Gospel of Luke (SP), Minnesota: Liturgical Press 1991, 278: “un camello es un real camello y la aguja una real aguja”; R. Schnackenburg: “también podemos apoyarnos en otros pasajes para afirmar que Jesús formuló sus máximas de manera extremadamente dura y utilizó tal lenguaje "hiperbólico" para dar voz a sus ilimitadas exigencias éticas. Pensemos, por ejemplo, en cuando advierte: "Es más fácil que un camello entre en el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios" (Mc. 10,25 par.)” [Die sittliche Botschaft des Neues Testaments. Band 1, Freiburg: Herder 1986, 99].

En el Comentario Bíblico “san Jerónimo” [R. E. Brown – J-Fitzmyer – R. Murphy (dir.) Madrid: Cristiandad 1971] se afirma brevemente: “La paradoja que entrañan las palabras de Jesús ha sido frecuentemente debilitada aceptando la problemática variante kamilon (cable) en vez de kamêlon, o suponiendo que el “ojo de una aguja” se refería a una puerta muy estrecha de Jerusalén” (E. Mally 120); “La imagen del camello y el ojo de la aguja significa exactamente lo que dice: no se refiere a una maroma ni a una puerta pequeña de Jerusalén” (McKenzie 250)-

El Nuevo Comentario Bíblico [ibid.., The New Jerome Biblical Commentary, New Jersey: Prentice Hall 1990]: “la sustitución de kamilon, “soga”, por kamêlon y la fantasiosa  idea de que hay una puerta en Jerusalén por la que un camello puede pasar dificultosamente son intentos de embotamiento de la hipérbole” (Harrington 618), “se trata de una exageración extrema propia de Oriente, una imagen colorida para una dificultad insuperable” (Viviano 663); “la hipérbole que contrasta el animal más grande con la abertura más pequeña no debe ser despojada de su fuerza” (Karris 710).

El Jerome Biblical Commentary for the Twenty-First Century, eds. J. J. Collins – G. Hens-Piazza – B. Reid – D. Senior, London: T&T Clark 2022: “La mención frecuente de que en Jerusalén hay una pequeña puerta llamada “puerta de los camellos” parece basada en una leyenda medieval, suavizando el firme dicho de Jesús y olvida la hipérbole semita. Un animal del tamaño de un camello no puede pasar por el ojo de una aguja” (Boxall 1212).

“La imagen del camello y la aguja es una exageración oriental, que trata de mostrar la imposibilidad de romper con el prestigio y el poder que dan las riquezas” (Guijarro 90); “la imagen hiperbólica a la que recurre Jesús, no susceptible de interpretaciones edulcoradas, subraya perfectamente la dificultad que los ricos encontrarán” (Pérez Herrero 163) en el comentario al NT de la Casa de la Biblia; Madrid – Salamanca – Navarra: PPC – Sígueme – Verbo Divino, 1995.

En el Comentario Bíblico Internacional (Farmer (ed.), Navarra: Verbo Divino 1999: “Jesús utiliza el humor para exponer su pensamiento (vv.23-24). Un camello cargado encontraría bastante dificultad para entrar por la puerta de la ciudad (El “ojo de la aguja” era el nombre de una puerta estrecha que daba acceso a la ciudad” (Leske 1191).

En el Comentario Bíblico Latinoamericano (Levoratti (dir.), Navarra: Verbo Divino 2003): “Unos pocos manuscritos tratan de atenuar la fuerza de esta expresión hiperbólica (…) sin embargo la desproporción entre el tamaño del camello y el del ojo de la aguja expresa más adecuadamente el pensamiento de Jesús para entrar en el Reino (…) Tampoco hay razones para afirmar que en la antigua Jerusalén había una puerta llamada “la Aguja”, o una puerta tan estrecha que hacía difícil el paso de un camello” (Levoratti 366); “esta frase resultó escandalosa desde los primeros siglos. Muchos trataron de resolverla de un modo menos virulento (…) Modernamente algún autor ha propuesto una interpretación que, como la anterior, trata de atenuar la fuerza del texto. Habría existido una puerta llamada “de la aguja”, que por ser muy pequeña hacía que los camellos entraran en la ciudad a través de ella con dificultad. Pero lo cierto es que nunca se ha sabido de tal puerta, y sobre todo, que esa expresión corresponde perfectamente a las características del lenguaje de Jesús. Es preciso aceptar estas palabras como una sentencia que sacude y hace pensar. Al Señor no le gustan las cosas dichas a medias” (Briglia 445). “La sentencia no se debe tomar al pie de la letra, porque es una hipérbole” (Mora Paz- Levoratti 566)

“Esta imagen impresionó la fantasía de los lectores del evangelio. Se buscaron varias escapatorias, ya que la palabra evangélica parecía demasiado dura. Pero la imagen de Jesús en su contexto es muy clara: lo difícil se convierte en ‘imposible’. Una de las escapatorias fue esta (se refiere a entender camello como soga…). Otra solución ideada por los predicadores fue esta (y alude a la pequeña puerta ‘de los camellos”). Esta puerta es desconocida en la tradición hebrea” (R. Fabris, La opción por los pobres en la Biblia, Navarra: Verbo Divino 1992, 135-136).

