jueves, 10 de octubre de 2024

Un aporte a la mirada de los santos y santas en la Iglesia

Un aporte a la mirada de los santos y santas en la Iglesia

Eduardo de la Serna




Otra vez se reitera el planteo, en ciertos ambientes, de la posibilidad de “descanonizar” a alguien. Ya se ha hablado de hacerlo con Juan Pablo II a raíz de su cercanía cómplice con Marcial Maciel y los perversos legionarios de Cristo, y ahora se escucha a partir de la decena de elementos negativos que surgen a la luz en el Opus Dei y su fundador Josemaría Escrivá.

Para empezar, creo que es de poco tino estratégico el planteo, porque no nos debería extrañar que más tarde o más temprano el papado sea amigable con ambos, Juan Pablo II y Josemaría, y se “recanonice” lo “descanonizado” y, además, se aproveche el impulso y se descanonice a Oscar Romero, a Angelelli y tantos otros. Me parece inconveniente el planteo.

La canonización, evidentemente, no “lleva al cielo” a alguien, sino, a lo sumo, reconoce que ese o esa tal está “en el cielo”. Y, que se me disculpe, en lo personal deseo que todos estén en el cielo, Escrivá y Juan Pablo incluidos (aunque, si se me permite la ironía, espero estar – ya que yo también pretendo ir – en una nube bien lejana a ellos). Ahora bien, que tal persona está en el cielo no dice demasiado más… Y, partiendo de esto, creo que se podría señalar cuatro tipos diferentes de santas y santos.

1.- Santos a los que podemos llamar “temporales”. Es decir, hay quienes en su vida llevaron una vida gracias a la cual Dios les “regaló el cielo” (tengo claro que no se trata de mérito, menos aún de compra venta, sino de don de Dios), pero en un tiempo muy diferente al actual. Lo que interesa es que esas y estos santos fueron más o menos ejemplares en un tiempo de la Iglesia que ya es pasado y, por tanto, no tienen actualidad en nuestro hoy.

2.- Santos que podemos llamar “espaciales”. Me refiero a aquellas y aquellos que han llevado una vida de santidad en un determinado espacio que no es aplicable a los que están fuera de él. Creo que es el caso de la gran mayoría de las y los fundadores de congregaciones, que sirven como ejemplo a los miembros de las mismas, pero no repercuten en los espacios de “fuera”.

3.- Santos que podemos llamar “de oficio”. Es decir, aquellos que lo son en su ministerio o servicio, pero que su modo de vida no es aplicable a tantos otros. Por ejemplo, un santo Papa, puede iluminar el camino de otros papas, pero no aplica a la casi totalidad de los cristianos que no lo son ni serán jamás.

4.- Finalmente, un grupo acotado de santos y santas a los que llamaría “eclesiales”, que son aquellas y aquellos que marcan caminos a las y los cristianos de todos los tiempos, lugares o ministerios. A esos podemos llamarlos “grandes santos”, sin duda alguna (aunque queda, siempre, la mirada de quienes consideran grandes a los que otros ven “pequeños” y viceversa). Hay algunos que resisten toda lectura parcializada.

Es sabido, y obvio, además, que hay miles de santos que “no son de mi devoción”. Nadie tiene por qué sentirse motivado por la santidad de todos o todas los santos y santas, lo que, además, refleja la pluralidad eclesial.

Por tanto, no pretendo ninguna descanonización. Tengo claro que a todos y todas las personas les deseo el cielo, pero, además, tengo claro que, por ejemplo, Escrivá puede ser reflejo de una santidad del preconcilio y nada, o casi nada, tiene para aportar a los cristianos de nuestro tiempo. Tengo claro, asimismo, que Juan Pablo II puede ser alguien que desee imitar – si así lo quiere – alguien que ejerce el ministerio de Pedro, pero en nada, o casi nada, aporta a los cristianos o cristianas “de a pie”. Muy distinto es mirar a aquellas y aquellos santos que, aunque el tiempo, el espacio y el ministerio sean muy diferentes a los nuestros, siguen siendo un faro para el seguimiento de Jesús en nuestro hoy; que ellos rueguen por nosotros.

 

Foto tomada de https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/nubes-mas-originales-cielo-y-como-identificarlas_14239

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.