 

Estos son todos los trabajos que he podido consultar (ciertamente hay más). Como se ve, de todos ellos solo Leske afirma que se trataría de una puerta (no he omitido ninguno salvo los que no hacen mención al tema). Tratando de ver bibliografía de Leske para conocer su pensamiento, sólo he podido ver un libro, The Prophetic visión and the Real Jesus, Oregon: Wipf & Stock Publishers 2017 (donde agradece a Farmer haberlo invitado a colaborar en el Comentario Bíblico Internacional, p. vii). No parece ser un estudioso reconocido.


Conclusión

Mi conclusión es que Jesús es ciertamente exigente. ¡Muy exigente! Y eso se expresa, en este caso, en un dicho hiperbólico (“Ret. Figura que consiste en aumentar o disminuir exageradamente aquello de que se trata”, RAE). Como suele pasar, con frecuencia se presenta un “evangelio pasteurizado”, para lo que se han de suavizar este tipo de dichos. Parece más conveniente cambiar el Evangelio a nuestro modo de vida y no cambiar nuestra vida al modo del evangelio. Pero lo cierto es que, en el dicho que comentamos, un camello es un camello (sería extraño que Jesús, un judío de Galilea, usara una rara expresión marítima de una soga; el término griego kamêlos se encuentra 71 veces en la Biblia y siempre, sin excepción, alude al animal) y una aguja es una aguja, no una puerta cuya existencia no consta en ningún lado. Además, si hubiera esa tal puerta, ¿qué sería pasar por el ojo de una puerta? Se pasaría por la puerta no por un supuesto ojo…

 

Foto de libro baleado en el museo de los mártires (UCA, El Salvador)

Comentario a las lecturas domingo 29º B

La comunidad contraculturalmente sigue el ejemplo de Jesús

DOMINGO VIGESIMONOVENO - "B"


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías    53, 10-11

Resumen: un personaje desconocido, pero siervo de Dios, padece sufrimientos que, en un primer momento no son comprendidos por los demás. Pero luego entienden que sus sufrimientos son vicarios en favor de la humanidad a la que le alcanza el perdón y la paz.

El texto litúrgico es un fragmento del conocido como “cuarto canto del Siervo Sufriente de Yahvé” (Is 52,13-53,12); texto razonablemente elegido ya que el contexto del Evangelio es el tercer y último anuncio de la pasión y muerte de Jesús y el debate consecutivo. En él, como veremos, este texto – especialmente en su versión griega – es utilizado o trasfondo del dialogo de Jesús con los suyos.

El texto presenta una serie de reacciones o (in)comprensiones frente al sufrimiento del Siervo de Dios de modo de parecer una suerte de diálogo. Pero finalmente logran comprender que el Siervo sabe ver sus dolores como parte del plan de Dios. No que Dios quiera el sufrimiento, sino que la actitud vicaria del siervo – esta sí querida – lo lleva a cargar con nuestros propios dolores. Esto permite al rebaño disperso alcanzar la plenitud de los bienes expresada como “shalom” (paz, pero también felicidad, plenitud). Es visto al modo de los sacrificios que se ofrecen para la salvación del pueblo sirviendo así para otros, y alcanzando él la plena felicidad (manifestada como descendencia numerosa). Así, mientras el Siervo es visto a los ojos de los demás como rehabilitado (y no como que padece sufrimientos a causa de sus propios pecados, como indica la teología tradicional de la retribución) y quien hace llegar a todos el perdón y la paz, y también él mismo puede verse “entre los grandes” (v.12) por haber entregado su vida.



Lectura de la carta a los Hebreos     4, 14-16

Resumen: Jesús es sacerdote de un modo nuevo, lo que lo caracteriza y distingue de los sacerdotes antiguos es su credibilidad y su misericordia. Para que esto sea manifiesto, se caracteriza por ser “semejante en todo” a la humanidad.


Con una serie de palabras clave que se toman de 3,1 el texto concluye la entera unidad. Todo el texto queda aquí resumido invitando a “mantenerse firmes en la fe profesada”. Si Jesús es un Sumo sacerdote creíble nuestra respuesta ha de ser la fe. Pero esta actitud de Jesús, ¿no lo separa de nosotros? Su solidaridad con el género humano es total como lo manifiesta haber estado sometido a la debilidad y la tentación (cf. 2,9.17-18). Esta solidaridad lo transforma además en sumo sacerdote misericordioso. Así el autor destaca y desarrolla los dos elementos que para él son centrales del sacerdocio de Jesús (credibilidad y misericordia). El encuentro con Dios deja, entonces, de ser un lugar distante y terrible (ver Is 6,1-5), un trono de temor, para convertirse en “trono de gracia” al que todos pueden acceder confiadamente.

Un elemento que es central en la carta a los Hebreos es que el sacerdote único que es Jesús, en la novedad que él incorpora en la historia, no es un sacerdocio caracterizado por constantes separaciones. El sacerdocio santo de Israel requería constantes “separaciones” de los demás pueblos, de las demás tribus, de los demás clanes… Es un sacerdocio que se caracteriza, precisamente, por la sucesión de separaciones el que distinguen al sumo sacerdote de los demás. Jesús, en cambio, se caracteriza – su sacerdocio se caracteriza – por su semejanza “en todo” con la humanidad. La solidaridad de Jesús con la humanidad se manifiesta en esa semejanza y cercanía. Que esto sea “en todo menos en el pecado” confirma más aún esta solidaridad ya que nada hay más in-humano que el pecado, además de que tampoco hay nada más in-solidario que el pecado. La característica del nuevo sacerdocio y único, de Jesús, es precisamente esta semejanza. Es esta la que permite la credibilidad y la misericordia que constituyen lo propio del nuevo sacerdocio.


Evangelio según san Marcos     10, 35-45

Resumen: en el contexto del malentendido provocado por el anuncio de la Pasión, Jesús confronta con Santiago y Juan que pretenden una mirada gloriosa de la muerte que se avecina. Los discípulos de Jesús deben tener una actitud que invierte los valores característicos de la sociedad poniendo el servicio en el primer lugar.

Ya sabemos que Marcos estructura el primer bloque de la segunda parte de su Evangelio en torno a los tres anuncios -por parte de Jesús- de su pasión y muerte. Cada uno de ellos es seguido por una incomprensión por parte de los discípulos que Jesús debe corregir o profundizar. La liturgia hoy omite el anuncio pero sí presenta el malentendido y la precisión de Jesús. 

El texto está conformado por la intervención de Santiago y Juan que está armado de un modo concéntrico, y luego el debate que se suscita a partir de la indignación de los restantes diez y la correspondiente precisión de Jesús expresada por “el que quiera”. Esta segunda parte presenta una serie de paralelismos sinonímicos bien característicos. El esquema queda entonces así:

I.- Planteo de Santiago y Juan

a.- concedas
   b.- sentarse a la derecha e izquierda
      c.- copa que voy a beber / bautismo con que seré bautizado
         X.- “¡sí, podemos!”
      c’.- copa que voy a beber / bautismo con que seré bautizado
   b’.- sentarse a mi derecha o mi izquierda
a’.- concederlo

II.- Indignación de los diez y enseñanza de Jesús

a.-       los jefes los dominan
           los grandes los oprimen
b.- No será así entre ustedes
           el grande será servidor
           el primero será esclavo
c.- el Hijo del hombre no vino a ser servido – vino a servir – dar la vida


I.- Santiago y Juan

El pedido de Santiago y Juan [es interesante notar que en Marcos Santiago siempre es mencionado antes que Juan] es “sentarse en la gloria”. Con toda probabilidad debe entenderse en el sentido de “sentarse en el trono de gloria” (cf. Mt 19,28; 25,31; cf. 1 Re 22,19; Sal 110,1). Es interesante que Mateo cambia el texto (además de que quien lo pide es “la madre de los hijos de Zebedeo, lo cual refuerza la mirada androcéntrica de este evangelio, aunque – a su vez – esta mujer estará al pie de la cruz, Mt 27,56; Lucas omite esta escena) lo que piden en el Primer Evangelio es que se sienten “en tu reino”. 

Los anuncios de la pasión tienen un crecimiento dramático señalado en el mismo comienzo… Mientras en el primero, Jesús “comenzó a enseñarles” (8,31), en el segundo lo hace mientras “iban caminando por Galilea” (9,30) mientras que en el tercero “iban de camino subiendo a Jerusalén” (10,32) y Jesús precisa “subimos a Jerusalén y el hijo del hombre será entregado” (v.33). En este contexto, el pedido de Santiago y Juan refuerza claramente que no lo han comprendido. Pero Jesús lo profundiza con la doble metáfora de la “copa” y el “bautismo”.

  •          copa”: Is 51,17; Jer 25,28; 49,12; Ez 23,32-34 y especialmente Mc 14,36: “Abbá, Padre,… aparta de mi esta copa”; también la alusión a la “copa-sangre derramada” en la Cena (14,23-24). 
  •         bautismo”: Sal 69,2-3; 42,8; cf. Lc 12,50.
Jesús vuelve, entonces, a introducirlos en el discurso de la pasión del que la referencia a la “gloria” los ha apartado. En el centro del relato encontramos que ellos afirman que “sí” pueden. No deja de ser sumamente importante que cuando Jesús llegue a su bautismo y su copa, a su derecha e izquierda no estarán Santiago y Juan, por más que lo proclamen, sino “dos salteadores” (Mc 15,27).

Una nota sobre Santiago y Juan: la frase de Jesús de que ellos serán bautizados y beberán la copa (v.39) es indicio de que al componerse el Evangelio de Marcos ambos discípulos ya habían muerto mártires. Sabemos – por Hechos, que en esto resulta creíble – que Santiago (presentado por Lucas como “hermano de Juan” ya que él suele priorizar a Juan por sobre Santiago) muere matado por Agripa, 12,2. La muerte “por espada” es pena romana por causales políticos, lo que es indicio de que el grupo de seguidores de Jesús fue visto no sólo desde una perspectiva religiosa sino política. Nada sabemos, en cambio, de la muerte de Juan. No tenemos indicios o fuentes seguras, y si bien hay tradiciones legendarias que hablan de su muerte tardía y no violenta, también hay tradiciones – que se remiten a Papías (primera mitad del s.II) – que hablan de su muerte martirial. Por otra parte no se ha de dejar de lado que el primero y los terceros malentendidos a causa de los anuncios de la Pasión estén provocados – en Marcos – por los mismos que Jesús lleva consigo en momentos privilegiados: Pedro, Santiago y Juan. Ser los primeros llamados y participar íntimamente de la enseñanza y hechos de Jesús no es garantía de fidelidad o comprensión plena. Marcos destaca estos hechos de un modo importante y parece una de las temáticas centrales de su Evangelio.

La frase de los discípulos a Jesús es semejante a la de Herodes a su hija al pedirle que baile en la fiesta (6,22) quizás para presentar este dicho en un semejante contexto de insensatez.

Sentarse a la derecha del rey es expresión de honor (cf. 1 Re 2,19; Sir 12,12; Zac 6,13): 
“¿No confían en mí? ¿No es grande el rey con su poder? ¿No se cuidan todas las tierras de no tocarlo? Pues lo han visto con Apame, su concubina, la hija del admirable Bartaco, sentada a su derecha, quitándole la diadema de su cabeza y poniéndosela a sí misma…?” (3 Esdras IV,28-30).
Jesús les manifiesta su incomprensión y superficialidad (“no saben”). No pueden entender la muerte de Jesús que se avecina. Sin embargo, esta muerte, vislumbrada como “copa” o “bautismo” es una muerte que tendrá un sentido vicario, como se dirá expresamente en v.45.


II.- Indignación de los otros diez y enseñanza de Jesús

La segunda unidad comienza refrescando a los destinatarios algo que “saben”. El contraste es evidente entre dos actitudes de “los jefes” (los que están a la derecha) y otras dos de “ustedes”: dominan-oprimen / servidor-esclavo. Ejercer dominio, “enseñorearse” (katakyrieuô; cf. 1 Pe 5,3) y “tiranizan” (katexousiazô) remite en ambos casos a una acción de dominio (kyrios) y autoridad (exousía) ejercido “sobre” (katà) las naciones por parte de los que son “jefes” (arjô) y “grandes” (mégas; recordar 9,34).

Por el contrario, “entre ustedes” no ha de ser así: obviamente contrastan dos modos de ejercicio de la autoridad y del poder. El contraste viene dado entre lo que la sociedad considera que está por encima de la escala social: grande y primero que ha de ubicarse contraculturalmente en el último lugar: servidor y esclavo (diákonos, doulos) algo ya señalado en 9,35. Los que animan, o dirigen la comunidad han de estar a su servicio, no centrados en su propia voluntad sino en las necesidades de todos. 

Cuando el rey Roboam pide consejo acerca de cómo obrar con su pueblo, le responden:
«Si tú te haces hoy servidor de este pueblo y les sirves y les das buenas palabras, ellos serán siervos tuyos para siempre». (1 Re 12:7).
Es de esperar que el rey, en Israel, esté al servicio (doulos) de su pueblo. Pero no ocurre eso con “los reyes de las naciones (ethnôn)”; los emperadores y sus delegados no se caracterizan, precisamente por su servicio.

El ejemplo del Hijo del hombre sirve de “garantía” de que así ha de suceder en la comunidad: el contraste viene dado por ser servido y servir (diakonéô) pero ese servicio se expresa como “dar la vida (psyjê)” y un darla “por”…

La referencia es al “Hijo del hombre” que, en los anuncios de la pasión (como es el contexto del relato), refiere a la muerte. Pero en este caso, alude a un modelo de liderazgo contrastante al de los “jefes de las naciones”. La vida dada “en rescate” ejemplifica el sentido de la copa y el bautismo que encontramos en los versículos precedentes, y que es “por muchos”.

Es interesante notar la versión griega de Is 53:

Isaías (hebreo)
Isaías (LXX)
Mas plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias. Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Yahveh se cumplirá por su mano.
Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él soportará.
Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes.
Así que el Señor se complace en tomar distancia de la aflicción de su alma (psyjê), para manifestar su luz, y para formar con el entendimientopara reconocer al justo que sirve (douleuô) bien a muchosy él llevará su pecado.



Por lo tanto él heredará a muchos, y repartirá el botín de los poderosos; debido a que entregó su alma (psyjêa la muerte, fue contado entre los transgresoresy llevó los pecados de muchos, y fue entregado a causa de sus iniquidades.

Ambos tienen una actitud de “servicio”, el hijo del hombre “da” su psyjê mientras al Siervo le es “arrebatada”; el siervo encabeza a quien lleva los pecados “de muchos”, y el hijo del hombre da su vida en “rescate de muchos”. 

El término “rescate” (lytron) en Lev 27,31 traduce el go’el, que redime los diezmos, o el que por un precio rescata (Pr 6,35; 13,8). Es el precio de la manumisión del esclavo (Lev 19,20), del rescate de la tierra (Lev 25,24; cf. 25,51) o de los prisioneros de guerra (Is 45,13). En Ex 21,29-30 se trata de un “rescate” económico que reemplaza la condena a muerte de una persona culpable. En Núm 3,12 los levitas son elegidos por Dios en reemplazo de los primogénitos del pueblo, y LXX añade: “en rescate (lytra) para ellos”. A la luz de esto, la “vida en rescate por muchos” parece razonable comprenderla como “en lugar de muchos”, un rescate que se da (paga) en lugar de… De ese modo, el rescate es sinónimo de “expiación”, en este caso expía las ofensas de “muchos” (como la “copa” de la cena es “mi sangre de la alianza derramada por muchos”, 14,24). ¿Quiénes son esos “muchos”? Los estudiosos no coinciden: para algunos, por “muchos” ha de entenderse los miembros de la comunidad en contraste con “los jefes de las naciones”, los “todos” de los que se ha de ser esclavos (v.44). Otros entienden que “muchos” sería sinónimo de “todos” (como ocurre con bastante frecuencia) y el contraste está entre el uno que da la vida y los muchos que son rescatados. Ambas lecturas son posibles, lo cierto es que lo que Jesús dirige a los suyos (“ustedes”) no dice referencia al sentido de la muerte de Jesús, sino a la actitud de servicio que deben tener los suyos con todos.


Dibujo tomado de amigoscatolicos.org

sábado, 12 de octubre de 2024

Palabras ofensivas

Palabras ofensivas

Eduardo de la Serna



Es sabido que la palabra “diccionario” proviene de “dicción”, esto es “acción de decir; el modo de expresión” con el sufijo “-ario/aria”, que es forma adjetiva que indica relación con…

Señalo esto para comenzar, a partir de la sobreactuación del comediante Ariel Lijo pretendiendo que la Real Academia Española elimine de su diccionario la acepción despectiva del término “judío”, entendido como “avaro”, por ejemplo. Señalo tres cosas breves: quizás Lijo deba pretender purgar su pasado avalando el partido nazi de Biondini, pero no es así como – creo yo – debiera hacerlo; creo que es más que lamentable, ¡detestable! esa acepción del término “judío”, pero puesto que existe (insisto, ¡lamentablemente!) es comprensible que un diccionario la consigne. Lo aberrante es que se use, no que se diga que se usa; y no es “cancelando” que se arregla el tema, sino aprendiendo a no usarla. Las palabras dicen, y al decir (en la “dicción”) algo expresamos (a veces, más algo que tenemos dentro que lo que “hay fuera”). Finalmente, “matar al mensajero”, ya lo sabemos, no es un acto de sensatez. Pero, ya lo sabemos, Lijo pretende acceder a la Corte Suprema, y “chuparle las medias” al presidente es un buen (sic) paso para alcanzar la meta.

Pero me sirve todo esto para pensar un poco más. Se ha dicho, y no me parece falso, que tenemos que aprender a hablar de nuevo en decenas de cosas (“deconstrucción” lo llaman). Y, en la misma línea, hay decena de palabras que con el tiempo se han utilizado como insultos, es decir, partiendo de una “dicción” despectiva del término, siendo que – lo sabemos – de ninguna manera se han de tomar hoy como tales. No hace falta poner ejemplos, pero no deja de ser interesante que algunas de ellas son usadas en el peor sentido por el soez lenguaje del primer mandatario (sin que Lijo lije la lengua procaz).

Es evidente que al usar un término en un sentido y no en otro, cuando la palabra tiene diferentes acepciones, es algo que se hace en el cotidiano; pero no es menos cierto que hay términos que es sensato, razonable y justo dejar de usar (claro que razonabilidad, sensatez y justicia son vocabularios incomprensibles en la presidencia). La RAE afirma que “decir” es manifestar en palabras el pensamiento, y, también, nombrar o llamar. Y no deja de ser curioso – por decirlo suavemente – el intento de expresar un pensamiento o de llamar cosas en un sentido totalmente distinto al que la sensatez, la razonabilidad y la justicia indican hacerlo. Ya se vio desde el comienzo del gobierno con la eliminación de la palabra “presidenta” (después que decenas de ágrafos e iletrados intentaron denostar su uso) a pesar que la misma RAE (y debo señalar que nada me importa lo que la RAE diga, pero sirve, al menos de referencia): “hoy el femenino específico presidenta, documentado en español desde finales del siglo xv y único que se recomienda usar en la actualidad” (¿leí bien? ¿desde el s. XV? ¿se recomienda?).

Y voy a un tema más actual… Mirando el término “raza” me llaman la atención algunas cosas: la primera acepción que indica la RAE es “casta”, la 3ª y 5ª alude a “grieta”, y refiere, además, a “algunas especies biológicas y, precedida por “de”, dicho de un animal. Si añadimos, “civilización” encontraremos que se trata de un “Estadio cultural propio de las sociedades humanas más avanzadas por el nivel de su ciencia, artes, ideas y costumbres”. Acoto que – siempre en la RAE – el término “indio” presenta la acepción (5ª): “inculto” (¿teléfono para Lijo?).

Pero como lo propio y la dirección del lenguaje milenarista es el insulto (que viene de “saltar contra alguien”, según parece) no extraña que no se haga nada sin pretender ofender, lastimar, agredir. De paso, en el diccionario de la RAE el término “zurdo” no brinda la acepción perversa tan usada por la dicción oficial (y para oficial). Otra tarea para el pretendiente a supremo.

Otro término hoy en boga es “descubrir”, es decir “manifestar”, o “destapar lo que estaba tapado o cubierto” (término usado desde 1140, parece). Yo podría aceptar – con alguna dificultad – que se diga que en 1492 los españoles “descubrieron” que existía otra realidad, “otro mundo” que no se les había manifestado, pero a condición que se diga, a su vez, que los americanos, ese mismo día, en el mismo momento, “descubrimos” [notar la primera persona del plural] que había otro mundo y otra realidad que era Europa. Pero nada de esto sin tener, además, en cuenta todas las consecuencias que ese nuestro “descubrimiento” trajo: que existía la crueldad, la barbarie en lengua castellana, la esclavitud, el tratar a los y las demás como cosas o seres inferiores (y no niego que eso existía también en el interno de la luego llamada “América”; los mexicas, por lo que sé, no eran candidatos al nobel de la paz). Pero es comprensible – o, por lo menos, no me extraña “ni un tantico así” – que los términos raza, descubrimiento, civilización y progreso (ir hacia adelante; avance, perfeccionamiento [sic]) sean usadas por este gobierno, sus laderos, secuaces y lacayos [ver RAE]); lamentablemente esto es lo que imaginaba que con estos sucedería. Pero también sigo imaginando “otro mundo posible”, o – si se quiere – una “utopía”. ¡Allá vamos! Ah… y puesto que los estudiosos de la apocalíptica dicen que allí “Endzeit ist Urzeit” (los tiempos futuros son los tiempos originales), ¡volveremos!

 

Foto tomada de https://telaviva.com.br/25/11/2019/documentario-mesa-para-todos-estreia-no-videocamp/


jueves, 10 de octubre de 2024

El “discípulo amado”

El “discípulo amado”

Eduardo de la Serna



En el Evangelio de Juan – y sólo allí – se hace referencia a un personaje al que se llama “el discípulo a quien Jesús amaba” o “quería”. Este personaje, en este Evangelio, nunca es llamado por su nombre. Y – como veremos – eso tiene una intención en este libro.

Con mucha frecuencia, en los restantes Evangelios, sobre todo en Marcos, vemos que un grupo de tres discípulos parecen los más cercanos a Jesús: “Pedro, Santiago y Juan” (por ejemplo, ver Marcos 5,37; 9,2; 13,2; 14,32). Siendo que el Discípulo amado parece vivir mucho tiempo (ver Jn 21,23) debemos descartar a Santiago puesto que es el primer apóstol en morir (ver Hch 12,2), y el Discípulo amado se encuentra junto con Pedro en muchas oportunidades, esto hizo suponer – y así se ha dicho con notable frecuencia – que el discípulo amado sería Juan, cosa que hoy, numerosos estudiosos rechazan. Pero, como dijimos, en el Evangelio este discípulo permanece anónimo, y así es bueno que quede, se trate de quien se tratare.

¿En qué circunstancias nos encontramos con el Discípulo Amado?

  • En primer lugar (13,23-24) en la mesa en la Última Cena. Él estaba recostado al lado de Jesús. Como Jesús acaba de anunciar que uno lo entregaría, Pedro le hace señas al discípulo para que le pregunte a Jesús de quién se trata.
  • Luego lo encontramos al pie de la cruz de Jesús junto a su madre (19,26-27). Al verlos juntos, Jesús le encarga al discípulo que asuma a la madre como propia y es – a su vez – recibido como hijo por ella. Un poco más adelante señala que todo lo ocurrido en la cruz, él lo vio y lo atestigua “para que ustedes crean” (19,35).
  • Cuando María Magdalena ve la tumba de Jesús vacía, corre a decírselo a Pedro y el discípulo amado (20,2-10). Ellos corren a la tumba. El evangelio señala que el discípulo corre más rápido que Pedro, pero lo deja entrar primero. Sin embargo, al ver los signos en la tumba (las vendas en el suelo, y el sudario doblado en un lugar aparte) Pedro “las vio”, mientras que el Discípulo amado “vio y creyó” (v.8). En las apariciones de Jesús a los discípulos (20,19-28) curiosamente no hay referencia alguna al que es querido por Jesús.
  • En el capítulo 21 un grupo de siete discípulos van a pescar (21,2-7): Pedro, Santiago y Juan (la única vez que se los menciona en el evangelio de Juan), Natanael, Tomás “y otros dos”. En la barca no pescan nada y uno que se encuentra en la orilla – nosotros, los lectores, sabemos que es Jesús – les invita a tirar la red a la derecha y esta se llena de peces (153 peces grandes). Uno de los siete es el Discípulo amado y le informa a Pedro que se trata de “el Señor”.
  • Finalmente, Jesús tiene un diálogo con Pedro en el que éste le reafirmará su amor (tres veces, porque tres fueron las negaciones) y detrás de ellos caminaba el discípulo amado. Pedro le pregunta por él y Jesús le dice “si quiero que permanezca hasta que yo vuelva ¿qué te preocupa?” (v.22). Es por esto que muchos pensaban que no moriría, pero Jesús dijo otra cosa (lo que nos permite saber que, aunque vivió mucho tiempo ,ya había muerto cuando se compone esta parte del evangelio (21,23). Éste es el discípulo que da testimonio de las cosas que se encuentran en el evangelio (v.24)

Hay otros dos textos donde se habla de un “discípulo” sin que se nos diga si se trata del amado de Jesús o de otro discípulo: en 1,37-38 uno de los discípulos del Bautista sigue a Jesús, y en 18,15-16 un discípulo, junto con Pedro, van a ver qué pasa con Jesús cuando es capturado. Allí, más adelante, Pedro lo negará. Sin embargo, en estos dos casos no se dice que se trate del discípulo “al que Jesús amaba”.

Esto nos permite sacar algunas conclusiones: las comunidades del discípulo amado y las comunidades de Pedro (la Iglesia más “oficial”) están en comunión. Como es razonable, el discípulo amado es el preferido de los de su grupo, pero no están separados de Pedro. La comunión con Pedro es algo que caracteriza al preferido de Jesús.

De este discípulo, como vimos, se dicen varias cosas. Sinteticemos: es uno que está en profunda intimidad y amistad con Jesús, que recibe como propia a su Madre, es el que cree en los signos de la resurrección y lo reconoce vivo y resucitado en un desconocido, y es uno que permanece junto a Jesús hasta el final. Por eso puede dar testimonio de Jesús y conducirnos a la fe. De ese modo, el discípulo amado se trata de un discípulo ejemplar.

Sin duda es por esto que el Evangelio no le da el nombre (y no deberíamos dárselo tampoco nosotros) ya que al ser anónimo, todos nosotros y nosotras podemos ser discípulos amados de Jesús en tanto y en cuanto sigamos su ejemplo y sus huellas.

 

Imagen tomada de https://pensadorxcristo.wordpress.com/2013/10/19/la-ltima-carta-del-discpulo-amado/

Un aporte a la mirada de los santos y santas en la Iglesia

Un aporte a la mirada de los santos y santas en la Iglesia

Eduardo de la Serna




Otra vez se reitera el planteo, en ciertos ambientes, de la posibilidad de “descanonizar” a alguien. Ya se ha hablado de hacerlo con Juan Pablo II a raíz de su cercanía cómplice con Marcial Maciel y los perversos legionarios de Cristo, y ahora se escucha a partir de la decena de elementos negativos que surgen a la luz en el Opus Dei y su fundador Josemaría Escrivá.

Para empezar, creo que es de poco tino estratégico el planteo, porque no nos debería extrañar que más tarde o más temprano el papado sea amigable con ambos, Juan Pablo II y Josemaría, y se “recanonice” lo “descanonizado” y, además, se aproveche el impulso y se descanonice a Oscar Romero, a Angelelli y tantos otros. Me parece inconveniente el planteo.

La canonización, evidentemente, no “lleva al cielo” a alguien, sino, a lo sumo, reconoce que ese o esa tal está “en el cielo”. Y, que se me disculpe, en lo personal deseo que todos estén en el cielo, Escrivá y Juan Pablo incluidos (aunque, si se me permite la ironía, espero estar – ya que yo también pretendo ir – en una nube bien lejana a ellos). Ahora bien, que tal persona está en el cielo no dice demasiado más… Y, partiendo de esto, creo que se podría señalar cuatro tipos diferentes de santas y santos.

1.- Santos a los que podemos llamar “temporales”. Es decir, hay quienes en su vida llevaron una vida gracias a la cual Dios les “regaló el cielo” (tengo claro que no se trata de mérito, menos aún de compra venta, sino de don de Dios), pero en un tiempo muy diferente al actual. Lo que interesa es que esas y estos santos fueron más o menos ejemplares en un tiempo de la Iglesia que ya es pasado y, por tanto, no tienen actualidad en nuestro hoy.

2.- Santos que podemos llamar “espaciales”. Me refiero a aquellas y aquellos que han llevado una vida de santidad en un determinado espacio que no es aplicable a los que están fuera de él. Creo que es el caso de la gran mayoría de las y los fundadores de congregaciones, que sirven como ejemplo a los miembros de las mismas, pero no repercuten en los espacios de “fuera”.

3.- Santos que podemos llamar “de oficio”. Es decir, aquellos que lo son en su ministerio o servicio, pero que su modo de vida no es aplicable a tantos otros. Por ejemplo, un santo Papa, puede iluminar el camino de otros papas, pero no aplica a la casi totalidad de los cristianos que no lo son ni serán jamás.

4.- Finalmente, un grupo acotado de santos y santas a los que llamaría “eclesiales”, que son aquellas y aquellos que marcan caminos a las y los cristianos de todos los tiempos, lugares o ministerios. A esos podemos llamarlos “grandes santos”, sin duda alguna (aunque queda, siempre, la mirada de quienes consideran grandes a los que otros ven “pequeños” y viceversa). Hay algunos que resisten toda lectura parcializada.

Es sabido, y obvio, además, que hay miles de santos que “no son de mi devoción”. Nadie tiene por qué sentirse motivado por la santidad de todos o todas los santos y santas, lo que, además, refleja la pluralidad eclesial.

Por tanto, no pretendo ninguna descanonización. Tengo claro que a todos y todas las personas les deseo el cielo, pero, además, tengo claro que, por ejemplo, Escrivá puede ser reflejo de una santidad del preconcilio y nada, o casi nada, tiene para aportar a los cristianos de nuestro tiempo. Tengo claro, asimismo, que Juan Pablo II puede ser alguien que desee imitar – si así lo quiere – alguien que ejerce el ministerio de Pedro, pero en nada, o casi nada, aporta a los cristianos o cristianas “de a pie”. Muy distinto es mirar a aquellas y aquellos santos que, aunque el tiempo, el espacio y el ministerio sean muy diferentes a los nuestros, siguen siendo un faro para el seguimiento de Jesús en nuestro hoy; que ellos rueguen por nosotros.

 

Foto tomada de https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/nubes-mas-originales-cielo-y-como-identificarlas_14239